TRISTE
DESPEDIDA
Que cruel puede ser a veces el destino, hizo que nos reuniéramos nuevamente
después de tantos años y ahora te arranca de mi lado para tal vez no volver a
verte nunca más.
Nunca podré olvidar ese día, uno de los mas alegres y a la vez mas tristes de
toda mi vida, todo empezó cuando salí corriendo hacia el hermoso jardín de la
casa de mi maestro Elrond, las lágrimas no podían dejar de correr en mis
mejillas "es muy difícil, nunca podré" esta idea no dejaba ni un solo instante
mi mente, "¿Por qué? ¿Por qué me trajiste aquí Gandalf?, ya te lo había dicho,
nunca podré, nunca podré ser como Él, el señor Elrond es un maestro de
maestros" . Seguí corriendo hasta que me dejó de faltar el aire y después apoyé
mis manos en el tronco de un enorme arbol para recuperar el aliento de la
carrera. Traté de calmarme, respiré muy profundamente y me senté, después alzé
la mirada para admirar el ocaso, me fascina contemplarlo, pues siento como si
me ayudará a reflexionar y dejar atrás todo lo malo que me ocurrió hoy y
prepararme para lo que traerá el nuevo día, pero esta vez no me tranquilizó lo
suficiente así que traté de perderme en el paisaje para ver si este me
reconfortaba, todo el lugar se estaba tiñiendo de hermosos matices rojos y dorados,
el sol se ocultó entre las montañas finalmente y dio paso a una hermosa noche,
lo recuerdo con claridad, las estrellas brillaban en todo su esplendor y la
luna, la luna parecía verse mas plateada que otras veces pero ni tan hermoso
espectáculo logró sosegar la tristeza que inundaba mi corazón, todavía podía
sentir copiosas lágrimas en mis ojos.
La luna plateada, no se porque pero me hizo recordar a Gandalf, "Gandalf" dije
en voz alta y con cariño, el gran amigo de mi padre, no se como se le ocurrió
la grandiosa idea de traerme a este lugar, en un principio me agradó, no
cualquiera tiene el privilegio de visitar Rivendel y aprender las artes del
gran Señor de los Elfos, los recuerdos de mi llegada aparecieron repentinamente
al igual que una suave brisa nocturna.
Gandalf caminaba apoyado en mi brazo, venia haciendome una rabieta por haberle
enmarañado su larga barba, me gustan las cabelleras y las barbas no puedo
evitarlo y solo lo hago con el propósito de demostrarles todo mi cariño ya que
soy muy timida como para abrazarlos o atreverme a darles un beso en la mejilla.
Elrond nos recibió con agrado en su casa, nunca olvidaré la expresión de su
rostro, al ver a Gandalf no pudo evitar sonreir pues la barba completamente
enmarañada estaba enrollada en su baston, él trataba de peinarla con sus manos
pero todos sus esfuerzos eran inutiles. Después de dos días el se marchó,
advirtiendome que sería dificil y que Elrond era un maestro muy estricto pero a
la vez amable y justo.
Una estrella en el cielo, Arwen, la hija de Elrond, una mujer hermosa, tan
hermosa como sabia, una persona muy gentil, fue la primera en darme la
bienvenida después de su padre, no pasaron mas de tres días cuando ya nos
habíamos vuelto grandes amigas, me ayudaba todos los días con las traducciones
de los escritos élficos, claro todo a espaldas de su padre quien constantemente
le reprendía pues esa era una labor que me correspondía solo a mí.
Los días pasaron y las lecciones eran cada vez mas difíciles, pero a pesar de
ello podía sentir todo el apoyo de mis amigos elfos, Arwen dejó de ayudarme
pues me dijo que iba mejorando y que ya era capaz de hacer las cosas por mí
misma. Era fascinante, me encantaba aprender, lo estaba disfrutando al máximo,
pero todo se arruinó cuando él llegó.
