Disclaimer: Obveamente yo no soy Meyer. Uds lo saben, yo lo sé. bien, el punto quedó aclarado.

Bueno, esto estaba en mi compu rezagado y dije... mmm... no se si sea tan bueno, pero... qué caso tiene mantenerlo aquí. ¡que vea la luz!

y aqui esta.

Disfruten!!


Capítulo 1

Cuando me contaron todo sobre lo que somos, lo que ha existido en nuestra tribu desde siempre, tengo que admitir que pareció ser sacado de un libro de cuentos de terror de debajo de la cama de mi abuelo. No podía ser posible que existieran licántropos, mucho menos me creía toda esa loca historia de los vampiros; simplemente era imposible. Pero cuando empecé a cambiar, cuando empecé a crecer repentinamente y de un momento a otro me convertí en hombre lobo por primera vez… creo que en ese momento toda mi perspectiva cambió, y no era para menos, sin siquiera esperarlo realmente mi cuerpo se transformó en el de un enorme lobo café que escuchaba los pensamientos de todos los demás lobos a mi alrededor, cambió a un cuerpo que era capaz de viajar tan rápido en cuatro patas que parecía simplemente imposible, y me convertí en un ser capaz de enamorarse con tan solo echar una mirada a la persona correcta.

Me creí todo lo de las viejas historias de nuestra tribu, creí en los licántropos -nosotros- y en los vampiros -los Cullen- era algo que observaba a diario, algo posible y verdadero; pero de ahí a creer que existía la imprimación… Bueno, tengo que admitirlo, realmente me parecía una tontería, no podía creer que no fuéramos capaces de elegir a quien amar, no podía ser posible que alguien ya estuviera predestinado a alguien como nosotros, un licántropo, y no hubiera manera de dejarnos elegir, no podía creerlo posible, y no lo creí, no me dejé convencer, no hasta que ese día llegó y la conocí.

Me acomodé mejor en la suavidad de la yerba bajo mi cuerpo, llevaba cerca de una hora a la mitad del bosque matando el tiempo y sumiéndome en mis pensamientos, algunos rayos del sol se filtraron entre las ramas de los arboles que me daban sombra e iluminaron mi cara, se sentía bien.

Desde que conocí a Claire, no hubo fuerza humana, ni sobrehumana, que hiciera que me despegará de ella, estaba a su lado todo el tiempo. Me convertí en su niñero de diario y la vi crecer lentamente; vi sus primeros pasos trastabillados en pos de mi, sus primeras palabras, sus enormes sonrisas, sus caídas ruidosas, vi sus primeras carreras para que yo la atrapara, sentí sus enormes abrazos sobre mi, sus sonoros besos en mi mejilla, también recuerdo perfectamente cuando estuve en su etapa de quiero en donde pedía cualquier cosa inimaginable que yo siempre debía conseguir, no importando si tenía que viajar hasta Port Angels para conseguirlo, todo para que fuera feliz.

Recuerdo perfectamente cuando salió al mercado un nuevo muñeco-bebé que comía, iba al baño, lloraba, se reía y no se cuántas funciones más. El punto es que Claire lloró durante días rogando a sus padres que se lo compraran, pero ellos dijeron que no, y los entendí, le acababan de comprar nueva ropa para su entrada al jardín de niños. Pero yo no tenía problemas para comprárselo, ya pronto se acercaría su cumpleaños y sería como un regalo adelantado. Bueno, tal vez estaba mintiendo y sería un muy adelantado regalo de cumpleaños puesto que su cumpleaños era hasta dentro de ocho meses. Como sea, me decidí a comprárselo, ya después sus padres me regañarían por hacerlo.

Hice fila desde temprano en el almacén de Port Angel a la espera de la salida de ese muñeco que muchas personas esperaban porque era el juguete del año, todas las niñas del pueblo la querían y en la entrada de la tienda me encontré con varias decenas de padres y madres esperando poder conseguir un ejemplar de ese muñeco. Estuvimos alrededor de dos horas en las que quise matar al encargado en muchas ocasiones, pero en cuanto vi el reflejo de las cajas saliendo del almacén corrí hacia ellos y llegué antes que nadie. Cuando tuve uno de esos muñecos en mis manos sentí un alivio tremendo y cuando se lo entregué a Claire fue aun mejor. El sólo sonido de su risa inundando la habitación, la sonrisa de sus labios, el brillo de su mirada, un beso lleno de chocolate en mi mejilla, y todo eso acompañando a un tremendo te quiero y un abrazo, eran todo el pago que yo necesitaba por hacer lo que hacía en más ocasiones de las que sus padres desearían.

Sonreí ante los recuerdos, eran simplemente maravillosos.

Cuando llegó la etapa de te doy, Claire era realmente feliz regalando todo lo que era importante para ella, daba todo lo que tenía, todo lo que alguna vez tuve que mover cielo y tierra para conseguirlo, y siempre lo daba con una sonrisa que me podía volver feliz durante mucho tiempo.

Como cuando regaló a bobo, un muñeco de peluche en forma de lobo que quería mas que a nada en el mundo y que estaba con ella desde que era una bebé. De hecho, me lo regaló a mí.

Sonreí ampliamente, cerré los ojos y entrelacé mis manos atrás de mi cabeza. Aun lo recordaba como si no hubiera pasado el tiempo.

Claire estaba por entrar a la primaria cuando yo tuve un accidente en la motocicleta que llevaba conducido varios años ya; un momento de distracción, un descuido, no sé qué fue, pero pasó. A mi no me pasó nada grave; Carlisle ayudó a que no pasara nada.

Estaba triste porque mi motocicleta fue perdida total y yo me había esforzado mucho por arreglarla, Jake me había ayudado a que quedara como nueva, impecable. Después del accidente ya no hubo forma de repararla y yo estaba triste, enojado conmigo mismo por haber permitido algo así. Llevaba varias horas en el pórtico de mi casa sentado en los escalones y de un momento a otro vi la silueta de Claire caminando lentamente con la mirada al suelo y las manitas atrás de su espalda, llegó a mi lado y me extendió el muñeco en forma de lobo con los ojitos húmedos y sus labios temblorosos; yo lo tomé sin comprender nada y luego sus manitas se aferraron a mi cuello.

Ya no estés tiste —Me dijo, aun batallaba con las palabras con erre.

No estoy triste —Respondí abrazándola y cargándola en mi regazo mientras acariciaba su cabello.

Lo estás por tu moto... motoceta

Motocicleta —Corregí y sonreí ampliamente. Como adoraba a esa pequeña.

Bueno, como se llame. Estás tiste porque la esa cosa se dompió –Me dijo y yo la separé de mi un poco para verla a los ojos.

