Bueno, aquí está el primer capítulo de Frozen Heat. Es un fanfic de Naruto, pero ya os advierto que habrá cosas un tanto cambiadas (os daréis cuenta de ello a medida que leáis). Este primer capítulo y el segundo tal vez se hagan un tanto pesados, pues básicamente forman el prólogo de la historia; mas es conveniente prestar atención a estos dos primeros capítulos porque, entre otras cosas, os ayudarán a descubrir el carácter nuevo que le he dado a Sasuke Uchiha, uno de los protagonistas del fanfic. Tras decir esto, solamente me queda esperar que disfrutéis de este primer capítulo.
Under the Uchiha's tree
Dentro de las propiedades del prestigioso clan Uchiha se encontraban los terrenos más extensos de toda la villa. Dar una sola vuelta alrededor de los territorios que pertenecían a aquella conocida y a la vez poderosa familia era lo equivalente a recorrer a pie casi la mitad de Konoha. El que pudiera presumir de poseer todas aquellas tierras definitivamente debía sentirse un ser afortunado. Sin embargo, la expresión que había dibujada aquella mañana en el rostro de Fugaku Uchiha, el patriarca del clan, solamente se podía definir como una expresión de preocupación. Ya hacía algún tiempo que no podía pegar ojo por culpa de los montones de dudas e incertidumbres que asaltaban su cabeza durante las calurosas noches de aquel espléndido verano que acababa de llegar casi sin avisar al País del Fuego. La mujer del patriarca sabía que lo que le impedía dormir a su amado marido no era el calor: el extraño insomnio de Fugaku Uchiha había empezado desde que el mayor de sus dos hijos, Itachi Uchiha, había anunciado en medio de una cena familiar que rechazaba su título nobiliario de heredero del clan Uchiha. Aquella repentina decisión por parte de Itachi había provocado que los planes de Fugaku cambiasen radicalmente; pues, a partir del momento en el que Itachi abdicó, la responsabilidad de llegar sustituir a Fugaku como patriarca del clan en un futuro había caído directamente sobre los hombros de Sasuke Uchiha, el menor de sus hijos.
El problema no estaba en que Sasuke fuera un mal hijo ni nada por el estilo, pero su carácter de niño mimado y rebelde no se podía comparar con la personalidad tranquila y obediente de Itachi. Para Fugaku, su hijo Itachi siempre había sido el heredero ideal: respetuoso, inteligente, sensato y, lo más admirable, un auténtico genio en las artes ninja de los que aparecían como mucho una vez cada diez años. Por estos motivos, Fugaku se sentía totalmente descolocado al ver como todos los proyectos de futuro que había estado imaginando durante años sobre el liderazgo del clan a manos del mayor de sus hijos se habían venido abajo en cuestión de una semana. Además, no estaba del todo convencido de que Sasuke pudiese llegar a ser algún día un buen patriarca. No podía considerarlo un mal ninja, pues a sus siete años de edad había demostrado en numerosas ocasiones que era otro portento tan habilidoso y fuerte como Itachi. La cuestión seguía estando en que la actitud del menor de sus hijos siempre le había sacado de quicio: no tenía respeto ni tan siquiera por su propio padre y, por si fuera poco, era un crío desagradable, frío y antisocial que apenas salía de casa. De todos modos, Fugaku Uchiha estaba dispuesto a hacer todo lo posible por conseguir moldear aunque fuese sólo un poco el carácter arrogante y maleducado del pequeño Sasuke. Al fin y al cabo, el niño todavía era una criatura: aún estaba a tiempo de cambiarlo y de prepararlo para ser un buen patriarca.
"Fugaku... ¿Estás despierto?"
La voz de su esposa, que estaba tumbada en el lado izquierdo de la cama, le sacó de sus pensamientos.
"Sí, Mikoto. Ahora mismo pensaba levantarme."
"Aún sigues dándole vueltas a lo mismo, ¿verdad?" Fugaku asintió lentamente con la cabeza "No te preocupes. Itachi es un chico listo: si él ha tomado esa decisión, será por algo."
"¿Y qué se supone que debo hacer con Sasuke? No estoy seguro de que ese carácter suyo sea muy conveniente para el futuro líder del clan."
Ver cómo su mujer se levantaba, todavía tapada con la sábana, y se dirigía hacia la ventana para contemplar el despejado y luminoso cielo que había querido darles los buenos días hizo que Fugaku se olvidase momentáneamente de sus problemas y se centrase única y exclusivamente en la belleza que tenía delante de sus oscuros ojos.
"Deja que Sasuke de momento disfrute de su niñez, Fugaku. Con el tiempo cambiará."
