Hola chicas! Aqui ando de nuevo con otra historia. Esta ocasión es una Adaptación de un Dorama, que a su vez esta inspirado en el Manga Hana yori Dango de Yōko Kamio. Hablo del drama coreano Boy Over Flowers (o Boy Before Flowers). ¿Lo conocen? ¡Se los recomiendo! Como muchas habían sido las amigas que me comentaban que esos dos protagonistas se parecían bastante a nuestros queridos Candy y Terry, me aventé a esta aventura de la adaptación. Traté de no hacer tooooodo igual, las situaciones estan formadas para que encajen a cada personaje y no hay ningún archivo digital del guión previo (por si temen que sea un copy+paste, no lo es.)

Nota: No es necesario que hayan visto el dorama previamente, la historia es igualmente para quienes no lo hayan visto.

Espero contar con sus animos, coments y lectura. Esta hecho por y para fans de BBF y Candy Candy.

¡Gracias! 3


Dulces y Narcisos

Adaptación de Alexa Bauder
Basado en el dorama Boys Before Flowers (Corea)
éste a su vez, basado en el manga de Yōko Kamio, Hana yori Dango (Japón)

Capítulo I

"Una Mala impresión"

Chicago, 12.00 am

-"La Duquesa de Grandchester ha desatado una controversia que podría afectar la economía de Mercers' Company, esto debido a una infortunada declaración que ha sido comentada en los blogs de América…"

-" El prestigiado Colegio de San Pablo ha sido liderado solo por los mejores estudiantes ingleses; he ahí el secreto de una nación exitosa, solamente los mejores ciudadanos han salido de aquí…" Han sido las palabras que a la Duquesa ha metido en problemas en Estados Unidos.."

-"¡Eso no es todo! Lo peor resulta ser el alboroto en los blogs de jóvenes americanos"

-"La más fuerte crítica se había publicado a unos minutos de que estas afirmaciones se hicieran públicas"

-" ..Esta jovencita, con el pseudónimo de Srita. W. ha denunciado estas declaraciones como soberbias, elitistas y faltas de entendimiento hacia la cultura americana o cualquier otra, todo apunta a una actitud xenofóbica"

-"¿Qué le dijo la Duquesa a su servidumbre…? jajajaja"

-"¿Esta mujer podría discriminar sus propios zapatos? También hay diseñadores americanos que ella podría estar usando en estos momentos, los coloca en diferentes armarios"

-"¿Quien es esta muchachita que le ha dicho unas cuantas verdades al más grande Emporio Económico de Inglaterra?"

"Más respeto debería de tener Señorita W. a una institución que hace caminar la economía Londinense y que además, se dedica a la caridad a través de fundaciones de ayuda"

Candy cerró unas cuantas ventanas en su lap top con el celular en la mano, rodando los ojos, estaba hasta la corinilla "real" de los comentarios suscitados a últimas instancias tras haber hecho una entrada en su blog respecto al elitismo disfrazado de las buenas costumbres. Y ella ni siquiera se refería a la tal Duquesa, todo había sido manipulado para que eso se pretendiera ver. ¿Qué había pasado para que se hubiesen fijado precisamente esa noche en su blog que apenas sostenía tres visitas por semana? Ahora, estaba en la mira de todos.

-¿Viste las noticias?

-Sí, solo hablan de eso.

-No es para menos, Candy, acá en Londres hay protestas.

-¿Porque tanto alboroto por una entrada de blog?

-Se trata de la Duquesa de Grandchester…

-Sí, ya lo se, Annie, duquesa de quien sabe cuántas cosas. Esto va a pasar pronto, y todo volverá a ser normal. Para cuando regresemos a clases esto estará olvidado, veras que sí.

-Eso espero. Me voy, tengo que llegar a la tienda, descansa Candy. Te recomiendo que dejes de escribir una temporada ahí.

-Trato hecho. –Candy mientras estaba por cerrar su lap top se percató de un correo entrante que más bien parecía un chiste o una propaganda. "Bienvenida al Colegio San Pablo para Chicas" – Nos hablamos al rato, Annie. –su amiga colgó y lo que leyó la dejó helada por un momento, aunque luego lo envió a la bandeja de eliminados, pensando que solo sería una broma de mal gusto.

