Dragon Ball Z y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.


― Hogar, dulce, hogar. ― exclama el hijo mayor de Goku al ingresar a su residencia junto a su familia. Dejó todo lo que había estado cargando a un lado y se apartó para que su hija y esposa pudiesen pasar, ésta última, cargando un pequeño bulto entre sus brazos. ― Bienvenido a casa, campeón. ― dijo acercándose a su esposa y develando al pequeño infante dormido; el hijo de ambos: Gohan III.

― Estaré en mi habitación. ― dijo simplemente la hija mayor del matrimonio. No esperó contestación por parte de sus progenitores y subió las escaleras sin mirar atrás. La joven Son de trece años había estado más rebelde de lo habitual y eso estaba comenzando a preocupar a la hija mayor del campeón del mundo.

―Debería ir a ver qué le pasa. ― Gohan niega con la cabeza.

― Ya se le pasará. ― declaró con total convicción. ― Tiene trece años; es normal en los adolescentes tener aquella actitud.

― Sí, pero yo la tuve porque me sentía sola; temo que eso le esté pasando.

― Tiene muchas personas que la adoran y se preocupan por ella; no creo que sea nada grave.

―Pero…

― Mejor llevemos a Jr a su habitación; te recuerdo que la única condición del médico para darte el alta fue muy específica: reposo total. ― A pesar de que el bebé nació de manera natural (debido a lo rápido que pasó todo), Videl tuvo una serie de complicaciones que desde el principio esperaban, lo que, conllevó a una estadía en el hospital más prolongada de lo habitual. ―No quiero ningún tipo de pero…―advirtió, dejando a Videl con una única opción. Llevaron a su bebé recién nacido a la acogedora habitación con tema marítimo que habían preparado con anticipación para él.

― ¿Tu modo sobreprotector seguirá por mucho tiempo? Te recuerdo que Bulma y tu madre nos invitaron a la celebración del día de las Madres el domingo.

―Sabes que no deberías hacer esfuerzos…

― Y no lo haré; estaré tranquila, lo prometo. ― le dijo regalándole una media sonrisa, pero Gohan no se la creyó. Aun se veía enferma a pesar de que tratase de disimularlo.

― Ya veremos. ― decretó. Sin previo aviso y ganándose un sonido de sorpresa por parte de su esposa, la tomó en brazos.

― ¿Qué se supone que haces? ―preguntó frunciendo el ceño.

― Llevándote a descansar.

― Puedo caminar…

―Sí…no me importa. ―respondió descaradamente mientras se dirigía a la salida.

Videl lo observó con recelo. Que suerte tenía de que el pequeño estuviese dormido, si no, era muy posible que el hijo de Goku hubiese sufrido de daño auditivo permanente.


Gohan nunca pensó que sentiría un sentimiento peor que la culpa que sintió cuando su padre se sacrificó para salvarlo; no le restaba importancia, pero el nivel de tortura que sufrió en esos últimos meses, no podía ser descrito. Fueron nueve meses donde vivía con el miedo constante de perder a su esposa e hijo. Los últimos tres meses de embarazo pasó incontables noches en vela, aterrado ante la posibilidad de que algo pasara mientras habitaba el reino de los sueños.

Le dolía ver a Videl soportando tanto dolor; la peor sensación de todas para él, era la impotencia de no poder hacer nada, más aún, cuando debía ir a trabajar y dejar a su esposa al cuidado de su madre porque no podía dejar de pensar en todo lo que estaba sucediendo mientras él estaba lejos.

¿Dónde está? ―preguntó mientras dejaba su maletín en la entrada

En la habitación. ― respondió Chi-Chi. ―Se veía realmente agotada. Comió un poco antes de irse a descansar. ―Gohan asintió.

¿Y Pan?

En Capsule Corp, con Bulla. ― Chi-Chi se acercó a su primogénito y le dedicó una pequeña sonrisa que fallaba en ocultar la preocupación que ella también sentía. ― No te preocupes; ella no sabe nada.