Casi de forma mecánica, Fugaku volvió a asentir. Como si una fuerza invisible le empujara a hacerlo, el patriarca del clan Uchiha se puso también de pie y abrazó por detrás a su hermosa mujer justo antes de darle un tierno beso en la nuca.
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El espacioso y ordenado dormitorio del jovencísimo heredero del clan Uchiha estaba situado en lo alto de una de las cuatro torres que se alzaban en los límites de las tierras del ya mencionado clan. Era la torre que estaba más apartada de la mansión central de los Uchiha, la cual, tal y como su nombre indicaba, se encontraba en el centro de los terrenos de la privilegiada familia. El pequeño Uchiha ya había bautizado a aquella torre como "la torre de Sasuke" y no dejaba que nadie entrase allí sin su autorización previa. Desde los inicios del clan, aquellas cuatro torres habían sido simplemente utilizadas para guardar armas, pergaminos u objetos que en general pudiesen tener algún tipo de importancia para la familia Uchiha. Sin embargo, cuando Sasuke cumplió seis años, él mismo tomó la decisión de aislarse del resto de la familia para trasladarse a una de las torres poniendo como excusa que necesitaba "su propio espacio". En un principio, su padre se negó rotundamente; pero al final acabó cediendo una vez más a otro de los muchos caprichos del menor de sus hijos.
Desde uno de los enormes ventanales de su dormitorio, Sasuke Uchiha observaba cómo el sol se alzaba con lentitud iluminando así prácticamente toda la villa. El pequeño hizo una mueca de disgusto. Verano... Odiaba el verano... Detestaba el radiante y esplendoroso sol que ocupaba la mayor parte del cielo durante los calurosos días que formaban aquella molesta estación del año... Parecía que los días soleados ayudaban a mejorar el estado de ánimo de la gente: todos en Konoha se veían contentos y sonrientes cuando llegaba el calor del verano. Todos menos Sasuke, claro. El simple hecho de que los habitantes de aquella dichosa villa se sintiesen felices era motivo más que suficiente para que el pequeño Uchiha se sintiese infeliz.
"Estúpido verano..." pensó Sasuke con amargura.
Por suerte, desde hacía una semana, no existía hecho lo suficientemente fatídico como para impedir que el muchacho se levantase cada mañana con una pícara sonrisa. Sasuke se sentía de lo más feliz desde que sabía que algún día lograría convertirse en el patriarca del clan Uchiha.
"Era cuestión de tiempo que al inútil de Itachi le pudiese su cobardía y decidiese dimitir ante un cargo de tanta responsabilidad. Por muy fuerte que sea, nunca va a estar lo suficientemente capacitado como para sacar adelante a un clan tan prestigioso como éste." una amplia sonrisa se dibujó en el infantil pero a la vez frío rostro de Sasuke "Yo soy el único que se merece una ocupación de tan alto nivel."
Estaba el joven ninja sumergido en estos pensamientos cuando alguien llamó a la puerta de su dormitorio. Sasuke volvió a hacer una mueca. No soportaba que entrasen en su torre sin su permiso. Sin necesidad de abrir la puerta, el muchacho sabía ya que la persona que se hallaba detrás de la pared del dormitorio era el pesado de Itachi, quien, desde que Sasuke era muy pequeño, se había asignado a sí mismo el papel de niñera sin que nadie se lo hubiese sugerido.
"¿Vienes a desayunar, Sasuke?" Itachi había abierto ya la puerta pese a que su hermano pequeño no le había autorizado en ningún momento para que entrase en el dormitorio.
"¿Acaso es tan pésima tu memoria que ni siquiera eres capaz de recordar que en la torre de Sasuke no entra nadie sin que yo se lo permita?"
"Bueno, te esperamos en el salón." dijo Itachi tras esbozar una amable sonrisa.
Sin moverse de su sitio, Sasuke observó a través del ventanal cómo Itachi se alejaba tranquilamente de la torre unos cuantos segundos después de haber abandonado el dormitorio de su hermano pequeño. Cuando Itachi hubo desaparecido tras una de las puertas traseras de la mansión central, el pequeño Uchiha se puso en pie y salió de su dormitorio sin demasiada prisa. Le daba exactamente igual que le esperasen para desayunar: él, como siempre, llegaría al salón a la hora que le diera la gana. Por algo era el heredero del clan Uchiha. Una vez salió de la torre, Sasuke tuvo que ponerse una mano en la frente que le hiciese de visera al notar que el fastidioso sol le daba de lleno en la cara.
"Estúpido verano..." volvió a pensar Sasuke.
