Hola, aquí de nuevo reportándome luego de mil años (Feliz año atrasado)
Me gustaría agradecerle a la usuario de Wattpad Camilacastro12 por ser mi Beta en esta corta historia, chica, sin ti no sé qué haría.
También a todas las personitas que leen esto, que es por y para ustedes.
Hetalia no me pertenece.
Ya sin más preámbulo los dejo con...
* Alfred, el de la patrulla. *
-Elizabeth ¿Cuántas veces te tengo que decir que NO me gusta? –Arthur se estaba empezando a hastiar de la actitud de su compañera. Estaba allí, sacrificando su poco tiempo libre para acompañarla después de clases a hacer patrulla escolar. Básicamente, a ayudar a niñitos ingratos y sudorosos a subirse a sus autos. Iban despreocupadamente por el pasillo de los casilleros, creyendo que eran los únicos que se encontraban allí.
—Claro que no te gusta, guapetón, te fascina –Ella caminaba a su lado con una sonrisa juguetona, casi felina. Lo tomó por la cintura y lo acercó más a su cuerpo, pero este la apartó con prisa. Probablemente no era un gesto muy cortés de su parte, pero de 'Eli' no podía esperar nada bueno. — ¿O me vas a negar que cuándo sale de gimnasia no te lo quedas mirando con ojitos embobados?
No podía negar eso, sobretodo cuándo estaban en el almuerzo y 'por accidente' se lo quedaba mirando. Ok, sí, le atraía un poquito demasiado ¿Pero qué vería el otro en él? Un cabello bastante desordenado, el acento que al principio era interesante y al final nadie entendía, pero por sobretodo las llamativas cejas que enmarcaban sus ojos verdosos. Todo un sueño hecho realidad. La mirada decepcionada que sustituyó a la furiosa llamó la atención de Eli, que paró sus carcajaditas y abrazó a su estoico amigo de repente.
—Eh, no te desanimes ¿Sí? Tú mismo dijiste que era 'Tremendo imbécil' ¿No? Si no es ese es otro. —Soltó a su amigo y volvió a sonreír.
—Gracias Eli —Arthur sonrió sinceramente y pensó que de ahora en adelante darían el tema por terminado.
— ¿Pero ya viste? Me tocó con él a mi lado ayer ¡Ah! No se veía tan patán cómo todos lo ponen.
Eso pensó.
—Calla de una buena vez, mujer. Estas paredes tienen oídos —Arthur de nuevo se sonrojó, las cosas haciendo clic en su mente. El motivo por el que su vieja amiga le pedía quedarse era… — ¡Pero tú estás imbécil! Espera… ¡El imbécil soy yo! Claro que si me pongo junto a ti el 'hero' ni vendrá, porque verán que te estoy ayudando. ¡Ha!
Arthur y un grupito más decidieron acoger el apodo 'hero' para el estudiante estadounidense con el motivo de no rayarle tanto el nombre ni que en un desliz se diera cuenta que era la comidilla de cada día, pero al parecer el chisme se filtró al curso inmediatamente superior, dónde MUY posiblemente Alfred F. Jones sabría que lo llamaban así por la vez en que al agarrar a su admirador secreto del brazo evitó que se rompiera la cara contra el suelo. En ese punto ya estaban subiendo las escaleras que conectaban con el bloque de los maestros, su destino siendo el cuarto de utilería dónde se encontraban las gorras y las señales de tránsito que ellos y sus compañeros necesitarían. Elizabeth venía hablando de que era cierto lo del día anterior y que si quería le preguntara a Feliciano, el líder de la patrulla.
— ¡Casi deja caer la maleta de tu hermanito! Cómo si el hero… -Ambos pararon lo que estaban haciendo. Eli porque una mano se posó de repente en su boca, y Arthur porque unos ojos se posaron de repente en los suyos. En plena puerta del cuarto de utilería estaba el objeto de la conversación con cara de confundido por la repentina interrupción de la charla que se escuchaba desde allí, junto a él un chico albino que miró de arriba a abajo a la acompañante del inglés. Ambos se querían morir, una de la risa y el otro de la vergüenza.
*٩(˘◡˘)۶*
Decidieron ubicarse bajo el arbolito del otro lado de la calle, allí llegaba una ligera brisa y los autos no eran muchos. Arthur comía una paleta de pistacho mientras su amiga se cruzaba y dejaba caer los brazos cada cinco segundos, desesperada por el calor y la falta de trabajo. Cómo lo habían predicho, Alfred no se había aparecido por ese lado de la calle, pero tampoco hizo acto de presencia cuándo llamaron a la lista. Esto decepcionó un poco a ambos, pero gracias a Dios Eli decidió cambiar el tema hacia la película que verían la próxima semana. Arthur estaba un poco atontado por la alta temperatura, así que se limitaba a seguir comiendo su paleta y a asentir cuándo su interlocutora hacía una pausa en su relato. Cuándo finalizó la hora el inglés seguía mirando a un punto indescifrable, hasta que sintió que se le colgaban del cuello.
—Arthieeee… Hoy no te puedo acompañar a cuidar de Peter, he quedado con Emma para ver unas películas —Elizabeth se mecía despreocupadamente, cómo si le estuviera informando en vez de pidiéndole disculpas.
