Autor: Lady Sakura Lee
Los rayos de la luz de la luna traspasaban débilmente por entre las nubes que con rapidez avanzaban en el negro firmamento, alumbrando de vez en cuando las formas terrenales y dándoles un aspecto medio tétrico que a cualquiera espantaría. Un aullido lamentero se dejó escapar del hocico de un perro y que inundó de pronto la silente ciudad, atrayendo de esta forma un coro de más aullidos que se le unieron casi al unísono.
Ella se revolvió inquieta en la cama arrugando el ceño y cobijándose aún más con las frazadas, intentando, casi somnolienta, darse más calor. Minutos más tarde los perros dejaron de aullar y todo volvió a su quietud normal, el silencio se hizo estremecedor y apenas era audible el leve soplar de la brisa nocturna. La joven volteó en su cama y pareció nuevamente sumergirse en su sueño, ya nada le fue consciente a sus sentidos, no obstante, de pronto tuvo la sensación de que algo no estaba muy bien, un escalofrío le recorrió la espina de su espalda haciéndola arrugar la frente y sintiendo que sus latidos se aceleraban. Volteó ya más despierta que dormida pero de pronto una figura alta y oscura se abalanzó sobre ella tomándola de la cintura, rodeándola y tapándole la boca, dejándola completamente inmovilizada. Ella ahogó su grito entre la fuerte mano que le pareció de un hombre, abrió más los ojos, aterrada, intentando ver el rostro del bandido, sin embargo él había sido algo más astuto y estaba detrás de ella, el muy osado tenía casi todo su cuerpo sobre la cama y ella ya estaba completamente aterrada.
-Shhhhhh- Silenció junto a su oído y ella volvió a sentir horrorosos escalofríos en todo su cuerpo, la agitación apenas la dejaba respirar y estaba totalmente paralizada.- Tranquila... no te haré daño... – Susurró y ella cerró los ojos de pavor unos segundos, tragando con dolor-... Sólo vine a hacerte una advertencia... sí... una advertencia... – Ella supuso que el hombre llevaba una gorra de esas que cubrían el rostro, puesto que su voz estaba algo distorsionada, resultaba más baja de lo normal, pero aun así era varonil y completamente escalofriante.-... sé que buscas la perla... y que la quieres para ti... pero yo también la quiero... y no dejaré que una niñita como tú la encuentre... y mejor vete con cuidado... soy capaz de todo, con tal de conseguir mis objetivos... - El hombre sonrió con maldad al sentir el estremecimiento de la chica, seguro sus palabras surtirían efectos, ella temblaba por completo. Sus ojos de pronto descendieron de su rostro y luego más abajo, viendo que la camisola de satén marcaba los senos femeninos con notoriedad, y su tórax que subía y bajaba fuertemente. Entonces se reprochó por el deseo que sintió de pronto. A pesar de eso, sus sentidos se sentían inundados por el perfume que le pareció perturbador, así que acercó su nariz a la chica y permitiéndose de la posición en que la tenía, aspiró inevitablemente el aroma suave que estaba impregnado no sólo en su pequeña habitación, sino que en ella. Tragó saliva de pronto y pestañeó como si despertara de un sueño, entonces la soltó con brusquedad, tanto, que ella cayó pesadamente de espaldas en su cama. Él se puso de pie y salió por la ventana que se encontraba abierta, todo lo hizo tan rápido, que cuando ella dio el grito de alarma en su casa al tiempo que se incorporaba y corría hacia la ventana, ya no había más rastros de aquel invasor.
La joven se llevó las manos al pecho y cerró los ojos con fuerza. Jamás había sentido tanto miedo como ahora, jamás nadie la había abordado de la manera tan intimidante como lo habían hecho ahora, y eso que estaba en su propia casa. ¿Tanto así valía aquella preciosa joya?... ¿tantos eran los interesados en apoderarse de ella?... pero si sólo era una perla... una reliquia, pero como muchas más. Sintió que las piernas le flaqueaban y se dejó caer en el frío piso de madera, tragando con dificultad pero dándose ánimos para controlar su estado de nerviosismo y miedo extremo en que se encontraba. Alzó sus ojos castaños hacia la luna que de pronto apareció con todo su blanco fulgor y la miró. Sintió que las energías volvían poco a poco a su cuerpo y que retomaba la personalidad voluntariosa y testaruda que la caracterizaba, entonces afirmó sus manos pálidas en el marco de la ventana y se levantó más convencida que nunca. Nadie le impediría ir en busca de aquella preciosa joya, nadie, porque sabía que era su destino, la perla de Shikkon le pertenecía a su templo y no dejaría que cayera en manos que no fueran las suyas.
