Disclaimer: Los personajes de Bleach son enteramente propiedad de Tite Kubo. Yo soy tan sólo una fanática loca que intenta emparejar por todos los medios a Ichigo y Rukia para su satisfacción.
Notas de la autora: sé que estoy oxidada, pero de vez en cuando me gusta recordar que solía escribir. La melancolía es una enfermedad sin cura, que entra en remisión.
Sueño profundo
«Sobre tus ojos dormidos dejo mis ojos cerrados para dormir con tu sueño y salir de ti,
contigo, por los remansos del aire, por los espacios sin tiempo»
El reloj marcaba las cinco de la tarde con diez minutos. O al menos eso decía el reloj, porque para ella el tiempo transcurría más lento en esa habitación. Un minuto podía convertirse en una hora y una hora, en toda una eternidad. ¿Qué pensaría su hermano si la viese en la cama con un hombre? Pensó de improviso, mientras observaba cada relieve del techo. Tras un par de segundos, río para sí misma. Joder, que sí estaba con un hombre, pero sólo eso.
Su hombre debía estar en su quinto sueño.
Su relación con Ichigo Kurosaki era muy particular por muchísimas razones, pero la más extraña consistía en que había días en que lo veía más tiempo dormido que despierto. Todas las tardes después del Instituto, cuando por fin tenían un momento a solas en su casa, en vez de tener acción como cualquier otra pareja, se recostaban en la cama del peli-naranja y tras un par de minutos, él se perdía en la nubosidad de Morfeo.
Como es natural, al principio le parecía molesto. Si ella estaba con él, era porque deseaba que convivieran. Es decir, ver películas juntos, salir como quien no quiere la cosa, o simplemente hablar. Sin embargo, al transcurso de los meses, comenzó a aceptarlo. Ya no le importaba demasiado. Incluso podía decir que le gustaba. Era el momento más íntimo que compartían. Una complicidad que no podía explicar, ella reguardando su sueños, pero a su vez, sintiéndose acogida entre sus cálidos brazos. No cambiaría por nada el momento cuando él abría sus ojos y le dedicaba su primera aletargada sonrisa. La fascinación que sentía por sus ojos color miel, como el atardecer que estaba ahí fuera por la ventana.
Lo que no sabía Rukia era que ese era el único momento en el cual Ichigo podía dormir. Era muy difícil para Ichigo poder relajarse. Sus manías y preocupaciones le atormentaban especialmente por las noches. Pero por alguna misteriosa razón, cuando tenía a Rukia cerca de él, todo a su alrededor dejaba de importar. Confiaba ciegamente en ella. Esa era su manera de decirle que la amaba. Permitirle estar en el instante cuando era más vulnerable.
Sólo con ella se sentía en paz.