Varios jardineros que se encargaban de cuidar los formidables jardines de los terrenos que pertenecían al clan Uchiha saludaron educadamente a Sasuke cuando éste pasó cerca de ellos. El pequeño, por su parte, se limitó a seguir caminando, ignorando por completo los "buenos días, Uchiha-sama" de los jardineros. Dispuesto a hacer esperar a su familia todo lo que pudiese y más, Sasuke se tumbó en la parte del jardín en la que había sido plantado varias generaciones atrás el árbol de Ipé rosa. Aquel árbol era uno de los muchos orgullos del clan Uchiha, pues por donde acostumbraban a estar distribuidos era por las Antillas. El clan Uchiha era una de las pocas familias japonesas que podía presumir de tener un árbol de Ipé plantado en su majestuoso jardín. El árbol en cuestión había sido plantado allí únicamente con una función ornamental; ya que las abundantes flores de color rosa que presentaba eran de lo más decorativas. El pequeño Sasuke se había imaginado a sí mismo en numerosas ocasiones utilizando su potente Katon contra la madera de color gris pálido del árbol de Ipé rosa con la única intención de fastidiar a su familia; pero, ahora que sabía que el clan algún día iba a ser suyo, le convenía colaborar para que aquella reliquia tan inusual perdurase.
Para evitar que los incompetentes jardineros le molestasen, Sasuke se había escondido tras unos pequeños matorrales que había a pocos metros del árbol de Ipé. Su cuerpo, que había quedado del todo oculto, estaba siendo sometido a un profundo relax cuando, de repente, oyó unas molestas e infantiles voces que provenían del árbol. Sin salir de su escondite, Sasuke aguzó el oído.
"¿Seguro que no nos verá nadie?" decía una voz femenina.
"Los jardineros están distraídos... ¡Nadie nos mira, Sakura!" decía otra voz, que esta vez parecía masculina.
"Qué problemático..." decía una tercera voz.
Sin apenas hacer ruido, Sasuke asomó su cabeza por encima de los matorrales. Tres críos que debían tener aproximadamente su edad y a los que el pequeño Uchiha nunca antes había visto se encontraban bajo el árbol de Ipé rosa. Un crío regordete estaba aupando a una niña de cabellos rosas mientras el tercer crío, que llevaba su oscuro pelo recogido en una coleta alta, se limitaba a observar la escena con cara de aburrimiento. Al ver como la niña, con la ayuda del muchacho gordito, lograba subir a una de las ramas más bajas del árbol, Sasuke frunció el ceño.
"¡Hey! ¿Qué estáis haciendo?" gritó el Uchiha, saliendo de su escondite.
En cuanto se percataron de que habían sido descubiertos, los dos críos que se habían quedado en el suelo salieron corriendo de allí a la velocidad de la luz. Sasuke se disponía a perseguir a los dos ladronzuelos cuando se dio cuenta de que la cría que se había subido al árbol de Ipé había perdido el equilibrio por culpa del susto que el grito del Uchiha le había dado. Casi sin darse cuenta de lo que hacía, el pequeño heredero del clan Uchiha se olvidó por completo de los dos críos a los que debía perseguir y, en un abrir y cerrar de ojos, concentró su chakra en la planta de los pies justo antes de subir a la rama en la que se encontraba la pelirrosa para sostenerla en brazos y así evitar que se cayese al suelo. Con la cría todavía en brazos, Sasuke se bajó del árbol y miró en dirección hacia la valla que acababan de saltar los otros dos muchachos para escapar de él. Mientras colocaba con cuidado a la pelirrosa en el suelo, el pequeño Uchiha notó que la cría estaba temblando de los pies a la cabeza: estaba claro que su repentina aparición la había asustado. Los dos niños se quedaron un rato en silencio. Sasuke, que estaba de pie, se limitaba a observar los temblores de la desconocida que tenía delante sin permitir que su expresión seria cambiase en ningún momento. La cría, por su parte, tenía la mirada clavada en sus propias sandalias. Los ojos vidriosos de la muchacha le dieron a entender al Uchiha que estaba a punto de ponerse a llorar.
"Qué penosa..." Sasuke no pudo evitar expresar sus pensamientos en voz alta.
Como si acabase de percatarse de la presencia del moreno, la pequeña alzó repentinamente su mirada hasta que se encontró con el rostro sereno y firme del Uchiha. Un ligero rubor apareció en sus mejillas.
"Yo... yo..." al parecer, la pelirrosa no sabía muy bien qué decir.
"Tú..." la ayudó Sasuke "...eres la ladrona más patética que he visto nunca."
"Lo siento..." dijo la niña, bastante avergonzada.
