Hola a todos, soy Diana, pero díganme Di. Y este es el primer Fic que escribo. Amo escribir, aunque jamás me había interesado escribir fanfics. Pero Blaine y Kurt hacen que uno quiera escribirles miles de historias, porque lo de ellos es amor verdadero y amor hay para contar de muchas formas. Eso. Espero les guste, y sobre todo espero conocerlos. Aunque sea a la distancia, me encanta conocer gente nueva, más aún si amana a Blaine y a Kurt tanto como yo. Un beso grande...

... Atte. Di!

Capítulo 1: Everyday is a new beginning.

— Ese chico me pone los pelos de punta.

Blaine Anderson oía como su compañero de equipo, Dave Karofsky se quejaba mirando hacía una de las mesas del comedor de la escuela. Lanzó un suspiro mientras seguía pinchando con el tenedor las arvejas cocidas que no sentía el deseo de comerse en ese momento. Despistadamente y sin parecer muy obvio movió parte de su cuerpo con el objetivo de tener una visión clara de la persona que provocaba tales quejas de parte de Karofsky.

No fue difícil encontrarlo. A la hora del almuerzo la mayoría de los estudiantes de la escuela tenían su mesa y su propio grupo dentro del comedor. La mesa más grande de todas y la más popular era la de los Titans como así se llamaba el equipo de football, un equipo talentoso y afamado por lo que los demás estudiantes siempre revoloteaban a su alrededor. Chicos haciéndoles cumplidos, alumnas de primer año regalándoles sus postres a los futbolistas más guapos, miembros del diario escolar que solían ir en busca de alguna noticia, las chicas del escuadrón de animadoras buscando al soltero de turno para convertirlo en su novio y próspero candidato a rey del baile escolar y claro está, quién provocaba el malestar de Dave Karofsky, el chico nuevo de la escuela: Kurt Hummel. Quien apenas llevaba un par de días asistiendo a la escuela y que por la misma razón, aún se sentaba solo a la hora de la comida, pues aún no había logrado hacer muchos amigos.

Kurt y su familia (si se podía llamar familia a él y su viudo padre) eran recién llegados, siendo desde un principio centro de rumores.

Lima era un pequeño pueblucho del estado de Ohio. Un pueblo que no tenía nada envidiar a aquellos lugares olvidados que las películas de terror siempre solían retratar como el sitio en donde pasaban las mayores atrocidades y de dónde si el protagonista tenía suerte, lograba salir vivo sólo luego de haber sobrevivido a una total pesadilla ahí. Generalmente la gente se iba de Lima, sobre todo los jóvenes, ya sea estudiando en alguna universidad en otro estado o consiguiendo alguna beca de deportiva, casi nunca llegaba nadie nuevo a Lima y todos se conocían entre todos desde hacía décadas. Por eso la llegada de los Hummel al pueblo causó tanto revuelo y los chismes comenzaron a hacer eco desde el momento en que pusieron un pie en su nuevo hogar. Todos querían saber la razón que podía tener un padre para traer a su joven hijo a un lugar del cual todos querían irse. Y las respuestas a esa interrogante eran de las más variadas e insoportables que podían haber: que si Kurt era un ex convicto, tenía problemas de personalidad, era un inadaptado, retrasado etc., etc… Generalmente los rumores siempre ponían a Kurt como el responsable de su llegada a Lima, como si tuviese un pasado del cuál estar huyendo. Una situación lamentable.

Y bueno, también estaba el persistente rumor de que Kurt podía ser de aquellos chicos que solían sentirse atraídos por miembros de su mismo sexo.

Personalmente, Blaine no entendía como algo como eso podía importarle a nadie. De hecho lamentaba mucho que aquellos chismes siguieran a Kurt por los pasillos de la escuela, porque el chico nuevo le parecía de lo más interesante, aunque nunca había tenido la oportunidad de hablar con él, recalcaba el hecho de que sin importar los rumores que lo asediaban, Kurt siempre andaba sonriendo. Algo que lo hacía aún más encantador ante los ojos de Blaine.

Kurt era extremadamente amigable, era suspicaz y gracioso. Siempre ganaba sus batallas verbales con cualquier que quisiera buscarle bronca, era talentoso, tanto así que ya había entrado a formar parte del coro escolar de McKinley, dos años consecutivos ganadores del campeonato nacional coros. Kurt era sin duda interesante y muy curioso, era un año menor que Blaine, y sin embargo iba a clases adelantadas, clases que al mismo Blaine le costaban una barbaridad, para Kurt eran tan sencillas como respirar.

Cada vez que Kurt entraba a la clase de Historia Universal, Blaine le sonreía. Kurt secretamente le agradaba, solo que no sabía cómo lograr entablar una conversación con él. Kurt se sentaba siempre en la silla contigua a la de Blaine, pero jamás lo miraba. Kurt siempre tenía la mirada al frente, mirando fijo al profesor y atento a la materia, de hecho, Kurt era de aquellos alumnos que normalmente solían corregir al maestro, porque Dios sabe cómo, era mucho más listo que quién dictaba la clase.

— Es repulsivo — Exclamó otro de los miembros del equipo. Blaine parpadeó dos veces para salir de su ensimismamiento y caer en la cuenta de dónde se encontraba. La verdad no había cambiado su postura desde que había querido encontrar a Kurt sentado mesas más allá, y podía parecer muy obvio si no se movía. Así que dejó de mirar de reojo a Kurt y le preguntó a Azimio porqué se estaba quejando.

