Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de Hajime Isayama.
Inspirado en el corto/película Eu Não Quero Voltar Sozinho, dirigido por Daniel Ribeiro. Si no lo han visto, véanlo, es tan precioso y bonito que asdfghjklñ.
Advertencias: AU, OOC, yaoi, lenguaje vulgar, FAREN, VIVA EL FAREN, AGUANTE EL FAREN, NO ME IMPORTA NADA VIEJAAAAAAAA *corazón*
Este fic participa de la convocatoria de material de ship crack de la página Attack on Homosexuality :3
Dedicado a Dayechelon, ¡bebé, te amo, acá está lo que te prometí!
¡Y unas enormes, preciosas, llenas de amor, gracias a mi prima que me dibujó la portada en papel y la pintó con amor, ay deoh, cuando la vi casi le hago un altar!
Y dejaría por siempre de acariciarte,
porque sé que de alguna manera me sientes,
tú eres lo más cerca del cielo que alguna vez estaré,
y ahora mismo no quiero irme a casa.
Y todo lo que puedo saborear es este momento,
y todo lo que puedo respirar es tu vida,
y tarde o temprano se termina,
yo simplemente no quiero echarte de menos esta noche.
~Iris, Goo Goo Dolls~
En la sala de clases, en medio de la tarea, se oía solo el ruido que hacían las teclas de la máquina de escribir de Eren. Los estudiantes no hablaban nada, solo resolvían los ejercicios tranquilamente, oyéndose a veces el ruido que hacía el lápiz rasgando el papel.
—¡Tilín! —gritó Jean cuando el papel llegó al borde en la máquina de escribir en braille, causando risas entre algunos de sus compañeros. Eren suspiró, negando con la cabeza, mientras Levi soltaba un resoplido despectivo.
—Señor Kirschtein, ¿quiere volver dónde el director? —le regañó la profesora Rico, callando enseguida las risas—. ¿Cuántos años llevamos con esto? ¿No se supone que ya somos gente grande?
—No es mi culpa que su estúpida maquina meta tanto ruido y me desconcentre —se defendió Jean con burla—. ¿No se supone que hay que hacer la tarea en silencio?
—Por favor, Kirschtein, tu cabeza ni siquiera da para hacer esta simple tarea —dijo Levi despectivo.
—¿Qué dijiste, enano? —gritó Jean poniéndose de pie.
—Además de idiota eres sordo —prosiguió Levi como si nada.
—¡Bueno, al menos no soy un ciego como este otro idiota!
Levi se puso de pie mientras Eren volvía a suspirar, y con cuidado, le tomó la mano al azabache, levantando el rostro.
El azabache miró los vacíos ojos verde-azulados de Eren un momento, para luego dejar salir un chasquido, sentándose otra vez, volviendo su vista al frente.
—¡Uuuuuy, mariquita! —gritó Jean riéndose.
—¡Señor Kirschtein, a dirección, ahora mismo! —gritó la profesora abriendo la puerta del salón.
El chico se quejó, pero se puso de pie tomando sus cuadernos, echándolos a su mochila, y al caminar por entre los pupitres, golpeó a Eren en la cabeza con su mano, soltando una risa baja.
Eso pareció ser suficiente para Levi.
Antes de que la profesora pudiera decir algo, el azabache se lanzó sobre Kirschtein, a sabiendas de que con ello se ganaría igual una expulsión, pero importándole poco en realidad. De esa forma, tiró al chico de cabello castaño claro al suelo, golpeándolo en el rostro, y agarrándolo de la camisa, gruñendo por la rabia que sentía en ese momento.
Eren simplemente suspiró, negando con la cabeza, oyendo los gritos de ánimo de sus compañeros.
Habría detenido a Levi, su mejor amigo, si hubiera podido, por supuesto.
Pero, en primer lugar, nadie podía detener a Levi cuando se enfurecía.
Y, por supuesto, en segundo lugar, era un maldito ciego.
Tuvieron que llamar a un guardia para quitar a Levi de encima de Jean y llevar al pobre chico a enfermería. Al parecer, su amigo le había roto la nariz y el labio.
—Nos vemos, mocoso de mierda —se despidió Levi mientras lo llevaban donde el director.
—Adiós, Levi —contestó Eren frotando su frente con exasperación. Normalmente era él quien perdía la cabeza cuando lo molestaban, no Levi, pero al parecer su amigo no estaba teniendo un buen día. De seguro su mamá había tenido que ver en ello.
La profesora Rico acababa de hacerlos callar una vez más cuando tocaron a la puerta recién cerrada.
La mujer soltó un jadeo de exasperación, abriendo la puerta, y todos pudieron escuchar a la profesora hablando con alguien más. Luego entró, con un chico siguiéndola.
—Clase, les presento a su nuevo compañero —dijo la mujer mirando a cada uno de los estudiantes—. Él es Farlan Church, viene de Inglaterra y desde ahora nos acompañará hasta fin de año —la profesora entrecerró sus ojos en actitud amenazante—. Si me entero de que lo están molestando… bueno, esperemos que eso no ocurra. Siéntate acá por mientras, Farlan —y señaló el pupitre al lado de Eren, vaciado unos segundos atrás por Levi.