Estoy un poquito triste —Uní mi pulgar e índice de la mano derecha y luego los separé medio centímetro—, pero solo un poquito; ya se me pasará —Le sonreí y le di un beso en la frente, Claire se preocupaba mucho por mi, tanto como yo por ella, la quería demasiado.

Te degalo a bobo, pedo ya no estés tiste —Me suplicó con sus ojitos cristalinos, con el moco escurriendo por su nariz y con su mentón temblando. Era la criatura más tierna y hermosa de la humanidad y de la inmortalidad.

La abracé de nuevo y empecé a reír. La motocicleta importó un comino desde ese segundo.

Aun tenía ese muñeco guardado en algún armario de la casa donde también tenía otras mas cosas que me regaló Claire. Ella era simplemente adorable.

Cuando entró a la primaria, todos me consideraron su hermano mayor porque así me comportaba. La cuidaba de todo, la llevaba y traía de la escuela, la ayudaba con sus tareas, la llevaba al parque, a jugar, a hacer cualquier cosa que la hiciera feliz, incluso pasaba las tardes con ella y sus amigas jugando a la hora del té; aunque presiento que no me veo realmente bien con un vestido y la cara pintada con colorete y mis mejillas rosas, no, no creo que me ve bien y una foto que Jake se atrevió a tomar así lo comprueba.

Pero realmente eso terminaba importándome poco en cuanto veía la sonrisa de mi niña instalarse en sus labios y el hoyuelo de su mejilla izquierda formarse.

Dejé de sonreír un poco cuando recordé que odiaba cuando le mentía.

En la etapa de los ¿Por qué…? quería saber el por qué de todo, más cuando empezaba a crecer rápido y se daba cuenta de más cosas.

Por qué tu piel siempre está caliente, Quil? —Me preguntó un día y yo traté de explicárselo, pero simplemente pareció imposible decírselo a una niña de ocho años, además de que no era el momento.

Porque alguien debe de mantenerte calientita en el invierno, Claire —Le respondí mintiéndole vilmente; ella pareció quedar conforme.

Recuerdo también otras tantas de las preguntas que yo no podía contestar. ¿Por qué tienes que irte al bosque? ¿Por qué Nessie crece más rápido que yo? ¿Por qué nunca has tenido novia? ¿Por qué pasas todo el tiempo conmigo? ¿Por qué…? ¿Por qué…? ¿Por qué…? Existieron tantos por qué que ya no recuerdo, y la mayoría tuvieron que ser escondidos, ella no debía enterarse de las cosas, no con tan poca edad, no hubiera entendido.

Me acosté de lado y vi el capullo de una oruga que colgaba de una flor empezar a moverse y vi el momento en que el ser que vivía dentro logró romper la envoltura que la alejaba del mundo exterior. Poco a poco unas alas rojas se abrieron paso y una mariposa multicolor salió al mundo decidida a vivir.

Eso me recordó a cuando Claire empezó a cambiar y a tomar el cuerpo de una señorita. Cuando eso pasó y yo seguí ahí junto a ella todo el mundo me veía como el pervertido que no dejaba en paz a una pequeña niña que podría ser mi hija. Todo el mundo sabía que yo tenía casi quince años más que ella aunque mi físico así no lo delatara, eso era porque mi cuerpo no cambiaba. Escuché seguido las malas habladurías de las personas y sentía las miradas de repulsión que me lanzaban, pero ciertamente me importaba poco, yo sabía lo que ocurría y eso era lo único que bastaba para mí.

Así que me importaba un bledo todo y yo seguía llevándola al cine siendo arrastrado a ver cualquier película que los grades productores de Hollywood creían que sería un exitazo o las grandes producciones de Disney, donde cualquier animal era capaz de hablar hasta por los codos, o alguna película llena de romance y comedio que terminaba con un final feliz; en fin, era arrastrado a ver cualquier película que lograra hacerla reír, llorar y disfrutar al mismo tiempo, si, esa era mi Claire, mi pequeña y encantadora niña. También era llevado a los enormes parques de diversiones donde era desfalcado para subirnos a todos y cada uno de los juegos en mas de una ocasión, o las interminables salidas a la playa donde Claire amaba jugar en la arena y mojarse una y otra vez, yo reía y me divertía mientras la veía, yo era feliz así, y podía serlo por siempre.

Jake seguía diciéndome que pronto la dejaría de ver como la pequeña niña que conocía desde siempre, pero no le prestaba mucha atención; yo nunca busqué con ella nada más que estar a su lado y verla sonreír sinceramente y ser feliz, nunca necesité nada más, nunca pensé en nada mas, nunca, nunca creía realmente en las advertencias de Jake que de pronto ella sería todo el centro de mi universo pero en un nuevo sentimiento, nunca lo veía realmente verdadera, o por lo menos nunca creí que fuera a presentarse a tan corta edad, nunca, hasta que ese momento sucedió.

Nunca, hasta que vi realmente la hermosa mariposa en la que mi pequeña oruga se había convertido y que me afectaba de una manera diferente, y me hacía reaccionar ante ella de una manera diferente.

Volví a recostarme sobre el pasto y cerrar los ojos, recordé esa mañana de su primer día del instituto, hacía casi un año atrás, ella tenía diecisiete.

Estaba apoyado en la puerta del copiloto de mi automóvil en la entrada de su casa a la espera de que saliera para llevarla a su primer día del instituto. Un evento normal y una espera normal para cualquier día normal en la escuela.

Pero cuando la vi salir de su casa con esa diminuta falda escolar y su playera ajustada a su cuerpo, con su cabello suelto y sus rizos rebotando mientras caminaba, por segunda vez en mi vida el tiempo pareció detenerse y caminó muy pero muy lentamente y solo se movió con cada sutil movimiento que realizaba Claire bajando las escaleras de su casa, pasando por el pasillo que dividía el jardín donde muchas veces jugamos hasta llegar a la reja y abriéndola haciendo el chillido característico que en muchas ocasiones hicimos que se convirtiera en la puerta de entrada de una casa del terror, hasta que llegó frente a mí y sonrió.

Buenos días, Quil —Me saludó y depositó un suave beso en mi mejilla. Contuve la respiración, ¿Qué me estaba pasando? Sólo era Claire. Era la misma rutina que realizaba cada nuevo día en el cual yo la llevaba a la escuela, excepto que no todos los días ella parecía una diosa.

Tal vez era el sol que afectaba mi cerebro, o la gaseosa que había tomado tan temprano ese día, o no sé, algo extraño me pasaba.

Buenos días, Claire —Logré responder unos segundos después, le quité la mochila de los hombros y la eché al asiento de atrás de mi auto, abrí la puerta y le ayudé a subir; mas que persona parecía zombi haciendo todo eso solo por instinto más que por razonamiento.

