Hola a todos de nuevo!!! He vuelto con una nueva historia que espero que os guste. Es en una realidad alternativa, leedlo y lo entenderéis... ja, ja, ja
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling y a W.B.
CAPÍTULO 1: RUTINAS
Cómo hacer que todo cambie de color alrededor
Todo el mundo sigue hablando y nadie está escuchando
Sufrimientos que tragar mientras se sigue andando
Cómo es que no me atrevo a hacer nada sin dudar
Vale de pensar
Canción: "Rutinas" de Chenoa
Mirarme en el espejo producía en mi una espantosa sensación de desagrado. Veía mi encrespado pelo castaño, las gafas, los aparatos de los dientes, el acné… me sentía tan poca cosa que nunca podía encontrar nada bueno en mi aspecto. Solía suspirar y decirme que por lo menos era inteligente, eso era algo que me consolaba ligeramente. Esa mañana me levanté como cualquier otra mañana. Me miré en el espejo el tiempo justo para recoger mi pelo en una coleta, peinándome el pelo con los dedos. Me vestí la ropa que había dejado el día anterior encima de la silla. Los pantalones vaqueros ajustados, una camiseta blanca, la chaqueta verde militar y las botas militares. Cogí mi bandolera y bajé las escaleras despreocupada. Hacía unos días que había empezado un nuevo curso escolar, pero nada cambiaba en el Riverside High School. Papá estaba sentado en la cocina ojeando el periódico del día. Era un hombre muy atractivo, para su edad. Tenía canas, pero eso lo hacía bastante interesante. Y sobre todo lo que más me gustaba de él eran sus ojos azules y cálidos. Papá es médico, y uno de los mejores. Mamá anda caminando de un lugar a otro de la cocina. Mamá es de esas mujeres que han hecho un pacto con el destino para no envejecer nunca. Aunque la verdad era que para mamá su cuerpo era un templo y vivía para cuidarlo. Rubia, con una larga melena que se le rizaba en las puntas, los ojos azules y cuerpo de gimnasio. Mamá también era médico como papá, de hecho se conocieron en la facultad de medicina de Berckley. Mi hermana pequeña, Rachel estaba desayunando ya. A veces cuando la miraba sentía tanta envidia de ella… iba un curso por debajo de mi y era la chica más popular de su clase. Tenía el pelo castaño y los ojos azules. Era coqueta y encantadora. Mamá ya me tenía preparada la leche con cacao como me gustaba. Cogí un montoncito de galletas cuando mi hermana mayor, Andrea, apareció en escena. Andrea era un calco de mamá a esa edad, por lo que era un bombón. Hermosa, joven, con un cuerpo perfecto, inteligente y ambiciosa. Los chicos se volvían locos por ella. Estaba acabando de desayunar cuando llamaron a la puerta. Sabía que era para mi. Todos los días a esa hora sonaba el timbre de la puerta de mi casa. Corrí colocandome la bandolera por la cabeza. Abrí la puerta. Allí estaba él. Harry Potter era mi mejor amigo desde… buff, no recordaba desde cuando. Harry y yo nos conocimos cuando estábamos todavía en el vientre de nuestras madres. Era curioso pero mi madre y Lillian Potter se conocieron en las clases de preparación para el parto. Se hicieron amigas y cómo no, Harry y yo nos hicimos amigos, como era de esperar. Harry era lo que se podía decir un enclenque. Tenía mi misma edad pero era delgado y desgarbado, con el pelo negro. Tenía unos hermosísimos ojos color esmeralda, heredados de Lillian. Él también llevaba gafas. Harry era uno de los chicos más inteligentes del curso.
- Vamos Mimi- dijo él.
Me llamaba "Mimi" desde que tenía uso de razón. Mamá me había contado que cuando éramos niños Harry no sabía pronunciar mi nombre. Hermione era un poco enrevesado para un niño que apenas hablaba. Así que un día me empezó a llamar así y nunca dejó de hacerlo. Cogí mi bicicleta y bajamos calle abajo. En cinco minutos estabamos en el instituto. Dejamos nuestras bicicletas en su lugar y corrimos al interior. En seguida nos reunimos con nuestros amigos. Ronald Weasley era el mejor amigo de Harry. Era un chico alto, desgarbado, pelirrojo y pecoso. Ronald tenía una hermana melliza la cual era mi mejor amiga, se llamaba Ginebra aunque la llamábamos Ginny. Ginny también era pelirroja y pecosa igual que su hermano. Y completando la pandilla estaba Luna Lovegood una niña un poco extraña y enigmática pero que nos había cautivado el corazón a todos. Especialmente a Ronald. Estábamos en el pasillo cuando pasaron por nuestro lado. Cuando ellas entraban en el instituto todo el mundo se apartaba. Eran las chicas más populares del instituto, las animadoras. Y pertenecer a su grupo era prácticamente imposible. El grupo estaba formado por las gemelas Parvati y Padma Patil, Lavender Brown y Cho Chang. Cho era la cabecilla del grupo, jefa de las animadoras y novia del bombón oficial del instituto, Draco Malfoy. Draco era el capitán del equipo de rugby. Era rubio, con ojos azules, cuerpo moldeado por el deporte, era arrogante y altivo. Y también era el que ocupaba mis sueños románticos desde que me había empezado a interesar por los chicos. Draco Malfoy era mi sueño prohibido y secreto. El día pasó sin más contratiempos. De clase en clase, comida con mis amigos, más clases, risas, comentarios, deberes, etc…
- Yo tengo que irme ya- dijo Luna.
- ¿Y eso?, no vienes hasta Marty's.
- No, tengo que ayudar a mi padre con la casa. Si por él fuese viviríamos en un metro de mierda- Luna se había quedado huérfana de madre cuando tenía ocho años. Su padre todavía no lo había superado.
- Te acompaño- dijo Ronald. Todos aguantamos una risilla maliciosa.
Todos los Viernes solíamos ir a una cafetería llamada Marty's después de clase. Pero aquel Viernes sería diferente. Harry y yo volvimos a nuestro barrio en la bicicleta. Dudamos entre si ir a mi casa o a la suya. Finalmente nos encaminamos a la suya. Su madre nos recibió con un beso en la frente a cada uno. Lillian Potter era una mujer guapísima, pelirroja con los ojos verdes y una deslumbrante sonrisa. No tenía la inmaculada perfección de mamá… Lillian era más humana. Mamá era el producto de la dieta, el gimnasio y la cuchilla.
- ¿Dónde os váis a poner?- preguntó Lillian amablemente.
- ¿Vamos al jardín?- preguntó Harry.
Asentí. Me encantaba pasar las tardes al sol en el jardín de Harry. Su madre solía llevarnos leche con cacao y galletas caseras. Nos sentamos en la mesa que había en el porche a hacer nuestros deberes. Como siempre Lillian nos llevó la merienda y nos preguntó a ver qué tal día habíamos tenido. Cuando acabamos los deberes yo me fui para mi casa en la bicicleta. Harry me acompañó gentilmente. Nos despedimos hasta el día siguiente.
¿Ahora entendéis lo de la realidad alternativa? Viven en una ciudad llamada Riverside Falls. Van al instituto como todo hijo de vecino. Y el instituto... es como debe ser. Con los guays y los nerds. Por cierto sí que hay magia. Pero de una forma diferente a lo que se hace en Hogwarts... Leed el siguiente capítulo y lo descubriréis...
Por fi dejad reviews que me hace mucha ilusión saber si os ha parecido un asco, que está bien, que está muy bien... o que igual me querreis arrancar la piel a tiras por tal sacrilegio...
