Disclaimer: Los personajes aquí citados son de Once Upon a Time y son pertenecientes a Edward Kitsis y Adam Horowitz.

―¡Cambia de emisora!― grita mientras su amiga continua cantando, ignorándola a propósito― venga, Emma... ¡Qué odio ésta canción!

―Vale, vale...―cambia la emisora hasta que Ruby queda satisfecha con la escogida―. ¿Happy?―pregunta fijando en ella sus verdes ojos.

―Encima que te llevo cada día― y le lanza un puñetazo sin maldad.

―Que sí, plasta― una sonrisa se dibuja en sus rosados labios.

El sol del mediodía tiñe su rubia melena, que rebelde, ondea al viento que se cuela por esa ventanilla bajada por el calor. Sus ojos verdes pasean por esos paisajes que pasan veloces bajo el duro asfalto. Canta divertida esa canción, quizá a demasiado volumen, que suena potente en el coche. Se pierde entre esas palabras de amor de un cantante enamorado o tal vez no, pude que sólo sea un buen actor dando forma a unas palabras sin sentido para él.

Pero en ese instante preferiría una canción alegre, enérgica, acorde a su estado de humor con el que ha despertado. Asoma su rostro por la ventanilla para espantar el calor de ese verano, que perezoso o quizá cruel, no ha querido irse y ha decidido quedarse un poco más, ocupando septiembre. Ni siquiera los tejanos cortos y la camisa de tirantes consiguen burlar ese sofocante calor y lo cierto es que ya empieza a añorar su cazadora roja.

―Pongo el aire ¿okey, Ruby?

―De acuerdo― le sonríe y vuelve a fijar la vista en la carretera mientras sube las ventanillas y conduce segura, dueña de todo. Temeraria conduciendo, el lobo del retrovisor se tambalea.

Destacan la una al lado de la otra. Ruby con su cabello oscuro enmarcado por dos mechas rojas muy llamativas, sus ropas siempre provocativas. Sus labios siempre pintados de rojo y sus ojos resaltando y atravesando con miradas seductoras y provocadoras. La chica enamorada del amor que se niega a admitirlo pero es incapaz de negarlo. Siempre diciendo lo que siente. Ciertamente nunca han parecido pegar mucho. Porque Emma es la eterna rubia, siempre con sus camisetas de tirantes, sus pantalones demasiado ceñidos, su actitud desafiante, con unos ojos verdes capaces de retar o someter a cualquiera. Guardando lo que siente con candado en el fondo de su alma. Pero pese a ser esa extraña pareja, nada más conocerse, hace un año justo hoy, se llevaron bien, como si ser amigas fuera su destino.

Podría ser por ser tan diferentes y aún así siempre con un tema de conversación, una palabra de ánimo, un hombro amigo, simple amistad.

Emma enciende el aire acondicionado y se recoge el cabello en una moño. "Que llegue ya el invierno, por dios" piensa pese a saber que cuando éste llegue deseará que se vaya y llegue el verano. Siempre caprichosa.

Empieza a sonar esa canción que les encanta y ambas, contentas, ajenas a todos y a todo, la cantan a voz en grito:

Deixa que et canti una cançó uoo uooo / Deja que te cante una canción ―Emma siempre dice esta linea.

Una cançó per el somriure més bonic d'aquesta nit / una canción para la sonrisa más bonita de esta noche―y Ruby siempre responde con esta para acabar cantando a dúo la siguiente― Uoo uooo uooo Que ets tan salvatge i tan catarra com jo / que es tan salvaje y tan catarra como yo

Y así siguen, cantando aprovechando esos escasos minutos que les quedan de esas vacaciones demasiado cortas para su gusto y más cuando en un cuarto de hora empieza esa primera clase de su segundo curso de carrera.

Distraídas no ven el seat gris desde el que unos chicos las miran embobados soltando todas las barbaridades que les harían a esas dos hermosas jóvenes que bailan y cantan al compás de una canción que marca el ritmo veloz del coche.


Recoge la mesa rápido, no puede llegar tarde el primer día de clase y menos ella que es la que debe dar ejemplo. Camina veloz por la casa buscando esas llaves que parecen reírse de ella escondiéndose cuando más falta le hacen. Por fin las encuentra, en su sitio, donde siempre están. Suelta una maldición mientras que se cuelga del brazo el maletín y sale veloz de su casa tras activar la alarma. Camina deprisa por los adoquines del patio, o todo lo que puede, más lenta de lo que le gustaría, los tacones la ralentizan pero son parte de ella ya. Llega al coche y cuando está dentro, arrancando, el móvil suena.

―Hola― dice mientras activa el manos libres y dando marcha atrás se incorpora a la carretera, quizá más rápido de lo que debería, pero no importa, su deber es llegar puntual.

―Ui... tu tono de voz me dice que vas tarde ¿no?

Sonríe resignada al reconocer su voz.

―Me he entretenido, Robin, no es un delito.

―El delito será que vayas muy rápido conduciendo.

Reduce un poco la velocidad, él tiene razón, como siempre. Escucha su risa despreocupada al otro lado de la linea.

―Bueno, ¿qué quieres?

