Habían pasado dos años desde haber sido torturado no solo físicamente sino también psicológicamente.

Tobías Hankel; había sido el cuerpo utilizado por Rafael el arcángel y su padre. Si bien la gente que sufría de trastornos de personalidad sufrían este chico podría ser el más recordado y nombrado.

Y esto bien lo sabia Spencer Reid la única victima que logro sobrevivir a estas 2 personas pues recibió apoyo no solo de sus amigos, y su mente sino que Tobias estuvo dispuesto a ayudarlo así esta solución le trajera problemas consigo. Dilaudid, fue el detonante de la adicción de Spencer, no tenia la culpa de que el sufrimiento fuera mayor al soportable y recurriera a este para poder dejar todo de lado.

El sabía que Tobías lo inyectaba con buena fe. Aunque todos lo culparan, el creía firmemente en que Tobías podía ser salvado pero lamentablemente no fue así.

Y allí se encontraba bajo una pequeña llovizna en un día de Marzo, mirando fijamente aquella lapida con dedicatoria a T.H. Se había convertido en una necesidad profunda el visitar cada que podía la tumba de aquella persona que le hizo valorar la vida y en momento de riesgo le tendió una mano.

Todo el equipo estaba en contra de sus visitas tan continuas y hasta le decían de broma o no que en el tiempo tan pequeño logro desarrollado el síndrome de Estocolmo. Pero el como siempre ignoraba cada palabra que tuviera que ver con Hankel y le visitaba solo.

-Hola…Cuanto tiempo sin poder verte- dijo el chico con una pequeña sonrisa y con mirada triste.

Se apoyo en sus rodillas y le dejo un ramo de flores, más específicamente eran unas violetas. Sabia de su significado pero aun así las dejaba, sentía que debía pedirle perdón pero no el porqué.

-Gracias…por todo. Nos veremos el otro año. Dicho esto se levanto y sacudió su pantalón, se dio media vuelta pero aun estando a unos cuanto metros le dedico una sonrisa y se dirigió hacia una de las camionetas de la UAC.

Hasta el otro año, Spencer.