Lo tenía acorralado, atrapado bajo esa mirada de chocolate. El, era una fría serpiente, ella el fuego de los leones.

- ¿Tienes pensado encerrarme aquí todo el día pelirroja? ¿Ya te aburriste de los caprichos?

Ella sonrió, una sonrisa que solo podia describirse como lobuna. -No, Zabini. No estoy jugando, te estoy dando opciones. Se supone que los Slytherin son serpientes? Yo soy una leona, y ahora... Se podría decir que acecho a mi presa. Puedes deslizarte hacia mi, o puedo saltar hacia tí. Tú elige.-

Santo Merlín con la Weasley, sí que había crecido. Piernas largas, falda corta, figura impresionante. La cara de muñeca iba adornada con un millar de pecas, y rodeada por una cascada pelirroja. Se le secó la boca, y otras partes de su anatomía despertaron. Se separó de la pared, avanzando hacia ella – Tienes la falda muy corta. No soy prefecto, pero tu hermano si. ¿Que diría de la pequeña Ginny?-

Estaban a un par de centímetros, sin tocarse. Ella lo miro de arriba a abajo, lentamente, y luego lo miró a los ojos, cosa que lo puso a mil. Le susurró directo sobre sus labios -Tienes razón- dijo llevándose las manos a la cintura de la falda- Es tan corta, que es absurdo que la lleve puesta- Y la falda cayó. Y Blaise Zabini sucumbió al fuego.