Los personajes de Bleach pertenecen a Tite Kubo.

La historia es una adaptación del libro Drácula de Bram Stoker. (No lo pude evitar, quede fascinada con el libro).

ADVERTENCIAS: Contiene Ooc.


Fic dedicado a Yuko que me pidió una historia de vampiros, aunque pido una disculpa por no poder poner algunas cosas que me pidió. Ojala leas esto.


EL PRÍNCIPE DE LA NOCHE

CAPITULO I.- El origen del mal.

Año 1500. Reino Las Noches. Hueco Mundo.

Las Noches era un reino muy próspero, abundante en bellos paisajes y riqueza, por lo que constantemente era amenazado con las invasiones de los reinos enemigos, pero afortunadamente tenían un buen líder, el príncipe. Él era un hombre fuerte, valeroso, gallardo y muy tenaz.

Otra característica es que era un reino muy creyente y respetuoso de la ley cristiana.

Esa fría noche una mujer dormía plácidamente en su habitación del castillo cuando sintió una caricia sobre su cabello, abrió sus ojos azules y sonrió al verlo junto a ella. Se incorporó rápidamente y se fundió en el cálido cuerpo de su esposo a través de un abrazo.

Habían pasado muchos días desde que no lo veía, pues él era el príncipe y comandaba el ejército del reino, y apenas había regresado de una dura batalla contra el ejército que pretendía invadirlos.

—¿Cómo te fue? —le preguntó cuándo lo soltó.

—Ganamos, como siempre. —le dijo retirándole el mechón negro que caía sobre su cara para luego fundir sus labios con los suyos. Extrañaba la calidez de su esposa y ansiaba borrar de su mente las grotescas escenas de la guerra.

Él era un temible guerrero, pues no presentaba compasión a la hora de acabar con sus enemigos y jamás se daba por vencido, ya que si la batalla no terminaba a su favor, se retiraba por un tiempo para luego atacar con más fuerza. También era considerado por muchos como alguien frio y sin corazón, sin embargo eso era erróneo, ya que él le profesaba un inmenso amor a la mujer que ahora recostaba sobre la cama.

Unas horas después, en la madrugada, la mujer que yacía desnuda entre sus brazos, se despertó pues creyó escuchar ruidos, se colocó la bata y caminó por la habitación hasta llegar a un gran espejo tallado en madera. Ahí se dedicó un momento a contemplar su reflejo iluminado tenuemente por la luz de unas velas. Era una chica de baja estatura, de cabello negro hasta los hombros con un mechón que caía sobre su rostro, dueña de unos hermosos ojos azules y de una tierna sonrisa. Pero sus ojos se mostraban tristes, pues era mucho el peso que cargaba sobre ella y no se atrevía a confesárselo a su esposo, pues no quería que la considerara como loca o en el peor de los casos, hija del demonio.

—Regresa a la cama. —le dijo su esposo abrazándola por la espalda y contemplando con regocijo sus reflejos en el espejo. Así se podía pasar horas, contemplando en el espejo los enamorados que lucían.

De repente los murmullos de gente acercándose se escucharon, ellos se acercaron a la ventana de madera y vieron con horror como una multitud enfurecida se acercaba al castillo con antorchas en una mano y un arma en la otra, desde palos de madera hasta arcos y espadas, liderados por los sacerdotes del reino.

—Príncipe sabemos lo que es su esposa y es mejor que nos la entregue. —gritó un hombre desde afuera. —Es por su bien.

El príncipe no podía creer que el pueblo se atreviera a rebelarse contra él, pero lo pagarían muy caro.

El pueblo aunque amaba y respetaba al príncipe porque gracias a él el reino había prosperado, temía más a la furia del ser supremo y a la perdición de sus almas y la del joven príncipe. Por lo que sentían que era su deber librarlo de aquel demonio que tenía por esposa.

—Cuidado. —le gritó el príncipe a su esposa y a tiempo logró empujarla para esquivar una bola de fuego que lanzaron a través de la ventana.

