Capitulo 1
Agonía bajo la lluvia
La noche se abría paso entre los últimos rayos del sol. Las estrellas despertaban y entregaban tímidamente sus primeros haces de luz. Algunas veces opacadas por las oscuras nubes que junto a ellas, se fundían en una hermosa danza cósmica que decoraba el cielo nocturno del Valle de la Paz.
Aquel blanco cuerpo gigantesco, patrona de las demás estrellas, parecía no importarle la danza que se daba a cabo. Pues se escondía entre las nubes de su alrededor, y estas se tintaban oscuras con el pasar de los minutos, dando paso a la lluvia.
Yacía yo en el suelo a mitad del bosque, golpeado, maltratado y sangrando. Mi boca besaba el frío charco de lodo que la joven lluvia había formado alrededor de mi tembloroso y agonizante cuerpo. Cuerpo que de un cierto modo esperaba su fin, esperaba su último aliento para descansar en paz. Esperanza que le denegué ruinmente hace 20 años.
Mi voluntad me impulsó a buscar un lugar seguro. Donde me pueda cubrir del frío abrazador. Mis piernas no respondían, así que tuve que valerme de mis brazos para arrastrarme hacia las bases de un árbol cercano, se veía imponente desde mi posición. Justo en ese momento un puñado de barro se internó en la abertura de una de mis heridas, rasgándola y ensuciándola, causándome dolor. A la vez liberando un incontenible gemido que ponía más en claro mi situación. Me di la vuelta, con el rostro al cielo, intentándome consolar con la primera estrella que viese, estrella testigo de mi agonía.
Dios!, como podría moverme si solo mi propio peso me aplastaba!, mi pelaje ensangrentado perdió su gris característico. Mi pecho en un principio blanco era protagonista de un monstruoso orificio, al parecer causado por una estocada digna de un rayo, del cual se podía apreciar como la sangre y el lodo fluían a la vez. En un maldito coctel de muerte.
Harto del estrés y el dolor, mis músculos al fin cedieron. En ese momento me sentí ligero, sentía levitar, como si el suelo fuese una nube. El dolor se había ido, pero las heridas seguían allí, lo que significaba que pronto caería inconciente. De un momento a otro, como si se tratase de electricidad dentro de mi, sentí una extraña calidez en mi pecho. Cerré mis ojos para intentar calmar mi ansiedad, dejándome llevar por el cansancio, voltee mi cabeza hacia un lado. De repente con mis ojos entrecerrados distinguí una silueta, una silueta que se acercaba hacia mí. En este estado no podria usar mis habilidades para protegerme, era blanco fácil.
Demonios! No puedo moverme, lo tengo que hacer!, seguro él volvió para intentar acabar lo que comenzó. Por mas que quería no podía, mis piernas no reaccionaban. Con suerte podía articular mi brazo derecho. Pareciese que cada una de mis articulaciones se hubiese petrificado y pegado al suelo. La sofocación producto de la frustración y la ansiedad hacía cada vez más borrosa mi visión, solo veía aquella silueta acercarse más y más, veía doble. Hasta el punto de quedar yo inconciente, e internarme en el abismo oscuro de mi mente. Deseaba la muerte aun sabiendo que nunca llegaría…
…
Una joven tigre, rodeada de sus colegas, yacía cómodamente sentada frente a la mesa, ingiriendo su primer alimento del día, a la vez preparándose para el duro entrenamiento diario próspero a venir. Su pelaje rojizo y rayas negras características de su especie, le daba un cierto tono de seriedad. Sus ojos rojos profundos, demostraban gran calma en su interior. Su karategui del mismo color decorado con imágenes de flores y su pantalón negro, era su traje cotidiano.
Volteó y le dedicó un instante a apreciar el cielo, que desde un rincón se lucía por medio de una pequeña ventana. Era un día hermoso, las nubes decoraban el cielo con su impecable ritmo, lentas y armoniosas a su vez. La maestra del Kung Fu al parecer se quedo perdida entre las nubes, hipnotizada por el cálido y hermoso día. La vista desde el templo era maravillosa, se podía deleitar todo el valle desde allí, las aves al pasar daban lo mejor de si en coro, permitiendo despojarse de cualquier tensión y entrar en un trance en el que el protagonista podía…
*PRASHHHHH*
—. . .— Tigresa volteó, volviendo en si y observando seriamente a su colega
—lo… lo… lo siento maestro tropecé, no pude evitar que el plato se rompiese — dijo apenado el panda.
—Baahh… haz roto cosas de mas valor aquí, sírvete otro plato y siéntate — le respondió el maestro Shifu dándole una sonrisa.
—Si, la otra vez dejaste a los pobres guerreros de Den Shu sin hogar — agregó Grulla echándose a reír.
