¡Hola! jaja, bueno no soy de las que postea muchas historias pero, decidí hacer algo corto para empezar, serán capítulos pequeños donde pienso narrar un poco desde la perspectiva de Jade durante varias cosas de la serie (espero).
Espero que les sea de su agrado nwn, y bueno vamos con el primero que se titula "Intrusa"
Disclaimer: Victorious no me pertenece.
Intrusa
Mi mundo. Aquel que sólo colinda con cuatro fríos muros de hielo. Es mi espacio, mi lugar, mi reino hierático. Nada puede entrar en él. Mi comportamiento escinda cualquier lazo que quiera incrustarse con fuerza… o eso creí.
La soledad ha sido mi confidente durante toda mi vida, la cual, es muy versátil. Miles de personas rasgan mis murallas intentando introducirse, conocerme, conquistarme y muchas otras cosas estúpidas que ingenuamente creen que lograran a lo largo del tiempo. Les tengo malas noticias, eso nunca pasará.
La nieve cae a mis pies mientras mi cuerpo reposa en un gélido banco de madera. La materia gris no les alcanza para ver más allá de mi fúnebre mirada. Mi alma rota no es capaz de distinguir con aprecio las sombras de muchos de ellos, pero está claro que tampoco hago un esfuerzo en enfocarlos directamente. Quizás mi indiferencia esté relacionada con la mediocridad, pero estoy casi segura que a nadie le interesaría, ni siquiera a mí misma.
Él fue capaz de entrar en mi terreno, él fue capaz de mirarme como alguien especial, alguien a quien podría amar atrevidamente y no lo negaré, fue un acto de valentía suprema. Creí que al fin alguien derrumbaría mi recinto divino pero cual equivocada estuve, sólo prometió ser alguien más que juraba cambiar mi perspectiva. No me mal interpreten, él destrababa aquella puerta de orgullo para que mi fragilidad pudiera salir a la luz, para que mi cuerpo sintiera nuevamente que estaba vivo, que podía concebir un sinfín de emociones caóticas que me hacían hacer cosas que nunca en mi vida me había atrevido a hacer, pero al final del camino resultó ser una simple ilusión. Siempre era lo mismo, el cansado de mí, ¿Qué había pasado con aquel muchacho testarudo que por nada se daba por vencido? Evidentemente se había desvanecido y con ello la grieta comenzó a cerrarse nuevamente.
Mi sátira se había convertido en una función de espectadores, no había protagonista, sólo estaba yo. Mi vida comenzó a irrumpir en la monotonía cotidiana junto a él. Sí, no pude dejarle a pesar de las circunstancias, él me brindaba de la seguridad que yo carecía, y con esa creencia, dejé que el día tras día se abriera paso rápidamente ante mi presencia. No tardé en darme cuenta de su falso comportamiento, era capaz de besar cualquier boca y poco le interesaba lo que podía llegar a pensar, tal fue el caso de aquel día tan lleno de abundantes sorpresas.
―Kilos de besos―comentó la joven latina de cabello castaño mientras sonreía coquetamente.
―Lo probaré―dijo él acercándose emprendiendo un corto beso.
En ese momento mi mirada reflejó la fuerte llamarada que escupía todo mi cuerpo, era cierto, quizás él ya no me interesaba tanto de esa forma, pero seguía siendo mío y no dejaría que se burlaran de mí por creer que una chica cualquiera me lo había podido arrebatar.
Aún recuerdo la pesadez que sentí y la fuerte ventisca que azotó en todo mi universo. Mi orgullo había podido más que mi sentido común y con ello nació aquella máscara de chica enamorada. Nadie lo notaria, después de todo, soy una estupenda actriz.
A partir de aquel día tuve una nueva distracción, la cual tenía un patético nombre, Victoria Vega o Tori Vega. Era perfecto, por fin tenía un nuevo juguete con el cual podía descargar toda mi rabia y necesidad de ser mezquina, y aquí entre nos, la niña parecía ser algo… masoquista. Lo que me brindaba una mayor satisfacción.
Su determinación era algo digno de valorar, algo que jamás pude decirle y que a simple vista no podría haber sido bien visto, ya que yo la detestaba desde lo profundo de mi podrido corazón. Sin embargo, no refuto que en algunas ocasiones busqué su ayuda. Pero como todo, sólo fue por conveniencia.
Mi padre siempre repetía que tomara lo que necesitara y huyera cual cleptómano. Dócil y fingiendo demencia. Quizás no era profesional, pero me ofrecía un viaje corto como un común aprieta y afloja, en donde la única lastimada era la otra persona. Pero llegó un momento en que me obsesioné completamente y sin darme cuenta unos pies desviaron mi rostro que había estado clavado en la nieve durante años.
Entonces la vi, un jovial cuerpo color canela, una sonrisa incluso más blanca que el manto que cubría el suelo, unos ojos café chocolate que conectaba perfectamente con su color de cabello. Ella, Victoria, estaba frente a mí.
― ¿Qué haces aquí?―pregunté torpemente por la sorpresa.
―Quiero ser tu amiga, Jade.
Blasfemias
―Largo, este lugar es mi lugar―braveé molesta ante su intrusión.
―No.
¿Cuál terca podía ser una persona? Ya lo había vivido, disfrutaría sin duda del cómo su espíritu fallecería lentamente en su guerra tan inútil.
Dicen por ahí que no debes subestimar a una persona. Quizás… fuera de toda advertencia, ella pudiera ser quien derrita todas mis paredes, y porque no, hacerme sentir nuevamente sin la necesidad de un disfraz.
Es pequeño lo sé iré actualizando conforme vaya avanzando c: saludos