El recién llegado, un chico de cabello castaño rubio y ojos color avellana, asintió en silencio, viendo con curiosidad a su compañero de pupitre, sin poder ocultar el interés en él, más aun al ver la extraña máquina que tenía sobre la mesa.
La profesora les ordenó volver a trabajar en la tarea.
Eren comenzó a escribir otra vez, silencioso.
—Uh, ¿disculpa?
Giró la cabeza al oír la voz a su lado, atónito.
Bueno, Eren sabía que el chico a su lado era nuevo. Y que de seguro estaba interesado en saber qué ocurría con él. Y lo más probable es que cuando le dijera que era ciego…
—¿Sí? —preguntó receloso, incómodo. Ese puesto era de Levi, de nadie más, y no le gustaba que fuera otra persona el que lo utilizara.
—¿De qué trata la tarea?
Eren abrió la boca en señal de sorpresa, incrédulo de alguna forma. La gente del curso no solía hablarle mucho por el tema de que era ciego, y cuando lo hacían, normalmente era para burlarse de él o jugarle alguna broma. Levi era su único amigo y quién lo acompañaba a todos lados, alejando a las personas que pudieran hacerle daño, por lo que no pudo evitar sorprenderse cuando Farlan, el chico nuevo, le habló como si nada.
—Eh… —balbuceó, y por décima vez en el día, deseo no haber nacido con esa discapacidad para poder ver a la persona frente a él, ver su expresión y apreciar cómo era—, debemos hacer los ejercicios de matemática en el texto.
—Oh —Farlan se rió, divertido—. Disculpa, no quise molestarte con ello.
Eren sonrió débilmente, sus manos tanteando la mesa, y empezó a presionar las teclas de la pequeña máquina de escribir que estaba en sistema braille, pensando en que aquella tarde se tendría que ir solo ya que, con toda seguridad, llamarían a la madre de Levi, Kuchel, para ir a retirarlo. Y él podía querer mucho a su mejor amigo, pero prefería no meterse cuando su mamá empezaba a regañarlo, ya que cualquier persona temblaba al oír sus sermones. Además, estaba el hecho de que ella y Levi no se llevaban muy bien.
Podía oír todo los ruidos que hacía Farlan al lado suyo, de seguro sacando su cuaderno y lápiz, y suspiró ya extrañando a Levi.
Reparó, entonces, en algo.
Tragó saliva, mordiendo su labio inferior.
Levi le decía, normalmente, los ejercicios que la profesora escribía en la pizarra o los que aparecían en los libros de clases, por lo que no tenía problema alguno al momento de contestarlos, pero ahora, con su amigo fuera…
Ugh. Y ni siquiera podía dejarlo pendiente. Era una tarea para entregar en ese momento.
Escuchó a Farlan tarareando al lado mientras debía estar contestando los ejercicios.
¿Y si le preguntaba?
¿Y si se ríe de ti?
Volvió a tragar saliva, girando la cabeza hacia el chico, sus labios temblando.
Bueno, si se reía, simplemente podía ignorarlo el resto de su enseñanza secundaria, aunque no sería tan difícil considerando que Levi era su único amigo y con él le bastaba.
—Oye, Farlan —preguntó en voz baja, sin querer llamar la atención.
—Uhm, ¿sí… eh…?
—Eren —dijo con rapidez, queriendo golpearse por haber sido tan idiota como para no presentarse.
—Ah, bien —Farlan soltó una risa suave, contemplando los vacíos ojos del castaño, sorprendiéndose por encontrar que eran preciosos a pesar de ello, con ese bonito color verde-azulado intenso—. ¿Qué ocurre?
—Esto… —frotó su brazo—, ¿podrías decirme el ejercicio nueve y diez?
—¿Eh? ¿Y por qué no los ves…? —Farlan se interrumpió al ver como el chico apretaba la boca—. Lo siento, ay, lo siento de verdad. No lo hice adrede.
—Vale —murmuró Eren volviendo su rostro al frente, queriendo dar por finalizada la conversación. Había sido, definitivamente, una mala idea.
Pero entonces se sobresaltó al sentir una mano acariciando la suya, con tanta suavidad que estuvo a punto de saltar de su asiento por el susto. Era un toque que no reconocía, cariñoso y amable.
—Oye, de verdad lo siento —dijo Farlan con la voz llena de disculpa—, no lo hice a propósito, lo juro —Farlan juntó las dos manos en una expresión suplicante—. Por favor, ¿cómo puedes negarte a decirle que no a este rostro…? Mierda, lo hice otra vez, ¿no? Soy un maldito insensible —gimió, golpeando su frente contra el escritorio de forma suave.
Sin embargo, para su completa sorpresa, Eren soltó una risa baja, divertida. El chico, por supuesto, estaba acostumbrado a que hicieran comentarios hirientes de vez en cuando, pero lo que decía Farlan le recordaba bastante a las palabras de Levi los primeros días que se conocieron.
Oye, mocoso, ¿quieres ver televi–? Carajo, se me olvidó.