—ahh… si, la Urna de los Guerreros Susurrantes, eh eh si, tropecé también — respondió rascándose la cabeza.
—Aun espero esa urna, te dí el pegamento hace más de 5 meses y no veo resultados — agrego Shifu.
Los demás maestros incluyendo el guerrero dragón, no contuvieron la risa, echándose a reír, menos Tigresa.
—Que pasa Tigresa, sucede algo?, te noto distraída el día de hoy — le pregunto discretamente su maestro.
—no, no es nada maestro descuide — le respondió
—muchas gracias, estoy satisfecha — se levanto para después retirarse del comedor y dirigirse hacia el salón de los héroes.
Como había cambiado el templo desde que eligieron a Po como legitimo guerrero dragón. Desde que me abrieron los ojos, y me mostraron que el "destino" es una voluntad aún más fuerte que los años de dedicación y sacrificio que una tuvo que soportar. Las cosas ahora eran diferentes, prácticamente solo nos entrenamos para pasar el tiempo. Pues ya hay un guerrero dragón y el secreto del gran royo fue revelado. La competencia y la esperanza por ser el mejor simplemente se había desvanecido. Que ironía, crecimos con esa idea en nuestras cabezas, y en un simple cerrar de ojos, refutaron toda nuestra fe. Los demás maestros prefirieron olvidarlo, dejarlo pasar y seguir con sus vidas normalmente. Que envidia, yo no puedo hacer lo mismo. Debería olvidarlo lo sé, buscar otras metas e ideales. Solo que tomara tiempo, mucho tiempo.
Tigresa llego al gran salón de los héroes, le dedico un instante a aquel monumental lugar, mientras esperaba a los demás estudiantes, para luego dirigirse con ellos hacia área de entrenamiento. Aquel salón fue testigo de un dramático combate que tuvieron a cabo Tai Lung y el maestro Shifu, aquella dramática pelea en el que un padre tuvo que enfrentarse y destruir a aquel por el cual veló toda su vida.
De hecho seria tema olvidado, pues Tai Lung fue derrotado, se rumora que aún vive, pero eso es lo de menos, teniendo al "Guerrero dragón" de nuestro lado, seria pan comido.
En ese instante Tigresa observo aquel ya vacío dragón en el techo que en un pasado sostenía entre sus dientes el misterioso y sagrado pergamino. Siendo victima de una inevitable frustración. Se puso en marchar hacia la puerta trasera del salón, que llevaba a un olvidado sendero de difícil e inclinada ruta. Llegando a aquel poco recordado árbol de durazno.
Quería dejar ya ese sueño, deseaba olvidar esa sensación que la apuñalaba. Se recostó en las bases de aquel sabio árbol, cerrando sus ojos.
—Olvídalo ya… — se dijo a si misma.
Para luego soltar una única lágrima proveniente de su ojo izquierdo, lagrima de frustración y de un sueño roto.
Comenzó a recordar su infancia en el orfanato de Bau Gu. Fueron días difíciles, aun mas para una pequeña como Tigresa. Victima de la discriminación e incomprensión, la mantenían encerrada en una recamara de puerta blindada. Muchas veces mencionada como "El Monstruo de Bau Gu". Conviviendo con la oscuridad y la soledad de su recamara, la pequeña Tigresa desarrolló sentimientos de odio y frialdad. Sentimientos que temía desfogar, reprimiéndolos en lo profundo de su corazón, que se intoxicaba y ahogaba con el paso del tiempo.
Tigresa escondía estos sentimientos, con la esperanza de ser aceptada y en el mejor de los casos ser adoptada. Pero en un ambiente como Bau Gu en el que sus habitantes eran pequeños gansos, ovejas y dulces gazapos, ella hacia el papel de depredador, inevitablemente atemorizante. La naturaleza lo dicto así, dotada de garras y colmillos muy difícilmente entablaría amistad con alguno de los pequeños huérfanos. Todo esto sumado a su impresionante fuerza y la torpeza característica de su edad, complicaba aun más su situación.
Su fuerza, su extraña fuerza, de solo un golpe podía partir las mesas del comedor, y ocasionalmente derribaba paredes. Obviamente era algo inusual en una niña de su edad. De donde provino tal destreza?
—La antigua escuela de Oeiver…— se dijo a si misma, con la mirada perdida hacia el suelo.
Juré olvidar esa época!, es algo que nunca debió pasar! Mejor dicho ni siquiera debería estar aquí, en este lugar, en el templo, no era mi…
—no, basta!!! — grito para si, poniendo sus dos manos en la nuca y reprimiéndose, a la vez cerrando sus ojos fuertemente, para evitar que su conciencia la delate y la haga recordar.