Él, su voz a lo lejos me hizo regresar de mis recuerdos, podía escucharlo, su
risa era muy agradable al igual que la de sus demás amigos hobbits, adoro a los
hobbits, son las criaturas mas extraordinarias que he conocido, el estaba
herido de gravedad, cuando Glorfindel lo trajo me horrorizé pués pensé que no
duraría mucho tiempo con vida, su fortaleza me sorprendió pues al examinarlo
mas detenidamente pude darme cuenta que era una herida de muchos días, mientras
Elrond llegaba me apresuré a ayudarlo, apliqué todas las artes de la curación
que hasta ese dia mi maestro me había enseñado pero todo era inutil, me sentí
tan mal, impotente, estúpida, ¿Acaso todo el tiempo que llevaba estudiando fue
en vano? su vida se estaba yendo de mis manos y no podía hacer nada, menos mal
que Elrond llegó instantes después y logró arrebatarselo a la oscuridad.
Transcurridos tres días el despertó, el señor de los elfos estuvo al pendiente
de él todo el tiempo, razón por la cual no pudo darme las lecciones
correspondientes a esos días, ni dejarme labores, yo no podía estar tranquila,
como era posible que no lograra ayudarlo, despues de tanto tiempo de arduo
esfuerzo y mucha dedicación, de noches enteras estudiando y traduciendo
escritos, preparando medicinas las cuales hasta la fecha siempre habían sido de
utilidad, pero para él no lo fueron, "soy un fracaso" dije en voz alta, "lo
siento papá, Gandalf, Arwen, maestro Elrond no merezco estar aquí no sirvo para
nada, me iré, sí, eso es lo mejor, esto no es para mí, Iré a Lorien estoy segura
que a mi primo Haldir le dará gusto verme, si, eso haré" Me levanté decidida a
partir esa misma noche, no solo era el recuerdo de no haber podido ayudar al
hobbit, si no porque esa situación me dejó tan nerviosa y alterada que no pude
ayudar a un par de elfos que regresaron heridos de los bosques cercanos, estaba
perdida, no podia pensar mas que en el sentimiento de culpa de ver a aquel
pequeño, gimiendo de dolor, pidiendo ayuda, delirando y yo sin poder hacer
nada, ya no tenía animos no queria seguir estudiando para que, si cuando
verdaderamente necesitaban mi ayuda no podía darla.
Fue entonces cuando lo ví, me sobresalté al sentir como unos brazos me rodeaban
por detrás, con confianza, con ternura, con una calidez que me pareció muy
familiar, aparté sus brazos lentamente de mi cintura y me giré, él estaba
vestido completamente de blanco, la luna lo bañaba con sus tenues rayos
haciendolo verse como si fuera un gran señor, su rostro hermoso y joven, sus
ojos, profundos, del color del cielo de mediodía, sus cabellos dorados
comenzaron a danzar al mismo ritmo que la gélida brisa nocturna, contrastando
con los míos, oscuros, que se mezclaban con los de él movidos también
ligeramente por esa brisa que acariciaba nuestros rostros. "Aiya" su mano rozó
delicadamente mi mejilla, sonrió y me dijo que le daba mucho gusto verme
nuevamente, " no te conozco" estaba a punto de decirle, pues de haberlo visto
antes nunca hubiera podido olvidarlo, "pero tal vez" pensé " si nos conocemos,
creo que te he visto en mis sueños". Su sonrisa, el perfume exquisito que
emanaba de él me parecían tan familiares y esos brazos, estaba segura que
alguna vez había estado entre ellos.
