Mi primer "minific" de Doctor Who. Espero que disfrutáis leyéndolo.
Destino
Se miró al espejo, se sonrió a ella misma y salió de la habitación, con unos pantalones rasgados y una camiseta ajustada. Caminó hasta la sala de estar y vio al Doctor, todavía charlando banalidades con su madre, las cuales no le parecían nada interesantes para alguien que había recorrido cientos de planetas, transcurriendo por el espacio y el tiempo a una velocidad inaudita, y había visto más que ningún otro ser hubiera podido ver.
Él se giró para ver a Rose con una expresión que remarcaba un "sácame de aquí" en su rostro.
Se levantó y se aposentó al lado de Rose; su madre arrugó la nariz en acto de desprecio con la acción del Doctor. Rose rodó los ojos.
-¿Os vais ya? Es muy pronto, acabáis de llegar y...
-Mamá...
-¡El mal nunca descansa! ¿No es así, Rose?-dijo sonriendo.
-Así es.-le sonrió y volvió a mirar a su madre.-Mamá, ya lo tengo todo preparado. Me voy ya.
La mujer suspiró mirando al techo.
-Rose, qué se yo...Podrías quedarte un poco más de tiempo aquí...Segura.
El Doctor apretó la mandíbula. No le gustaba para nada tocar ese tema.
-Estaré segura haya donde vaya, si estoy con el Doctor, ¿No?
Él palideció. 900 años y él todavía no sabía mentir bien; Y aunque quisiera, a ella le era imposible mentirle, así que optó por dejar fluir al silencio.
-¿Ves? Ni siquiera ahora es capaz de contestar a la pregunta que le cuestioné hace tiempo.
"¿Rose estará 100% segura? ¿No le ocurrirá absolutamente nada?"
Las preguntas que tanto le desquiciaban le atormentaban cruelmente.
-Mamá, es algo que yo elijo. Si pasara algo la culpa sería...
-De él. Sería de él, Rose.-dijo mirando al Doctor mientras contestaba a su hija.-Él está a tu cargo. Tiene que protegerte, y, si algún día no lo hace, será su maldita culpa.
El Doctor miró a Rose condescendiente.
-¿Vienes o...?-dejó de terminar la frase al aire.
-Claro.-volvió a girarse en dirección a su madre.-Adiós, mamá. Intentaré venir lo antes posible.
Ella suspiró, cabizbaja.
-Vete. Y ten mucho cuidado. Y tú, Doctor, te advierto que si le pasa algo a Rose...Acarrearás tú con la culpa.
Él le miró, como si un gran peso se acomodara a sus espaldas;o quizás ese peso estaba desde el día en que conoció a Rose, solo que conforme pasaba el tiempo, se estaba amontonando cada vez más.
-Lo sé.
Y partieron adentrándose en la peculiar cabina telefónica azulada.
-Doctor..¿Estás bien? No es normal en ti estarte sin hablar tanto tiempo.-le miró divertida.
-Sí, estoy bien. Solo estaba pensando en mis cosas.
-Como no.
Él le sonrió en acto de respuesta.
Las palabras de la madre de Rose le martilleaban la cabeza, incesantes. Y lo peor de todo es que tenía razón; quizá podía protegerle continuamente, pero...
No podía protegerle de su destino. Y eso dolía.