— Hummel. — Murmuró Azimio Adams en son de respuesta. — Es un marica sin ninguna vergüenza ¿No se han dado cuenta de que el chico siempre va a ver nuestros entrenamientos? El pervertido seguro viene excitarse viendo al equipo entrenar.

Dave Karfosky asintió.

Blaine rodó los ojos sorprendido del nivel de crueldad de sus compañeros de equipo. Más no dijo nada al respecto, realmente no sabía que responder, claramente no estaba de acuerdo con el comentario de su compañero, pero sabía que si decía algo a favor de Kurt, quién lo terminaría pasando mal después sería el mismo. Sintiendo vergüenza de su cobardía al no defender a Kurt, Blaine guardó silencio.

— El ni siquiera viene a mirarlo a ustedes, idiotas. — Sam Evans habló de pronto.

Blaine abrió los ojos como platos. Aquello era algo poco usual. Contradecir a Karfosky y a Azimio no era algo que todos se atrevieran a hacer… Nunca.

— Oh, no me digas que te gusta ese tal Lady Hummel — Espetó Dave provocando la risa de la mayoría del equipo de football.

— Sólo digo que ningún chico o chica en el mundo entero vendría a un entrenamiento de football a mirarlos a ustedes dos precisamente. — Sam respondió con tono ligero, sin ningún interés en discutir siquiera. Se levantó, alzó su bandeja con la basura que le quedaba y se retiró de la mesa sin mirar atrás, dejando a tras a Azimio y Dave avergonzados frente al resto del equipo.

Blaine esbozó una media sonrisa, como hubiese deseado tener él el valor de hablarles así a sus compañeros.

— No deja de ser un pervertido. — Dijo Azimio Adams como queriendo ponerle punto final al tema, llevándose la última palabra.

Varios miembros del equipo de football que aún seguían con los estiramientos asintieron.

Blaine apretó los puños y contó hasta diez. Aquella conversación lo estaba sacando de quicio, ni siquiera sabía porque seguía ahí sentado escuchando a sus amigos, tampoco entendía porque le importaba tanto lo que los demás dijeran de Kurt. Hecho un lío y en silencio hizo lo mismo que Evans minutos atrás y se retiró de la mesa ya satisfecho con el almuerzo.

Hoy Blaine se sentía particularmente deshonrado de ser parte de aquel equipo. Lamentablemente con el paso del tiempo, este tipo de charlas serían una constante entre sus compañeros.

888

A medida que el año escolar avanzaba, los rumores acerca de Kurt cada día empeoraban.

Los martes, jueves y viernes por la tarde Kurt solía ir a observar al equipo de football entrenar. Cada vez que el equipo entrenaba o jugaba algún partido Kurt Hummel estaba ahí en las gradas. Ya sea dibujando en su bloc u observando con serenidad. Desgraciadamente los Titans ya habían caído en la cuenta de su presencia constante.

— Alguien debería enseñarle al pequeño pervertido una lección. — Dijo alguien casi al finalizar el entrenamiento de football de aquella tarde.

Blaine se aseguró de que sus compañeros de equipo no se dieran cuenta de que él estaba lo suficientemente cerca para escucharlos hablar. Fingió hacer un poco más de ejercicios de estiramiento mientras intentaba oír algo más. La malicia en la voz de Karfosky le provocaba escalofríos, sintió temor cuando se dio cuenta de que muchos de sus compañeros estaban de acuerdo con lo que Dave decía.

— Él le guiñó un ojo a Jake el otro día. — Dijo Noah Puckerman, otro miembro del equipo. Jake era su hermano menor. — Hummel es un tipo que anda provocando a los más chicos. Eso es perturbador. Aquella mierda no está bien.

Blaine sintió las ganas de entrometerse en la conversación y protestar. Conocía al hermano menor de Noah, porque Blaine le ayudaba a estudiar para química de vez en cuando, sabía que el chico si bien era menor, no era ningún pan de Dios, menos como para alarmarse porque algún otro chico le había guiñado un ojo. No se podía confiar en la versión de Jake, y Blaine estaba seguro que Noah incluso estaba exagerando las cosas. Pero nuevamente Blaine guardó silencio. No era lo suficientemente valiente para defender a Kurt en frente de sus compañeros.

— ¿Qué es lo que haremos al respecto? — Preguntó Matt, otro chico del equipo.

— Si, decida lo que decidas Noah, estamos contigo. — Azimio añadió. — ¿Qué tienes pensado?

— Yo sé lo que podemos hacer. — Dave Karfosky dijo con frivolidad. — Todas las tardes después de que el pervertido se entretiene observando nuestro entrenamiento, el camino a casa, podemos interceptarlo y…

Blaine decidió que no quería seguir escuchando y se alejó con cautela del grupo que planeaba un acto contra Kurt. Blaine sintió un nudo en la garganta, sabía que tenía que hacer algo, pero no sabía por dónde empezar. Cuando la entrenadora Bestie los reunió a todos para la última charla del entrenamiento, Blaine apenas pudo poner atención a las tácticas e ideas que ahí se hablaron. Los minutos se hicieron eternos.