Rodeé el carro para ir a mi lugar, respiré profundamente y traté de tomar todo el aire que me era posible, debía de tranquilizarme, "sólo es Claire" me repetí. Tragué saliva cuando me subí al carro, Claire estaba comiendo una paleta y tenía uno de sus pies apoyado en el asiento por lo que su falda se levantó haciendo que yo apreciara aun más su figura. ¿Quién era ella y donde estaba mi pequeña Claire? ¿Dónde estaba la pequeña niña a la cual veía y lo único que me inspiraba era ternura?

Claro que desde hacía un tiempo había notada el cambio que estaba sufriendo su cuerpo, su pecho mas desarrollado, su altura casi alcanzando hasta mis hombros, su pelo mas largo y hermoso, sus piernas mas largas y delineadas, así como sus caderas también. Ósea, no era ciego, pero nunca antes eso me había afectado, nunca antes hasta ese primer día de instituto.

Arranqué el motor y empecé a manejar sin decir una sola palabra, no es que no quisiera, si no que realmente tenía un nudo en la garganta porque realmente me gustaría decirle que se veía hermosa.

La observé de reojo durante todo el camino, ella se mantenía con la vista al frente o de repente giraba su cabeza hacia un lado y se quedaba mirando muy entretenida el camino; en esos momentos yo aprovechaba para observar qué mas cambios había dejado pasar, la observé atentamente tanto como pude. Su nariz se veía mas afilada y perfecta, se había sacado la ceja y su cara tenía matices de maquillaje, sus labios sobresalía con el rojo aperlado que mostraba y sus parpados estaban de un azul que combinaba con su vestimenta, sus mejillas tenían un poco de rubor que se acrecentaba con su ya característico sonrojo de los últimos días.

Empezó a agarrar su cabello y a enroscarlo entre sus dedos marcando los rizos que se formaban por si solos y que ella era capaz de arreglar aun mejor. Suspiró ruidosamente, sabía que ella quería que yo me diera cuenta de que algo le pasaba, me estaba mostrando la primera señal de ello; pero no pude intentar sonsacarle algo, puesto que ya habíamos llegado a la escuela.

Me parqueé enfrente de la escuela, aun era temprano y no había demasiado tráfico; me bajé y rodeé el carro para llegar hasta ella y abrirle la puerta como un caballero, aun seguía teniendo una educación a la antigua.

Ella me sonrió mientras yo extendía mi brazo para ayudarla a bajar; una descarga eléctrica recorrió mi brazo y logró que mi corazón empezara a bombear mi sangre mas rápidamente y llenara mis mejillas de un sonrojo evidente que por alguna razón también se instaló en las mejillas de mi pequeña Claire quien volteó la mirada y se mordió el labio inferior, estaba nerviosa, conocía ese gesto como que estaba seguro de que el sol existía aunque las nubes de Forks trataran de ocultarlo.

¿Qué te pasa? —Logré preguntar a pesar de que no había podido cruzar palabra con ella en todo el trayecto.

Yo… esto… —Divagó— Nada —Aseguró enseguida y soltó mi mano, yo de repente me entristecí, no quería que soltara mi mano, es mas, quería entrelazarla a la de ella. Se volteó y sacó su mochila, pero antes de que pudiera empezar a caminar la detuve.

¿Qué tienes? —Insistí y acaricié su mejilla con toda la palma de mi mano, le quité la mochila con la otra mano y la hice que me viera, mi corazón palpitaba fuertemente, tal vez más fuerte de lo que siquiera palpitó en la batalla sin realizar contra los Vulturis.

Quité el cabello que cubría su rostro y agaché la cabeza para verla más atentamente; sus ojos se mostraban brillosos y su labio temblaba, quería llorar y yo no podía soportar verla así.

Dime qué te pasa —Supliqué, yo soportaba todos los golpes habidos y por haber, todas las batallas que debiera enfrentar, soportaba las enormes jornadas de entrenamiento que nos ponía Jacob, las rondas que debíamos realizar y que algunas veces abarcaban noches enteras; también soportaba que mi madre me gritara todos los días diciéndome que dejara de ver tanto a Claire todos los días, soportaba que Emily y Sam me dijeran que debía de conseguirme algo más que hacer, incluso soportaba que todos los de la manada me dijeras que estaba peor que Jake cuando pensaba en Nessie, soportaba que los padres de Claire de repente me odiaran por acaparar todo el tiempo de su niña, soportaba todo menos que ella sufriera, que ella llorara.

La atraje hacia mí y la rodeé con mis brazos, la acuné en mi pecho y acaricie su cabello con mis manos.

Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad? —Le pregunté y sentí su asentimiento en mi pecho. Y claro que ella podía confesarse conmigo, desde siempre lo había hecho porque yo estaba ahí por eso y para eso, para ser todo lo que ella necesitara.

Tengo que ir a clases —La escuché susurrar pero no la solté, no quería hacerlo, aun no. No sin saber antes qué le pasaba— Quil… —Susurró, seguí sin soltarla.

Primero dime qué te pasa, Claire.

Tonterías de adolecentes —Me respondió y yo obviamente no le creí, no era estúpido, tal vez algunas veces me mostraba así para que ella sonriera, pero realmente no lo era— No es nada.

Claire… —Presioné.

En serio, no me hagas caso —Trató de zafarse de mi abrazo pero la retuve, no pensó que se iba a escabuchar tan fácilmente, ¿verdad?- Debo ir a clases —Me repitió, ¿y a mi que me importaban las clases?

Claire, ya te dije que no te dejaré ir hasta que me digas qué te pasa.

Yo… solo… —Titubeó, y un momento después levantó su cara y se quedó con la vista fija sobre mi, tenía los ojos húmedos y sus labios apretados— Quil, tú nunca te irás de mi lado, ¿verdad? Nunca dejarás de quererme —El corazón se me estrujó y la abracé fuertemente. ¿Cómo podía llegar a pensar siquiera eso? Yo no podía concebir vivir una vida sin ella, ni siquiera podía pasar medio día sin verla. Si no lograba eso, ¿Cómo podría alejarme de ella?

Que tontita eres —Le dije abrazándola aun mas fuerte contra mi y hundiendo mi cara en su cabello— ¿De dónde sacas esas cosas? —Le pregunté, porque en definitiva esos pensamientos no podían haber salido de la nada.

Es que… —Murmuró y sentí la duda en su voz.

Claire, dime de dónde sacaste esos pensamientos.