Rápidamente él tomó un arco con flechas que se encontraba colgado en la pared y contraatacó, logrando derribar a varios hombres, sin embargo era poco lo que podía hacer contra la multitud enardecida.

—¡Ah! —gritó su esposa asustada, quien todo el tiempo había permanecido pegada a su espalda. Él volteó y se dio cuenta del motivo, ya había en la habitación varios hombres con antorchas, espadas y sogas. Al parecer hasta sus mismos soldados estaban en su contra.

Se apresuró a dispararle flechas a esos hombres que intentaban llevarse a su esposa, en la lucha las velas encendidas cayeron al piso provocando un incendio, ellos estaban acorralados pues de un lado estaba el fuego y por otro esos hombres, aun así no se acobardó y luchó con valentía. Tras de sí, podía sentir como el delicado cuerpo de su esposa temblaba de miedo y se aferraba con más fuerza a él. Al acabársele las flechas tomó su espada, el joven príncipe siguió luchando con más furia, atacaba a uno o a otro con su arma, estaba decidido a proteger a su mujer aun con su propia vida.

Pero al final los pobladores terminaron por someterlo a él y a su esposa.

—Es por su bien, ella es hija del demonio. —dijo un hombre antes de darle un fuerte golpe en la cabeza, aprovechando que estaba arrodillado, lo que lo dejó inconsciente.

Todavía estaba oscuro cuando recobró el conocimiento, se encontraba amarrado al tronco de un árbol y el lugar estaba iluminado por algunas antorchas alrededor de una plancha de madera, lentamente abrió los ojos y el terror se apoderó de él al ver a su esposa inconsciente tendida en la plancha, atada de pies y manos. Cuatro hombres, los sacerdotes, estaban junto a ella, uno de ellos con una estaca de madera.

—¡Suéltenla¡ —profirió angustiado. —o se arrepentirán. —amenazó.

—Ella es hija del demonio. —le dijo un hombre. —Puede hablar con los muertos, tenemos que salvar su alma y la nuestra. Tampoco podemos arriesgarnos a que nuestro príncipe sea corrompido por la maldad.

El secreto de la chica era que tenía el don de ver espíritus, pero en aquella época era algo incomprendido que se asociaba a lo satánico.

Él no creía lo que escuchaba, cómo se atrevían a inculpar a su dulce y pura esposa de semejante infamia. El rencor y odio se fueron apoderando de él.

—Juro que los mataré si la tocan. —les gritó intentando zafarse inútilmente.

La chica se despertó y el miedo se apoderó de ella al verse en esa situación y además su corazón se llenó de tristeza al ver a su esposo e imaginarse el dolor que estaría sintiendo en ese momento.

—¡Por favor, no le hagan daño! —pidió ella, temía por la vida del príncipe.

Pero los sacerdotes no hicieron caso de sus amenazas ni a las súplicas de la joven de cabello negro y después de recitar una oración y de santiguarse le clavaron la estaca en el corazón en el justo momento cuando salía el primer rayo de sol. Ella profirió un grito desgarrador que destrozó el corazón y el alma de su amado.

Luego los hombres le colocaron un rosario en la mano y un crucifijo sobre el pecho ensangrentado.

Por muchas horas el joven príncipe permaneció amarrado, pues seguía alterado y soltando maldiciones, pero él quería ir con su esposa que aún seguía tendida en aquella plancha, así que se calmó y les ordenó a sus sacerdotes soltarlo. Ellos así lo hicieron, pero lo mantenían vigilado.

El joven se aproximó hasta su difunta esposa y lloró amargamente sobre su frio cuerpo. Ahí estaba ella con el pecho ensangrentado y los ojos abiertos, el príncipe se sumió en una gran tristeza y desesperación, lentamente colocó su mano sobre los ojos de ella y con dolor se los cerró.