Para cuando la clase por fin finalizó, Blaine tenía el corazón tan acelerado que sus manos temblaban un poco. Decidió que lo mejor sería pasarse por alto la hora del baño y sólo después de comprobar que Azimio, Karofsky y los demás irían a ducharse, se cambió de ropa lo más rápido que pudo y abandonó los camerinos. Sabía que tenía que encontrar a Kurt mucho antes de que sus compañeros de equipo lo hicieran, Blaine no estaba seguro que tan en serio podrían haber estado hablando sus compañeros, pero tampoco quería correr el riesgo, tenía que encontrar a Kurt.

Negó dos veces con la cabeza y tomó un poco de aire para tranquilizarse. Llegó por fin al pasillo y corrió hacia la entrada principal. Mucha gente estaba abandonando la escuela a esa hora, lo que dificultó su búsqueda. Blaine temía que el camino que Kurt solía transitar para irse a su casa fuese en dirección contraria hacia dónde él vivía. Pero esta vez, y aunque Kurt viviera en sentido contrario, no podía dejarlo sólo sabiendo que sus compañeros irían tras él. Ya se le ocurriría una buena excusa. Blaine sabía que Kurt no se merecía que Azimio, Karfosky y compañía le enseñasen una lección. La situación empeoró un poco cuando comenzó a llover.

Blaine siguió buscando al muchacho. El tiempo corría y cada minuto era valioso, en cualquier momento sus compañeros saldrían por la entrada principal, tenía que encontrar a Kurt pronto. Por fortuna, una ola de alivio recorrió su cuerpo por completo cuando por fin encontró al castaño alejándose de la escuela, cubriendo sus cabellos de la lluvia con los pocos libros que cargaba. Blaine corrió hacia él. Lo alcanzó y lo tomó del brazo.

Sorprendido, Kurt se volteó con una ligera expresión de asombro en su rostro.

Era primera vez que Blaine lo veía tan de cerca. Kurt era, suene como suene, un chico realmente guapo. El muchacho tenía una piel marfileña, como porcelana, las mejillas ligeramente sonrosadas y unos ojos verdeazulados increíblemente intensos. Centímetros más alto que el propio Blaine, la contextura de Kurt y su peinado eran dignos de algún modelo sacado de un catálogo de alta costura, sin mencionar lo bien que se vestía. Ambos se quedaron mirando sin decir nada un buen rato.

— ¿Necesitas algo? — Kurt rompió el silencio. Su voz era sutil, agradable, sin embargo no dejaba de sonar algo incómodo. — Por cierto, ¿me devuelves mi brazo?

Blaine desvió su mirada desde los ojos de Kurt hacia a su mano, era verdad, aún sujetaba al castaño por el brazo. Rápidamente lo soltó.

— Hum…Hum… — Comenzó Blaine intentando ordenar las ideas en su mente, tenía que decir algo rápido. — Verás… Hum… Está lloviendo. — Dijo por fin. No tenía la menor idea de por qué sonaba como un idiota. Él no solía tener problemas de articulación, por lo que no entendía por qué estaba tan desconcertado. Tan nervioso. No podía diferencia si era a causa de la situación provocada por Karfosky y compañía o por el hecho de por fin estar hablando con Kurt.

El castaño rio divertido. — ¡Wow! No me había dado cuenta que llovía, gracias por tan exhaustiva observación. — Dijo con ironía. Su mirada era brillante, vivaz. El cabello le caía por encima de las cejas completamente aplastado por la lluvia. Sus ropas estaban completamente empapadas.

Blaine negó con la cabeza. — No, espera… no me refería a lo obvio. Que tonto fui…— Su corazón estaba acelerado aún. Se rio un poco. — Me refería a que… como está lloviendo… ¿no quisieras que te lleve a tu casa? Tengo auto.

Blaine sonrió, quería parecer lo más amable que podía, sin ser demasiado obvio, al fin de cuenta llevaban varios meses asistiendo a las mismas clases, y jamás antes se habían hablado.

— ¿No eres un acosador o algo? — Preguntó Kurt.

Blaine lo miró asombrado. Quiso reírse y preguntarle lo mismo, al fin de cuenta todo el lío era porque se rumoreaba que el propio Kurt era quién los acosaba yéndolos a ver a los entrenamientos. Sin embargo no dijo nada al respecto. Sin dudas, Blaine tenía la mejor impresión de Kurt. — Sólo quiero ser amable, no sé porque nunca hemos hablado antes, somos compañeros de clase en Historia, nos sentamos un al lado del otro incluso…

— ¿No es por esa cuestión jerárquica en la que los miembros del equipo de football solo se hablan entre ellos y con las chicas del escuadrón de animadoras? ¿Algo así como para conservar la especie… o sentido de supervivencia? — Kurt refutó. — Yo soy el chico nuevo, pertenezco al club Glee de la escuela. ¿Dónde me deja eso en la escala jerárquica de McKinley? Estoy seguro que lejos del rango de visión de un miembro del equipo de football ¿no?

Blaine largó a reír en una carcajada que pasó desapercibida por la lluvia que parecía no querer cesar. Estiró su mano hacia Kurt y se presentó oficialmente. — Soy Blaine. Blaine Anderson.

Kurt lo miró con una sonrisa sincera en el rostro y estrechó la mano de Blaine. — Soy Kurt Hummel, pero eso ya lo sabías ¿no? Por cierto tu presentación sonó como a agente secreto 007, Blaine Anderson.

Otra vez Blaine rompió en una carcajada. Kurt era un chico muy simpático. — Me alegro que por fin nos presentáramos. — Continuó Blaine, asegurándose de continuar con la conversación.