―Nada, sólo llamaba para desearle suerte a mi mujer en su primer día de trabajo tras las vacaciones ¿o no puedo?

―Puedes ―se ríe mientras adelanta a un conductor despistado mirando los carteles―. ¿Cómo va el día?

―Bien, pero he de volver al trabajo― suspira―. Hoy llevamos un día de perros...

―¿Mucho trabajo?

―Demasiado... en fin, que vaya bien, Regina.

―Igualmente.

―Te quiero.

Mira el teléfono como si fuese a verlo a él, cierra los ojos y esboza una triste sonrisa.

―Y yo a ti― pero ha tardado demasiado, él ya ha colgado.

Continua conduciendo, pone la radio, no, no le gusta esa canción. La apaga. Mejor ir en silencio, sí, mucho mejor. Avanza por la autopista, sin ir muy rápido pero al límite de lo permitido. Finalmente consigue llegar a la universidad con tiempo de sobra. Aparca en el parking y antes de bajar del coche se mira en el retrovisor para darse un último visto bueno a su rostro. Asiente satisfecha y baja, calmada, segura, como siempre lo es en la universidad y se dirige a su clase colocándose bien la falda de su traje.


Aparcan y nada más bajar encuentran a esos compañeros de curso, que son amigos, pero sólo en la universidad. Se llevan bien con ellos, tampoco es que no los quiera ver fuera de las clases, pero con Ruby y Elsa se conforma. Se reúnen con ellos cuatro y se saludan contentos, se hacen rápidos resúmenes de sus vacaciones, algunas más aburridas, otras delirantes. Caminan despreocupados hacia el aula, listos para la primera clase.

―¿Qué tocaba?― pregunta Emma.

Neal consulta el calendario y empalidece.

―¿Qué pasa?

―Toca Literatura inglesa II...― su voz se tiñe de cierto hastío y miedo.

―Pero si es genial, es la mejor asignatura que tenemos.

―Pero nos la da ella― Ashley la mira con sus negros ojos para enfatizar el valor de esas palabras.

―¿Quién?―Ruby los mira sin entender.

Phillip y Aurora alzan las cejas mientras miran a las dos como si fueran tontas.

―¿No lo sabéis?

What? ―Emma se exaspera y como siempre que lo hace, habla en inglés, y es cuando más se nota que es americana.

―La tenemos a ella ―Aurora se ajusta su diadema roja mientras camina de nuevo cogiendo de la mano a Phillip―. La Evil Queen.

―No...―Ruby suelta una maldición.

―Sigo sin pillarlo.

Philip le revuelve el pelo y le dice:

―Nos toca la malvada reina, Regina, la peor profesora.

―¿Por qué es la peor?

―Porque casi nadie aprueba con ella, es de las mejore profesoras explicando, o eso dicen, pero corrigiendo es una auténtica villana. Cualquier fallo, por pequeño que sea, lo ve, y lo penaliza como nadie.

Emma asiente, le da igual cómo, o qué mote tenga, es su asignatura favorita, no va a dejar que la hundan. Siempre ha sacado matrícula en literatura, bueno, y en todas, no tiene intención de que ello cambie, sea quién sea la profesora o el profesor. Es más, no puede evitar sonreír ante la expectativa de un reto.

―Lo que sea. Me da igual.

―Lo dice la del diez.

Y riendo entran en el aula. Se sientan todos en la misma fila, la cuarta, la mejor, no estás ni muy delante ni muy atrás, perfecto para escuchar o ignorar al profesor cómodamente. Casi todos los alumnos ya han llegado y todos parecen comentar lo mismo: ¿Cómo será esa profesora, la implacable y cuántos lograrán aprobar?

Emma los ignora y se sienta al lado de Ruby que habla con los otros cuatro del mismo tema. "Sólo es una profesora, por dios..." piensa mientras saca el móvil y escribe un WhatsApp "Te apetece quedar esta noche y seguir donde lo dejamos?", lo envía y mientras espera la respuesta saluda a un par de conocidos del año pasado, ni siquiera recuerda sus nombres, pero tampoco es que importen mucho.

El móvil suena, Elsa ya ha contestado, rápida como siempre, sonríe y lo abre "No lo dejamos en ningún lado ¡Idiota! Pero, vale, ven a mi apartamento a las nueve, estaremos solas, hago algo de cenar. Un beso" Asiente satisfecha y se vuelve para ver como Ruby mira la pantalla divertida.

―¿Nuestra Swan tiene cita para esta noche?

―Calla ―le da un codazo― podrías hacer lo mismo, quizá un buen polvo te quite la cara de mala hostia ―bromea sonriente mientras esquiva un puñetazo de su amiga.

―Idiota...

Y entonces, entra ella, la implacable, todos enmudecen. Emma pone los ojos en blanco y contesta " a las nueve estaré" lo envía mientras en el aula sólo se oyen los tacones de la profesora, que camina con paso firme hacía su mesa. La rubia alza la vista y se queda prendada, pero por motivos diferentes a los de los otros alumnos.