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Capítulo 1: "Los Servicios de un Desconocido"
El chico avanzó a paso rápido por entre las sucias callejuelas de la ciudad y esquivando de vez en cuando alguna rata de alcantarilla que se cruzaba en su camino. No podía evitar sonreír cada vez que esto sucedía porque escuchaba los pequeños gritos que daba su hermana, un par de pasos más atrás y que le seguía a duras penas. Atrás quedó el bullicio de los automóviles, los comerciantes, las charlas de las personas y la joven comenzó nuevamente a sentir escalofríos en su cuerpo.
-Ey, Souta¿Estas seguro que es por aquí?- Intentó que su voz no sonara demasiado atemorizada, pero la verdad si lo estaba, el lugar solitario le daba mal aspecto. Se detuvo en seco cuando una nueva rata pasó corriendo frente suyo y la joven contuvo el aliento. Sin embargo, la muy sucia sabandija se detuvo frente a ella y se paró en sus dos patas traseras mostrando sus grandes dientes. La chica hizo una mueca asqueada y una piedra cayó cerca del animal, ahuyentándolo. Ella levantó la vista agradecida y botó el aire que tenía retenido en sus pulmones, aliviada.- Gracias.- Respondió y el chico sólo levantó los hombros casi indiferente.
-Eres una cobarde después de todo, sabía que le temías a las ratas...
Volteó y siguió su camino y ella volvió a seguirlo. Era normal el comentario y no le extrañaba. Intentaba ser fuerte y valiente en todos los aspectos de su vida, sin embargo detestaba que la vieran flaquear, no, ella era una sacerdotisa, no podía ser así ¿qué clases de sacerdotisa sería si le tuviera miedo a las cosas? Sonrió ante el pensamiento y se llevó una mano a la boca para contener una risita nerviosa. La verdad es que no era una sacerdotisa... pero... alguien tenía que cuidar y atender del templo ¿no?. Además Souta era igual o peor que ella misma, un completo miedoso.
-Es aquí!
La joven se detuvo en seco y alzó la vista para observar el lugar. Tragó nuevamente con dificultad y arrugó el ceño, mirando luego a Souta que esbozaba una sonrisa cínica, sabía que la estaba poniendo a prueba, pero ella no se dejaría atemorizar.
-¿Aquí?... me pregunto qué clases de sucios ladrones tienes por amigos.- Respondió casi con sarcasmo y el chico sólo sonrió más. Cuando entró él en el lugar, ella no le siguió de inmediato. Miró inspeccionando su entorno con demasiado desagrado y a su nariz llegaron el aroma a cigarrillos y alcohol rancio. Suspiró derrotada y subió tres peldaños, abrió la puerta y la música llegó a sus oídos con molestia. El lugar estaba casi en penumbras, con pocas personas, cual de todos de más mal aspecto, una nube de humo de cigarrillo se cernía sobre sus cabezas sin importarle a nadie, parecía un antro, de lo peor.
Carraspeó nerviosa y se acomodó el flequillo buscando con la vista ansiosa a su hermano. Los hombres que estaban más cerca suyo la miraron de forma descarada y una sonrisa lúdica se dibujaba en sus horribles labios, y eso que ella vestía un abrigo corto y pantalón de tela oscuro, nada muy femenino, sus cabellos negros lo tenía sujetado en una coleta algo alta y su rostro pálido, sin embargo era resaltado por sus intensos ojos castaños y las mejillas que parecían estar siempre teñidas por un leve tono rosa. La joven avanzó rápidamente ofuscada y al pasar muy cerca de una silla tropezó con ésta, trayendo un estrepitoso ruido que en segundos ya a todos había llamado la atención. Se sonrojó avergonzada, irguiéndose y endureciendo el rostro. Al fin pudo ver a Souta, que se encontraba de pie en el lugar más apartado de la taberna, junto a una mesa. Entonces sonrió de mala gana y apresuró el paso.
-¿Porqué no me esperaste?... qué poco cortés eres!
Escuchó un respiro fuerte y pronto una risa que poco a poco se fue tornando más estrepitosa. Ella abrió más los ojos y Souta también sonrió. Contrariada, ladeó al fin la vista, hacia el lugar de donde provenía la risa y entonces lo vio. Un hombre de largos y desordenados cabellos negros se encontraba sentado junto a la mesa. Medio cuerpo estaba inclinado sobre ella, sonriendo con burla. La chica tragó con dificultad al observar los ojos color ámbar que parecían brillar demasiado y en un segundo le pareció que incluso podía leer su mente. Se sonrojó nuevamente y miró a Souta contrariada, levantando luego de unos instantes una delgada ceja a modo de pregunta.