Y espero que siga así…

¿Y tú? ¿Cómo te sientes?

Impotente…muy impotente de no poder hacer nada para ayudarle; es duro observar como la mujer que amas se retuerce de dolor frente a ti y no eres capaz de aliviarle la carga.―la esposa de Goku tardó un momento en responder.

Eso es lo que pasa cuando te casas con una mujer de carácter fuerte que no dudará ni por un instante en sacrificarse por los demás. ―Gohan le sonrió a su madre. ― Estoy segura de que el simple hecho de tenerte a su lado como apoyo, es más que suficiente para ella.

Lo sé, es solo que…estoy asustado; puedo perderlos a ambos…no sé si…

Eso no va a pasar; confiemos en que todo saldrá bien.

Y esa última frase, era la que se repetía una y otra vez mientras se dirigía a la habitación que compartía con su esposa. Porque sí, los médicos habían dicho que tenía que interrumpir el embarazo, que era muy probable que ni ella ni el bebé sobrevivieran los nueve meses de gestación y aun así, Videl eligió al pequeño sobre cualquier posibilidad porque para ella, sus hijos eran algo que jamás entrarían en discusión.

Abrió la puerta lentamente, tratando de hacer el menor ruido posible. Y se adentró donde encontró a su esposa debajo de las cobijas, su abultado vientre sobresaliendo de su pequeña figura. Una escena que sería de agrado para cualquiera, pero para él no, al observar la expresión de dolor en su rostro y la manera en que sus manos se aferraban desesperadamente a las sábanas.

Sin decir palabra alguna, se quitó los zapatos, se aflojó la corbeta y dejó sus lentes sobre la mesa de noche, para luego, meterse bajo las cobijas con su esposa. La observó en silencio por algunos segundos, maravillándose de aquella belleza que lo cautivó desde sus tiempos de adolescencia y depositó un tierno beso en su frente, siendo recibido por un par de ojos que a veces confunde con un par de zafiros.

Hola, mi amor; no te escuché llegar.

Ese era el punto; no quería despertarte. ― respondió. ― ¿Necesitas algo?

No. ―respondió.

¿Ya te tomaste los medicamentos?

Sí…

Por tu expresión, no veo que estén funcionando…

Ya se me pasará…―Gohan se mantuvo en silencio; decir que su mujer era fuerte, era quedarse corto. ― ¿Sabes? Estuve platicando con él; creo que le gusta cuando le hablo; siempre me responde con una patadita.

Mira que bien; ya es un niño consentido. ― ella sonríe.

Así es; también creo que será muy juguetón, risueño y lo más probable es que sea extremadamente travieso.

¿Cómo sabes eso?

Tan solo lo sé; intuición supongo.―respondió― Es sólo que…―no pudo terminar la frase; el dolor que había permanecido bajo control, se instauró nuevamente y sin piedad en su vientre. Sin decir nada, Gohan la abrazó entre sus brazos, besó repetidamente su sien y colocó su mano sobre la de su esposa que descansaba sobre su vientre.

No había otra cosa que pudiese hacer.

Pasará pronto, ¿bien? ―ella asiente y aunque ella ocultaba su rostro, sabía que algunas lágrimas habían escapado de sus ojos porque el dolor no solo la lastimaba a ella, podría estar lastimando al pequeño y eso para ella, era infinitamente peor que el dolor que experimentaba

― ¿Pasa algo, amor? ― Gohan vuelve en sí, ante la voz de su esposa.

―Nada, mi cielo; es solo que no puedo creer lo afortunado que soy; cuando vencí a Cell, nunca pensé que mi vida mejoraría tanto ― Videl sonrió.

― Como que estamos algo reflexivos hoy; ¿debería de preocuparme? ―respondió con aquella sonrisita pícara que Gohan tanto adoraba. Se acercó a ella, quien estaba de pie a pocos pasos de él y tomó su rostro con las manos.

