Los vengo a molestar con drabbles.

Hiro es su creador, yo solo le saco los nombres de sus dibujos para ponerle identidad a los personajes que aparecen en mis pensamientos.

Complicado de explicar.

Joven de veinti-tantos de años, sostén de sus creadores, de nombre de origen dudoso; ella allí impaciente. Heartfilia Lucía, Lucy principalmente. Habitaciones grandes, carentes de gustos brindados por el dinero ganado, ellos aquí alzando su fuerte voz con palabras groseras inaplicables. Situaciones que resultaban ser, por lo pronto, cotidianas en aquel lugar.

La señorita Lucy, estaba harta de ver asesinatos con palabras por parte de sus padres, llegó hasta tal punto su enojo que, lo que rebalso el vaso, fue ver a uno de sus ascendente discutiendo lo indiscutible, creyendo que tenía razón y no aceptaba "no" como una repuesta. La siguiente escena que se pudo ver en esa dirección fue que, a medida que pasaba el tiempo oscurecía el ambiente, un color carmesí en las paredes con un deje de olor a hierro, esa sustancia pegajosa y de un color muy tenue que estaba en la mano de la susodicha la hizo reaccionar. La señorita rubia había sido el ser vivo quien le saco esa vida a cada pariente con los cuales convivía en esa estancia. Al percatarse de la situación en la que estaba, entró en un estado de pánico, el cual le tomó un tiempo dejarlo de lado para hacerse cargo de aquellos cuerpos destrozados recordando cada momento lo sucedido. Lamentablemente, todo era muy borroso y eran fragmentos cortos. Al instante de ponerse en marcha, decidió buscar un par de bolsas negras para después poner cada cuerpo en ellas, algunos estaban cortados, así que no dejaba espacio con aire sin ser rellenado. Al finalizar, encontró el arma homicida para llevársela consigo, comenzó a limpiar con desinfectantes de los que ella utilizaba en su respectivo trabajo para higienizar el lugar y dejarlo como nuevo. Para su suerte, nadie pasaba por esa calle, a menos que sean niños en dos ruedas. Tomando ambas bolsas repletas de deshecho humano, las colocó en su espalda, el arma estaba en uno de los lados de su cadera.

Eso fue lo que la muchacha de cabellos dorados imagino en aquel momento. Todo un sueño pasajero de un viaje sin rumbo, directo hacia el rojo del atardecer. De guía, tan solo una carretera con casuchas a sus costados, arboles y demás.

Fue un pensamiento, un sueño despierto. Eso era lo que Lucy creía.