-¿Piensas dormir todo el día? -Tom jalo de una de las orillas de la colcha de Candy, seguramente se hubiese quedado hasta la madrugada despierta, pero con todo eso, tenía que despertarla, estando de vacaciones se hacia cargo del desayuno de los niños en el Hogar de Ponny, un pequeño orfanato en las afueras de Chicago. Si no lograba despertarla, Candy estaría de mal humor y el pagaría las consecuencias.- Candy... Candy... ¡CANDY!
-¡Queeé! ¡Ya voy! -dio una patada al aire aun en la cama, casi le pega en la cara a Tom.- Ya voy... voy... -Dio un salto y ya estaba sentada en la orilla del colchón, suspirando y poniéndose las pantuflas. Se estiró y miró a Tom que estaba ya en el marco de la puerta.- Dios mío, ¿cuando creciste tanto?
-1.70 apenas, no exageres.
-Yo casi que te cambiaba los pañales.
-No empieces y date prisa, en media hora se levantan todos.

Ambos bajaron las escaleras, el orfanato no era muy grande, apenas una vieja construcción con algunas habitaciones, un patio trasero amplio y las instalaciones funcionando a la perfección.

-¿Y a que se debe tan sorprendente invitación? -se escuchó a la Srita. Pony preguntar en la estancia, ambos se detuvieron por la curiosidad, había alguien mas en casa, alguien que extrañamente había tornado el ambiente jovial del Hogar de Ponny en algo más serio.
-Es un programa que se esta implementando primeramente en America en base a buenos promedios.
-Candy los tiene... pero...
-Hablan de ti -susurró Tom
-¿De mí? Que...

-Lo más conveniente es consultarlo con ella. Candy, baja a saludar.

Ambos chicos a tropiezos bajaron las escaleras, Tom haciendo burla con la mirada y recibiendo un sape en la cabeza enseguida. Con los buenos modales aprendidos, Candy se acercó al centro para encontrarse con un hombre rondando los treinta de estilo oriental, impecable en un traje oscuro que seguramente debía ser muy caro. En su solapa, portaba un pin pequeño con un escudo.

-Secretario Takarai, a sus órdenes Señorita.-hizo una leve inclinación que le sorprendió.
-Candice White, mucho gusto.
-El señor es secretario personal de la duquesa de Grandchester. -esto sorprendió a Candy, a Tom casi le causa un colapso. - Están interesados en que ingreses en un programa de Becas para el Colegio San Pablo de Señoritas.
-¿Yo? ¿Y... como por qué yo?
-Candy... -inquirió la Srita. Pony con un poco más de autoridad.
-Lo siento. No entiendo su interés en mí, soy solo una alumna promedio.
-Un alumno promedio puede convertirse en una excelente opción con los medios necesarios. El colegio los tiene.
-¡Candy, irás a Europa! -gritó Tom entusiasmado, como si se hubiese sacado la lotería, sin importarle quien estuviera presente
-No, no voy a ningún lado, yo me quedo aquí.
-¡Pero Candy!
-¡Nada Tom!
-No es bueno que tomes una decisión a la ligera, quizá debas pensarlo.
-No Hermana María, yo no podría estar lejos de aquí, este es mi hogar. -ambas matriarcas miraron al Secretario a forma de disculpa y lo acompañaron a la salida, no sin antes dirigirse a Candy
-Reconsidérelo, es una gran oportunidad. Solo un pequeño sacrificio en el presente para proveer un sólido futuro. –acto seguido le entregó un sobre de papel grueso, con en caligrafía bien trabajada y un sello a la antigua que lo cerraba.