Es sólo que escuché platicar a mi tía Emily con mi tío Sam sobre que eras el único que faltaba de sentar cabeza, pero que ya pronto lo harías, solo faltaba que tú te dieras cuenta de que ya era el tiempo adecuado —Dijo de golpe y con tristeza— Parecía como si se refiriese a que deberías tener una familia, casarte o algo así. Y lo comprendo, tienes mas de treinta años y…

Calla, tonta —La interrumpí y la abracé lo más fuerte que me fue posible sin lastimarla, ¿Cómo decirle que si alguna vez me casaba solo podría ser con una persona? No, no podría decírselo, aun no era el tiempo adecuado, yo aun no la quería de ese modo. ¿O sí?

¿En serio no te irás? —Preguntó.

No, Emily y Sam solo desvarían, no les hagas caso —Le pedí. La rodeé con mis brazos por su cintura y ella rodeó mi cuello; para ese momento sus pies ya no tocaban el suelo, hundió su cara en mi cuello y su cabello dejó un aroma encantador en mi nariz.

Gracias —Suspiró y nos quedamos ahí por algún tiempo hasta que de un momento a otro el timbre de la escuela sonó. Rápidamente ella se separó y yo a regañadientes la bajé— Tengo que ir a clases —Me dijo.

Que tengas un buen día —Le dije y sonrió, le di su mochila y se la echó al hombro, empezó a caminar pero hubo un segundo de indecisión en su caminar, solo fue un paso que se detuvo y supe de inmediato que había algo mas que le molestaba.

Caminé los cuantos pasos que ella me llevaba de delantera y entrelacé mi mano con la suya, ella no se asustó ante el cálido contacto, lo conocía demasiado bien.

Algo más te pasa, pequeña. No te dejaré ir hasta que me digas —Aseguré apretando un poco mas su mano.

Tengo que ir a clases —Dijo y yo alcé una ceja y apreté los labios, creí que había quedado claro antes que eso no me importaba demasiado.

Claire… —Murmuré.

Yo sólo… sólo quería hacerte una pregunta más —Confesó.

¿Cuál?

Es vergonzoso; mejor te pregunto esta tarde —Sonrió y yo hice una mueca, conocía sus engatuses demasiado bien como para caer.

Lo que tú quieres es tiempo para cambiar lo que realmente quieres saber por alguna otra cosa que puedas pasar como verdadera. Te conozco jovencita, no lo lograrás; así que dime ahora mismo lo que quieres preguntar.

¡Quil! —Protestó, pero yo no me rendiría tan fácilmente.

Ya todos están entrando, será mejor que hables de una vez, sabes que no lograrás zafarte —Amenacé, aunque tal vez si ella mostraba esa cara de súplica que tan bien conocía si conseguiría zafarse.

Lo que pasa es que… —Sus mejillas empezaron a sonrojarse— quiero saber si… —Su cara por completo estaba sonrojada, y debo admitirlo: se veía hermosa, ¿Por qué no lo había notado antes?- Quil, ¿crees que soy bonita? —Lo soltó tan de repente que me agarró de improviso, aunque seguramente lo soltó rápido porque era la única manera en que podría sacarlo; yo me quedé estático, ¿Por qué me preguntaba eso? Y ¿Cómo podría yo decirle que ante mis ojos ella era la más hermosa criatura que alguna vez había pisado la tierra?

Claire —Sonreí y la acerqué hacia a mi de nuevo, empezaba a gustarme hacerlo. Acaricié su mejilla y me agaché para verla a los ojos—, eres hermosa —Afirmé, era lo mínimo que podía decir de ella, pero bueno, así tenía que ser.

Con una sonrisa en los labios se marchó dando pequeños saltitos hacia la escuela, al fin volvía a ser feliz; y yo empecé a preocuparme en serio. ¿Qué me estaba pasando?

Sonreí, algo muy importante me pasó ese día, algo muy importante que no supe describir y que aun me niego a aceptar, ella es muy joven y yo demasiado viejo. Aunque mi cuerpo no lo parezca tengo más de treinta años y eso Claire lo sabe perfectamente.

Pero aún así… aun así yo la…

—Deberías de aceptarlo de una buena vez —Escuché una voz conocida y familiar a mi lado.

Llevaba casi dos horas perdido en mis pensamientos acostado en medio del bosque con el pasto en mi espalda y la sombra de los arboles en mi rostro. Me senté y me quedé con la mirada fija sobre Jake, no había notado su presencia.

—¿Cuándo llegaste? —Pregunté.

—Hace como media hora; has estado tan sumido en tus pensamientos que no eres capaz de darte cuenta de nada más —Me respondió.

—¿Qué haces aquí?

—Te estaba buscando, necesito hablar contigo.

—¿De qué?

—De tú "problemita".

—¿De qué hablas? —Le pregunté haciéndome el desentendido.

—Claire.

—¿Qué tiene que ver Claire en esto?

—Sabes exactamente lo que tiene que ver. Hemos tenido esta conversación muchas veces en los últimos meses, lo mejor es que de una vez y por todas me hagas caso: díselo —Me aconsejó Jake, de nuevo.

—Sabes que no lo haré —Aseguré.

—O se lo dices, o dejas de estar pensando en ella de esa manera, realmente ya todos nos cansamos de soñar con ella —Me acusó.

—Yo no lo controlo —Me defendí.

—Yo también pasé por eso —Me recordó— y ustedes terminaban soñando con Nessie —Sonrió de medio lado y mis labios se fruncieron, no me gustaba recordar eso—, y aunque terminaban sintiéndote asqueados, no podían evitarlo —Lo recordaba, llegó un tiempo en el que Jake dejó de pensar en Nessie como una niña para verla realmente como una mujer y eso nos repercutió a toda la manada—, todos estamos conectados de una forma particular y sorprendente; pero todo eso acabó cuando al fin pude tenerla realmente, cuando le dije lo que pasaba y sentía, esa es la única manera.

Tal vez era la única manera, pero tenía que admitir que tenía miedo de los resultados de recurrir a ella, tenía miedo de que ella no me quisiera de la manera en que yo la quiero, tenía miedo de que ella no me aceptara. Además de que no quería que ella se sintiera obligada a corresponderme solo por el hecho de la imprimación.

—No quiero decírselo, Jake, no quiero que ella se sienta presionada, no quiero ser una imposición, quiero que sea algo real, quiero que ella realmente me quiera.

—¿Cómo vas a saber si es real o no si no se lo dices, si ella no sabe lo que sientes? —Preguntó. Me quedé callado, él tenía razón, pero yo tenía miedo de enfrentarlo.

Observé mi reloj de pulsera, aunque no hacía demasiada falta, sabía que ya había pasado demasiado tiempo alejado de ella y debía verla.

—Tengo que irme —Le dije y me puse de pie— Tengo que ir a recoger a Claire a la escuela —Agregué.

—Solo toma en cuenta lo que hablamos, debes decírselo de una vez —Me aseguró.

—Lo pensaré.

—Tienes un largo camino para hacerlo.