―Sabes que soy irremediablemente romántico.

―Lo sé; me gusta que lo seas. ―respondió ella besando la punta de su nariz. Habían pasado años desde que sus vidas se encontraron y el amor entre ellos solo parecía seguir creciendo con el pasar del tiempo. Gohan apartó uno de los largos mechones que caía travieso por el rostro de su amada. Su cabello había crecido y para deleite de Gohan, Videl estaba optando por dejarlo libre. El hijo de Goku no pudo evitar recordar a la Videl que conoció en su adolescencia.

―Te amo, mi vida. ―comentó Gohan, para luego acercarse y besarla con pasión. Cada vez que se lo decía, lo hacía en serio, pero en esa ocasión, el significado era mucho más profundo. Ella arriesgó todo por ellos y él nunca terminaría de agradecerle todo lo que ella hacía por él.

El beso terminó y Videl le sonrió tiernamente.

― Yo también te amo, mi amor.


¡Eso no es cierto!

¿Ah no? No me hagas reír…Tu madre parece tu hermana de lo joven luce.

Bueno, sí, pero…

Acéptalo, Son; fuiste un error que tus padres no pudieron enmendar.

Claro que no, ellos nunca…

Admítelo; tu hermano fue deseado, pero tú…solo fuiste un error que llegó para desgraciar el legado Satan.

La mayor de los Son miraba a la nada con furia contenida ante lo que acababa de recordar. Estaba feliz de tener un hermanito, de verdad que sí, pero en los últimos meses, se había sentido aislada de sus padres. No sabía interpretar si realmente fue así o si estaba celosa de alguna forma, pero la verdad, es que estaba un poco resentida con ellos, especialmente con su madre. Muchas cosas pasaron y ella quiso compartirlo con ella, pero entre citas médicas y demás, no había podido hacerlo y ahora que el pequeño estaba en casa, el panorama no mejoraría…y eso solo hacía que las crueles palabras de sus compañeros de escuela, cobraran sentido para ella.

― Hola, Panny. ― la muchacha dio un respingo. ― Perdón, ¿te asusté?

― Esta bien. ―respondió. ― ¿Todo bien? ― Videl se encogió de hombros.

― Solo quería ver en que estabas. ― respondió mientras se sentaba en la cama al lado de su primogénita. Gohan había salido, por lo que, aprovechó para escabullirse y hablar con su hija; ella sabía que algo le pasaba y no podría estar tranquila hasta que supiese qué. ― ¿Algo que quieras compartir?

― ¿De verdad te interesa saber? ― El tono que empleó para decirle aquello, la descolocó completamente. Pan se incorporó de la cama y se acercó a su guardarropa.

― ¿Qué se supone que significa eso?

― Nada. ―responde la joven.

― No, señorita; ¿A qué te refieres con eso?

― No es importante…

― Pan Miguel Son. ― llamó seriamente. Pan, quien había estado dándole la espalda a su progenitora en todo momento, se giró hacia ella. ― ¿Por qué me estás hablando así?

― Porque no quiero hablar contigo…

― ¿Y se puede saber por qué?

―Han pasado meses desde que has tratado de hablar conmigo más allá de la interacción normal, ¿y esperas que reaccione bien?

Videl sintió la culpa embargarla. Admitía que en el transcurso del embarazo la había descuidado, pero al tratarse de un embarazo de alto riesgo desde el principio, había sido duro y estresante para ella y no había podido estar muy pendiente de su primogénita. Nunca pensó que le afectara tanto al punto de querer rechazarla… Videl amaba a su hija y no dudaría en arriesgar su propia vida por ella. ¿Y cómo no? A pesar de que ya era prácticamente una adolescente, ella siempre seria su bebé, aquel angelito que llegó a su vida para enseñarle el significado de amar sin condiciones y es que cuando la tuvo a sus diecisiete años, no dudó por un segundo en amarla con todo su corazón, por lo que, su rechazo le dolía…

― Mi vida…no sé qué decir; lo siento, yo no…

― Como digas…

Videl pestañeó un par de veces, incrédula ante la insolencia que su primogénita le mostraba, haciendo que su temperamento de madre se activara de inmediato. Frunció el ceño y observó a su hija con enojo.

