Rayo
Los sonidos del bosque eran únicos, apenas y lograba oír los ruidos mecánicos de la ciudad, lo cual me sorprendía, pues me encontraba tan solo a media hora de ella, quizás un poco mas, quizás un poco menos. Las bandadas de Pidgeys sobrevolaban las copas de los arboles, tumbando, pequeñas hojas a lo largo de su vuelo, despertando de cuando en cuando a los Seedot que colgaban en los arboles, mientras que en los Caterpie se arrastraban apresuradamente a buscar refugio en los arboles, supongo que no les agradaba la idea de ser la comida de algún Pidgey rezagado. Una vez que el bosque volvió a su estado de calma y quietud, seguí caminando sin rumbo aparente, solo quería alejarme de la ciudad, olvidar el mal dia que había tenido, olvidar mi vida por completo de hecho, pero cada paso me hacia querer regresarme. Habían pasado mas de hora y media desde la ultima vez que vi a un pokemon, sentía ojos viéndome desde la oscuridad de los arboles, pudiesen ser algunos Spinarak escondidos, aun que también podría ser solo mi imaginación, sin embargo no me bastaba con saber que estaba allí, necestiaba ver a algún otro ser vivo con mis ojos, sin importar que fuese.
Unos arbusto tras de mi comenzaron a sonar repentinamente, estaba tan concentrado que el ruido me llevo directo al suelo por la impresión, algo o alguien había escuchado mi deseo, o al menos eso quería pensar. Las primeras en asomarse fueron unas orejas amarillas de forma onduladas, seguidas de una cabeza naranja y una cola en forma de rayo. -¿Un Raichu?- Salio de mi boca sin pensarlo. ¿Qué hacia un Raichu en el bosque?, a diferencia de cualquier otra evolución era necesaria una piedra rayo para evolucionarlo, lo cual me hacia pensar que aquella criatura no era del todo salvaje. El Raichu no quitaba la mirada de mi, sus ojos me daban una sensación de tristeza y preocupación, tras un pequeño silencio por parte y parte, el pokemon lanzo un chillido a la vez que movía su cola en mi dirección, tratando de llamar mi atención, o al menos asi lo presentía yo.
Trate de avanzar con el, pero llegado a un punto el preocupado Raichu comenzó a acelerar su velocidad, por un momento pensé que lo perdería, pero justo cuando comenzaba a cansarme y abajar el ritmo el pokemon guía bajaba a su vez el suyo, cada vez me encontraba mas aseguro acerca de las intenciones del Raichu, necesitaba ayuda, me necesitaba a mi. Cuando por fin su marcha se detuvo, estábamos a las orillas de una pequeña laguna rodeada de gigantescos arboles, creo que sin importar cuanto hubiese caminado por mi cuenta, jamás habría tenido la fortuna de encontrar este lugar, la vista había opacado mi concentración, tanto que no percibí que el Raichu se había dirigido corriendo en dirección a un cuerpo tendido en el suelo, al otro lado del lago, una vez note la gravedad del asunto, corrí para reunirme con el Raichu y quien pensaba yo era su dueño.
El cuerpo tendido era el de una chica, rosando casi mi misma edad, consigo traía un vestido floreado, botas altas color blanco y una bolsa color marrón, el vestido me debaja ver el nivel de sus heridas, sus piernas y brazos estaban llenos de grandes picaduras, incluso me soprendio que aun lograse respirar debido al estado en que se encontraba, alrededor de ella se notaba sangre seca, proveniente de las heridas en su cuerpo. Quizas fue por el shock del momento, mi mentaba estaba nublada por completo tratando de adivinar cual habría sido la razón de su estado, algo tan obvio que no note, hasta que ya fue muy tarde.