Por unos instantes, Sasuke sintió lástima por la criatura que tenía delante de él. La muchacha había vuelto a bajar la mirada y, pese a que sus temblores parecían haber cesado, el rubor de sus mejillas se había extendido por toda su cara. El Uchiha se quedó pensativo durante unos segundos. Nunca se le había dado bien relacionarse con críos de su edad... De hecho, nunca se le había dado bien relacionarse en general.
"Mmm..." Sasuke esperó a que la desconocida dijese algo; mas, al ver que continuaba estando callada, prosiguió "En fin, ¿qué es exactamente lo que tus amigos cobardes y tú pretendíais robarme?"
"Nosotros... queríamos una de las flores de este árbol..." dijo la pelirrosa, que de nuevo había alzado su mirada para dirigirla hacia el árbol de Ipé rosa que tenía sobre su cabeza.
"¿Sólo queríais flores?" el Uchiha parecía extrañado "¿Para qué?"
"Iruka-sensei nos puso de deberes para hoy que lleváramos a clase las flores más bonitas que encontráramos... A Shikamaru, a Chouji y a mí se nos ha olvidado hacer los deberes y... Bueno, Chouji se ha acordado de que por esta zona hay árboles que tienen flores muy bonitas y hemos decidido..."
"¡Qué insensatos!" la interrumpió Sasuke "¿Habéis osado entrar a robar en las tierras del mismísimo clan Uchiha sólo por un estúpido trabajo de la Academia de Ninjas?"
Ver a la pequeña asentir tímidamente tras su pregunta fue justo lo que necesitó el Uchiha para convencerse a sí mismo de que el mundo estaba lleno de temerarios e imprudentes. Sasuke se alegró más que nunca de pertenecer al clan más prestigioso de Konoha y de no tener que ir a una academia tan vulgar que ponía como deberes buscar flores. Notando que aquellos aires de superioridad tan característicos en él estaban recorriendo su menudo cuerpo, el moreno volvió a concentrar chakra en sus pies de la misma manera que lo había hecho antes. Sin demasiada dificultad, subió a lo alto del árbol de Ipé y agarró una flor de color rosa claro que hacía juego con el pelo de la muchacha, la cual se había puesto de pie y, completamente atónita, había ido observando con detenimiento todos los movimientos que había realizado el Uchiha. Una vez hubo aterrizado de nuevo en el suelo, Sasuke se percató de que la pelirrosa, que parecía sentirse muy sorprendida, estaba analizándole con la mirada.
"Anda, toma." dijo el muchacho, fingiendo desinterés mientras le extendía a la desconocida la flor que acababa de coger.
Todavía con aquella expresión de asombro en su rostro, la cría cogió la flor que el Uchiha le extendía. Durante un rato, Sasuke se quedó mirando a la pelirrosa, esperando que ésta le diese las gracias o algo por el estilo; pero la muchacha seguía boquiabierta y sin decir nada.
"¿Se puede saber qué te pasa?" dijo el Uchiha, empezando a sentirse incómodo por culpa de aquel extraño silencio.
"¿Cómo lo has hecho?"
"¿Cómo he hecho qué?"
"¿Cómo has logrado subir a lo alto del árbol sin ni siquiera utilizar las manos y con tanta rapidez?"
En un principio, Sasuke pensó que la cría le estaba tomando el pelo; pero, al ver que su expresión de sorpresa no desaparecía, el Uchiha se percató de que lo había preguntado en serio. El pequeño no sabía si troncharse de risa o si sentir lástima de nuevo por aquel ser tan patético. ¿De veras aquella cría no sabía en qué consistía utilizar el chakra para trepar por los árboles?
"Claro. ¿Qué se puede esperar de una academia donde ponen como deberes buscar flores en vez de entrenar?" murmuró Sasuke, más para sí mismo que para la pelirrosa.
"¿Cómo dices?" la pequeña no había entendido bien las palabras del Uchiha.
"Sabes lo que es el chakra, ¿verdad?"
"¿Chakra? ¿Qué es eso?"
"Madre mía... Esto va a ser más complicado de lo que pensaba..." pensó Sasuke, quien casi no se podía creer lo que estaba escuchando.
De nuevo, un ligero rubor apareció en las mejillas de la pelirrosa, a quien Sasuke le estaba dedicando miradas llenas de incredulidad. Pensando que lo mejor era ir directo al grano sin andarse con rodeos, el pequeño Uchiha empezó a concentrar otra vez la cantidad de chakra que necesitaba para trepar a lo alto de árbol.
"Fíjate bien: ahora estoy mezclando mi energía física y mental o, lo que es lo mismo, estoy concentrando chakra." explicó Sasuke.
"Mezclando energía física y mental..." repitió la cría, como si tratase de aprendérselo de memoria.