Candy asintió hasta que el hombre salió y subió a una limusina con chofer y tres hombres guardias. Adentro, algunos pequeños se habían despertado, Tom saltaba y la hermana María lloraba de emoción. La Srita. Ponny solo la observaba en un tierno reproche por su comportamiento. Ella se lamentó y sintió el amargo sabor de la culpa. No quería irse de aquí, nadie la obligaba a ir, ni siquiera la Srita. Pony lo podría hacer, ella era tan dulce y dedicada que jamás le pediría que se fuera. Sin embargo…

Candy tenía ya dieciséis años y medio y aun vivía en un orfanato en el cual había sido abandonada en una extraña fría noche de mayo, caía una tormenta calurosa en Chicago cuando unos lloriqueos desde afuera alarmaron a la Srita. Pony y la Hermana María, seguidos de otros, los de Annie, dejada unos instantes antes, más alejada de la puerta. La pobre estaba más fría pero por gracia del Cielo no tan mojada. Fue un milagro haberla salvado, aunque siempre sería más enfermiza. Annie tenía el cabello tan oscuro y lacio que parecía una muñeca, así le pareció siempre a su amiga Candy. Años después sería adoptada por una familia de clase media y llevada a Londres, donde nadie supiera su origen. Su amistad nunca se desvaneció, nunca dejaron de comunicarse y aún en la distancia su amistad prevalecía. Compartiendo alegrías, tristezas, logros, su día a día.

Ahora Candy era una señorita y no podía permanecer en calidad de huérfana en el Hogar de Ponny, era ya parte del personal que cuidaba a cada niño, al igual que Tom, un preadolescente bastante vivaz e inteligente. ¿Qué sería de Tom si alcanzase su misma edad sin tener una familia? Estaba convencida de que nadie la adoptaría. Debía pensar en independizarse y para ello, necesitaba un empleo. Necesitaría ir a la Universidad y una buena, por eso de poder ser aceptada en un buen trabajo. Podría llevarse a Tom con ella, si las cosas salían mejor que bien. Pero, ¿San Pablo? ¿En Inglaterra? ¿Otro continente, lejos de ellos?

Solo un pequeño sacrificio en el presente para proveer un sólido futuro

Estas palabras le hicieron eco esa noche y las que le siguieron. A la semana siguiente, estaba arriba de un avión rumbo a ese futuro prometedor lejos de lo único que conocía, con una carta sellada bajo el brazo y solo una amiga que le esperaba allá entusiasmada. Así como un D'artagnan, sin saber siquiera si su espada funcionaría lejos de su hogar.

Candy fue recibida por Annie en su casa, totalmente extasiadas de esta nueva etapa. Candy ya extrañaba, pero con ella era como tener un pedazo de su origen consigo. Trabajaría donde su amiga lo hacía ya meses, en la famosa tienda CandyCakes. Necesitaba un empleo y este era perfecto.

-Tú no te preocupes, quiero que estés a gusto. Mrs. Smith es una mujer que parece muy dura, pero es de buen corazón. Es muy exigente, le dije que tenías experiencia en repostería.

-Pero Annie, eso no se que tan cierto sea. –Candy no había aceptado dormir en la cama, estaba tendida en el piso con una colcha gruesa, no iba a causar incomodidades. Suspiró pensando que todo iba a pasar muy rápido, mañana se presentaría con Mrs. Smith, su primer día de trabajo, luego su nueva escuela.

-¿Has pensado como son esas chicas del Colegio? Todas son de clase alta.

-Eso no importa Annie, yo no pienso sentirme menos por eso. Es más, si no tengo amigas no importa, pienso pasar estudiando solamente.

-Eres muy valiente.

-Mientras te tenga a ti, soy feliz. –Annie sonrió aunque pensativa mirando el techo dijo por último:

-Me gustaría que te sucediera algo muy bueno aquí para que te quedaras por siempre.

Por la mañana, ambas estuvieron temprano en CandyCakes, una cafetería especializada en cupcakes, café, te y dulces. Mrs. Smith parecía una abuela severa, vestía una blusa de un blanco inmaculado con la falda larga y un bastón. Su pelo gris era hermoso, estaba recogido con un broche en lo alto. Vio a Candy alzando una ceja. La chica, rubia con rizos y de ojos grandes y verdes y las mejillas rosadas le recordaba por completo a una americana. Sus pecas eran notorias seguramente por el sol de allá. Aquí estaban a punto de entrar a la época fría y solo eso explicaría su piel rozagante y vital.

-¡Candice White, a sus órdenes! – se asustó un poco por su inadvertido saludo, si, esta niña era muy vital y tenía la voz alzada.

-Niña, no es necesario que grites, no estoy tan vieja. Annie, puedes irte, en diez minutos abrimos, encárgate de las mesas.