No le hice mas caso, empecé a correr, no me convertí en hombre lobo; con mi forma humana también guardaba una gran velocidad. Dejé a Jake y el claro muy atrás en poco tiempo; quería llegar pronto con Claire, necesitaba verla, tal vez, sólo tal vez, seguiría el consejo de Jake y empezaría a ponerla sobre aviso, tal vez podría contarle sobre los licántropos, sobre lo que yo era, ya tenía la edad adecuada para entenderlo; aun no sabía por qué esa parte de mi vida, que era del conocimiento de todos, había quedado guardada ante ella. Tal vez porque hablar de una cosa llevaría a hablar de otra y era algo que prefería evitar, pero el tiempo se acercaba y no debería de aplazarlo aun más. No cuando mi corazón empezaba a reclamar lo que era suyo y mi cuerpo no dejaba de hacerme ver que la necesitaba aun más de lo que alguna vez pensé.

Llegué al coche en tiempo record y arranqué de inmediato.

Entré lentamente al estacionamiento de la escuela; la mayoría de los autos ya no estaban y solo pocos alumnos continuaban en el patio, Claire debía estar por ahí.

Conduje hasta la entrada principal y me estacioné entre un carro pequeño negro y una motocicleta. Me bajé, no alcanzaba a ver dónde estaba Claire, aunque tal vez pudiera ser que siguiera dentro de la escuela por algún trabajo.

—Vaya, vaya, miren a la parejita de tortolitos –Escuché las burlas de unos muchachos que estaban a un lado del carro negro; no les presté atención.

Empecé a caminar por la acera, mi intención era entrar a la escuela, pero a poco mas de mitad del camino me encontré con Michael, un compañero de Matemáticas de Claire. Era bajo, aunque bueno, comparado con mi estatura la mayoría de los alumnos de la escuela eran muy bajos, cabello negro hasta los hombros, cara redonda, ojos profundos enmarcados con unos lentes, cuerpo un tanto atlético, un buen amigo de Claire a quien le pregunté de inmediato por ella, aunque su respuesta no me sentó para nada bien.

—Está con su novio en el carro negro de allá, ¿la vez? —Me quedé helado con sus palabras, ¿novio? ¿Cuál novio? ¡Rayos!

Volteé hacia donde apuntó con su dedo y me quedé aun mas congelado, fueron muchos grados los que descendió mi cuerpo y estaba seguro de que eso era peligroso. Claire estaba siendo abrazada por la cintura por un niñato idiota que la balanceaba al mismo tiempo de un lado a otro mientras platicaba con otros dos adolescentes estúpidos que se estaban ganando mi coraje en cuestión de segundos, mas porque Claire estaba riéndose de esa manera que ella tiene sensual, encantadora, cautivadora, que no sabe que tiene y que despliega mas veces de las que me gustaría.

—Aunque no sé por qué se hizo su novia. Es un idiota y…

Michael siguió diciendo otras cosas sobre él, pero yo ya no le presté atención; apreté mis puños y empecé a caminar con paso firme. Traté de respirar profundamente, no debía exaltarme, no sería bueno para nadie.

Traté de ir despacio, antes de llegar debía haber podido calmarme. Los dos adolecentes se despidieron con la mano y empezaron a alejarse; bien por ellos, no sentirán mi furia, en cuanto al otro chiquillo…

Empecé a ir mas despacio. Claire quedó frente a frente con el chiquillo, alias "su novio" –¡Puaj!, incluso me da asco pensarlo– estando mas cerca logré verlo un poco mejor, es mas alto que Claire, pero jamás mas que yo, cabello café como el mío, cuerpo musculoso aunque no tanto. Un adolescente cualquier que podría ser fácilmente novio de Claire y que no tendría un problema peludo como el mío.

Me detuve por completo y agaché la mirada; él sería un novio sin ningún tipo de problemas, un novio como yo no sería. Agité la cabeza varias veces, fuera como fuera aun era mi responsabilidad llevarla a casa, y eso él, aun, no me lo quitaría. Caminé de nuevo sin prisa, aunque si con la sangre recobrando su calor, aunque en algunos momentos con un calor de mas.

Y entonces pasó.

El idiota, estúpido, pseudo-persona, hombre muerto, hijo de toda su…, apodado cariñosamente imbécil, estaba besando a Claire. Mis manos se empuñaron y apreté los labios, mi sangre empezó a hervir, literalmente, empezó a hervir. En mi presencia no lo haría. Oh no, él era hombre muerto.

El bastardo estaba apretando más a Claire contra si mientras la abrazaba por la cintura y yo sentí unas ganas inmensas de aullar, el estúpido empezó a profundizar el beso, oh, claro que lo vi hacerlo. Estuve tentado a correr y arrancarle esa boquita de su cara. De un momento a otro vi su mano bajar por el cuerpo de Claire hasta posarse en su trasero.

Era definitivo: ¡Estaba muerto!

Apresuré el paso pensando en todas y cada una de las cosas que le podían provocar dolor a un hombre y en definitiva las cuatro que encabezaban la lista me agradaban y mucho porque contenían la incapacidad indefinida para él.

Seguí con mi mirada sobre ellos y vi a Claire empezar a forcejear con él, lo empujó en más de una ocasión y cuando el idiota captó el mensaje y la soltó, recibió una cachetada en la mejilla derecha, justo en el lugar donde no tenía pensado hacerle daño.

Empezaron a hablar, pelear, y entonces el idiota hizo el último error de su vida, atrapó una de las manos de Claire y abriendo la puerta trasera del coche trató de obligarla a entrar. Yo estaba a escasos metros, alcancé a escuchar su discusión.

—¡Entra, Claire! —Gritó el idiota jalándola aun mas fuerte— ¡Te digo que entres!

—¡Y yo te digo que no lo voy a hacer! —Exclamó decidida haciéndose de fuerzas para soportar el ataque.

—¡Soy tu novio, tengo todo el derecho de…!

—¡Claro que no tienes ningún derecho sobre mi! —Lo desafió con la mirada y trató de tranquilizarse— Si eso piensas, entonces, ¿sabes qué? —Se acercó a su cara, yo la observé detenidamente— ¡Ya no quiero nada contigo! —Exclamó perdiendo el control.

—¡¿Estás terminando conmigo?!

—¡SI! —Gritó decidida viendo a los ojos del muchacho quien se quedó sin habla y con una mirada de confusión en el rostro. Sonreí, mi Claire le estaba dando en el orgullo— Ahora, ¡Suéltame!

Esa era mi entrada.

—¡No me vas a terminar tan fácilmente niñita, tú…!

Un puñetazo llegó directamente a su cara proporcionada por mi puño que llevaba metros deseando estamparse en su cara.

