Pareja: Mei x Naruto
Género: Erótico – lemon
Cantidad de capítulos: 2
Titulo: El masajista
-Señora, lo sentimos mucho pero la masajista se ha puesto enferma y no
disponemos de nadie, salvo que quiera que le dé el masaje el masajista de la sección masculina. –dijo la recepcionista del Spa.
Me quedé unos momentos dudando, pero enseguida respondí que no me
importaba que lo que necesitaba era mi masaje semanal. Nunca me había dado un masaje un hombre. En esos sitios existe la separación por sexos, a los hombres les dan masajes a los hombres, y a las mujeres, las mujeres, supongo que será por el hecho de que el masaje corporal completo implica quedarte
completamente desnuda.
-Acompáñeme por favor.
Como siempre me acompañaron a la salita de masaje, donde, ya sola, me
desnudé, me tumbé en la camilla boca abajo, con la toalla, tapándome
de la cintura para abajo. Al momento oí abrirse la puerta y al
girar la cabeza vi entrar a uno de los hombres más sexualmente atractivos
que había conocido nunca.
Alto, rubio, con unos ojos azules impresionantes y una sonrisa
encantadora, un joven guapísimo. Iba completamente vestido de blanco,
con una camiseta ajustada que dejaba adivinar un pecho ancho y
poderoso, los pantaloncitos cortos que llevaba, igualmente blancos
dejaban al descubierto unas piernas fuertes y musculadas, en la
entrepierna se veía el bulto de su "paquete", que, en principio, parecía
nada despreciable.
Lo más atrayente de él era, como ya he dicho, el magnetismo sexual que
se desprendía de todo su cuerpo. Fue tan grande el impacto sexual que me
produjo que sentí como mi vagina se humedecía y contraía, como
preparándose para una penetración que ella, antes que yo, deseaba.
Al entrar me preguntó. –buenos días, me llamo Naruto Uzumaki y soy el masajista.
-Mei Terumi.
Él asintió y sonrió dejándome deslumbrada.
-¿La señora se dará un masaje corporal completo?.
A lo que respondí, con un hilo de voz para no dejar traslucir el deseo que
se había apoderado de mi persona, -si.
Se acercó a la camilla y con toda naturalidad me quitó la toalla dejándome completamente desnuda. Sentí un escalofrío de deseo recorrer
todo mi cuerpo y como aumentaba la humedad entre mis piernas. Comenzó por masajearme la espalda y el cuello con movimientos lentos, pero fuertes, recorriendo cada uno de mis músculos que al paso de sus manos se des contractaban y relajaban.
Continuara.