"Lo concentro en la planta de los pies; pues necesito que los pies se me peguen en el tronco del árbol si quiero escalarlo correctamente y sin caerme."
"En la planta de los pies..."
"Centro mi mente única y exclusivamente en el árbol y..." sin terminar la frase, el moreno empezó a correr en dirección hacia el árbol de Ipé rosa.
"¡Espera!" gritó la muchacha de repente, haciendo que el Uchiha se detuviese en seco.
"¿Qué pasa ahora?" preguntó Sasuke, algo molesto al ver que acababan de interrumpirle.
"¿Puedo probarlo?"
La respuesta del pequeño tardó bastante en salir de la boca de éste.
"Supongo... Aunque te advierto que con un único intento no será suficiente. Yo tuve que estar practicando toda una tarde hasta que me salió. Con el poco talento que debes tener tú, probablemente no te bastará ni un día entero para hacerlo bien."
Por la sonrisa que apareció en el rostro de la pelirrosa, Sasuke dedujo que se había tomado su respuesta como un "sí". Poniendo cara de resignación, el Uchiha se hizo a un lado para poder contemplar cómo la desconocida aquella con la que inexplicablemente había logrado mantener una conversación más o menos decente imitaba a la perfección la postura que él mismo había utilizado hacía tan sólo unos segundos para concentrar chakra en la planta de los pies.
"Bah... No sé ni para qué miro... Seguro que se estampará contra el suelo incluso antes de poner un pie sobre el tronco..."
Pese a los pensamientos que cruzaban su mente, el Uchiha no apartó los ojos de la pelirrosa cuando ésta, milagrosamente, logró subir a lo alto del árbol a la velocidad de la luz casi sin hacer ningún esfuerzo. Sasuke no pudo evitar quedarse aturdido al presenciar aquella inesperada demostración de perfecto dominio del chakra.
"¿Qué te ha parecido?" la pequeña miraba a Sasuke desde lo alto del árbol de Ipé rosa con una sonrisa de oreja a oreja reflejada en el rostro "¿Lo he hecho bien?"
El heredero del clan Uchiha, que no salía de su asombro, no fue capaz de articular una sola palabra.
"¿Qué estás mirando con esa cara de atontado, Sasuke?"
Al oír la voz de su madre, Sasuke se giró rápidamente.
"¿Se te ha perdido algo por aquí?" preguntó bruscamente el muchacho mientras se esforzaba por borrar aquella dichosa expresión de desconcierto de su rostro.
"Sí, una cosa de siete años que tiene muy mal genio y que debe venir ya al salón si no quiere quedarse sin desayuno." dijo la madre del pequeño, justo antes de dar media vuelta y echar a andar en dirección hacia la mansión central de los Uchiha.
No había dado su madre aún ni cuatro pasos cuando Sasuke dirigió su mirada nuevamente hacia lo alto del árbol de Ipé. Para sorpresa del Uchiha, la niña de pelo rosa había desaparecido. Mientras notaba cómo las mejillas se le iban encendiendo por culpa de la ira, el muchacho se percató de que la rama en la que hacía tan sólo unos instantes se encontraba la pelirrosa sonriéndole apenas tenía flores.
"Maldita cría..." pensó el pequeño, lleno de rabia.
"¡¡¡Sasuke!!! ¡¡No lo repetiré más!!"
Poniendo cara de pocos amigos, el Uchiha siguió a su madre con las manos metidas en los bolsillos.
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Los niños de la Academia de Ninjas disfrutaban alegremente de su ansiada hora del recreo sin percatarse en ningún momento de que unos ojos fríos y oscuros estaban vigilándoles muy de cerca. El dueño de aquellos ojos de color azabache era el mismísimo Sasuke Uchiha, quien, por primera vez en sus siete años de vida, se había tomado la molestia de obsequiar a las calles del centro de Konoha (unas callejuelas estrechas y mal cuidadas a las que el pequeño Uchiha siempre se refería con el término de "barrios marginales") con su presencia. No le hacía ni pizca de gracia el tener que estar compartiendo el aire que respiraba con aquella gentuza "del montón"; pero, dado que la única academia de Konoha se encontraba precisamente en aquella zona de la villa, no le había quedado otro remedio que rebajarse como posiblemente nunca antes se había rebajado.
Intentando pasar desapercibido entre aquellos críos infantiles que se contentaban únicamente con jugar los unos con los otros, Sasuke, que se encontraba en un rincón abandonado de aquel pequeño patio, buscaba con la mirada a la pelirrosa que había osado burlarse de él el día anterior.
"Ahí está." pensó el pequeño mientras detenía su mirada en un punto concreto.