Su rostro se entristeció repentinamente, sus manos se posaron en mis mejillas y
acerco su rostro tanto al mío que por un momento tuve la sensación de que
estabamos respirando el mismo aire, me perdí en sus ojos, me miraban con tanta
ternura pero tambien llenos de preocupación "mi querida Elve, ¿Has estado
llorando?" mi nombre, sabía mi nombre, me pareció increible escucharlo en su
voz, esa voz tenue y pausada que sentía me devolvía la calma perdida, mi cabeza
automáticamente se apoyó en su pecho y mis brazos rodearon su torso, el por su
parte también me abrazó sentí como hundió su rostro en mi cabello y su mano derecha
la metió entre él, lo pasaba suavemente entre sus dedos, "Te he extrañado tanto
Elve" me dijo al oído y en un susurro. Una sensación extraña me envolvió en ese
momento, pero a la vez era exquisita y me hizo regresar en el tiempo cuando era
apenas una pequeña elfa, cuando fui al bosque negro, "¿Acaso eres tu? la última
vez que te ví eras un pequeño, pero.... esta sensación, es la misma no puedo
equivocarme ahora se quien eres" sentí como si mi memoria despertara, me aparté
suavemente de él, "si, eres tu" le dije "Veo en los ojos de este apuesto joven
los de aquel pequeño que me salvó de las arañas en el bosque negro" lo abrazé
nuevamente y apoye mi rostro en su hombro "Aiya Légolas" Sonreí, su presencia
por un momento me hizo olvidar lo que había pasado, no se como pudo reconocerme
si teníamos muchos años sin vernos, tal vez Gandalf tenía razón cuando me decía
"tu rostro siempre es el mismo a pesar de los años" aún así le pregunté como me
reconoció pues le confesé yo no sabía quien era hasta que su aroma lo delató,
su respuesta me hizo abrir los ojos muy asombrada " Nunca podría olvidarte" me
tomó de la mano y nos sentamos en una banca de mármol en el centro del jardín,
un escalofrío recorrió mi cuerpo pero no era precisamente por el frío, me
acercó hacia él y extendiendo su capa me cubrió con ella, apoyé mi rostro en su
pecho nuevamente, hablamos durante horas, me contó el porque de su estancia en
Rivendel, tendría que asistir al concilio, mi corazón se llenó de miedo cuando
comenzó a relatarme sus sospechas, el anillo, estaba seguro tratarían el tema
del anillo único, parecía leer mis pensamientos pues levantó mi mentón con
suavidad y me dijo "Todo estará bien, ahora cuentame que te ha pasado"
Le conté todo, me desahogué con él, mis lágrimas empapaban su vestimenta, me
confortaba acariciando suavemente mis cabellos, sufría con cada lagrima que
veía en mi rostro pero pensó que sería lo mejor dejarme llorar hasta que
sintiera que ya no podría derramar una lágrima mas, la noche seguía avanzando
el no me decía nada pero no era necesario, pues con el simple hecho de tenerme
entre sus brazos comenzé a sentirme mucho mejor. Finalmente apartó los restos
de lágrimas en mi rostro y me dijo "No eres una inútil, eres grandiosa Elve, no
creo que Gandalf te haya traido nada mas porque sí, el mismo me comentó que
Elrond le solicitó tu presencia, además no lo recuerdas, cuando eramos mas
jóvenes y la araña gigante me hirió, tu me curaste y de no haber sido por ti
habría muerto, no te desanimes elfita" al terminar de decir esto metió su mano
entre mi cabellera y la enmarañó "Hey....." protesté y después enmarañé la
suya, me tendió su mano y después me pidió lo siguiera, caminamos por entre las
habitaciones de la majestuosa casa, finalmente dimos con una amplia sala, ahí estaban
cinco hobbits platicando alegremente, di unos pasos hacía atrás ahí estaba el,
el hobbit completamente recuperado, Légolas me asió del brazo y me hizo entrar
al lugar, "Mira hay alguien que quiere hablar contigo" el pequeño hobbit se
acercaba sonriente hacia ambos, me hizo una seña con su mano y casi temblando
me incliné a su altura, sus pequeñas manos se posaron en mi rostro con mucha
suavidad y me brindó una calida y suave sonrisa, además de transmitirme una
gran ternura a través de sus grandes y profundos ojos azules.