¿Y si vamos al cine…? Puta madre, otra vez.
Mira, esa chica te esta observan– ¡Mierda, odio esto!
Levi nunca había utilizado su discapacidad para herirlo, aunque a veces se olvidaba de ello y hacía esos comentarios para enseguida pedirle perdón.
—Está bien —dijo con suavidad—, no importa, solo dime los ejercicios y te perdonaré.
Inmediatamente Farlan le dictó los ejercicios que le faltaban, con lentitud para que el castaño alcanzara a escribirlos en su máquina.
Hablaron un poco más por el resto de la clase, pero Eren ya no se sentía tan incómodo. En especial porque cuando le pedía más ayuda a Farlan, el chico no se reía de él ni hacía algún comentario que pudiera herirlo.
Así que al acabar el día, estaba bastante aliviado de aquello, pues incluso el chico nuevo había hecho varias bromas que le sacaron alguna carcajada, teniendo que ser callados por los profesores. Se despidió de Farlan, sacando de su mochila el bastón plegable, alargándolo cuando sintió que ya no quedaban chicos en el salón, y tranquilamente salió del lugar, sintiéndose un poco raro por no tener a Levi a su lado, agarrándolo del brazo para guiarlo mientras él parloteaba de cualquier cosa, su amigo haciendo algún comentario de vez en cuando.
Todo el mundo no se podía creer que fueran amigos. No con la personalidad alegre, divertida y viva de Eren, siendo Levi un chico bastante estoico, tranquilo y frío con todo el mundo. Pero ambos llevaban siendo amigos por ¿cuánto? ¿Cinco años? Y ya era una costumbre verlos juntos.
Cuidadosamente, bajó las escaleras, contando en su mente los escalones, apoyándose en el barandal al lado suyo, maldiciendo a Levi por haber cedido a la provocación del estúpido de Jean porque ahora tendría que irse solo a casa. Su amigo vivía a una cuadra de él, por lo que siempre se iban juntos.
Siguió caminando, y se detuvo al sentir una presencia detrás de él. Trató de agudizar el oído para escuchar algo, pero solo oía los gritos y risas de sus compañeros. Dio otros pasos más, sin dejar de sentir esa presencia, deteniéndose una vez más, y tensó su mandíbula.
Si era alguna estúpida broma…
Caminó un poco más, pero de pronto alguien le metió el pie –de seguro tuvo que ser el estúpido de Jean, mierda, siempre se la pasaba molestándolo– y tropezó, preparándose para sentir el golpe.
Pero alguien lo sostuvo.
Alguien lo había agarrado de la cintura, sosteniéndolo, para luego atraerlo a un cálido, firme pecho que no reconocía.
Aquel pensamiento le hizo sentir las mejillas calientes.
—¿Realmente acaban de hacerle una zancadilla? —preguntó una seria voz que reconoció con rapidez.
Farlan lo seguía apretando contra su cuerpo con firmeza.
—Sí, ¿y qué? —respondió con burla Jean, aunque fruncía el ceño con molestia por ver su broma interrumpida—. Anda, suéltalo, marica.
Eren sintió como el chico detrás de él se tensaba, y mordió su labio inferior.
—¿Oh? —Jean enarcó una ceja, cruzándose de brazos con una expresión de superioridad ahora—. ¿Acaso al chico nuevo le gustan los hombres?
—Cierra el pico, cara de caballo —replicó Eren soltándose del agarre de Farlan, pero entonces le tomó la mano, tirando de él—. De seguro eres un homo reprimido, por eso dices esas cosas.
—¡¿Qué dijiste, maldito bastardo?! —gritó Jean dando unos pasos, siendo detenido por uno de sus amigos, Connie.
—Jean, idiota, seguimos fuera del colegio y te recuerdo que estás suspendido por dos días —le dijo Connie con una mirada de irritación.
El castaño claro soltó un resoplido, entrecerrando los ojos, mirando de Eren a Farlan y viceversa.
—De seguro Jaeger quieren embaucar al nuevo con su estúpida ceguera —escupió Jean resoplando—, tal vez Levi ya no es suficiente para él.
Eren hizo un ruido despectivo, mostrándole el dedo de al medio, sin dejar de arrastrar a Farlan que fulminó con la mirada a Jean.
El castaño lo arrastró por unos segundos, el bastón resonando con fuerza en el cemento, sin decir nada, Farlan solo dejándose guiar por el chico, hasta que se detuvo, y con lentitud lo soltó.
—No tenías que defenderme —murmuró Eren comenzando a caminar.
—¡Por supuesto que sí! —gritó Farlan—. ¡No tienen porqué molestarte! ¡El que tengas una discapacidad no significa que deban reírse de ti! —Farlan, entonces, bruscamente lo tomó del brazo, sorprendiéndolo—. Vamos, ahora, ¿dónde queda tu casa?
—¡Puedo ir solo! —respondió Eren indignado.
—No, no me sentiré bien si te dejo ir así como estás, todo furioso, eso hará que te distraigas y tengas un accidente —contestó Farlan comenzando a caminar, sin soltar el brazo del ciego.