Efectivamente: la muchacha estaba jugando felizmente con un reducido grupo de críos entre los que se encontraban dos niños a los que el heredero del clan Uchiha rápidamente identificó como los intrusos cobardes que habían huido de él cuando éste les había sorprendido intentando robar las flores del árbol de Ipé rosa. Estaba Sasuke observando con cierto fastidio cómo la pelirrosa y sus amigos se divertían al otro lado del patio jugando a un estúpido juego que consistía en colocarse al lado de la fuente y mojarse unos a otros cuando alguien interrumpió repentinamente el silencio que se había originado a su alrededor.
"¡¡¡Sasuke-kun!!! ¡¡¡Qué sorpresa verte por aquí!!! ¿¿Has venido a hacerme una visita??"
Con una expresión de asco dibujada en el rostro, el Uchiha se apartó violentamente de una pequeña rubia de ojos azulados que se había abalanzado sobre él para abrazarle con fuerza. Por desgracia para Sasuke, la molesta y gritona cría que tenía delante en aquellos momentos era nada más y nada menos que su prometida. Obviamente, no había sido él el encargado de tomar aquella decisión: la brillante idea había sido creada por Fugaku Uchiha, su padre, quien había decidido que Sasuke e Ino se comprometieran cuando ambos tenían apenas dos años de edad. ¿Y todo para qué? Pues para hacer que los lazos que existían entre su propia familia y la familia Yamanaka, probablemente el clan con más poder económico de todo Konoha después del clan Uchiha y del clan Hyuga, se estrechasen aún más. En un principio, Fugaku había intentado que Sasuke se comprometiese con Hinata, la mayor de las dos hijas del patriarca del clan Hyuga; pues una unión entre las dos familias más poderosas de toda la villa hubiese significado todavía más prestigio para ambas. Sin embargo, Hiashi Hyuga, que rápidamente había visto que las intenciones de Fugaku no eran otras que las de hacer que el menor de sus hijos se convirtiese en un futuro en el patriarca del clan Hyuga mientras el mayor se encargase de liderar el clan Uchiha (haciendo así que ambos clanes fueran dirigidos por sus hijos), se había negado a dar el visto bueno a un compromiso en el que él no tenía nada que ganar. Tras aquel intento fallido de apoderarse del clan Uchiha (hecho que había provocado que la tensión que ya de por sí existía anteriormente entre ambos clanes aumentase ligeramente), Fugaku había ido a hablar con Inoichi, el patriarca del clan Yamanaka, para ofrecerle la posibilidad de que su hija Ino se convirtiera en la prometida del pequeño Sasuke. A partir del momento en el que Inoichi Yamanaka hubo aceptado el ofrecimiento, Sasuke e Ino quedaron comprometidos entre sí. Así había sido cómo el destino de los dos críos había quedado del todo decidido pese a que ninguno de ellos tenía entonces uso de razón.
"¡Ino!" vociferó Sasuke con rabia tras lograr deshacerse de la muchacha.
Pese a los esfuerzos del moreno por hacer que la Yamanaka se mantuviese alejada de él, la pequeña no se movía de allí. Tan radiante de felicidad como todas las veces que se encontraba con su prometido, Ino se agarró cariñosamente al brazo de Sasuke mientras éste le dedicaba una mirada asesina.
"¡¡Ooooh, Sasuke-kun!!" la Yamanaka había apoyado su barbilla en el hombro de Sasuke y contemplaba al muchacho con una sonrisa de oreja a oreja "¡¡¡No tienes por qué mostrarte tan tímido!!! ¡¡Ya has dado el gran paso de venir hasta aquí sólo para verme: ahora no te debes dejar vencer por tus vergüenzas!!"
"No he venido a verte..." Sasuke ya parecía haberse dado por vencido y ni se molestaba en intentar quitarse de encima a su prometida.
"¿¿Te quedarás conmigo durante todo el recreo, Sasuke-kun??" dijo Ino, ignorando por completo las palabras del Uchiha.
"¡No te pegues a mí como una lapa!"
"¡¡Qué mono eres, Sasuke-kun!! ¡¡Estás guapísimo cuando te pones vergonzoso!!"
"¡Te he dicho que...!" estaba el moreno a punto de volver a empujar a la muchacha para librarse de ella definitivamente cuando, de repente, pareció recordar algo que hizo que se detuviera.
"¿Mmm...?" Ino se extrañó al ver que de pronto su amado se había quedado pensativo y sin decir nada "¿Te ocurre algo, Sasuke-kun?"
Los ojos del Uchiha estaban de nuevo puestos en el grupo de críos que jugaban con el agua de la fuente.