—Despégate, traidora. —Ambos sabían que no era por el asunto de su hermanito menor. Aún así, no hizo ningún movimiento más que apartar la vista
— ¡Qué dramático eres! Pfft, ahí te ves —Diciendo esto Eli tomó su mochila de la base del árbol y salió con paso firme hacia el auto de la madre de su amiga, que tenía unos buenos quince minutos esperándola, pero este teatro cayó al suelo cuándo antes de entrar al tan preciado aire acondicionado ella le guiñara un ojo.
Arthur también dejó caer su máscara y se despidió con la mano de ambas chicas que parecían decirle algo, o más bien advertirle algo, quién sabe qué locura estarían tramando. Se encogió de hombros y fue a coger su mochila de dónde su amiga húngara la había cogido hace unos pocos instantes. Los sucesos del día que se repetían en su cabeza no hicieron más que hacer que acelerara el paso y agarrara sus cosas con violencia, unos bolígrafos se salieron pero esto no hizo que se detuviera en su trayectoria. ¡Pero quién se creía ella! Por muy compinches que fueran y todo, no tenía el más mínimo derecho de meterse en algo que… ¡Que ni siquiera existía! Ah, pero cuándo ella revoloteó sus pestañas hacia el 'chico del piano' (o 'estiradito') no llegó a decir ni mu. Eso era, al día siguiente se la devolvería en la cafetería cuando estiradito estuviera practicando en el auditorio y…
¡Ping!
— ¡Bloody Hell! —Algo le golpeó en toda la cara, haciéndole caer sentado y que dejara sus planes de venganza para después. Ahora lo que le importaba era saber si no se había roto la nariz, porque de ser verdad le lanzaría un maleficio a quién quiera que fuese. Al abrir los ojos registró que era una pelota de baloncesto que -según los lamentos que se escuchaban- pertenecía a la escuela y se había salido de esta misma. También vio que alguien se acercaba a su lado, y no tenía el uniforme de gimnasia sino el de diario. Claro, era de la manada de descerebrados que se quedaba en la tarde sin permiso y dejaba la cancha hecha una porquería.
Levantó la vista un poco más y de nuevo el verde oliva se encontró con el azul cielo con el que tanto le gustaba soñar en clase, y aunque nunca lo admitiría frente a nadie más que su psicólogo, también en el baño. Al sacudir su cabeza su mirada cayó en las paredes de la escuela que, aparte de ser muy altas tenían barreras de seguridad. Así que la tesis inicial de que la pelota se había salido quedaba descartada… El tremendo imbécil mínimo iba saliendo con sus amiguchos y le tiraron 'sin querer' la pelota, y claro cómo Alfred es el más bobo lo mandaron pedir disculpas. De repente, el ya tan mencionado héroe se puso delante de nuestro atontado protagonista, ofreciéndole la mano para que se levantara.
—Dude ¿Are you ok? —Dijo Alfred antes de recibir un revés en la mano que tan cortésmente estaba brindando, dejándolo un poco desconcertado.
'La manada de descerebrados' empezó a chiflar y a vitorearlos, aumentando aún más la rabia de Arthur. Entre la pequeña multitud sobresalían el albino de antes y un estudiante que según las malas lenguas era danés. Pero preguntarás ¿Por qué sobresalen? La respuesta a eso es que ambos estaban agitando sus suéteres en aire y gritando cosas tipo 'llévalo a un motel'. Suficiente, Arthur había tenido suficiente. Se levantó del suelo y aprovechó para recoger los bolígrafos y seguir derechito a la parada de autobuses, o eso le hubiera gustado hacer.
— ¡Lo siento! —Gritó el de ojos azules, tomando impulso para la corta carrera hasta el británico, que se detuvo al sentir un agarre en su muñeca. Se quedaron mirando por unos segundos, uno con una sonrisa majadera y el otro con una expresión de desconcierto y fastidio en su cara. — Mira eh… Mi hermano me debe estar esperando en la salida trasera así que ¿te gustaría que te lleve a casa?
Arthur se quedó estático unos segundos, las orejas cambiando de tono en un dos por tres. El 'hero' lo iba a llevar a su casa, en carrito. ¿Y si era de esas pandillas raras? No, él no hacía más nada que jugar Halo y practicar fútbol americano ¿Y si su familia es peligrosa? No, sus padres eran médicos y estaban en una misión en uno de esos lugares abandonados del país. Además sus respectivos hermanos mayores eran amigos… Caramba, hasta empezaba a parecer un acosador. Finalmente salió de su embotamiento y respondió — Si con eso me puedo ahorrar un poco de dinero… No te ilusiones, no significa que tenga muchas ganas de ir contigo. Y ya suéltame que los otros no dejan de gritar tonterías.
Alfred por su parte rió sonoramente y le soltó la muñeca, para luego despedirse de sus amigos con la mano y empezar a caminar, indicando el camino hacia el auto de su hermano. Arthur no replicó nada, sólo dio un resignado suspiro acompañado de una leve maldición en su idioma natal.
Definitivamente, Eli se moriría.