—Ella estaba maldita, no había otra forma para salvar su alma. —le dijo uno de los sacerdotes aproximándose a él. —Ahora podrá ascender al cielo.

El príncipe al escuchar eso se enfureció y como loco tiró el crucifijo y el rosario al suelo. ¿Maldita? ¿Cómo alguien tan buena y tierna podría estar maldita? , ella era la mujer más pura que había conocido. En ese momento se llenó de odio, odio hacia su pueblo que lo traicionó, odio hacia los sacerdotes que no fueron capaces de tener compasión por una criatura tan delicada, por él, odio hacia la vida, odio hacia ese ser supremo que permitió aquel acto tan atroz.

—Príncipe no haga eso, es sacrilegio. —dijo el sacerdote alarmado. —Puede perder su alma.

—¿Alma?, esa ya la perdí desde el momento que la mataron. —el sacerdote se persignó asustado. —Pero juró que regresaré de la muerte para vengar la de ella con todo el poder de las tinieblas. —dijo con amargura.

Los sacerdotes presentes se arrodillaron angustiados ante la falta de cordura del príncipe.

El príncipe de cabello negro ya había perdido toda su fe en Dios y renegaba de él, recurrió a pedir ayuda a los seres de las tinieblas entonces, guiado por una voz en su cabeza, tomó una daga que llevaba entre sus ropas e hirió en el cuello al sacerdote arrodillado junto a él, los demás fueron testigos mudos de aquel acto tan terrible.

—La sangre es vida. —dijo el príncipe. —y será mía. —el príncipe se inclinó ante el sacerdote y bebió de su sangre, en el momento exacto que el sol se ocultaba. No se detuvo hasta que el pobre hombre quedó sin vida.

Los demás sacerdotes sólo optaron por correr asustados al ver aquella escena tan espantosa.

Ese día el príncipe hizo un pacto con el demonio y se convirtió en su hijo predilecto, en el príncipe de la noche.

Quinientos doce años después. Ciudad de Karakura.

28 de abril.

Era un día soleado, en la estación del tren la gente caminaba a prisa con maletas en mano para abordar el tren que partiría en escasos minutos, otros esperaban sentados en las bancas a que sus familiares llegaran.

En el andén 9, un grupo de tres chicos y una chica hablaban mientras esperaban el tren que los llevaría a la ciudad de Ankoku, ciudad del país vecino de Hueco Mundo.

—Te llamaré todos los días. —le comentó un chico de cabellera naranja a la chica que tenía enfrente.

—¿Es necesario que vayas? —preguntó la chica de ojos violetas. Al chico se le hizo rara aquella pregunta, pues él viajaba constantemente y ella jamás se había preocupado tanto por un viaje.

—Sí. El señor Yamamoto nos ha encargado especialmente este cliente. —dijo el joven. —Pero no te preocupes que al regresar empezaremos a planear nuestra boda. —le dijo, pensó que quizá estaba nerviosa por pensar que su boda se retrasaría más de la cuenta.

—Cuídate mucho Ichigo, por favor. —dijo la joven. Desde que supo de este viaje se inquietó un poco, era como un mal presentimiento. —No quiero que te pase nada.

—Rukia ¿Por qué estás tan sentimental hoy? —preguntó el chico. —Otras veces ya he salido de viaje.

—Es que este es más largo. —respondió la joven, no lo quería preocupar con sus inquietudes.

—Y a nosotros que nos parta un rayo. —dijo con reproche un chico de cabello negro.

—Ganju, no seas tan sentido. —le dijo la chica con una sonrisa. —también me preocupan ustedes. —dijo mirando a Ganju y al chico de cabello negro que estaba junto a él, llamado Hisagi.

—Ya viene el tren. —anunció Hisagi. —Es mejor subir de una vez. —dijo el chico cuando el tren se estacionó frente a ellos.

Ichigo le dio un intenso beso a su novia y luego de tomar sus maletas subió al tren, seguido de sus amigos que también se despidieron de Rukia con un beso en la mejilla.