― Que estés enojada, no te da derecho a hablarme de esa forma. ―respondió― Soy tu madre y por mucho que te moleste en estos momentos, no te lo permito.

―Como lo has sido durante meses, ¿no? ― Pan sabía que le convenía callarse, pero el enojo la dominaba. La falta de atención y el rechazo que sintió en esos meses, no la dejaban tranquila, y es que una parte de ella sabía que no fue así, pero el cambio fue tan brusco para ella, que no lograba asimilarlo y más aún, teniendo en cuenta el bullying que había caído sobre ella desde que se supo el embarazo de su madre.

― Una palabra más…― advirtió. Pan le observó seria y ante la incrédula mirada de su madre, respondió.

― Palabra…

Videl le observó a su hija indignada.

― Estás castigada…; no sé hasta cuando, pero de aquí no sales.

― ¿Solo a eso viniste? ¿A buscar una excusa para castigarme?

―No, vine a hablar contigo, pero tu insolencia no me ha dejado.

― ¿Y qué cambió ahora? ¿Me necesitas de niñera? ¿Es eso?

― Pan…

― ¡No! ¡Estoy enojada! ― respondió. ― Este embarazo fue horrible para todos; fue lo peor que pudo haber pasado.

― ¡No hables así de tu hermano! ―respondió alzando la voz y colocándose frente a su hija quien la miraba con el ceño fruncido, presa de la ira. ― Es tu hermanito, ¡actúa como una buena hermana mayor!

Esa fue la gota que derramó el vaso…

― ¿Y por qué tú no actúas como la buena madre que se supone que debes de ser? ― Videl abrió los ojos en pura sorpresa ante aquella afirmación y quedó estática en su sitio. ― Estos últimos meses fueron los peores para mí y ni siquiera lo notaste. No te comportaste como la tan proclamada madre que dices ser ahora. No quiero escucharte, no quiero excusas, simplemente…― Pan tomó un poco de aire; tuvo la oportunidad de detenerse allí, y evitar que las palabras más hirientes que alguna vez pasaron por su mente fuesen pronunciadas, pero no podía detenerse. La frustración contenida por meses, salió en un solo estallido y ni siquiera la mirada de dolor que se instauró en la mirada de su madre, pudieron detenerle. ― ¡Te odio y desearía que me hubiese tocado otra mamá; una que realmente me quiera!

― ¡Pan Miguel Son Satan! ― Pan dio un respingo al escuchar la potente y seria voz de su padre, quien se encontraba de pie en el umbral de la puerta. Gohan, quien había escuchado la discusión desde el momento en que entró en su hogar, observó a ambas mujeres, especialmente a su hija, no pudiendo creer que esas palabras tan hirientes hayan salido de su boca. ― ¡Es suficiente de tu insolencia! ― respondió. ― Discúlpate con tu madre, en este instante. ― Pan quedó en silencio― Pan…no me hagas repetirlo…―advirtió. ―Uno…dos…―pero antes de que pudiese terminar su cuenta, Pan salió corriendo del lugar. ― ¡Pan! ―llamó el joven padre con clara intención de ir tras ella, pero se detuvo al recordar que no estaba solo.

A metros de él, la ex joven justiciera se encontraba paralizada en su sitio con los ojos cristalizados como si estuviese a punto de llorar. Gohan sabía perfectamente lo sensible que era el tema de la maternidad para Videl y cuánto significaba Pan para ella y sabía que aquel arrebato de su hija la había lastimado sobremanera.