"Gracias Elve" me dijo muy nervioso " Gracias de todo corazón".¿Gracias? pero
si yo no hice nada por él, no entendí sus palabras y el se dio cuenta de ello.
"Se que luchaste mucho por ayudarme, que diste todo lo mejor de ti y que has estado
deprimida por mi culpa" bajó su mirada apenado "Pero no debes preocuparte, yo
ya estoy bien y te agradezco que hayas cuidado de mí mientras llegaba el señor
de los elfos, de no ser por ti la herida se habría puesto peor, eso fue lo que
me dijo tu maestro y también me aseguró que hubieras podido curarme tu, si ésta
no hubiera sido hecha por un espectro de la oscuridad, que tu todavía no tienes
conocimiento sobre como lidiar con esas fuerzas, es un arte secreto que algún
día te confiará cuando estés mas preparada, pero lo que mas te agradezco son
los ánimos que me dabas, en ningún momento dejé de escuchar tu voz" Las
palabras de hobbit me devolvieron el entusiasmo inmediatamente, no pude evitar
enmañarle su rizada cabellera y darle un cariñoso abrazo el cual el
correspondió, luego me dio un beso en la frente para murmurarme nuevamente un
gracias. Frodo Baggins el portador del anillo, ese día forjamos una gran
amistad.
Los demás hobbits se acercaron a mí, alentandome y dandome las gracias también,
Légolas se quedó en la puerta de la sala sonriendo mientras me miraba divertido
pues en un impulso incontrolable comenzé a enmarañar esas irresistibles
cabelleras rizadas, "¡Yaaaaaaaaaaaa dejalos!" me regañó severamente una voz ya
muy conocida por mí, era Gandalf y lo comprobé pues me dio un toquecito con su
bastón, lo abrazé y este sonrió, " Me alegra que ya estés bien, Elrond y yo
estabamos muy preocupados por ....... ¡¡¡¡¡¡¡¡YAAAAAAAAAAAAA!!!!" me dio otro
toquecito al descubrirme enmarañandole la barba. Los hobbits estallaron en
risas.
Esa noche Pippin, Merry, Sam y Frodo me hablaron muchísimo sobre la Comarca, su
hogar, me cantaron canciones tipícas de aquel lugar tan lejano, conversamos
toda la noche le devolvieron la sonrisa a mi rostro, ahora estaba mas segura
que nunca que los hobbits eran las criaturas mas maravillosas de toda la tierra
media. Era tarde ya y los pequeños se retiraron a descansar yo quería hacer lo
mismo pero Légolas parecía esperarme fuera de la sala "¿Te gustaria contemplar
las estrellas y ver el amanecer a mi lado, como cuando eramos mas jóvenes?" su
petición me puso colorada de los piés a la cabeza y mi corazon comenzó a
palpitar como loco, Pippin alcanzó a escuchar la invitación de Légolas y se
burló de mí al ver mi rostro, pero cuando amenazé perseguirlo para enmarañar su
cabellera se disculpó y salió corriendo tras sus amigos.