Observa a la "malvada reina" y queda fascinada, no es guapa, es preciosa. Tiene un cuerpo de infarto. El cabello castaño recogido en un moño que le da un aire de estricta en perfecta armonía con sus ojos negros, no, marrones, pero muy oscuros, arrebatadores, enmarcados por unas cejas finas. Una camisa roja con un poco de escote que se ciñe a su cuerpo resaltando sus curvas y una falda negra alta que se pega a su cadera y envuelven esas curvas de infarto insinuadas por la camisa. Y para acabar unos tacones negros que resuenan en el aula. La ve y no puede evitar pensar que es una especie de femme fatale. Ese aire distante y estricto envuelto en belleza, si ella fuera la heroína de alguna historia y ella la villana caería a sus pies encantada.

―Guau... ―susurra sin poder contenerse, nota la mirada divertida de Ruby, pero no le importa. "Está buenísima" es lo único que puede pensar.

La observa dejar su maletín en la mesa, ve como se sienta en ella y con sus piernas interminables cruzadas empieza a hablar:

―Bienvenidos. Soy Regina Mills, su profesora de Literatura inglesa II: donde entraremos en contacto con los autores, movimientos literarios y corrientes estéticas de los siglos XVIII y XIX ―su voz es fuerte y segura y sus ojos miran con superioridad, con altanería y cierto toque de maldad―. Les seré sincera, dudo que más de la mitad apruebe. Pero por intentarlo no pierden nada. ¿Alguna pregunta?

Los alumnos permanecen silenciosos, nadie tiene el valor de hacer una pregunta, las dudas pueden esperar. Y Emma sabe que si hiciese la suya terminaría como poco expulsada, preguntarle cómo sería posible terminar en su cama sería demasiado.

―Soy estricta, sí, pero el que aprueba es porque de veras lo merece ―una sonrisa se dibuja en sus rojos labios, un sonrisa fría como el hielo.

Continua hablando, implacable, como su apodo indica. Pero Emma se pierde en su rostro, tan bella. No presta atención a lo que dice. Desconecta sin darse cuenta, jamás habría esperado que fuese así. Trata de concentrarse en su clase y poco a poco coge el hilo de lo que explica. Es buena, sabe de que habla. Mientras la escucha, bebiendo de sus palabras, no aparta de ella su vista. Observa como pasea su mirada por todos los estudiantes y como se demora un poco en ella. Sacude la cabeza pensando que sólo se lo habrá imaginado y continua atendiendo.

Entiende porque dicen que es la mejor. Parece que lo que explica lo ama, que lo vive. Quizás sea la más estricta corrigiendo pero sin lugar a dudas es la mejor explicando, toma nota de algunos datos nuevos, que desconocía, aunque el dato más interesante es ella, la Evil Queen, Regina Mills.

Finalmente tras las tres horas de clase el primer día ya ha acabado.

―Adiós.

Sólo dice eso antes de salir caminando segura en unos tacones demasiado altos, quizá para remarcar cuan superior es. Los alumnos suspiran tranquilos al salir ella, su sola presencia impone. El aula empieza a vaciarse y Ruby y Emma se dirigen al coche.

―Te ha gustado ¿eh? Pero ya le vale, la de temario que ha dado para ser el primer día...

―Sí ―la rubia sonríe pícara, dejando al lado su dulzura― no esperaba que estuviera buena la verdad.

―Es verdad ¿eh? ―Ruby monta en el coche y Emma la sigue―. Yo me la imaginaba fea, gorda, vieja y amargada.

―Pues es delgada y guapísima y no debe tener más de treinta y cinco pero... lo de amargada no sabría decirte.

Y riendo se marchan contentas de haber resistido el primer día de clases, y sobretodo de haber sobrevivido a la Malvada Reina. Una asustada por lo difícil que puede ser el curso, la otra imaginando como sería estar con esa mujer. Sacude la cabeza y enciende la radio, para qué pensar en algo inalcanzable. Pero esa palabra "inalcanzable" hace que le den más ganas de tratar de acercarse a esa distante profesora. Sonríe y empieza a cantar distraída, "mejor me centro en mi cita de esta noche" piensa divertida mientras se pierden en el tráfico.

Entra en el despacho y saluda a los compañeros que hay en él. Tratan de parecer calmados, incluso a ellos les inquieta. Una media sonrisa se dibuja en su rostro mientras se dirige a su escritorio y lo ordena para tenerlo todo al día. Su fachada la oculta hasta que el despacho se queda desierto. Se derrumba en la silla. Se quita esa máscara que ya es casi ella y sonríe cansada. El primer día ha ido bien. La temen. Como debe ser, como quiere que sea.

Pero algo la ha molestado. Esa chica. No la miraba con respeto, más bien la miraba con interés y fascinación. "¿Por qué será?" piensa distraída mientras recoge y se marcha "Qué más da, esa chica es lo de menos, me lo habré imaginado. Pero no parece española, parece extranjera, es muy mona." Y con ese pensamiento se marcha y se sube en el coche, trata de ordenar sus pensamientos y se pone a pensar en qué hará para cenar. Y el pensar en volver a su casa la abate, no quiere volver, hace años que no quiere volver.

Continuará...