"¿Cómo se llama aquella cría?"
Algo sorprendida por la pregunta, Ino trató de averiguar cuál era cría en la que Sasuke tenía clavada la mirada.
"¿Te refieres a Tenten?"
"¿Tenten?"
"Sí, esa niña de allí... La que está jugando con la arena..." con el dedo índice señalando en dirección hacia el lugar donde Tenten y Rock Lee estaban intentando hacer que se alzase un pequeño castillo de arena, la Yamanaka intentó que Sasuke se percatase de quién era la muchacha a la que estaba haciendo referencia.
"No, ésa no. Yo estoy hablando de la cría que está en la fuente jugando con otros niños. La del pelo rosa."
"¡¡Ah, ésa!!" una maliciosa sonrisa apareció en el rostro de la rubia "Es Sakura Haruno, una frontuda muy fea que no pega nada con gente de nuestra categoría, Sasuke-kun."
Pero el Uchiha ya no prestaba ninguna atención a las palabras de su prometida. Ahora que ya sabía el nombre de la ladrona pelirrosa, permanecer allí solamente significaba para él una pérdida de tiempo... o lo que era peor: tener que soportar a la pesada de Ino pegada a él durante todo el recreo. Sin intención de alargar más su estancia en aquel estúpido patio lleno de críos ruidosos y cargantes, Sasuke se dirigió rápidamente hacia la valla que impedía que los niños se escaparan de la Academia de Ninjas.
"¿¿Adónde vas, Sasuke-kun?? ¡¡¡Todavía no te he presentado a mis amigas!!!"
Demasiado tarde. Antes de que Ino pudiese ponerse a perseguir al pequeño Uchiha, éste ya había saltado la valla y se había alejado de la academia sin ni siquiera despedirse.
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Tres críos de siete años de edad iban caminando tranquilamente por una pequeña calle no demasiado transitada. Mientras andaban, se dedicaban también a conversar sobre cómo había trascurrido la mañana en la Academia de Ninjas.
"Aaaay... Otra vez Iruka-sensei me ha vuelto a castigar... Mira que llega a ser problemático a veces..." el pequeño Shikamaru no podía ocultar su cara de disgusto.
"¡Es que siempre te quedas dormido encima del pupitre, Shikamaru!" decía Sakura, sonriente.
"¡¡¡Pues a mí me ha castigado sólo por estar comiendo en clase!!! ¡¡Y encima se ha quedado con mi bolsa de patatas!! ¡¡¡Seguro que ahora se la estará zampando tan felizmente mientras yo estoy aquí muriéndome de hambre!!!" Chouji parecía estar realmente molesto.
Al cabo de unos segundos, los tres muchachos se despidieron y cada uno tomó el camino que llevaba a su respectivo hogar. Sakura se fue por una calle por la que apenas pasaba nunca nadie y que sin embargo contaba con numerosas casas y numerosos jardines que hacían el trayecto de lo más agradable. Era la calle que tomaba siempre cuando regresaba a su casa después de las clases en la Academia de Ninjas, ya que aquel camino le llevaba a su hogar en menos de cinco minutos. Estaba la Haruno pensando en sus cosas mientras caminaba distraídamente cuando, para su sorpresa, la figura de un crío que debía tener su misma edad saltó desde lo alto de la rama de uno de los árboles de la calle para aterrizar justo enfrente de ella. Sakura se quedó del todo paralizada al contemplar el rostro serio y firme del moreno que se acababa de interponer en su camino.
"Hola, Sakura Haruno."
Los ojos verdes de la pelirrosa se habían quedado clavados en los del crío que tenía delante. La pequeña no quería mostrarse asustada, pero su expresión confundida y sus labios temblorosos estaban empezando a delatar su nerviosismo.
"Tú..." Sakura ni siquiera sabía cómo continuar la frase.
"Sí, yo. ¿Qué? ¿Las flores que me robaste te ayudaron a sacar una buena nota?"
"¿A qué...? ¿A qué te refieres?"
"¡¡¡No te hagas la tonta ahora!!!" parecía que la rabia que el moreno había estado intentando controlar acababa de estallar en aquel preciso instante "¡¡¡¡Robaste flores de MI árbol de Ipé para poder hacer tus estúpidos deberes!!!!"
Antes de hablar, la Haruno se mordió el labio inferior.
"Lo lamento de veras... Yo... Yo pensaba que no te molestaría..."