—¿Acaso no confías en mis habilidades? —Eren suspiró, dejándose llevar—. He hecho este recorrido mil veces.
—Sí, pero no cuando estás enojado —replicó Farlan dando por terminada la conversación sobre eso.
Eren simplemente resopló, dejando que el nuevo le tomara del brazo, y luego le murmuró donde quedaba su casa.
Le extrañaba, realmente, que Farlan se hubiera acercado a defenderlo. Por lo normal, sus compañeros solo desviaban la vista cuando Jean le quería jugar alguna broma, así que se le hacía raro toda esa situación.
Tropezó con un escalón, y si no hubiera sido por Farlan se habría caído.
—Tenía que avisarte, ¿cierto? —murmuró el nuevo con un tono de disculpa en su voz.
—Si vas a guiarme, idiota, avisa si hay escalón o no —le contestó Eren de mala forma.
—Oye, tranquilo viejo.
Eren maldijo por lo bajo, sin poder evitar pensar en Levi, que era quien normalmente soltaba toda esa sarta de groserías.
—Entonces, ¿por qué estás en el colegio?
El castaño se detuvo e inmediatamente Farlan se arrepintió de su selección de palabras, queriendo golpearse contra el poste de luz más cercano.
—Oh, no sé, ¿por qué un chico de mi edad está yendo al colegio? —preguntó Eren con la voz rezumando sarcasmo—. Si lo preguntas por mi clara discapacidad…
—¡Es curiosidad! —trató de defenderse Farlan.
—Mira, si estás fingiendo ser amable conmigo para luego burlarte de mí…
—¡Pero qué dices! —Eren llevó su mano al oído, haciendo una mueca de irritación—. ¿Acaso eres desconfiado con todo el mundo? —Farlan comenzó a caminar, llevándolo consigo—. Es solo que estás yendo a un colegio con personas videntes y tú no pareces tener problema con ello, aunque estás en clara desventaja. Me sorprendió, así de simple.
Eren no contestó enseguida, se quedó un momento en silencio, caminando al lado de Farlan, su rostro vuelto al frente, con una expresión en blanco. Dicen que los ojos son las puertas del alma, pero en este caso, todo el rostro del chico revelaba lo que sentía.
—Estudié en casa hasta los diez años —explicó Eren tranquilamente—, pero quería salir… no quería estar siempre allí. Así que les rogué a mis papás que me inscribieran a algún colegio, y lo logré luego de mucho —hizo una mueca—. Al principio fue difícil, por supuesto, porque tuvimos que buscar algún colegio que recibiera a personas con capacidades diferentes, y también estuvo el tema de Jean y sus constantes burlas —Eren se encogió de hombros—, pero ya me acostumbré. Además, me gusta la secundaria, y solo queda un año, y tengo a Levi, mi amigo, que está siempre a mi lado —el castaño arrugó la nariz de una forma graciosa que casi lo hizo reír—. Bueno, ahora no estaba a mi lado porque lo expulsaron.
—¿Es el chico pálido y con cara de amargado que llevaron a la oficina del director? Jesús, ese chico daba miedo.
—Bueno, sí, Levi no es demasiado encantador —concedió Eren—, pero es mi mejor amigo, ¿sabes?
—Es bueno eso —dijo Farlan, tranquilo—. De seguro es sobreprotector contigo.
—Ni te lo imaginas.
El rubio observó de reojo a Eren, quedándose prendado de esos bonitos ojos que, si bien no expresaban nada, el color que poseía parecía brillar con fuerza y era un poco complicado saber cuál era el color de aquellos orbes si uno no prestaba atención. Con un primer vistazo, parecían verdes, pero con la luz se veían más claros, o con un ligero toque azul, o más oscuros.
Le había llamado la atención aquello, junto con su clara discapacidad, además de que era bastante inteligente: en la clase de Algebra, Farlan le había preguntado algo que no entendía, y el castaño no dudó en responderle.
No entendía por qué se reían de él, por qué el muchacho llamado Jean le buscaba pelea. Por un breve instante, un sentimiento de protección apareció en su interior, que lo dejó extrañado considerando que apenas conocía algo del chico al lado de él, sin embargo… sin embargo, el sentimiento no desapareció, haciéndolo sentir cálido e inexplicablemente feliz.
—Siento que alguien me está mirando —Eren ladeó la cabeza—. ¿El idiota cara de caballo no nos está siguiendo?
Y Farlan… Farlan comenzó a reírse, viendo la expresión perpleja del muchacho al lado suyo, y sorpresivamente pasó un brazo por sus hombros, atrayéndolo, frotando su mejilla contra el desordenado cabello del castaño.
—¡Por supuesto que no! —dijo animado—. ¡Y si nos estuviera siguiendo, tu nuevo amigo le daría una paliza!
—¿Qué? —farfulló Eren, atónito—. ¿Amigo? —por unos segundos, el muchacho frunció el ceño, confundido, para luego sonreír ampliamente—. ¿Y quién dijo que yo quería ser tu amigo, Farlan?
—¡Oye! —el rubio se rió, soltándolo del cuello para volver a tomar su brazo—. Acabas de romperme el corazón, Eren.
