Beep, piiip, bip, piiiiiiiip

-¡Joder!- Abrí los ojos lentamente, para descubrir de donde provenía ese espantoso ruido .

El ruido paró, me quedé mirando relajada el techo azul de mi habitación como hacia todos los días desde que compre el piso.

Bip, bip, piiiiiip

Otra vez el maldito ruido. Me levanto con rapidez y descubro que el ruido provenía del despertador que compre en el bazar por dos euros, nunca me acostumbraré a ese ruido. El despertador apuntaba a las 8:00 de la mañana.

- Hora de levantarse- digo en alto para intentar convencerme, pero no funcionó.

Me levanté, fui hasta la cocina arrastrando los pies y al final, con lágrimas y sudor, conseguí prepararme unas tostadas con mermelada de fresa. Al acabar me duché, me vestí, preparé la cartera y ya estaba preparada para salir.

Me miré al espejo antes de irme, vestía unos pantalones negros ajustados y una chaqueta rosa.

-No estoy tan mal- intenté convencerme pero mis ojeras eran horribles gracias a la pesadilla que reviví anoche.

Me seguí mirando al espejo, parezco más madura para solo tener 16 años. De pronto los recuerdos de mi pasado vuelven a mi cabeza y me estremezco. No puedo soportar la idea de haber vivido 14 años en un laboratorio siendo maltratada, menos mal que logré escapar hace un año de allí. Ahora voy a ultimo curso de instituto para poder tener una vida normal, pero ¿Qué queda de normal si prácticamente te has criado para ser un experimento? Nada.

Salgó corriendo de casa para llegar al instituto a tiempo. Giro a la derecha, giro a la izquierda, bajo dos calles, sigo recto y llego al callejón por el cuál tengo que pasar si quiero llegar a tiempo al instituto.

Aligero el paso y me adentro poco a poco en la oscuridad, mis ojos se empiezan a acostumbrar mientras distingo unas figuras en movimiento unos pocos metros frente a mi. Puedo distinguir a cuatro personas, una de ellas está en el suelo y las otras tres personas están apuntándole con un arma.

Empiezo a oír sus voces pero no llego a entender nada, doy un paso adelante…

-Mira imbécil, te di una oportunidad y vas tu y casi violas a mi hermana, eres un cabrón. Yo confié en ti, creí que eras mi amigo…-dijo el chico rubio mientras apuntaba con el arma a la cabeza del sr.-en-el-suelo.

Solo son unos gilipollas que se aburren, de esos que ahora ahí siempre por las calles, esos que se drogan y se les va la olla. NO pienso llegar tarde a clase por culpa de esos memos esnifa-cocaina.

Cojo aire y sigo caminando para cruzar el callejón entre ellos, paso por delante del sr.-en-el-suelo.

De repente el rubiales dispara y la bala va directa hacia mi…