"¡¡¡¡Deja de interpretar el papel de cría llorica y miedosa de una maldita vez!!!! ¿Acaso te crees que soy imbécil? ¿¿¿De veras piensas que una mocosa inútil como tú le puede tomar el pelo al mismísimo Sasuke Uchiha???" al ver que la pelirrosa seguía cabizbaja y sin responder, el muchacho siguió desahogándose "Pues que te quede bien clara una cosa, niñata: ¡¡nadie se burla de mí!! ¿¿Lo has entendido?? ¡¡¡ABSOLUTAMENTE NADIE!!!"
"De... De acuerdo..."
Un incómodo silencio se apoderó de la calle en la que se encontraban los dos críos. El moreno, que después de haberse desahogado tras la humillación que había sufrido el día anterior en su propio jardín parecía algo más calmado, estaba fulminando con la mirada a Sakura, quien seguía con los ojos clavados en el suelo. De repente, la Haruno recordó algo que hizo que volviese a alzar la cabeza. Su mirada se cruzó de nuevo con la del muchacho.
"¿Cómo has adivinado mi nombre?" preguntó la pelirrosa, con determinación.
La expresión fría del rostro del pequeño Uchiha se transformó durante unas milésimas de segundo en una expresión de desconcierto.
"¿De qué hablas?"
"Antes, cuando me has saludado, me has llamado por mi nombre... y yo no recuerdo que ayer te dijese cómo me llamo..." pese a que el tono de voz de la Haruno parecía bastante dubitativo, la cría estaba completamente segura de que ella nunca le había revelado su nombre a aquel tal Sasuke Uchiha.
El ligero y casi imperceptible rubor que apareció en las mejillas del moreno al escuchar las últimas palabras de Sakura fue rápidamente disimulado por su expresión de perro rabioso.
"¿¿¿A qué porras viene eso ahora??? ¡¡¡¡No cambies de tema!!!! ¿¿Piensas que me voy a olvidar así como así del asunto de las flores que me robaste??"
"Lo siento..." al percatarse de que el Uchiha no parecía darse por satisfecho con aquellas dos palabras, Sakura decidió continuar hablando "Yo... Si puedo hacer cualquier cosa para compensarte por lo que hice ayer..."
Todavía la muchacha no había terminado la frase y ya se arrepentía de lo que había dicho. ¿Qué iba a poder hacer alguien tan insignificante como ella para arreglar el tema de las flores robadas? Después de todo, las flores del árbol de Ipé rosa se las había quedado Iruka... y ella no sabía dónde podía encontrar otro árbol que tuviese unas flores como aquellas. La Haruno se sintió bastante estúpida. Estaba a punto de volver a bajar la mirada hasta encontrarse con el suelo cuando se percató de que en el rostro del moreno había aparecido una extraña sonrisa.
"¿Cualquier cosa? Vaya, me alegra escuchar eso..." comentó Sasuke, sin dejar de sonreír.
"¿Ah, sí?" la pelirrosa no podía estar más confundida.
"Pues sí, puesto que estaba planteándome la posibilidad de hacer un trato contigo."
"¿Un trato?"
"Exacto. Tú trabajarás a partir de ahora para mí y, a cambio, yo olvidaré el incidente de ayer. ¿Qué me dices? ¿Aceptas el trato?"
Aquellas palabras solamente habían logrado hacer que Sakura se sintiese aún más confundida. ¿Qué quería decir con aquello de "trabajar para él"? La muchacha ni siquiera sabía cómo preguntárselo al moreno.
"Estooo... Yo..."
"Te recuerdo que acabas de decir que harías cualquier cosa con tal de compensarme." el Uchiha había arrugado el entrecejo al ver que la pelirrosa parecía estar dudando.
"Pero..."
"No hay "pero" que valga. Mañana mismo empezarás a trabajar para mí. Te espero a las cuatro de la tarde en mi despacho. Sé puntual."
Dispuesto a dar por zanjada la conversación, el moreno volvió a subir de un salto a lo alto del mismo árbol del que se había bajado unos minutos antes para impedir que la Haruno siguiese caminando calmadamente en dirección hacia su casa. Con una agilidad muy propia de él, Sasuke se marchó de allí saltando de árbol en árbol. Sakura, por su parte, tardó unos cuantos segundos en asimilar lo que acababa de pasar. Cuando la pelirrosa se percató de que no tenía ni la más remota idea de dónde se encontraba el despacho al que se suponía que debía ir al día siguiente para empezar a trabajar, el pequeño Uchiha ya estaba demasiado lejos como para alcanzarle.
¿Qué tal? ¿Os he aburrido hasta la saciedad? Tened paciencia: la historia de verdad empieza a partir del tercer capítulo. De momento, os haya gustado o no, me gustaría saber vuestra opinión mediante un review.
Si veo que a la gente le gusta, colgaré el segundo capítulo prontito...