— Me alegro que quieras llevarme en tu auto a casa, no me gusta mucho mojarme. — Kurt afirmó.

— Oh, eso. Claro. Ven, sígueme. — Dijo Blaine recordando la razón por la cual había querido ir tras Kurt. Y sinceramente no se arrepentía de su decisión, Kurt era un chico demasiado simpático y buena persona como para dejarlo a merced de la crueldad de sus compañeros de equipo.

Blaine se volteó y comenzó a andar hacia el estacionamiento esperando que Kurt lo siguiera, pero el muchacho no se movió de su lugar, Blaine detuvo su paso y regresó hacia Kurt. — Hey, ¿Qué ya no quieres que te lleve… creí oírte decir que odiabas mojarte?

— Es que… — Titubeó Kurt unos segundos. — No me has dicho porque precisamente hoy has elegido hablar conmigo por primera vez… ¿realmente es por la lluvia?

Blaine palideció un poco. Se encogió de hombros. No tenía una buena respuesta para esa pregunta. Volvió a mirar hacia la parte frontal de la escuela. Su cuerpo se tensó a la espera de ver a Karofsky o a cualquiera de los otros para aparecer. No quería que Kurt saliera herido, pero él también prefería evitar que sus compañeros de equipo lo vieran con el otro chico. Por otra parte no quería ser evidente, tampoco quería contarle la verdad al muchacho y atemorizarlo, pero era pésimo mintiendo. Dios, estaba hecho un lío. Aun así lo intentó. Mantuvo la compostura. Además, no quería hacer sentir mal a Kurt, por alguna razón, quería su confianza. — La verdad es que soy un ferviente admirador del club de coro de la escuela. — Soltó queriendo sonar gracioso para distender el ambiente. — Considerame un fans, los fans estamos al servicio de nuestros ídolos. — Agregó para explicarse mejor.

Kurt parpadeó dos segundos antes de responder. — Pero ni siquiera me has escuchado cantar.

Blaine rio avergonzado. — Pero apuesto que cantas increíble.

Kurt rodó los ojos y pareció meditarlo unos instantes. — Okay chico listo — Suspiró. — ¿Dónde está tu auto? — Respondió por fin, convencido de la buena intención del futbolista.

Blaine no puedo evitar alegrarse de que su plan diera resultado. Sonriente y considerablemente más aliviado, Blaine volvió a pedirle al castaño que lo siguiera. Y juntos caminaron un par de metros hacia el estacionamiento en dónde se encontraba aparcado el volvo plateado de Blaine. Afortunadamente entraron al vehículo mucho antes de que apareciera algún miembro del equipo de football merodeando por el lugar.

— Que te conste Blaine Anderson, yo no suelo subirme a los autos con mis fans.

Blaine sonrió mientras encendía el motor de su coche. — Y yo no suelo rescatar a mis supuestos cantantes favoritos de la lluvia todos los días.

— A como insistas en eso, terminaré pensando que eres mi groupie.

— ¿Sí sabes que los groupies son los fans que quieren tener sexo con sus ídolos verdad?— Continuó Blaine con la broma arrancando el auto y saliendo de la escuela.

Kurt palideció. — Esa es información totalmente nueva para mí. Hum, retiro lo dicho.

— Eso será lo mejor. — Blaine volvió a reír.

888

Después de aquella oportunidad, se hizo costumbre en Blaine el llevar a Kurt todos los días a su casa, por fortuna ambos vivían en la misma dirección, por lo que compartir el camino a casa hizo que se convirtieran rápidamente en amigos. No pasó mucho tiempo antes de que ambos comenzaran a pasar más tiempo juntos tanto dentro como fuera de la escuela. Incluso Blaine ya había invitado varias veces a Kurt a cenar a su casa, le había presentado a su familia. En definitiva se había vuelto muy cercanos. Siempre lejos de la vista de Dave Karofsky y los demás miembros del equipo de futbol.

Kurt por su parte logró integrarse un poco más al ambiente escolar. Al convertirse en integrante del club Glee había participado varias veces ya en las presentaciones que el coro solía dar en la escuela. Un par de aquellas veces incluso Kurt había tenido que cantar en solitario frente a todos, deslumbrando a los espectadores con un registro muy difícil de alcanzar para tratarse de una voz masculina y si bien aquello se había ganado el respeto de muchas personas que resultaron maravillados con la voz de Kurt, en otro aspecto esta habilidad en él había empeorado las cosas según Blaine, ya que para los chicos del equipo de football y los otros muchachos no era nada bien visto que a la hora de actuar y cantar, Kurt pareciera tener el talento de una chica.

Para tranquilidad de Kurt, los miembros del Club Glee lo adoraban y el chico había logrado hacerse de nuevas amistades, incluidos dos jugadores del equipo de fútbol que también actuaban en el coro escolar: Sam Evans y Mike Chang, el primero claro, jamás había sido parte de los chismes y rumores que asediaban a Kurt, y el segundo, un chico de apariencia asiática era simplemente demasiado correcto y educado para maltratar a un insecto siquiera, por lo que era de los que desde un principio había tratado bien a Kurt.

Las cosas estaban tranquilas. Sin embargo Blaine sabía que los demás chicos del equipo no iban a dejar las cosas así como así. Ellos seguían hablando y disparatando en contra de Kurt y su posible homosexualidad. Por lo que Blaine tenía la certeza de que en algún momento, algo volverían a tramar contra Kurt.