-Sí, señora. –Annie salió. Contenía un lindo acento inglés mezclado con su origen.

-Así que, eres becada del Colegio San Pablo para Señoritas. –se sentó en su escritorio, en la trastienda.

-Sí, señora. Yo no lo deseaba, pero todo fue por sorpresa. Aún creo que hay un mal entendido, no puedo creer que esté aquí.

-Sh, sh... hablas mucho y muy alto. Concrétate a responder lo que se te pregunte nada más. Qué haces ahí parada, siéntate, por favor. –Candy lo hizo inmediatamente delante de ella. Asintiendo repetidas veces, apretando la falda de su vestido.

-Deja esas manos en paz y relájate, no como. ¿Qué hacías en el Hogar de Ponny?

-Ahhmm... Pueeess… yooo… - Mrs. Aclaró la garganta- Disculpe. –Y empezó a recordar- Hacía los desayunos de los niños en vacaciones, ayudaba a la limpieza, cuidaba de ellos para cubrir alguna inasistencia de las educadoras, verá, todos son muy pequeños y….

-¿Sabes manejar una moto?

-¿Eh? eem... no. Pero sí una bicicleta y puedo aprender.

-¿Sabes atender las mesas? ¿Hornear?

-Sí. Hacía los pasteles de cumpleaños, y servir las mesas siempre lo he hecho.

-Si toleraste a niños, tolerarás a los clientes, algunos son muy exigentes. Está bien con eso. Muy bien, veamos… -se puso los lentes que colgaban de su cuello, sacó una hoja de un folder y leyó para cerciorarse antes de darle la hoja a Candy. –Llena esta forma y tráeme las copias que te pido, necesito una carta de tus padres de que te autorizan a trabajar. O bueno, de tus tutoras.

-Sí.

-¿Sí que?

-Sí señora. -Mrs. Smith la miró dudosa.

- ¿Qué sucede?

-Usted sabe que soy huérfana…

-Lo sé, sí.

-¿Sabe cómo conocí a Annie? –Mrs. se levantó de su lugar y fue a ella.

-Sí, lo sé, de dónde vengan es algo que no me concierne. Demuestra lo que puedes hacer y no lo que sufres. ¿Qué tienes ahora? –Candy levantó el rostro con los ojos húmedos, sonriendo – ¡Deja de lloriquear, niña! Te tengo tu primera entrega. –Candy siguió sonriendo y rápidamente se limpió las lágrimas traicioneras con las mangas de su abrigo azul marino. La siguió hasta la cocina, unas cajas de cupcakes recién cerradas la esperaban. – ¿Tu teléfono tiene GPS?

-Emm... no.

-Necesito que consigas uno. También que aprendas a manejar la moto, por ahora estarás atendiendo las mesas con Annie, pero es imprescindible que estés dispuesta a ayudar en cualquier cosa, aquí vas aprender mucho. Tienes que ir al Colegio San Pablo para que te asesoren.

-¿Cómo sabe eso?

-Niña, hace muchos años yo egresé de ahí –Candy se sorprendió y la volvió a ver. Era obvia su clase, su liderazgo. ¿Qué clase de gente había ahí?

-Tengo una carta.

-Pues ve, y sirve dejas este encargo. Es el de las diez, pero tomando en cuenta el tiempo que te llevará ir en bicicleta y si te pierdes, estarás a tiempo. Aquí está la dirección y los despachos. Las dejas y te vas, no esperes ver a nadie, entiéndelo bien. No esperes la propina, por amor de Dios. A ver la carta. –la chica se la extendió para que la leyera.

-Sí, es donde me sospechaba. Es en el Colegio principal

-¿En el de chicas?

-No, no. El de chicos, tienes que cruzar el puente Hammersmith, ahí esta la señalización. Anda, anda, apúrate. No quiero que te pesque la lluvia. Las bicicletas están detrás de cocina.

-Sí, sí.

Casi la había echado por la parte trasera, donde había un tipo de triciclos rosas con canasta amplia en la parte trasera donde puso seguras las cajas, unas cuantas docenas de cupcakes con destino al Colegio San Pablo para chicos. En su abrigo, la carta, el mapa, un pase y un GPS dado por Mrs. Smith. Tenía varios kilómetros que andar, pero sería solo este día hasta aprendiera las calles. Así, salió en su primer reparto.