Desde que el tren se puso en marcha y hasta que lo vio alejarse de la estación, no dejó de decirles adiós a sus amigos con la mano. Después volvió a su casa.

Ella era maestra de primaria en Karakura e Ichigo abogado. Se conocieron por casualidad en el cumpleaños de un amigo en común y fue amor a primera vista.

1 de mayo.

Ya eran casi las siete de la noche cuando el tren procedente de Karakura llegó a la ciudad de Ankoku. Los tres amigos se bajaron del tren para aguardar en la estación el otro tren que los llevaría a la ciudad de Las Noches.

— ¡Vaya que fue un viaje agotador!—dijo Ganju estirándose un poco al bajar del tren.

—Sí hubiéramos venidos en esos trenes antiguos de seguro nos hubiéramos hecho dos días más. —dijo Hisagi depositando su maleta en una banca. —o quizá más.

—Pero si hubiéramos venido en avión seguramente habríamos hecho un día. —Exclamó Ganju colocando su maleta junto a la de Hisagi.

—Sólo seguimos las instrucciones de nuestro cliente, recuerda que expresamente nos pidió recorrer la ruta por tren. —dijo Ichigo colocándose junto a sus amigos. —Tómenlo por el lado amable, pudimos conocer bellos paisajes.

—Pues ya que me queda. —se volvió a quejar el mayor de los tres. —ahora vamos a comer.

Los chicos no se alejaron de la estación por temor a que el tren los dejara, así que sólo se compraron unas tortas que vendían ahí. Ichigo aprovechó para hablarle a Rukia y contarle como le había ido en el día.

El tren llegó con retraso y salió pasadas las ocho de la noche con rumbo a la ciudad Las noches, última parada antes de llegar a la casa de su cliente.

3 de mayo. Las Noches.

Después de recorrer miles de kilómetros, en los que los pasajeros pudieron disfrutar del bello paisaje que ofrecía Hueco Mundo, ríos, montañas, lagos, bosques, pequeños pueblos y grandes castillos que daban cuenta de la historia del país; el tren llegó de noche a la ciudad de Las Noches.

Las Noches era una ciudad que aún conservaba algunos rasgos viejos, era una mezcla entre lo moderno y lo tradicional, la gran mayoría de las casas tenían fachadas antiguas y las calles todavía eran empedradas. Pero si contaba con luz eléctrica y con trasporte moderno.

Ichigo y sus amigos se apresuraron a bajar del tren y salieron de la estación para cenar algo, ya que desde la mañana no habían probado alimento. Les pareció raro que no hubiera muchos coches circulando y que en el local tampoco hubiera mucha gente.

—Voy a publicar en el feis, que llegamos a Las Noches y subiré una foto. —dijo Ganju mientras esperaban en la mesa que le sirvieran la cena. —¡Nooo! —gritó después de revisar su celular.

—¿Qué pasa? —preguntó Ichigo alarmado.

—¡No hay señal! —dijo Ganju casi llorando. —¿Qué voy a hacer sin el Twitter o el Facebook? —preguntó contrariado.

—No puede ser que no haya señal. —comentó Ichigo. —¿Cómo nos comunicaremos con Yamamoto o con Rukia? —se preguntó preocupado.

—No puedo creer que en pleno siglo XXI no haya señal aquí. —dijo Hisagi cruzado de brazos después de comprobar que su celular tampoco tenía señal.

—Ahora que lo veo la ciudad parece una ciudad fantasma. —dijo Ichigo mirando por la ventana del local.

—Es cierto. —dijeron sus amigos al darse cuenta que las calles estaban solitarias, además la neblina que había, daba un toque lúgubre al ambiente, pues las pocas lámparas que funcionaban no alumbraban lo suficiente.

—¿A dónde hemos venido? —preguntó Ganju entre temeroso y sorprendido.

—Tenemos que indagar sobre esto. —comentó Ichigo, los demás estuvieron de acuerdo.