― Vi…― trató de decir, pero el potente llanto de su hijo lo interrumpió.

―Tengo ir a verlo. ― Gohan trató de intervenir, pero ella se le adelantó. ―Estoy bien; no te preocupes.

Pero Gohan sabía que eso no era cierto. No solo se sentía mal de manera física, ahora también lo estaba de lo emocional y la persona que podría ayudarla, por lo que vio, no estaría dispuesta a hacerlo. Vio a su esposa salir de la habitación y sintió un muy mal presentimiento.


― Está bien, mi príncipe; ¿estás incómodo? ―el pequeño recién nacido cesó su llanto de inmediato y observó a aquella mujer que lo trajo el mundo. Los grandes orbes zafiros del infante se encontraron con el otro par de zafiros de su madre. Videl no tenía como agradecerle a todo lo bueno por salvarlos a ambos. ― Mi precioso bebé…― dijo mientras lo llenaba de besos. No podía estar más agradecida, a pesar de que, no podía alejar las palabras de Pan de su cabeza. ¿De verdad había fallado? ¿Sus palabras eran ciertas? Videl no lo sabía y eso era lo que le mortificaba porque, por lo que pudo entender, algo le había pasado y temía que fuese algo grave o que alguien la haya lastimado. Solo de pensarlo sentía pánico recorrer su cuerpo.

Nunca se perdonaría si ese fuese el caso.

Se perdió tanto en sus pensamientos que no notó en qué momento el pequeño Jr, volvió a quedarse dormido. Lo colocó nuevamente en su cuna y lo observó por unos instantes hasta que sintió un fuerte dolor en su vientre. La sensación fue tremenda e hizo que cayera de rodillas frente a su hijo, pero así como llegó, así también se esfumó. Videl quedó petrificada por unos segundos, tratando de recuperarse del susto, a pesar de que, luego no le tomó importancia; se auto convenció de que eran secuelas de lo que le había aquejado meses atrás y que no volvería a pasar…o por lo menos, esa era su esperanza.


― ¿Segura que no necesitas nada más? ― Pan negó. Había acudido a su abuelo materno para tratar de tranquilizarse después de la pelea que tuvo con su madre. Meses de frustración salieron a flote en un estallido, del cual se estaba comenzando a arrepentir, pero al igual que la versión más joven de su madre, el orgullo estaba jugándole una mala pasada, así que, decidió pasar la noche fuera de casa.

― Estoy bien; buenas noches.

―Buenas noches, pequeña.

En el momento en que Mr Satan abandonó la habitación, la primogénita de Gohan comenzó a pensar en todo lo acontecido en los últimos meses. Sabía que no era culpa suya, ni de su madre, fue culpa de las circunstancias que le rodearon durante todo ese tiempo y ella sabía que lo que dijo fue lo más horrible que cualquiera pudiese decirle a una madre y se arrepentía, pero entre su orgullo y las circunstancias no sabía cómo disculparse.

Pero de que se sentía mal, se sentía mal.

Trató de conciliar el sueño, pero le fue imposible. Pasaron unas cuantas horas y seguía más despierta de lo que le gustaría, pensando en que estaría haciendo su familia en esos instantes. Atinó a decir que durmiendo, pero se preguntaba si su madre tenía el mismo insomnio que ella. Finalmente, logró dormir a altas horas de la madrugada, pero no por mucho tiempo. La puerta de su habitación se abrió y dejó ver a un muy preocupado Mr. Satan.

―Abuelo, ¿qué…?

―Tenemos que ir al hospital…


Como tenía esto archivado, decidí compartirlo. Esta prácticamente terminado (y es una historia corta que espero no pase de cinco capítulos como máximo), solo falta una serie de revisiones, por lo que, la actualizaré semanalmente. Como tengo algo de tiempo libre, tratará de actualizar las demás historias. Espero que se encuentren bien y que les haya gustado el inicio.

Cuídense,

Bye!