—¡¿Qué rayos te sucede, imbécil?! —Gritó mientras se tambaleaba de un lado a otro pero sin caerse— ¡¿Qué rayos…?!

No pudo hablar de nuevo, estampé de nuevo mi puño contra él, estaba vez en el estómago. Yo estaba furioso y él recibiría mi ira, nadie trataba a Claire como él la trató.

—¡¿Quién rayos eres?! —Preguntó mientras se agarraba la mandíbula y trataba de bajar el dolor. Él aun no sabía lo que era el dolor.

—¡Quil, basta! —Escuché la suave voz de Claire en un grito que me hizo detenerme antes de lanzar otro golpe.

Me volteé hacia ella y me acerqué dos pasos.

—Claire… —Un puño sobre mi quijada no me dejó hablar. ¿Así que el imbécil tenía fuerza? Me volteó la cara, pero no hizo más; no podría hacerme daño alguno, yo lo sabía, él no— Tengo que enseñarle a este imbécil cómo se debe tratar a una señorita como tú —Dije mientras regresaba la mirada al frente lentamente.

—¿Eres Quil? ¿El pervertido que siempre está tras Claire? —Preguntó el idiota, apreté mis puños y mi cuerpo se tensó. Cerré mis ojos y moví mi cabeza de un lado a otro, varios huesos tronaron mientras mis dientes chocaban unos contra otros, si me enfurecía de mas el chiquillo terminaría muy mal.

—Claire sube al auto —Dije fuerte y claro, no permitiría que ella viera mas de esa pelea.

—Pero Quil…

—¡Claire, te dije que subieras al auto! —Repetí aun mas fuerte, volteé mi cara hacia ella mientras mis facciones se endurecían y mis ojos pedían sangre. Seguramente ella también vio el odio en mi mirada porque de inmediato corrió hacia el auto.

Yo regresé mi atención al idiota frente a mi y caminé los pocos pasos que nos separaban; el imbécil estaba temblando mientras caminaba hacia atrás, su postura quería aparentar fortalece mientras me miraba directamente a los ojos. Yo quería asesinarlo por el simple hecho de haber puesto sus manos sobre Claire, el gritarle y forcejear con ella solo habían ayudado a que yo explotara.

En uno de sus pasos hacia atrás tropezó con algo y terminó quedando tendido en el suelo como lo que era, una basura.

Caminé hasta quedar a un lado de él y me puse en cunclillas. Lo quería matar, cierto, pero nunca me gustaron las peleas ni golpear a nadie, mucho menos sabiendo que yo realmente podía lastimarlo.

—Tú, idiota —Susurré casi en su cara—, escúchame muy bien —Advertí y respiré profundamente—. No me gusta pelear y nunca me ha gustado golpear a alguien, pero si vuelves a poner una mano encima sobre Claire no querrás que yo me entere —Amenacé fijando mi mirada en la suya y con la cara mas seria que alguna vez pude tener— Pero si lo haces, ten por seguro que me enterare.

—No me importa lo que digas; ella es mi novia —Se atrevió a declarar mientras alzaba su cara a la par de la mía.

—No desde hace cinco minutos cuando Claire te mandó al demonio —Contradije— Ahora…

—¡Me importa un carajo lo que digas, no me puedes hacer nada, no tienes las agallas!

—Creo que aun no lo entiendes del todo —Alcé un dedo poniéndolo frente a su cara, fruncí el entrecejo y apreté los labios— Lo repetiré de nuevo y mas específicamente; esta vez pon atención. Vuelves a acercarte a ella de la forma en que lo hiciste hoy y olvidaré que odio pelear, me olvidaré que eres un adolescente y te buscaré por todas partes hasta encontrarte y te romperé todos y cada uno de los huesos de tu cuerpo y después… —Me detuve y sonreí mostrando todos mis dientes—, probablemente no querrás saber lo que puede pasar después.

Me puse de pie y me di la vuelta. Aun seguía enojado, pero no desataría mi furia con él, no sería una pelea justa. Además de que mi coraje no era por él, era por lo que él estaba representando para Claire, lo que yo quería representar para ella y que difícilmente podía ser.

Caminé de vuelta a mi carro, abrí mi puerta y entré; Claire estaba sentada a mi lado con la cabella agachada y contrayendo la mochila en su pecho, varias lágrimas escapaban de sus ojos y algunos sollozos se escucharon contenidos en su garganta.

No dije ni una sola palabra y ella tampoco. Encendí el motor y reversé de una manera tan brusca que logré que el carro se coleara y dejara marcas en el pavimento cuando di la marcha al frente. Estaba tratando de que la velocidad me calmara.

Manejé sin decir nada, solo la veía de tanto en tanto para ver cómo empezaba a recuperarse del susto. Quería abrazarla y reconfortarla, aunque probablemente yo fui quien la asustó mas, pero ella había sido quien se metió con ese sujeto a quien yo ni siquiera conocía. ¡AH! Mi mente quería explotar, estaba llena de preguntas, dudas y emociones.

Claire sollozó de nuevo y mas fuerte mientras se tapaba la cara con las dos manos para impedir el llanto. Decidí que tenía que hacer algo de inmediato.

Me salí del camino y detuve el auto, tenía que hablar con ella.

El motor dejó de hacer el ruido de la marcha y quité mis manos del volante, me giré hacia Claire para disculparme por lo que había pasado, pero antes de poner decir alguna palabra sentí sus pequeños brazos rodear mi cintura y descansó su cabeza en mi pecho. Empezó a sollozar y yo no supe hacer otra cosa mas que acariciar su cabeza una y otra vez. Traté de tranquilizarla tan bien como pude.

—Me asusté —Susurró sobre mi pecho y me abrazó más fuerte—, me asusté mucho.

—No te preocupes, ya todo está bien; él no se volverá a acercar a ti de nuevo —Prometí y ante mis palabras ella se separó de mí y sus sollozos se acallaron mientras me veía con una mirada confundida en el rostro.

—No estoy asustada por lo que me pasó —Declaró mientras sacaba una de sus manos de mi cuerpo y se fregaba la nariz—, me asustó que pelearas con Vincent.

Así que el idiota tenía nombre…

Bufé y rodé los ojos, ese tipo no podría haberme hecho nada.

—No golpea tan fuerte —Le dije—. Además, soy un tipo duro.

—Lo sé —Contestó ella de inmediato y con tal seguridad que me quedé con la mirada fija sobre ella—. Pero eso no quita que me preocupara por ti —Agregó y volvió a abrazarme.

—Olvídalo, ya pasó, no volverá a acercarse a ti —Aseguré y la abracé, en verdad esperaba que él ni otro chico se acercara a ella.

—Parecía un buen muchacho —Dijo suavemente, más para decírselo a sí misma.