—Exagerado —se burló el no vidente, dándole un suave apretón en la muñeca en señal de gracias.
Farlan, en respuesta, le revolvió el cabello, comenzando a parlotear ahora sobre su llegada a Trost mientras Eren lo escuchaba en silencio, sintiendo de alguna forma que las cosas estaban por mejorar con la presencia del rubio.
—Adivina quién soy.
—Uh, Farlan…
—¡Mierda! Lo hice una vez más, ¿cierto?
Eren comenzó a reír mientras el rubio sacaba las manos que cubrían sus ojos, sentándose frente a él, haciendo un puchero divertido. Faltaban todavía unos minutos para que comenzaran las clases, por lo que muchos estudiantes seguían fuera, oyéndose las conversaciones y risas que mantenían.
—Tendrás que disculparme hasta que me acostumbre —se quejó Farlan quitándose la mochila.
—¿Y qué pasaría si no lo hago? —replicó Eren sacudiendo la cabeza.
—Me tendrás rogando de rodillas por ello —contestó el rubio pellizcándole la nariz.
—¡Oye!
—Eren.
Por algún extraño motivo, al escuchar la fría voz de Levi detrás suyo sintió como su cuerpo se tensaba.
—Ese es mi asiento —Eren mordió su labio inferior—. Quítate.
—¿No te suspendieron, Levi? —dijo con voz suave el castaño, ladeando la cabeza.
—La profesora dijo que te defendí, así que solo pusieron una anotación —explicó el azabache con calma antes de fulminar con la mirada otra vez a Farlan, que no se había movido—. Que te quites, pedazo de mierda.
—¡Levi! —regañó Eren.
—¿Qué? —los ojos del ojigris se estrecharon más—. Ese ha sido mi asiento los últimos cinco años, así que más le vale salirse o le daré una patada en el culo.
—Podrías pedirlo…
—No te preocupes, Eren —dijo Farlan rodando los ojos, poniéndose de pie—. ¿Qué otro asiento está desocupado?
—¿Y a mí que me importa? —bruscamente, Levi se sentó al lado de Eren, haciendo una mueca de rabia—. No te nos vuelvas a acercar, rubiecito.
—¡Jesús, Levi, ¿qué te pasa?! —Eren giró su rostro hacia el azabache en tanto Farlan se marchaba mascullando por lo bajo—. ¿Qué pasó con tu mamá?
—No pasó nada con ella, mocoso de mierda —masculló Levi.
—Acerca tu cara. Ahora.
Levi soltó un chasquido de fastidio, obedeciendo, y con suavidad las manos del castaño acariciaron su rostro, sus vacíos ojos verdes posados sobre la cara del más pequeño. Farlan, desde su nuevo asiento, observaba la escena en silencio, sintiendo una sensación desagradable en su estómago.
Tiernamente, Eren comenzó a tocar el rostro de Levi, los dedos de la mano izquierda acariciando sus mejillas mientras su mano se quedaba al lado de su boca, sintiendo como el azabache hacía una mueca de dolor apenas los dedos de Eren tocaron su ojo derecho, morado y un poco hinchado.
—¿Volvió a golpearte, Levi? —preguntó Eren en voz baja, casi inaudible.
—¿Qué crees tú, mocoso de mierda? —murmuró el azabache irritado—. Empezó a gritar que soy un desastre de hijo, que debería comportarme. Dios, estoy a punto de decirle todo lo que pienso.
Eren no alejó sus manos, siguió acariciándole el rostro, en tanto Farlan sentía como esa sensación desagradable crecía en su estómago.
—El próximo año —comenzó a decir el castaño—, iremos juntos a la universidad, y te alejarás de ella. Lo prometo.
—Tsk —Levi le revolvió el cabello, mirando hacia delante—, más te vale cumplir esa promesa, mocoso de mierda.
Eren se rió, negando con la cabeza.
—Ahora —su voz se volvió seria—, ve a pedirle disculpas a Farlan.
—¿Qué? —Levi puso una expresión de incredulidad, aunque sabía que de poco le valía considerando que Eren era, bueno, ciego—. No digas estupideces.
—No son estupideces —Eren le pellizcó la mejilla—. Fuiste muy cruel, Levi.
—No fui cruel —el azabache soltó un resoplido—. Te estoy protegiendo. De seguro ese idiota quiere reírse de ti.
El castaño, arrugando el entrecejo, le volvió a picar la mejilla con más fuerza.
—No puedes saber eso, dijo que quería ser mi amigo —contestó Eren sin soltar un poco el cachete de su amigo.
—Mierda, suéltame —protestó Levi haciendo una nueva mueca—. Vale, está bien. Pero si te hace daño… —suspiró, sacudiendo la cabeza, antes de ponerse de pie y caminar hacia donde estaba Farlan, frunciendo el ceño con molestia—. Mira, imbécil, Eren me mandó a pedirte perdón por lo que te dije.
—No es necesario, gato amargado —contestó Farlan cruzándose de brazos.