-Souta... - Murmuró y en ese momento el hombre dejó de reír. Sintió la silla moverse y entonces ella ladeó nuevamente el rostro, asustada, hacia el hombre que se había puesto de pie. Su porte era alto que la obligó a alzar la mirada y el cuerpo algo atlético, que hasta sintió miedo. Se alejó entonces hacia su hermano y desde allí lo miró otra vez endureciendo el rostro.
-Tranquila hermana... él es el hombre del que te hablé...
Ella lo miró con detenimiento, entonces él finalmente también endureció la mirada. Ninguno de los dos habló por leves instantes, entonces al fin el hombre estiró su mano, a modo de saludo.
-Mucho gusto... – Dijo con la voz profunda, pero algo descortés, provocando que la piel de la chica se erizara involuntariamente, escuchó como un tintineo en su cerebro, una punzada en el pecho, y hasta sintió que aquella voz la conocía. Lo miró a los ojos, aquellos ojos parecían hechos de fuego, casi, y entonces bajó poco a poco el rostro hasta ver su mano tendida. Era levemente bronceada, grande y hasta tosca, parecían garras y por consiguiente ella dudó. Ladeó nuevamente el rostro hacia Souta y susurró ofuscada.
-No estarás hablando en serio...
-Ah¿sí? Ni siquiera me conoce y ya tiene un mal concepto de mí- Gruñó el joven enojado, retirando su mano e irguiéndose aun más en su lugar. La chica otra vez lo miró sorprendida, no esperaba que él escuchase su comentario. El joven se pasó la mano exasperado por el cabello y se giró sobre sus talones. Ella pudo ver su espalda ancha y musculosa, y volvió a tragar con dificultad.
-Hermana... – Murmuró Souta acercándose a ella con tono de voz conciliatorio. La joven percibió que sus mejillas se enrojecían, no quería ceder, porque su instinto le decía, desde el momento en que lo vio, que le atemorizaba. Había algo extraño, algo que le producía temor ¿sería su porte tan imponente?... o tal vez... ¿la mirada de demonio y que parecía desnudar su alma?. Comenzó a respirar fuertemente, no quería ceder... no quería... - Hermana... es él único que puede ayudarte... confío en él... - Acotó el chico a su lado y ella apretó los puños de indignación. El hombre parecía esperar la respuesta, no se iba, estaba de pie, de espaldas a ellos, esperando. Pero pareció que en un segundo había perdido la paciencia, lo escucharon gruñir y avanzar un paso, entonces la chica lo detuvo sosteniéndolo del brazo.
-No! Espere!- Pronunció y de inmediato él se detuvo, sintiendo un choque eléctrico en su piel sólo con el tacto que ella le daba, suave pero firme, en su brazo. Se giró y la miró sin expresión, ella de inmediato lo soltó, tragando saliva y mirándolo sin saber muy bien qué decir. Entonces comenzó a respirar con dificultad nuevamente, él la miraba de una forma que le helaba la sangre, aquellos ojos dorados eran... aterradores.- Lo... siento... - Murmuró al fin y escuchó a Souta reír entre dientes, la joven se volteó enojada y el niño pareció no tomarla mucho en cuenta, entonces volteó nuevamente, poco a poco, hasta enfrentarse a la mirada que la escudriñaba como si nada. Enrojeció pero intentó actuar con normalidad.- Lo siento... en verdad... - Musitó-...no se vaya... debemos hablar...
Él sonrió con cinismo mirándola unos instantes, la joven se sorprendió que fuera tan insistente e insolente y mantuvo su mirada, sin embargo ya luego volteó el rostro, turbada, y avanzó hacia una silla en donde se sentó apenas. Los otros dos la imitaron, Souta a su lado y el extraño hombre, enfrente de ellos. Bajó la vista y volvió a mirar aquellas manos tan grandes y rudas y repasó mentalmente lo que debía decir. Cuando iba a abrir la boca para comenzar su discurso él se volteó y miró al mesero que se encontraba tras la barra, limpiando unas copas.
-Ey! Dos más.
-No, yo no bebo.- Se excusó ella y entonces él volteó para mirarla y luego a sonreír.
-Bueno... no se preocupe, beberé los dos.
Ella lo miró con cara de pocos amigos ¿en verdad podía confiar en él?. Parecía un ladrón¿no se estaría arriesgando demasiado? Considerando lo realmente importante y valioso que iba a buscar... pero... ¿tenía otra alternativa? Su porte y aparente fuerza podría ayudarle... ¿debía confiar?... Vaya... si no fuera por aquella latente amenaza que le habían hecho la noche anterior...