Desde que Blaine había presentado a Kurt a su familia, este se había ganado un puesto en la casa de los Anderson. Todos lo quisieron y aceptaron desde el primer instante. Por un lado, había formado un lazo muy estrecho con el hermano mayor de Blaine, Cooper. Él había terminado la universidad recientemente y estaba disfrutando de un par de meses de regreso en casa antes de dedicarse a su profesión de abogado. Cooper se había fascinado rápidamente con el nuevo amigo de su hermano ya que ambos compartían un amor extraordinario por la literatura, y siempre que se veían mantenían largas conversaciones acerca de sus libros y autores favoritos. Blaine aquello lo encontraba completamente absurdo, ya eran demasiadas cosas en la que Kurt era sobresaliente y no podía lograr entender como era que le alcanzaba a su amigo el tiempo para hacer de todo un poco.

Para el cumpleaños de Cooper la familia Anderson había invitado a Kurt a cenar con ellos. De regalo, Kurt le llevó al hermano de Blaine las obras completas de Sherlock Holmes, la colección era de edición británica, Kurt las había conseguido cuando había estado viviendo con su padre en Inglaterra. Desde luego, Cooper había quedado encantado con el obsequio.

Cuando la cena concluyó y sólo después de que ambos amigos se comprometieran a lavar los platos de la cena, Blaine y Kurt salieron al jardín trasero a conversar un rato antes de que llegara la hora de Kurt para volver a casa.

— Me hiciste quedar mal. — Se quejó Blaine mientras se quitaba el calzado y hundía los pies en la piscina sentándose al borde de esta. Su regalo para su hermano no había sido tan impresionante.

Kurt lo miró, sus ojos claros chispeando con auténtica picardía. Una sonrisa arrogante se extendió por su rostro. No dijo nada al respecto y en silencio imitó a Blaine desprendiéndose de sus zapatos, se sentó junto a su amigo, también hundiendo los pies en el agua que a esa hora reflejaba la luna que ya se había posicionado en lo más alto del cielo.

Era un grato día de invierno, de esos en los que uno suele olvidarse del invierno en sí. El aire estaba tibio, y el cielo completamente despejado. El firmamento de estrellas era todo un espectáculo.

Blaine quedó empapado de pronto.

— ¡¿Pero qué demonios?! — Blaine comenzó a protestar. Pero antes de que pudiese actuar de alguna otra manera, comenzó a recibir más y más agua encima. En un instante de distracción, Kurt se había arremangado los pantalones y se había puesto de pie hasta dónde el agua le alcanzaba las rodillas. Como un niño había comenzado a mojar a su amigo. Y aunque Blaine se quejaba, a Kurt le parecía divertido.

— Vas a hacer que me enferme. — Gritó Blaine cubriéndose el rostro con el brazo para impedir que el agua le entre a los ojos. Pero en realidad no estaba enojado ni nada, la jugarreta le había terminado por causar gracia. — ¡Tonto!

Luego de una larga carcajada de parte de Kurt, que a Blaine le pareció demasiado adorable, el castaño dejó el juego y se sentó al lado de su ahora empapado amigo. Sus mejillas pálidas habían alcanzado el tinte rosa producto del azoramiento que la risa le había provocado.

Blaine se quedó mirando a su amigo un instante. Tampoco pudo evitar la sonrisa que lentamente se extendió por su cara. No entendía por qué esto le parecía tan especial. Era un juego tonto, pero en ese momento se había sentido hipnotizado por la risa de su amigo y la idea de mojarse a pleno atardecer.

— Tienes una familia increíble. — Dijo Kurt de pronto.

Blaine parpadeó dos veces. No sabía a qué había venido ese comentario de pronto, claramente no se esperaba eso. Enderezó su postura para observar a su amigo, pero tuvo que restregarse los ojos un par de veces antes de concentrarse en la conversación porque el agua que aún goteaba de sus cabellos se le estaba deslizando incómodamente por la cara. Al fin secó su rostro y regresó a la plática que estaba sosteniendo con su amigo — ¿Qué?

Kurt rio. — Ellos son… — Buscó por las palabras adecuadas. — Ellos siempre están demostrándose su amor, son muy afectivos los unos con los otros. Tus padres son muy demostrativos contigo y con tu hermano. Mi "familia" no es así. — Dijo mirando a Blaine directamente, había imitado un par de comillas con sus dedos cuando había pronunciado la palabra familia. — Me gusta la atmosfera que se produce en tu hogar. — Si bien Kurt no había dejado de sonreír en todo el tiempo que llevaba hablando, se podía percibir un deje de tristeza en sus palabras. — Tu padre no es como mi padre. Mi padre me ama, no hay duda en eso, pero no es hum… amoroso. Yo no soy como mi papá claramente. Pero tu papá es encantador conmigo.

— Mi padre te adora, piensa que eres todo un ejemplo a seguir. — Respondió Blaine algo incómodo. No le molestaba que de pronto Kurt tuviese tantas lindas palabras para referirse a su familia, pero en general él era un poco torpe cuando las conversaciones se tornaban serias. Lamentaba aquello, porque realmente le gustaría ser un mejor apoyo para Kurt. Sobre todo cuando este se veía más triste de lo habitual.

— Estoy muy agradecido por cómo has sito tú y tu familia conmigo.