Increíble, absolutamente increíble. Londres le parecía una ciudad muy bonita con sus edificios antiguos, las personas tomaban el fresco en las cafeterías y no era la única en bicicleta por la mañana. Muchos turistas se aventuraban al paseo como ella, rumbo al otro lado del río Támesis. En cuanto vio el puente se anotó la primera gloria, sonrió para tomarlo y seguir las instrucciones del aparato. Notó los campos y se detuvo un momento para ver lo que ya se imaginaba eran las instalaciones del colegio. Bonitos jardines y algunos jóvenes jugando en ellos. Siguió su camino confundida por tan extenso territorio.

-¿Pues hasta donde es la entrada de todo esto? –Por fin vio un acceso y el guardia que le preguntaría por su identidad y el motivo de su visita. Solo de ver el logotipo de la canasta los ojos se le iluminaron. Siguió montada hasta llegar a los edificios y empezar a buscar por su cuenta a pie con la bicicleta a un lado, el GPS no localizaba propiedades privadas. Hizo algunas entregas en diferentes oficinas, no sabía que en vacaciones esto estuviera aún activo. Incluso vio alumnos en ropa deportiva por ahí corriendo. Sólo le faltaba media docena por entregar.

-Salón F4, F4… Ni siquiera hay un F1. ¿Dónde estará? Disculpa…-interrogó a un joven de lentes – ¿el salón F4? –el muchacho primero la vio interrogante.

-Lo siento, de qué habla en específico señorita, no entiendo.

-¿Podrías por favor informarme dónde se encuentra el Salón F4? Tengo una entrega especial. –Al muchacho se le fue ahora el color y se apresuró a darle santo y seña de cómo llegar, la miró marcharse como si se dirigiera a una pena capital.-Qué extraño chico. Debo recordar formular las preguntas debidamente. Ah... Aquí esta el salón F4.

Candy tocó, pero con esto, la puerta se abrió sola. Sacó la última caja y entró. El lugar era descriptible como un salón de juegos. Nada que tuviera que ver con maestros, pues tenía una mesa de billar y videojuegos. Un karaoke, un pin ball y juegos de dardos. Todo muy completo y aunque fuese elegante, no se imaginaba a maestros ocupando este lugar. Sería de los estudiantes, por seguro. Dejó el paquete en la mesa de centro de una sala. Sólo deja y sal de ahí, es todo. Así lo hizo y enseguida fue a rectoría para sus asuntos personales.

- Así que tú eres Candice White, mi nombre es Kelly orientadora del colegio para señoritas. ¿No deberías estar allá? –Dijo desde atrás una voz de mujer que la sorprendió mientras esperaba en un pasillo, viendo el periódico mural.

-Sí, vine hacer una entrega y me dijeron que aquí mismo podrían darme información.

-Por supuesto, me ocuparé en una reunión pero en cuanto salga yo te llevaré a mi oficina de aquí y te daré lo que necesitas. Estaré lista en media hora, mientras puedes ir al ala de música, no puedes estar en otro lado fuera del horario de clases, aunque no se si te aplica, aquí solo hay chicos. En fin, lo que sea –sonrió despreocupada- Paso por ti en treinta minutos.

-Sí, gracias. –salió de ahí ahora a buscar esa ala, mientras la orientadora entraba a las oficinas.

Entre los jardines y edificios Candy no encontraba donde podría estar esa ala, su escuela era mucho más pequeña, no sabía ya por dónde había estado. Estaba tan cansada que se sentó en una banca mientras se quitaba el abrigo. El sol empezaba a calentar aún más. De pronto, empezó a escuchar a lo lejos un violín que emitía un bello sonido. Atenta escuchó de dónde provenía, ahí estaría el ala de música, tenía aún quince minutos para llegar. Tomó su bicicleta por los manubrios y se adentró en un jardín lleno de hermosas rosas blancas y rosadas, el aire soplaba su fragancia, como si le llamara. Ahí, a unos metros de ella, un joven rubio vestido de blanco tocaba el instrumento con tal habilidad, absorto en su melodía, nostálgico y entregado. Candy quedó hipnotizada por el momento hasta que el chico interrumpió su ejecución mirándola con ojos azules y tranquilos, expectante.