—Michael no pensaba lo mismo —Solté y Claire se separó de nuevo, obviamente quería saber a qué me refería, le contesté antes de que hiciera la pregunta—. Me lo encontré cuando te buscaba; dijo que ese chico era un idiota.

Claire se separó por completo de mi y volvió a su asiento, limpió sus lágrimas y empezó a morderse las uñas. ¿Qué había pasado? ¿Por qué Claire no me habló de Vincent? Siempre me contaba todo, lo que sea, no importaba lo que fuera, era su confidente, su amigo, ¿Qué había cambiado? ¿Qué más no me había contado?

—¿Me dirás quién es Vincent? —Pregunté volteando mi cuerpo para verla directamente, pero ella evadía mi mirada—. ¿Quién es? —Repetí.

Claire siguió con la masacre a sus uñas hasta que decidió parar y suspirando se dispuso a hablar; y es que sabía que yo no me quedaría tan tranquilo si no recibía una explicación.

—Vincent es un chico de mi clase de Educación Física, vive fuera de la Push y parecía… agradable —Se cohibió ante la incoherencia que ahora parecía eso dado que de agradable no tuvo nada—. Tiene dos hermanos pequeños y…

—No me importa su vida —Interrumpí, no me interesaba saber quién era él, quería saber qué significaba él para ella— Lo que quiero saber es, ¿en qué momento se convirtió en tú… tú… —No me era para nada fácil decir esa palabra, hice una mueca de repulsión antes de poder soltarla— tú novio? —Me quedé con la mirada fija sobre ella.

Claire se quedó en silencio y con la vista perdida en la ventanilla, no quería hablar; dio inicio la masacre de sus uñas. La conocía desde que tenía dos años, había pocas cosas que me ocultaba, pocas cosas que yo no era capaz de ver; como en ese momento, podía ver que estaba nerviosa y que se estaba convirtiendo difícil para ella hablar de lo que no quería; pero si la conociera tan bien, si aun la conociera como antes, como siempre, no debería de preguntar, debería de haberme percatado de lo que pasaba desde antes.

—Empecé a hablar con él hace apenas unas semanas —Al fin empezó a hablar y yo le puse completa atención—; es el capitán del equipo de lucha de la escuela y yo estoy en el equipo de voleibol; lo veía a diario en los entrenamientos. Me empezó a hablar muy seguido en la escuela, entre clases, cargaba mis libros, me acompañaba a almorzar; me sentía bien —Se detuvo y sonrió, no me gustó como sonrió– Hoy me pidió que fuera su novia —Sus manos empezaron moverse una contra otra, estaba nerviosa, muy nerviosa— Le dije que si, luego sucedió lo del estacionamiento y acabó todo —Se cubrió la cara con las manos—. Fue el noviazgo mas corto de la historia.

—Entonces no lo querías —Pensé en voz alta; normalmente me pasaba, un defecto de tener a personas que entran a tu mente y saben todo de ti aunque no lo quieras, y es tan incomodo que mejor empiezas a decirlo todo sin que importe demasiado.

—No lo sé —Soltó tímidamente y empezó a negar con la cabeza una y otra vez.

—Entonces, ¿Por qué aceptaste ser su novia?

—Porque… porque… —Se talló la cara varias veces y bajó sus manos entrelazadas a su regazo; había algo que no quería decirme, por alguna razón había algo que seguía ocultándome.

—¿Por qué? —Insistí.

—Porque necesitaba comprobar algo.

—¿Qué cosa?

Se quedó en silencio con la mirada perdida y alejada del mundo, alejada de ese momento; apoyó su cabeza en la ventanilla y vi como una lágrima recorría su mejilla.

—Necesitaba comprobar que lo que me pasaba contigo era normal, que era debido a mi edad —Susurró, yo no estaba entendiendo absolutamente nada.

¿Conmigo? ¿Qué le pasaba conmigo?

—Aun no entiendo —Admití— ¿Qué te pasa conmigo?

Volteó la cara y me vio directamente, sus ojos estaban cristalinos y varias lágrimas bajaban por sus mejillas.

—¿Es que acaso no te has dado cuenta? —Me preguntó con su dulce voz llena de sufrimiento.

—¿De qué?

Se limpió varias lágrimas y se acercó, tomó mi cara entre sus manos y habló.

—Cada vez que te toco siento un cosquilleo en mis manos —Acarició mis mejillas y me vio con tanta dulzura que me puso nervioso; pasé saliva y esperé que continuara—, cada vez que estás cerca de mi siento que mi corazón se va a salir de mi pecho; igual que en este momento —Pasó una mano por mi cabello desordenándolo—, cada vez que estás cerca mi cuerpo tiembla por completo —Acarició mi brazo suavemente, toda mi piel se erizó—, cada vez que me abrazas y me proteges sé que todo estará bien, que nada puede pasar, porque estás conmigo y eso es lo único importante –Me abrazó y hundió su cara en mi pecho. Desde pequeña, cuando estaba nerviosa o asustada le gustaba escuchar los latidos de mi corazón, no sé por qué pero le tranquilizaba—. Todo eso no parecía normal, pero tenía que serlo, debía de poderlo sentir con cualquier otro chico, tenía que deberse a mi edad.

La abracé, mi corazón empezó a latir más fuerte. Ella había descrito lo que yo sentía cuando estaba a su lado, cuando la abrazaba y la sentía cerca, cuando escuchaba su voz y veía su sonrisa, cuando sus ojos brillaban y ella reía.

—¿Qué descubriste con tú experimento? —Pregunté más nervioso de lo que había estado en mi vida; la tenía a tan solo unos centímetros y me estaba confesando lo que sentía.

No contestó en seguida, se quedó escuchando mi corazón un poco más y sintiendo el calor de mi cuerpo, trataba de tranquilizarse, lo sabía. Algunas cosas no cambiaban aunque ya hubieran pasado varios años.

—Descubrí que con Vinvent no sentía nada que se le pareciera —Admitió mientras se separaba de mi un poco y surcaba su mirada entre mis ojos—; pero lo más importante que descubrí fue que cuando cerré los ojos y Vincent me besó… —Se interrumpió y agachó la mirada. Regresó a su asiento y sus mejillas se sonrojaron mientras volteaba la mirada hacia la ventanilla para que o no pudiera verla.

—Cuando él te besó, ¿Qué? —Yo no quería recordar esa escena, pero quería saber cómo terminaba esa frase.

—N-no te lo pue-edo decir.

—¿Por qué?

