Cuando sólo veía oscuridad, cuando sabía con toda certeza que su muerte tenía una fecha exacta, cuando se sentía perdido, atrapado, traicionado, cuando no le quedaba ni una gota de esperanza…apareció ella

Camino por el oscuro pasillo, es casi medianoche, me he entretenido demasiado en la biblioteca. Escucho un ruido a mi espalda y acelero el paso, aunque a la mayoría de la gente no le importa, a mí no me gusta encontrarme con los fantasmas del castillo, me crean un sentimiento de lástima, son solo sombras de lo que eran antes, cuando estaban vivos. Tal vez, el año que viene, cuando ya no esté en Hogwarts los eche de menos, aunque lo dudo mucho.

Estoy tan metida en mis pensamientos que no veo como un chico se acerca a mi demasiado rápido. Cuando me doy cuenta ya es tarde, no lo puedo evitar y chocamos. El golpe hace que me caiga al suelo y un quejido sale de mis labios. Miro al chico y solo reconozco su uniforme de color verde, un Slytherin. Menos mal que los Hufflepuff no nos llevamos mal con ellos, sino se armaría una muy gorda.

-No hace falta que me ayudes-digo sarcásticamente mientras veo como el chico se queda quiero mirándome. Frunzo el ceño, a ese chico lo conozco, es Draco Malfoy. Me levanto y lo miro fijamente pero parece que él no me ve. Se ha quedado quieto, en mitad del pasillo.

-¡Eh! ¿Estás bien?-paso unas de mis manos por su rostro pero sigue sin reaccionar-¡Malfoy!

El rubio por fin reacciona y frunce el ceño al verme.

-¿Qué miras? Aparta-me aparta de un empujón y sigue su camino sin mirarme siquiera.

-¡Encima…será maleducado!-exclamo enfadada pero ya no hay nadie en el pasillo para escucharme.

Me llama la atención un libro que está tirado en el suelo. Me agacho y lo cojo. No tiene título, lo abro y en la primera vez pudo ver un nombre: Draco Lucius Malfoy.

Me guardo el libro en la mochila y sonrió. Nadie se mete con Alissa Aitken. Sigo caminando por el pasillo mientras canturreo una canción.