Blaine se quedó quieto un momento, inserto en sus pensamientos. Kurt era toda una situación para él, y se había tomado muy a lo personal el bienestar de su amigo. — A ti no te gusta mucho ir a tu casa. — Dijo en voz alta sin darse cuenta, casi como si estuviese preguntándoselo a Kurt.

Kurt miró hacia abajo y no dijo nada al respecto.

— ¿Por qué no te gusta ir a tu casa? — Blaine insistió con torpeza, aunque sabía que no debía insistir tanto. Pero el otro chico solo pareció encogerse frente a él, y Blaine se sintió muy mal por haberle provocado aquella reacción.

Sin importar las burlas, los rumores y los chimes a su espalda, Kurt nunca se había visto tan vulnerable frente al mundo. Respiró hondo antes de mirarlo de nuevo, forzando una sonrisa. — Es difícil de explicar. — Su voz sonó más inestable de lo habitual. — No es que no me guste ir a casa… Ahí tengo a Pavarotti, mi ave. No puede no gustarme ir a mi casa, si lo tengo a él.

Blaine sintió como de pronto el aire comenzó a faltarle. Como si la energía alrededor se hubiese vuelto más pesada. Sintió un pequeño dolor en el pecho y no lograba entender el por qué. Sabía en el fondo que Kurt estaba muy triste, que la conversación lo había puesto mal, y Blaine necesitaba arreglar eso. Sintió un fuerte deseo en ir y abrazar al otro chico. Pero de pronto todos los rumores y chismes que se referían a Kurt pasaron por su cabeza y se sintió muy confundido.

¿Acaso tenía algo de malo abrazar a su amigo? ¿Eso lo haría a él una persona diferente? Sabía que la gente veía a Kurt de forma distinta, y que muchas veces eran crueles con él por lo mismo. La gente siempre rehúye de lo que es distinto, como si lo diferente arrastrase una plaga o algo. Blaine suspiró.

— Me gusta que tú vengas a mi casa. — dijo en su lugar, reemplazando todas las dudas de su cabeza por algo que sí sabía era cierto. Kurt era su amigo, y él estaba muy orgulloso de eso.

Eso regresó el brillo en los ojos de Kurt y también la sonrisa en su rostro.

El dolor fantasmal en el pecho de Blaine se marchó un instante y también le sonrió a su amigo.

888

Pasaron dos meses desde el inicio de su amistad, cuando Kurt finalmente llevó a Blaine a su casa.

— Mi padre no se encuentra. Tuvo que hacer un viaje a Westerville por algunas herramientas. — Dijo Kurt algo nervioso. Blaine podía darse cuenta de que Kurt no se encontraba muy cómodo con la situación.

El padre de Kurt era mecánico. De hecho había abierto su propio taller en el pueblo y había contratado algunos ayudantes. Los Hummel eran una familia de dinero, pese a que no vivían en una gran casa como la de los Anderson, Blaine sabía, por las cosas que Kurt le había contado durante su amistad, que la Señora Hummel había muerto hace un par de años producto de un cáncer. Que desde entonces Burt, como se llamaba el señor Hummel y el propio Kurt se la habían pasado intentando reconstruir sus vidas. Viajando mucho, tratando de adaptarse a algún lugar. De hecho Kurt había estado viviendo incluso en el extranjero.

Blaine jamás se había atrevido a preguntar por qué motivo habían llegado a vivir a un pueblucho como Lima si habían estado viviendo en el extranjero. Sin embargo y suponiendo que Kurt tenía una buena razón que dar, y para evitar hacerlo sentir incómodo, nunca había tocado el tema.

Blaine le guiñó un ojo al otro chico, e inmediatamente sintió un calor arremolinarse en sus mejillas. Apreció una oleada de euforia extraña recorrerle el cuerpo, como si la sola idea de estar a solas con Kurt fuese emocionante. Él salió de su ensimismamiento cuando vio al castaño acercarse.

— Ven. — Kurt dijo de pronto. Cuando tuvo a Blaine lo suficientemente cerca, cerró su mano alrededor de su muñeca, tirando de él para que lo siguiera. — Quiero que conozcas a Pavarotti.

— ¿Dónde conseguiste a Pavarotti? — Blaine preguntó dejándose arrastrar por uno de los pasillos de la casa. Kurt ya llevaba un buen tiempo hablando de su ave, y siempre había querido más de él.

Kurt lo miró de reojo de una forma suspicaz. Apretó aún su mano alrededor de la muñeca de su amigo. — Italia, ¿no es obvio? Le puse como el tenor italiano. — Dijo, soltando el brazo de Blaine antes de alcanzar una puerta doble al final del pasillo.

Blaine lamentó que Kurt cortara el contacto físico. Sentir la mano de Kurt alrededor de su muñeca había sido algo inexplicablemente grato.

Cuando el castaño abrió la puerta doble, Blaine comprendió que se encontraban en el dormitorio de Kurt. Dentro había una gran y prolijamente ordenada cama. Todos los colores, desde el cobertor hasta las cortinas y las paredes y los marcos de las ventanas y la puerta combinaban. Había varias fotografías de diferentes lugares del mundo colgadas en las paredes, una estantería de libros. Banderas de varios países, un escritorio, dos sillones pequeños, una mesa de centro y una gran lámpara colgando del techo. Al lado de la cama de Kurt, sobre la mesita de noche se encontraba una jaula dorada que encerraba un pequeño y alegre canario de color amarillo.