-Bueno... le diré cual es mi objetivo.- Dijo ella al fin cuando él tuvo enfrente sus dos vasos de licor. Vio como bebía uno de una bocanada y luego, la miraba directo a los ojos. La joven endureció la mirada, lo mejor era aparentar completa tranquilidad y hacerle entender, desde el principio, que no le temía y que era ella quien mandaba.- Necesito una persona que... nos acompañe... soy... vivo en un templo... - Corrigió antes de decir que era sacerdotisa, que se creía sacerdotisa, mejor dicho. Iba a proseguir pero se cayó cuando él levantó una ceja mirando a Souta. Ella, turbada, miró luego a su hermano que también sonreía y entonces suspiró.- Bueno... creo que mi hermano ya le contó todo...
-Sé que necesita un "acompañante"... que... ha recibido algunas amenazas e incluso teme por su vida... – Dijo él precipitadamente y ella palideció. Malvado Souta¿para qué contarle todo eso?-... Y que busca una joya que, aparentemente, le pertenece a su templo ¿no es así?
La chica lo miró sin expresión esta vez. Todo era cierto, necesitaba a alguien que pudiera protegerla, así mismo que la fuera ayudando en una travesía que no sabía si saldría victoriosa o no, aunque ella no empleaba la palabra "ayuda", prefería creer que necesitaba a alguien que "la guiara" por tierras y lugares que probablemente no conocía.
-No lo contrataré como guardaespaldas, porque no lo necesito- Mintió y escuchó a Souta reír apenas.- Sólo necesito a alguien que me guíe... no sé a qué sitios mi búsqueda me llevará... y bueno, no conozco mucho el país.
-Osea que quiere jugar a la niña arqueóloga ¿verdad?- Preguntó burlón bebiendo el segundo vaso de licor de un sorbo y luego mirándola con intensidad- O tal vez... a la niña exploradora...
Ella se levantó ofuscada de su asiento y lo miró con rencor, llamando la atención de todos, pero eso no le importó.
-Escuche. Si quiere acepta, sino, no ¿esta bien? Usted decide.
El hombre la miró esta vez muy serio, demasiado, casi con rencor, clavó nuevamente sus ojos en los de ella pero a la joven pareció no importarle ¿pero quién se creía?. Tragó con dificultad e intentó mitigar la rabia que lo estaba invadiendo. La joven aun lo miraba esperando su respuesta, entonces él sonrió cínicamente y desvió la vista al fin.
-Tranquila... - Fue todo lo que dijo esperando a que ella se tranquilizase. La chica suspiró y se sentó nuevamente frente a él.- Acepto, sólo porque su hermano me lo pidió antes- Acotó luego con burla. Ella volvió a mirarlo disgustada pero esta vez se mordió el labio conteniendo la rabia.
-Esta bien... - Murmuró ella y luego ambos acordaron el precio de sus honorarios. La chica tenía algo de dinero ahorrado y se dio que cuenta que debería decirle adiós, puesto que el hombre cobraba bastante caro. ¿Aseguraba eso su protección? Confiaba y rogaba al cielo que sí. – Partiremos en dos días más... puede esperarnos en la estación de trenes de Tokio a las 7 de la mañana. – Ella vio que él asentía levemente y entonces se levantó de su silla dispuesta a marcharse lo antes posible de aquel sucio lugar. Pero en cuanto dio un paso escuchó que él hablaba, entonces se detuvo en seco, con Souta chocando en su espalda.
-Mi nombre es Inuyasha, por si las dudas...
Ella sintió que las mejillas se enrojecían de súbito y las piernas le temblaron. Volteó decidida y lo miró sin expresión. Él la observaba con una pequeña sonrisa, escalofriante para su gusto.
-Yo soy... Kagome... Kagome Higurashi...
Continuará...
N/A: Hola de nuevo a todos, aquí me tienen con otro fic que espero les guste. Es una historia que puede ser similar a la serie original "Inuyasha", pero a mi modo, de forma que "cualquier cosa puede pasar".
Ya saben, si les gusta, recibo los reviews gustosa, si no les gusta, mejor no digan nada porque prácticamente escribo para que todas pasen un buen rato y no aspiro a nada más.
Había dejado un adelanto en mi space pero este que he publicado esta re-visado, por lo tanto le hice unas "pequeñas modificaciones", nada tan drástico de todos modos, aviso para que no haya dudas.
Bueno, ahora sí las dejo, gracias por leer
Lady Sakura Lee