Primero fueron los zumbidos, luego fue su chillido, y seguido de esto su acometida, uno de los Beedrill lanzo su aguijón a mi espalda, el cual debido a la anchura de mi sudadera, solo acometió al aire, sin embargo el impulso del bicho me lanzo de cara al suelo, gire de forma rápida, quería ver el problema en el que estaba. Habré contado cerca de 12 Beedrill, enojados como nunca los había visto, dispuestos a dejarme igual o peor que la chica a mi lado, el que había lanzado el primer ataque encontrar de mi, era el mas cercano y el que se disponía a masacrarme en suelo; cerré los ojos y espere mi fin, un fin que tardo en llegar. Al abrir mis ojos, quien ahora estaba delante de mi no era un Beedrill sino el Raichu, enojado y postrado frente a los bichos amenazantes. Uno tras otro arremetieron contra el Raichu, el cual ágilmente los evadió sin ningún conflicto, pero tras cada ataque , el área libre para esquivarlos se fue reduciendo, ahora el Raichu se encontraba mas rodeado que antes, los Beedrill una vez logrado su cometido, se lanzaron todos al mismo tiempo, tratando de acabar con la vida del desafiante pokemon, pero antes de siquiera golpearlo, este salta por arriba de sus cabezas, soltando consigo desde las nubes el Rayo mas fuerte y luminoso que había visto, la luz me cegó por completo.
Tras varios minutos aturdido por el impacto, logre abrir los ojos, el Raichu seguía protegiendo a la chica, esperando mi despertar, los Beedrill ahora eran una masa sin forma toda rostizadas, una vez que el fuerte pokemon se percato de mi despertar se dirigió a mi, ayudándome a levantar, la prioridad ahora era la chica.
Los centros pokemon siempre me habían parecido fríos y lúgubres, algo en ellos me hacia querer salir corriendo, el blanco de sus pasillos, el sonido de sus aparatos, el continuo arrastrar de las camillas, la espera era insoportable, pero no podía irme sin saber que había pasado con la chica que acaba de salvar… o al menos que había ayudado a salvar. En la sala de espera solo nos encontrábamos Raichu y yo, era muy tarde en la noche, éramos los únicos con un problema serio. En el momento en que estaba por quedarme dormido, una enfermera Joey se acerca a mi –Joven, la chica que trajiste, se encuentra estable, justo ahora acaba de despertar. Seria buena idea el que fueras a hablarle, merece conocer a su salvador- ¿Salvador?... Raichu había hecho todo el trabajo, yo solo la había traído aquí. Tras varios empujones del Raichu y la enfermera cedí y entre a la habitación.
La chica era mas hermosa consiente, eso o puede que la situación no me hubiese hecho pensar en otra cosa. –¿Eres tu?... las enfermeras me contaron… Gracias…- No se si fue por la vergüenza de robarme el merito de Raiuchu, o que simplemente su belleza era demasiado para mi, pero simplemente no lograba articular mis palabras. –Lo siento… debe ser un horror verme en este estado- El vestido floreado había parado en quien sabe donde, ahora solo traía consigo una blanca túnica de hospital, su rostro, brazos, y piernas ahora tenían un ungüento rosa y viscosa encima de ellos, aun que por debajo del ungüento se lograban ver las grandes heridas provocadas por los Beedrills. –¡NO!... hemm, solo soy una persona, un poco nerviosa. Además… yo no soy tu héroe, yo solo te traje aquí, tu Raichu hizo todo el trabajo- La chica se sorprendió, hasta ese momento no había percatado la presencia del pokemon en la sala . –Disculpa, no entiendo… yo no tengo ningún Raichu.
Tras salir del centro pokemon, seguía impresionado por lo que había pasado, Raichu que en ningún momento se había separado de mi, desde nuestro encuentro del bosque ahora había comenzado a seguirme, jure que su instinto protector se debía a que entrenadora estaba en peligro, pero no, todo esto fue provocado por un Raichu salvaje, que se encontró en el lugar indicado, en el momento indicado. Cada paso a mi apartamento era un paso mas lejos del centro, y si bien el Raichu ahora me seguía, su mirada se desviaba de vez en cuando al centro pokemon, preocupado aun por la chica, la cual una vez que le conté lo sucedido, callo dormida por el cansancio. Notando su preocupación me voltea en su dirección, y agachándome quede directo a sus ojos. –Raichu, entiendo tu preocupación, no te preocupes, mañana al despertar volveremos a verla- el pokemon que hasta ese momento se había encontrado decaído, dio un salto de felicidad y comenzó a caminar siguiendo mi ritmo, yo, aun no digería por completo lo sucedido, solo que ahora , al menos por este momento, me estaba haciendo cargo de un Raichu, y prometiendo que visitaría a una chica que no conozco, pero a la que le salve la vida.