Para sorpresa de Blaine, Kurt silbó dos veces sentándose a orillas de su cama. La pequeña ave replicó cantando dos veces desde su jaula.

— Te presento a Pavarotti. — Kurt sonrió mirando a su amigo que aún seguía parada en el marco de la puerta.

Blaine se acercó silenciosamente hacia Kurt y tomó asiento a su lado.

— Intentalo, silva para Pavarotti.

Blaine frunció el entrecejo, dudando un poco de la petición de su amigo. Pero como le gustaba darle en el gusto, silbó tres veces de forma melódica.

Pavarotti rápidamente lo imitó, reproduciendo la melodía de forma exacta.

— Wow, jamás había hecho eso con nadie excepto conmigo. — Dijo Kurt mirando a Blaine. — Parece que le has caído bien, de lo contrario no te hubiese replicado.

Satisfecho consigo mismo, sintiendo que era un gran triunfo personal que el ave de Kurt replicara su silbido, Blaine pasó sus dedos suavemente por el contorno de la jaula de Pavarotti. — Pavarotti es muy lindo. — Sentenció.

Kurt asintió, después de eso le mostró a Blaine algunas fotografías que había sacado cuando había estado viviendo en el extranjero: Francia, Turquía, Inglaterra, Australia… La lista era larga. Lo que ayudaba a entender por qué Kurt era tan bueno en historia, y como era que manejaba tantos idiomas y sabía tantas cosas. Los últimos años de su vida se lo había dedicado a eso, a viajar y conocer y aprender.

Blaine se extrañó un poco porque conociendo lo amigable que Kurt podía llegar a ser, le pareció raro que su amigo no tuviese fotografías de amistades dentro de su colección. Recordó también que Kurt tampoco le había mencionado a muchas personas las veces que le contaba historias personales. Blaine sintió que Kurt en el fondo era un chico solitario y aquel pensamiento le apretó el corazón.

— Eres un gran fotógrafo. — Dijo Blaine para salir de su ensimismamiento.

Kurt sonrió complacido. — Lo sé.

Blaine rodó los ojos.

Se quedaron un buen rato en silencio, Blaine decidió echar un vistazo más amplio a las fotografías de Kurt mientras el dueño de casa alimentaba a su mascota.

— Realmente eres un gran fotógrafo — insistió Blaine pasando los dedos suavemente por una de las fotografías, su favorita había sido la que mostraba El Puente de las Artes de Paris lleno de candados bajo un día de lluvia. — Esto es hermoso. — Finalizó.

Kurt se encogió de hombros mientras trasladaba a Pavarotti con su jaula hacia un lugar más cerca de la ventana, los pequeños rayos del sol que se colaban por las cortinas hicieron brillar el dorado pelaje del ave aún más.

— Me gusta capturar ciertos momentos, no creo sea gran cosa.

— ¿Gran cosa? tu realmente eres bueno en esto. — Blaine siguió dando vueltas a las páginas de uno de los tantos álbumes. — Ojalá yo tuviese la habilidad para poder capturar imágenes como estas.

— Y ojalá yo pudiese hacer cosas como las que tú haces.

— ¿El fútbol? — Preguntó Blaine sorprendido.

— Sí, el fútbol… y todo. — El rostro de Kurt se tornó algo triste.

— ¿Qué todo? — Blaine aún no podía comprender. — Eres increíblemente ágil, te luces en los espectáculos que monta el club Glee… eres inteligente, mucho más que yo y extraordinariamente más agradable.

— No lo soy tanto… — Negó Kurt — Y tú eres mucho más agradable que yo.

Empecinado en hacer sentir bien a Kurt, Blaine ignoró los atisbos de depresión en las palabras de su amigo y volvió el tema atrás. No quería seguir escuchando a Kurt tan triste, aunque no podía negar que le gustaba cuando el castaño por fin se mostraba más abierto en cuanto a lo que sentía y pensaba, Blaine tenía un mal presentimiento de adónde podrían llegar las cosas. Y no quería por nada del mundo que el tema de Karofsky y compañía saliera a la luz.

— Yo podría enseñarte algo de football. — Blaine comento dejando el álbum de fotografías en la estantería. — Apuesto que serías un gran pateador, yo podría enseñarte los movimientos adecuados. — Siguió diciendo a medida que se acercaba a su amigo. — Apostaría que en una sesión de entrenamiento patearías mejor que cualquiera de nuestro equipo — Mientras hablaba Blaine apoyó su mano en el hombro del otro chico. Se calló cuando Kurt se quejó al contacto quitando su hombro del roce de la mano de Blaine, alejándose un poco.

El estómago de Blaine dio un vuelco cuando quiso alcanzar a Kurt nuevamente y este insistió en volver a soltarse de su agarre. Su expresión cambió de la preocupación a la irritación de un segundo a otro. Pensó lo peor. — ¿Qué demonios tienes en el hombro? — Blaine preguntó enojado. Sabía que si seguía siendo condescendiente con Kurt, el castaño se haría el tonto.

— Esto… Estoy bien. — Intentó decir Kurt, ver a Blaine enojado lo había descolocado un poco.

— No me hagas obligarte, Kurt. ¿Qué mierda te pasó en el hombro?

— Dije que estoy bien.