—Si lo es, el mocoso no me dejará en paz hasta que lo haya hecho —Levi hizo un mohín de molestia y se aclaró la garganta—. Lamento lo que te dije —luego se inclinó hasta quedar a centímetros del rostro de Farlan—. Si le haces daño, idiota, haré de tu vida una miseria, ¿entendido? —agregó en voz baja.
Farlan le hizo un gesto desagradable con la mano, entornando los ojos, pero Levi simplemente le dirigió una mirada despectiva antes de volver a su asiento mientras el timbre tocaba para indicar el inicio de clases.
Silenciosamente, Farlan observó cómo Eren recibía a Levi con una sonrisa y quién, en señal de cariño, le revolvía el cabello con suavidad para luego dirigirle a él una mirada de superioridad antes de voltearse a observar adelante.
Farlan simplemente suspiró, observando la nuca de Eren, y tratando de no volver a sentirse celoso por la clara cercanía que el chico tenía con el azabache a su lado.
Porque él no debería sentirse celoso con aquella cercanía, aunque su estómago dijera lo contrario, la sensación desagradable sin desaparecer en ningún momento.
La rutina, desde ese día, se vio modificada levemente.
Al principio, Levi miraba de forma horrible a Farlan, que se acercaba a Eren con intenciones de conversar sobre cualquier cosa y el chico no lo alejaba para nada, es más, lucía de alguna forma complacido con ello. Incluso permitió que el rubio lo acompañara a dejarlo, pero claro, Levi era quién lo llevaba del brazo y no dejaba que Farlan siquiera tratara de hacerlo, causando que Eren solo hiciera sonidos de exasperación ante la clara posesividad de Levi hacia él.
Sin embargo, luego de unas semanas, el azabache pareció acostumbrarse a la clara presencia –desagradable para él– de Farlan, e incluso el rubio comenzó a encontrar divertidos los comentarios fuera de lugar que hacía Levi. Y Levi… comenzó a apreciar que Farlan defendiera también a Eren de los comentarios horribles que hacía Jean de vez en cuando.
Así que la relación que los tres compartían mejoraba un poco cada día, sin embargo, Farlan podía sentir como la sensación de desagrado –celos– que sentía cada vez que veía a Levi cerca de Eren, aumentaba en todo momento, lo que lo hacía sentir confundido y extrañado, ya que él no conocía lo suficiente al castaño como para poder decir que… que le gustaba.
Y Eren no podía gustarle, porque ambos eran hombres, y estaba mal visto que dos hombres siquiera fueran algo más que amigos.
—Oye, Eren —el castaño levantó el rostro, sus ojos ciegos posándose sobre el rostro de Farlan, y enarcó una ceja.
—¿Qué ocurre?
Farlan miró para ambos lados del pasillo, asegurándose de que Levi, que había ido al baño, no estuviera cerca. En ese momento estaban en horario de almuerzo, por lo que quedaban todavía bastantes minutos para que sonara el timbre de regreso a clases.
—¿No quieres tocarme?
—¿Qué?
Farlan se ruborizó, comprendiendo que lo que había dicho se podía malinterpretar sin mucho esfuerzo, y desvió la vista, tratando de no ver la expresión desconcertada del castaño, en especial cuando sus mejillas adquirieron un tono rojo.
—Me… me refiero a mi ro-rostro… —balbuceó Farlan—, digo… tú y Levi…
—Oh —Eren sonrió, tímido, y con lentitud dejó a un lado el libro en braille que había estado leyendo—. Está bien. Acerca tu cara, Farlan.
Rápidamente el rubio obedeció, tomando las manos de Eren, llevándolas a su rostro, observando los ojos verde-azulados del castaño, viendo su expresión concentrada.
Eren, suavemente, comenzó a tocar su cara, acariciando sus mejillas, mordiendo su labio inferior.
—Tienes una piel suave —dijo Eren, su mano izquierda bajando a sus labios—. Uh, labios carnosos, ¿no? —se burló cariñosamente.
Sí, como para besarte, pensó Farlan, queriendo darse un golpe por lo que había llegado a su mente.
No pienses cosas raras, no pienses cosas raras, Eren no te gusta, Eren es solo tu amigo, se apresuró a pensar tratando de controlar su respiración.
La mano derecha de Eren se movió hacia un lado, tocando su nariz.
—Una fina nariz —comentó el castaño, subiendo sus dedos, delineando el contorno de sus ojos, acariciando sus pestañas, sus párpados—. ¿De qué color son? —susurró, su voz extrañamente temblando.
—Eh… co-color avellana… —murmuró Farlan, sin poder dejar de mirarlo, perdiéndose en sus bonitos ojos verdes.
—Qué pregunta más estúpida —masculló Eren—, he sido ciego toda mi vida, no conozco los colores.
Farlan se inclinó un poco, mordiendo el interior de su mejilla, sintiendo la respiración del castaño contra sus labios, los delgados dedos del chiquillo sin dejar de acariciar su rostro, y entonces…
—Mocoso.
Ambos pegaron un respingo, separándose violentamente, y Farlan bajó la vista al notar los furiosos ojos de Levi posados sobre los de él, su ceño fruncido en una expresión de disgusto y odio.