-Oh, lo siento, lo siento. Yo... me perdí, busco el ala de música. – el señaló el lugar sin muestra de enfado- ¡Gracias! Tocas muy bonito, te felicito. ¡Ya no te interrumpo! -se trepó a la bicicleta y a lo lejos gritó- ¡Adiós!

Vergüenzas venía a pasar por aquí. Siguió pedaleando, pasó por un campo de futbol, de repente, la pelota iba en dirección a ella, aceleró y afortunadamente solo le pasó por encima, aunque sí había pegado a alguien. Quiso pasar de largo, pero por algo se detuvo, los chicos empezaron a aglomerarse.

-¡Perdóneme usted! –un chico con uniforme deportivo y sus compañeros se acercaron a un grupo de tres que vestían elegantemente. Eran como manchas que no tenían que hacer nada entre el verdor y frescura del lugar. El culpable inclinaba la cabeza, no sabía porque tanto problema por una pelota volada. Se acercó de poco detrás de un árbol para escuchar. Los tres no decían nada, el momento era tenso, la mirada de uno de ellos, el más alto lo decía todo, su pantalón de raya tenía una huella redonda de tierra. Parecía que se iba a comer vivo al pobre niño. Su brazo se extendió hacia el y de un solo golpe lo hizo caer de trasero en el lodo. Nadie hizo nada, nadie lo retó y aunque esperaba iniciara una riña, los chicos solo le abrieron paso a esos tres que se retiraban con grandes ínfulas. ¡Qué había sido eso! ¡Una injusticia! El pobre niño trataba de no llorar, era solo un niño, acaso de la edad de Tom, esto no podía ser cierto. ¡Era tan injusto! Tomó su bicicleta decidida

-¿Adónde vas?

-¿Eh, quien eres tu? –un niño, sentado y oculto en el árbol siguiente le jaló por el abrigo

-No te irás a enfrentárteles, ¿verdad? Estás loca, solo eres una chica.

-¿Qué quieres decir con que soy solo una chica? ¡Lo que hicieron no es educado!

-Pero no es tu problema, repartidora. Ni siquiera eres alumna de la escuela. Ellos nunca te escucharían y capaces y hacen que Candy Cakes nunca más repartan en la escuela. Y eso sería un desperdicio, sus cupcakes son tan ricos.

El niño salió corriendo. Se preguntaba quienes eran esos tipos como para ser capaces de decidir qué comer o que no en ésta escuela. No iba a poder acostumbrarse a ver ese tipo de cosas. Solo esperaba que en la suya no sucediera lo mismo. Tendría que pasar por desapercibida, año y medio pasan rápido, si no, que el cielo no la hiciera explotar.

-¡Es inaudito! Es horrible, esos tres dieron ganas de … de… patearlos! Estaban ahí como dueños del mundo, era un niño Annie, un pobre niño que jugaba solamente y no pudo evitar pegarle a ese tipejo!

Annie quien sostenía su cepillo sorprendida por la reacción de su amiga, había quedado muda, era la quinta vez que Candy por la noche se lo contaba, paseaba de un lado a otro, como una fiera. Maltrataba la almohada y la golpeaba como si fuera uno de esos chicos. –Puede ser que sean… ¡Oh... Los F4!

-F4 ¿Que es eso?

-Cuentan que existe un grupo distinguido de chicos en ese colegio que son dueños de todo. Tienen sus propias reglas, son populares y no hay nada que los detenga.

-Eso es espantoso.

-No se si esa historia sea real. –Candy tomó un descanso y se sentó a recordar

-Hoy hice una entrega a un salón F4. Aunque esos chicos eran solamente tres.

-Quizá ya hayan despedido a uno –Annie se encogió de hombros y fue a sentarse junto a ella.- Anímate Candy, al menos tu no irás a esa escuela.

-Tienes toda la razón. No volveré a verlos en la vida. ¡Era solo un niño, Annie!, solo un niño!

-¡Ya se, pero cálmate!

Continuará…


Nos vemos en la siguiente entrega, esto apenas fue como el intro, chiquito.

Sus comments son super valiosos! =)

Alexa B.