—Porque se supone que no lo debo de sentir —Susurró muy bajo, casi para que yo no lo escuchara, pero tenía el mejor oído—. Se supone que una persona no se enamora de aquel que fue su hermano —Su voz se quebró mientras repetía cada frase que se decía a ella misma siempre. Pude suponerlo porque era como aquellas que yo me repetía cada día—, no se enamora de su mejor amigo y confidente —Apretó los ojos y cerró sus manos en puño, estaba siendo difícil decir todo eso en voz alta, pero Claire era valiente y decidida, una vez que empezaba iba a terminar—; no se enamora de la persona que ha estado a su lado durante toda la vida y que la conoce por completo; una persona normal no se enamora de su hermano. No, no lo hace —Negó varias veces con la cabeza, diciéndoselo a sí misma también.

Yo estaba en una espacie de letargo por varios minutos. Ella me estaba confesando que estaba enamorada de alguien, que estaba enamorada de mí. Ella era mas valiente que yo, no podía creer estar escuchando eso. Apoyé mi cabeza en el respaldo del asiento y me quedé viendo al techo, puse una mano en mi frente y sonreí. Llevaba soñando durante varios meses el momento en que escucharía eso de sus labios, pero todo se quedaba en eso, un sueño.

Siempre me dije a mi mismo que las posibilidades de que Claire se fijara en mi eran mínimas, yo no representé jamás un hombre en su vida, era mas como parte de la familia. Un tío muy consentido o un primo muy divertido, incluso un hermano mayor protector. Siempre pensé que el haberla conocido desde tan pequeña me había puesto en ese problema de convertirme en familia y ella jamás podría verme como un hombre. A pesar de saber y ver eso cada día de mi vida junto a ella no lo cambiaría.

—Quil, ¿Por qué siempre has estado conmigo? —Me preguntó de pronto girando su mirada hacia mí, levanté mi cabeza, no me esperaba que me preguntara eso porque esa era la pregunta que podría obligarme a decir todo lo que desde siempre debió saber.

—¿Eh? —Traté de ganar tiempo, traté de pensar cómo decirlo.

—¿Por qué siempre has estado conmigo? —Recargó su cabeza en el asiento y se quedó con la vista al techo—. Desde que tengo memoria has estado junto a mí, en cada cumpleaños, en cada fiesta familiar, en cada festival escolar, en cada salida familiar, en cada campamento, siempre has estado ahí, cada vez que lloraba o reía te tenía a un lado; en cada recuerdo que tengo estás tú —Se detuvo y suspiró—. Aun no entiendo por qué cada vez que te llamaba de improviso y te decía que estaba aburrida y quería salir o que quería verte, no importaba que estuvieras con tus amigos o con tu familia, antes de que pudiera darme cuenta ya estabas en la puerta de la casa tocando el timbre para recogerme, ¿Por qué dejabas todo por mi? —Preguntó y la perfecta respuesta que yo podría darle sería que porque ella era todo para mí; pero no podía decírselo—. También aun me pregunto por qué cumplías todos mis caprichos solo porque sí. Recuerdo perfectamente que cuando quería una caja de nieve de galleta Oreo manejabas por toda la autopista 96 hacia la salida a Port Angels hasta esa vieja estación de gasolina que es el lugar más cercano donde la venden. No sé por qué lo hacías y aun sigues haciendo. No tenías la responsabilidad de hacerlo, además de que tú deberías de estar más interesado en carros, chicas, estudio, trabajo, diversión, no en una pequeña niña caprichosa que quería el mundo en las manos —Sus ojos se entristecías ante cada palabra— Por favor, dímelo por qué —Rogó humedeciendo sus labios y mirándome fijamente.

—Es complicado de explicar —Me excusé de inmediato quitando mi vista de la de ella, no podía aguantarlo.

—¡Ya no tengo ocho años! —Gritó. Cuando ella tenía ocho años y me preguntaba muchas cosas que no podía contestarle siempre le decía la misma frase. "Cuando seas mayor te lo diré".

—Sé perfectamente que ya no tienes ocho años, Claire, lo sé —Claro que lo sabía, era difícil no notarlo. Respiré profundamente.

—Necesito saber —Suplicó y yo tragué saliva; deseaba decirle, debía decírselo, pero siempre era difícil comenzar— ¿Aun no lo entiendes, verdad? —Preguntó con su mirada buscando la mía, volteé hacia ella y me quedé viéndola fijamente y tratando de reprimir mi sufrimiento.

—¿Qué cosa?

—Te quiero —Soltó mientras sonreía y me veía fijamente.

—Yo también te quiero, Claire —Le respondí de inmediato también con una sonrisa.

—No, no —Negó varias veces y se acercó a mí un poco—. Creo que no lo dije con las palabras exactas. Te amo —Declaró, me quedé sin aire, sin algo coherente que decir y probablemente sin habla.

Ella había dicho… ¿ella en verdad lo había dicho? Me quedé estático por mucho tiempo, que no vi cuando Claire volvió a su asiento con la vista al frente. Una cosa es que lo hubiera dicho al aire, pero me lo dijo directo y sin titubear.

—Te amo como no debería de hacerlo. —Se abrazó a si misma y levantó su vista al techo— No debería de desear tenerte de otra manera, no debería de desear que me estreches contra ti y me abrasaras hasta tenerme lo mas cerca posible, no debería de desear que me besaras, no debería de desear que tu mirada solo esté sobre mi. No, no debería de desear lo que no puede ser mío —Empezó a sollozar y tapó su cara con sus manos— No debería de desearlo, no debería siquiera soñarlo.

Estaba estático en el asiento, quería gritarle que la amaba, estrecharla contra mi cuerpo y besarla, besarla cuanto me fuera posible; pero no debía hacerlo, no hasta que ella pudiera amarme aceptando lo que soy.

—¿No te importa que yo tenga quince años mas que tú? —Debía de preguntar, era algo que no podía dejar pasar.

—Quil —Me llamó mientras movía un poco su mano y permitía que uno de sus ojos me viera—, tú nunca has aparentado la edad que tienes.

Eso para mi significaba que no y una sonrisa volvió a escapar de mis labios.

—¿Estás enamorada de mi? —Pregunté aun sin creerlo posible.

Claire con su cara escondida entre sus manos asintió muy lentamente.

Yo estaba… ¿Feliz? ¿Emocionado? ¿Conmocionado? ¿Enamorado? Yo estaba todo eso y aun más si era posible. Me sentí encerrado, quería gritar y moverme de un lado a otro, mi cabeza quería estallar y por todos los dioses que quería besarla. Pero por otro lado, dejé de sonreír, Claire amaba a la persona que estaba junto ella cada día, a la persona que conocía de toda la vida y que la conocía a ella desde siempre; pero, ¿amaría al lobo que estaba dentro de mí, a la criatura peligrosa en la que podía convertirme?

Respiré profundamente y me volteé hacia ella, la prueba de fuego se pondrían sobre la mesa.


¿Reviews?

Tengo un capítulo mas que publicaré pronto.

Cuidense.

XOXO
rosa . chocolate