—¿Qué pasa, Levi? —preguntó Eren, su voz tratando de no tiritar.
Lentamente, los ojos del azabache giraron hacia el rostro del castaño, observándolo casi con análisis.
—Mikasa te invitó a su fiesta de cumpleaños, mocoso de mierda —dijo Levi con un resoplido, sentándose al lado de él, acercando su cuerpo en una clara señal de posesión—, pero si no quieres ir a la casa de mi prima loca…
Nerviosamente, Eren soltó una risa, golpeando a su amigo en el brazo.
—Está bien, hace mucho no veo a Mika y Armin —Levi volvió a posar sus ojos en Farlan—. ¿No quieres acompañarnos, Farlan? Quiero presentártelos. Podríamos incluso salir un día los cinco…
—Lo voy a pensar —el rubio se removió, incómodo bajo la mirada del azabache, y se puso de pie—. Iré al baño, vuelvo enseguida.
—Está bien —Eren asintió, volteándose hacia Levi, y Farlan aprovechó esa acción para ir corriendo al baño, encerrándose en un cubículo, jadeando, cubriendo su boca con la mano, bajando la vista.
Sus ojos chocando con el pequeño bulto en su entrepierna.
Sintió la puerta del baño abrirse, e inmediatamente se subió al inodoro, tratando de no meter ruido alguno.
—¿Lo viste? —reconoció la voz: era Reiner, un maceteado chico rubio que jugaba fútbol americano. De seguro estaba con Berthold, uno de sus mejores amigos—. Jesús, me dio asco de solo verlos tan cerca.
—Ya me parecía que Eren era rarito —contestó la otra voz. Efectivamente, era Berthold.
—No pensé aquello del nuevo —dijo una tercera voz, despectiva. Jean—. Cinco dólares a que se está acostando con el nuevo y Levi.
Farlan apretó los dientes para no salir a enfrentarlos, controlando el temblor en su mano, tratando de no dar rienda suelta a la ira que sentía por los crueles comentarios que soltaban esos chicos.
—Jean, no seas así… —comenzó a decir Marco pacientemente.
—Pero es que es asqueroso —respondió Connie—. Digo, son dos hombres.
—El ciego debe gemir como una perra en celo cuando se la meten —se burló Jean, causando que los otros se rieran, saliendo del baño.
Socialmente incorrecto lo que acaba de pasar, pensó Farlan quedándose allí aun cuando pasaron varios minutos desde que el grupo de chicos se había marchado.
Farlan cerró sus ojos, pensando una vez más en la expresión tranquila de Eren tocando su rostro, sus mejillas ruborizadas, sus dedos acariciándolo con una suavidad tan dulce que lo estremeció por dentro. Sus labios moviéndose mientras hablaba, esos bonitos, rosados labios que…
Se imaginó al chico debajo de él, gimiendo, jadeando, desnudo, y jadeó, notando el bulto otra vez en sus pantalones.
Eso no podía pasar otra vez. No podía permitir que…
Es incorrecto. Demasiado incorrecto. Es asquerosamente incorrecto, pensó, su mano temblando mientras desabrochaba el pantalón.
Lo siento, Eren, pensó miserablemente antes de comenzar a mover su mano.
Levi se recostó en la cama de Eren, frunciendo el ceño, mientras Eren escuchaba la canción, tarareando, con una expresión de distracción.
Había estado así todo el día, distraído, ido, su mente en otro lado, y sabía que se debía a algo, pero no quería preguntar sobre ello. No cuando, por fin, tenía un rato a solas con él, sin la presencia de un estúpido rubio alrededor de ellos.
—¿No quieren galletas y leche, chicos? —preguntó Carla asomándose a la habitación con una tierna, suave sonrisa.
—¿Quieres, Levi? —preguntó Eren arrugando la nariz.
—No, gracias tía Carla —contestó Levi suspirando.
—Cualquier cosa, me avisan —dijo la mujer marchándose.
—No te preocupes, mamá.
Lentamente, Levi se giró hacia Eren, observando su ceño fruncido, y levantó la mano, acariciándole la mejilla, viendo como esbozaba una media sonrisa.
Levi no sabría que habría hecho si Eren no estuviera a su lado con su incondicional apoyo. Lo había conocido a los doce años, cuando llegó al colegio siendo el nuevo, y lo sentaron al lado de él. Eren no tenía ningún amigo, por lo que era bastante tímido, así que cuando le habló, el muchacho era más estoico que él. Entonces Levi se había juntado con Jean unos días, pero le desagradó por completo la forma en la que trataba a Eren, así que un día, harto de sus burlas, lo defendió, sacándole la mierda al cara de caballo y comenzando a juntarse ahora solo con Eren, que al principio se había mostrado bastante desconfiado de él. Sin embargo, de a poco se había ganado su confianza, y Eren se convirtió en un pilar fundamental de su vida.
Eren era el único que sabía de todos los problemas que tenía con su mamá, una mujer que se la pasaba bebiendo y exigiéndole un buen comportamiento cuando ella era más escandalosa que él.