Después de cenar los jóvenes buscaron el hotel, que se veía muy descuidado ya que le faltaba pintura, que el cliente les había indicado.

En el mostrador sólo estaba una persona que al parecer estaba esperando al encargado.

—Buenas noches. —dijo Ichigo.

—Buenas noches. —respondió un hombre mayor, que llevaba un parche en el ojo.

—¿Esta el encargado del lugar?

—Ha salido un momento pero no tarda. —les comentó el señor. —¿Ustedes son los extranjeros que vienen a ver al conde? —preguntó curioso.

—Sí. —respondió Ichigo. —¿Habrá un teléfono cerca? —preguntó pues necesitaba reportarse con Yamamoto y hablar con Rukia.

—No joven, esas cosas modernas no las hay aquí. —dijo el señor. Ya conocía de ellas por algunos extranjeros que habían llegado a la ciudad con la idea de modernizarla.

—¿Y eso porque? —preguntó Ganju intrigado, pues sin internet sentía que a su computadora le faltaba algo.

—Porque ninguna persona que ha venido a querer poner o traer esas cosas modernas, dura mucho tiempo aquí. —dijo él. —Se van enseguida, si es que logran huir. —Su comentario dejó intrigados a los tres jóvenes.

—¿Por qué? —en esta ocasión fue Hisagi el que preguntó.

—Por él. —dijo en un susurro, santiguándose al mismo tiempo.

—¿Él?, ¿Quién es él? —preguntó Ichigo.

—El señor de todo esto, el amo, el que decide quien vive o quien muere, el demonio. —dijo el hombre volviendo a santiguarse. El miedo se le podía ver reflejado en sus ojos. —A él no le gustan esas cosas.

—Giriko deja de contarle esa historia a los invitados del conde. —dijo un hombre moreno entrando por un costado del mostrador, seguido de una joven de coletas, dándole una mirada de enojo por su impertinencia. —Buenas noches soy Ginjo y tengo instrucciones para asignarles sus habitaciones y darle esto al señor Kurosaki. —dijo sacando una carta de entre sus ropas.

—Soy Ichigo Kurosaki. —dijo el joven de cabello naranja tomando la carta. —gracias.

Giriko los llevó hasta sus habitaciones, a Hisagi y Ganju les tocó compartir cuarto. Después de dejar las maletas y de darse un buen baño los tres se reunieron en la habitación de Ichigo para leer el mensaje de su anfitrión.

—"Estimado joven Kurosaki y compañía, les deseo que duerman bien esta noche y que su viaje haya sido agradable. Mañana por la tarde saldrá el autobús que lleva a la ciudad de Bucovina, tendrán que bajarse en el peñón del diablo y ahí una diligencia mía los recogerá. Atentamente su amigo el conde." —terminó de leer Ichigo.

—¿Peñón del diablo y por la noche? — preguntó Ganju asustado. —Eso no me gusta nada y menos después de oír lo que dijo el señor. —dijo cruzándose de brazos.

—Vamos, no es para tanto. —dijo Ichigo guardando la carta. —Es sólo una leyenda.

—Pero las leyendas tienen algo de verdad. —replicó Ganju.

—¿Ustedes creen que de verdad sea un conde? —preguntó Hisagi para cambiar el tema, ya que sino quien aguantaba a Ganju lloriqueando toda la noche.

—Tal vez su familia es muy antigua y ya se le quedó ese título. —dijo Ichigo. —Y si a él le gusta que lo llamen así, mientras me pague no tengo problemas. Cómo sea es mejor descansar bien esta noche para estar listos para el viaje de mañana. —Los demás asintieron.

En ese momento llamaron a la puerta, era la joven de coletas y cabello fucsia que acompañaba a Ginjo en el mostrador. En cuanto vio a Ichigo lo tomó por la camisa.

—¿De verdad vas a ir con el conde? —preguntó alterada.