Una vez calmada, tomo una gran bocanada de aire intentando calmarse. Para su asombro se percato de que se había quedado dormida, ahora eran cerca de la 6 de la tarde, el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte. Obviamente sus colegas no le dieron importancia a su ausencia. La maestra del Kung Fu decidió ponerse en pie y retornar al Templo de Jade.
Se movía a paso lento, pensativa decidió ir esta vez por el camino largo, tomando las escaleras que rodeaban parte del místico templo, desde el cual se tenia una vista panorámica del valle y parte de la escalera principal hacia el templo.
Una caravana de aldeanos se movía rápidamente por dichas escaleras, dirigiéndose al templo, al parecer llevando consigo, una camilla y con un sujeto en ella. Tigresa se extraño al ver dicha escena. Se dirigió a toda prisa hacia una roca del cual se podía ver la entrada del templo, y espero a que lo aldeanos llegasen. Los aldeanos apresurados tocaron el gran portón del templo. Para mala suerte de tigresa una sabana cubría el rostro del sujeto. Un ganso sirviente los atendió, abrió la puerta, de pronto una ráfaga de aire proveniente del interior del templo levanto la sabana que cubría al sujeto, revelando su identidad.
Tigresa entro en shock, al percatarse de quien se trataba, era un lobo gris, de pecho blanco, mal herido, su pecho le sangraba imparablemente. Rápidamente ella se echo hacia atrás, para evitar seguir viendo tal escena. Con la mirada perpleja por reconocer la identidad del sujeto, decidió calmarse y retornar al templo, esta vez con mas velocidad.
—que es lo que pasa aquí? — se dijo.
El ganso sirviente al entender la situación emergente, permitió entrar a los aldeanos con el herido, para que recibiese la atención médica necesaria, guiándolos hacia los dormitorios. Ubicó rápidamente una habitación vacía e hizo pasar a los aldeanos.
—esperen aquí, un médico vendrá enseguida a atenderlo — dijo el ganso sirviente.
—muchas, gracias señor — le respondió uno de los aldeanos, se trataba de un cerdo que bestia ropa humilde
A los pocos minutos llego otro ganso sirviente, este era médico, trayendo consigo sus herramientas y medicinas para poder tratar al sujeto. Rápidamente, lo comenzó a tratar y a vendar sus heridas, percatándose de la situación de cada una.
—lo encontré la noche anterior, mal herido e inconciente en el bosque— agregó un conejo, que humildemente retiró su sombrero, para luego apretarlo con las dos manos en su pecho. Demostrando esperanza en el mal herido.
—Tuvo mucha suerte de seguir con vida tanto tiempo — respondió el médico, mientras cumplía su labor.
—Limpiamos sus heridas en mi aldea, pero al ver que no podíamos hacer mucho, decidimos traerlo aquí, el viaje fue muy largo pero…
—en donde estoy? — interrumpió el lobo.
—buenas tardes mi afortunado amigo estas en…
—En el Templo de Jade — interrumpió Tigresa que rápidamente entro en la habitación, al percatarse que el lobo había despertado.
El lobo reaccionó a la voz de Tigresa, rápidamente él se incorporo poniéndose en pie para sorpresa de el médico y los aldeanos.
—wow —el médico se exaltó, el sujeto padecía de lesiones graves, músculos desgarrados y pérdida de sangre, pero aún así se incorporó en un segundo.
—Tigresa…—El lobo exaltado volteó a verla
Tigresa lo miró fijamente a los ojos por unos segundos, para luego retirarse sin decirle nada. El sujeto aún extrañado decidió seguirla, abandonando al medico y a los aldeanos, que no daban crédito a lo que veían. Se movilizó rápido hacia el pasillo caminando tras ella, Tigresa aumentaba su paso. El lobo en su confusión no podía hacer más que seguirla. Pasaron por distintas habitaciones del templo. Parecía que ella deseaba que no la siguiera, pero al mismo tiempo necesitara que lo hiciera, pues continuamente cambiaba su rumbo. El mal herido decidió acelerar su paso para sujetarla del hombro.
Pero de repente se vio hallado en un jardín externo al templo, al parecer era un jardín secreto que se hallaba a espaldas de la edificación. Tigresa había desaparecido, la visión era limitada por la oscuridad nocturna. Confundido él decidió aguardar.
—que es lo que haces aquí? — Tigresa estaba apoyada con los brazos cruzados a un lado de la puerta que conectaba el jardín al templo.
— . . . — el lobo gris solo inclinó la cabeza, para no responder
— deberías estar muerto, estuve allí… el día en el que te asesinaron…—
Continuará…
Saludos, espero que les haya gustado ñ ñ. Este es mi primer FanFic, bueno creo que en verdad es lo 1ro que escribo en mi vida - 3-, plzz no sean drastico, dejen reviews. Grax por leer y espero continuarlo ^ . ^