Eren era el único que sabía de los golpes, de los gritos.
Eren era el único que lo sintió derramar lágrimas y lo abrazó cuando llegó el primer golpe de su madre.
Eren era el único que le sonreía ampliamente, se reía de sus malos chistes crueles y lo acompañaba a todas partes, incluso al cine a pesar de que no veía nada de la película, e incluso hacía chistes malos sobre ello. Lo más divertido era cuando Levi trataba de explicarle lo que pasaba en la pantalla, causando que las personas se giraran para chistarle, pero apenas veían a Eren, notando que era ciego, se volteaban para ver la película con expresiones avergonzadas.
Eren era su mejor amigo, el único mejor amigo que no iba a perder por nada del mundo.
—¿Ocurre algo, mocoso de mierda? —preguntó Levi recostando su cabeza en las piernas del castaño.
—No… —Levi vio como sus orejas se ponían rojas, y tiró una de ellas, en señal de que no le creía. Eren se rió con suavidad—. Bueno, sí, es Farlan…
Apretó los dientes, irritado, sabiendo que era obvio el motivo de su desconcentración. Desde que ese idiota había llegado que Eren ya no pasaba tanto tiempo con él, y lo odiaba por completo. Bueno, no lo odiaba en todo el sentido de la palabra, pero si lo detestaba un poco. Un poco bastante.
—¿Qué ocurre con ese imbécil? —escupió sin poder evitar decir aquello con molestia.
Eren le acarició la mejilla, calmado, tratando de tranquilizarlo. Maldijo al mocoso porque eso siempre solía servir.
—¿No lo has notado raro? Está medio esquivo —comentó Eren, cerrando sus ojos un momento.
Levi encontró divertida aquella acción, considerando que, bueno, Eren no veía nada tanto con los ojos abiertos como cerrados.
Vale, no debía pensar esas cosas estúpidas en un momento como ese. Además, cuando se lo había comentado con total inocencia años atrás, se ganó la ley del hielo por cinco días.
—Lo noto igual de idiota que siempre —dijo Levi tranquilo, adquiriendo esa fría voz que utilizaba para no querer demostrar nada.
—Levi…
—Quizás, simplemente, se dio cuenta de que no quiere ser tu amigo.
Reparó tarde en lo que había dicho.
Vio como el rostro de Eren se deformaba, herido totalmente, y quiso soltar una disculpa, pero las palabras no salieron de su boca. A pesar de que el chico no pudiera ver, a pesar de que sus ojos no pudieran mostrar sentimiento alguno, su rostro lo decía todo.
—Sí —murmuró el castaño—, debe ser eso.
Levi tragó saliva, entornando los ojos.
—Mocoso de mierda, ¿él te gusta? —soltó de golpe, mordiendo su labio inferior, viendo como el castaño palidecía.
—¿Por qué preguntas eso? —masculló Eren.
—Porque… —Levi frunció el ceño, frotando su frente—, porque te ves feliz a su lado.
—Lo conozco de hace poco —señaló Eren encogiéndose de hombros.
—Sí, y a mí me conoces desde hace años, y pareciera que lo ves de distinta manera.
—Ese fue un mal chiste, Levi.
—Lo sé, pero es la verdad.
—¿Estás celoso? —Eren ladeó la cabeza—. No como amigo, Levi.
—Estoy celoso como amigo —contestó Levi—. Digo, eres guapo, Eren —el castaño soltó un resoplido—, pero definitivamente no eres mi tipo. Eres mi mejor amigo, y quiero protegerte de la gente que te quiera hacer daño. Así que claro que estoy celoso y tengo miedo de que ese idiota te haga daño.
—Vaya, eso sonó lindo, Levi —Eren negó con la cabeza, riendo—. Si Farlan me gustara, ¿no sentirías asco?
—Por favor —el azabache resopló—. Me daría asco que estuvieras enamorado de él porque, veamos, no te merece. Nadie te merece.
Eren comenzó a reír, sacándole un risa que trató de hacer pasar por un resoplido, y entonces, sorprendentemente, el castaño le dio un abrazo.
—Levi, ¿Farlan es guapo? —susurró Eren mientras Levi le devolvía el abrazo.
—Qué se yo —por su respuesta, recibió un golpe en el costado—. Es… aceptable.
—¿Y yo soy guapo, Levi? —prosiguió Eren recostando su cabeza en el pecho del ojigris.
—¿Qué clase de pregunta es esa? —Levi le tiró del cabello, sacándole un quejido—. Por supuesto que eres guapo, precioso, el ciego más guapo de todos.
—No homo —se mofó el castaño riéndose.
—Por supuesto, no homo —resopló Levi cerrando sus ojos un momento.
No, por supuesto que no iba a perder a Eren por nada en la vida. Aunque eso significara compartirlo con un imbécil rubio, no lo iba a perder.
Ñau, lo prometido es deuda :v
Mi lindo bromance Riren, no pude evitarlo :')
No habrá triángulo amoroso. Será una historia bastante simple y espero que sea linda, con mucho fluff, así que no se preocupen :3
Ojalá les haya gustado y puedan dejar un review *corazón*