—Sí. —contestó Ichigo. —Es importante que vayamos. —dijo retirándole sus manos.

—Por favor no vayas. —rogó angustiada. —no tienes idea de con quien vas, no sabes a los peligros a los que te expones.

—Gracias por tu preocupación. —le dijo Ichigo. —pero tengo que ir, es mi deber. —ni él ni sus amigos entendían porque tanta preocupación por su visita al conde.

Riruka al ver la determinación del chico, no tuvo más que resignarse.

—Está bien, pero lleva esto. —le dijo al momento que se quitaba un rosario que llevaba en el cuello. —Te protegerá. —dijo mientras se lo colocaba.

A Ichigo le conmovió la sincera preocupación de la chica y se dejó el obsequio, agradeciéndoselo con una sonrisa.

—¡Qué el señor los cuide a los tres! —les dijo la chica antes de dejar la habitación.

—¿Qué fue eso? —preguntó Hisagi confundido.

—No sé, pero a mí no me gusta nada, se veía muy asustada de que fuéramos con el conde. —dijo Ganju.

—Por favor chicos, ¿no me digan que se van a dejar llevar por supersticiones y leyendas? —preguntó Ichigo. —Ya verán que no hay nada de qué preocuparse.

—Tienes razón. —respondió Hisagi reflexionando un poco. —es mejor ir a dormir.

Pero aun así, ninguno tuvo ánimos para bromear con Ichigo acerca de esa chica y de lo enojada que se pondría Rukia al enterarse.

Hisagi y Ganju regresaron a su habitación para dormir, Ichigo permaneció despierto un poco más, ya que cómo no tenía como comunicarse con Rukia, decidió escribir una bitácora de todo lo que había pasado en estos días, así después se lo podría platicar a ella con lujo de detalles.

Antes de comenzar a escribir hecho un vistazo por la ventana para comprobar que la ciudad seguia luciendo solitaria, pues todos los habitantes ya estaban encerrados en sus casas, también le dio curiosidad ver que nadie tenía las ventanas abiertas.

Sus últimos pensamientos de esa noche fueron para esa chica de ojos violetas, de la que estaba enamorado.

4 de mayo por la tarde.

Ichigo y los demás esperaban a fuera del hotel la llegada del autobús, para distraerse un rato quisieron preguntar a las personas que ahí estaban sobre el conde, su cliente; pero para su sorpresa nadie se atrevió a hablar sobre él, por el contrario, todos evadían el tema y se santiguaban asustados, hecho que seguía desconcertando a los jóvenes viajeros.

—Ahí viene el autobús. —dijo Ganju al ver a distancia el polvo que se levantaba.

Cuando el autobús llegó los chicos se sorprendieron, ya que era un camión amarillo y viejo, no era como se lo imaginaban.

Las personas que estaban ahí se juntaron alrededor de ellos.

—Oye ¿no crees que nos ven con lástima? —preguntó Hisagi a Ichigo.

—Son imaginaciones tuyas. —dijo el joven de cabellera naranja. Luego los tres subieron a su transporte.

No se dieron cuenta que las personas los despidieron con la señal de la cruz. Mientras avanzaban, pudieron escuchar de los demás pasajeros algunas palabras como demonio, satanás, infierno y vampiro. A Ichigo ya le empezaba a inquietar todo eso, pero prefirió no decir nada para no poner más nerviosos a sus amigos.

Ellos iban platicando acerca de su cliente y de que iba a ser un buen negocio, también de los planes que tenían a su regreso a Karakura.

Ninguno de ellos se imaginaba el terror al que se enfrentarían, tampoco que no todos volverían a Karakura.

Continuará...


Espero que les haya gustado aunque sea un poco, a la historia le iré agregando algunos detalles que fui imaginando conforme leía el libro.

No me atreví a clarificarlo como horror o misterio porque todavía no me siento capaz de transmitir esas emociones, aunque lo intentaré.

¿Quién se imaginan que será el conde?

Saludos…