**********
Estabamos sentados muy cerca el uno del otro, pasó su brazo por mis hombros y
nuevamente me estrechó fuertemente contra su cuerpo, levantó mi mentón con
suavidad y ambos nos perdimos en los ojos del otro, no se cuanto tiempo
estuvimos así hasta que finalmente se inclinó y besó una de mis mejillas. Luego
apoyó su rostro en mi hombro, me estremeci completamente pues pude sentir su
aliento en mi cuello, el cerró sus ojos, parecía dormir, "Elve" me hablaba al
oído sin apartar su cabeza de mi hombro y sin abrir los ojos "Debo ayudar, si
me piden destruir el anillo, iré, tengo que hacerlo por toda la tierra media"
mi corazón tembló y lo abrazé fuertemente, pues sabía que hablaba en serio, era
una empresa muy peligrosa y corría el riesgo de perder la vida, que cruel, el
destino hizo que nos reunieramos nuevamente y ahora lo arrancaba de mi lado
para tal vez no volver a verlo nunca más. "no vayas, no .... por favor Légolas
tu, tu siempre me has....." las palabras se atropellaban en mi boca tenía que
decírselo pero no encontraba la manera, él levantó su cabeza lentamente de mi
hombro, acarició mi rostro y me dijo " Lo se, lo he sabido siempre y quiero que
sepas que yo..... que yo..... también, Elve me importas mucho por eso debo
hacer ese viaje, te prometo que después de esto nos volveremos a ver y
entonces....... entonces" sus ojos me miraban con gran intensidad tomó mi
rostro con ambas manos y besó la comisura de mis labios, coloqué mis manos
sobre su pecho y pude sentir el palpitar de su corazón estaba igual o mas
acelerado que el mío, me apenó muchísimo tanta cercanía, tanta intimidad así
que escondí mi rostro en su pecho mientras pensaba "Me esta pasando esto
realmente a mí, no estoy soñando" su perfume me embriagaba, creo que no hay
ningún elfo que huela tan delicioso como él. Sus manos buscaron mi rostro, y lo
acariciaron con una suavidad semejante a la de los pétalos de una flor, yo
mantenía mis ojos cerrados para disfrutar mas esa sensación, cuando los abrí
ahí estaban esos ojos mirandome con la misma intensidad, se fue acercando mas y
mas, su mano derecha tocó mis labios mientras que con la otra me sostenía de la
cintura, besé sus dedos, el sonrió, para después decirme "Eres tan hermosa"
apoyó su frente en la mía luego cerró sus ojos y acercó sus labios a los míos
para despues darles un pequeño toque con los suyos con una sencillez
indescriptible, quería besarme, lo sé, pero al ver dos siluetas que se acercaban
se apartó rapidamente de mí, pudimos distinguirlas eran Aragorn y Arwen.
Los dos reimos muy apenados y nos hubieramos quedado contemplando las estrellas
hasta el amanecer si no hubiera sido por Elrond que me llamó urgentemente, me
pidió me hiciera cargo si había algún herido mientras duraba el concilio,
además me dijo que ya era suficiente para estar de vacaciones y me dio para
variar mas escritos elficos que traducir.
**********
El concilio terminó y mis mas grandes temores se hicieron realidad, el partiría
temprano con Frodo y con siete acompañantes mas, era muy temprano Frodo me
encontró en uno de los jardines y se despidió de mi con un gran abrazo y una
sonrisa, los otros hobbits aparecieron y también me abrazaron antes de partir,
Aragorn y Boromir se despidieron de mi con la mirada, Gimli me sonrió y Gandalf
me dio un beso en la frente y me dijo "Portate bien elfita, y nada de enmarañar
cabelleras en mi ausencia" pude ver en su rostro mucha preocupación, pero
confiaba en él y sabia que si el gran Gandalf el gris estaba cerca todo estaría
bien.
Légolas apareció cuando todos se habían marchado a despedirse de Elrond, su
mirada era la misma que la de la noche anterior muy intensa, sostuvo mis manos
y las besó, "Recuerda mi promesa, nos volveremos a ver cuando esto termine" me
sonrió pero no pude evitar derramar unas lágrimas las cuales el apartó de mi
rostro, luego me abrazó, me estrechó con todas sus fuerzas. "Cuidate por favor
y regresa a mí sano y salvo" le dije entre sollozos. " no llores volveré" me
contestó con determinación y mucha seguridad eso me tranquilizó, finalmente
besó de nuevo la comisura de mis labios "volveré, cuidate" susurró en mi oído,
después se dio la media vuelta y partió junto con la compañía hacia su destino.
El terrible pais de Mordor.