— Sí, sí… Pues mientes. — Por supuesto Blaine no le creía para nada. Rápidamente se acercó a su amigo y antes de que este pudiese soltarse, Blaine había conseguido enrollar la manga de la camisa que Kurt llevaba puesta. Efectivamente, el hombro de Kurt había sido lastimado, un gran moretón adornaba gran parte del hombro. Un nudo se coló en la garganta de Blaine. — Por lo que más quieras dime que esto te lo hiciste en las prácticas de tu coro.

— Voy a estar bien. — Insistió Kurt alejándose unos centímetros de Blaine. Su voz sonaba suave, cansada. Claramente no se había hecho eso entrenando.

— ¿Quién… Cómo… Quién te hizo eso? — Blaine demandó.

— No es gran cosa.

— Maldición Kurt ¿QUIEN? — Si acaso su amigo confesaba que había sido su padre, Blaine había decidido llevarse a Kurt de ahí inmediatamente.

Pero las cosas eran completamente diferentes.

— Dave — Kurt terminó por admitir. — Parece que no le agrado. — Intentó bromear.

— ¿Cómo sucedió esto? — Blaine preguntó. — ¿Y porque no me lo contaste antes?

Kurt suspiró antes de sentarse en la orilla de su cama otra vez. — Es un miembro de tu equipo y sabía que ibas a cabrearte si te lo contaba, probablemente le armarías bronca y te pelearías con él, yo no quiero que pelees con tus amigos por mi culpa.

Blaine sintió como el nudo en su garganta crecía cada segundo más. — ¿Cómo sucedió esto? — Insistió. — Y por supuesto que me pelearía con él por ti, eres mi amigo Kurt.

— Fue en el partido de anoche contra los de Westerville. Me encontró en el estacionamiento esperando un taxi. Pasó a chocar conmigo y yo caí al suelo. Eso es todo…

—Yo debería haber estado contigo.

— No. — Dijo Kurt secamente. — Tú tenías que celebrar el triunfo de anoche. Lo de Karofsky fue solo un accidente. No es gran cosa.

— Te lastimó.

— Fue sin querer.

— Dime la verdad, Kurt.

— No chocó conmigo por accidente. Al parecer me había seguido, me empujó. Ya te dije, parece que no le agrado. — Confesó incapaz de seguir mintiéndole a su amigo.

El rostro de Blaine se tornó rojo de pronto.

Al darse cuenta Kurt inmediatamente fue hacia él. — No te enojes por favor, Blaine. Yo no estoy enojado, tú tampoco deberías estarlo.

— ¿Por qué siempre le bajas el perfil a todo, Kurt?

— Porque no vale la pena darle importancia a un tipo como Dave.

Blaine suspiró. Estaban tan cerca con Kurt que podía sentir la respiración del otro chico golpear en su rostro. — Eres increíble. — Sintiéndose un poco confundido por todo lo que había sucedido, Blaine decidió que sería mejor sincerarse. — Los chicos del equipo… Ellos dicen cosas ¿sabes? Son realmente desagradables cuando hablan de ti… Dave es el peor de todos.

Kurt alzó una ceja desafiante, se cruzó de brazos — Dave es un chico ignorante, que apuesto repite las cosas que oye de los mayores, ignorantes también.

Blaine apretó los dientes sin que su amigo se diera cuenta, si él estuviese en el lugar de Kurt no actuaría de forma tan tranquila y educada, probablemente él ya hubiese hecho un alboroto. Detestaba las injusticias, detestaba aún más que su amigo fuese víctima de dichas injusticias. Aflojó su mandíbula, calmándose un poco — Solo… por favor ten cuidado. — Dijo al fin. — Dave Karfosky y los otros chicos del equipo… Ellos tienen metidos en la cabeza la idea de que cuando tú vas a vernos a los entrenamientos y…

Kurt inclinó la cabeza. — Cuando yo voy a verlos a los entrenamientos ¿Qué? — Preguntó, parecía algo desconcertado.

Blaine no sabía cómo continuar la oración y responder a la pregunta que su amigo le había hecho. Sintió su ritmo cardiaco acelerar una vez más. No pudo mantener la vista en los ojos de Kurt, movió el cuello para clavar su mirada en otra cosa, menos en el rostro de Kurt. — Ellos tienen unos egos enormes. — Dijo casi en un murmullo. — Ellos piensas que tú nos vas a ver entrenar, porque… porque… eso te provoca…ya sabes… — Blaine jamás había sentido sus mejillas arder de la forma en la que estaban ardiendo en ese momento.

Desde el otro lado, sintió a Kurt bufar — ¿Ellos piensan que ver a un grupo de chicos sudorosos golpeándose unos a otros y corriendo detrás de un balón es lo que a mí me gusta, eh?

Kurt estaba queriendo bromear al respecto, Blaine lo sabía. También sabía que las bromas era una forma en la que Kurt ocultaba sus verdaderos sentimientos. — Son unos idiotas, la verdad. — Dijo haciendo eco de la broma de Kurt, tratando de reír, aunque él no sabía fingir su risa.

— Hum… — Kurt musitó un instante. Caminó unos pasos para conseguir ponerse en frente de Blaine y que este lo mirase a los ojos. — Pero una cosa es cierto… A mí sí me gustan los chicos.

Blaine nuevamente no pudo mantener la vista en su amigo, agachó la mirada al instante en que Kurt se había confesado. — Yo… eso, eso ya lo sabía.

— ¿Y eso te molesta?

— ¿Por qué habría de molestarme? —Blaine alzó la vista, de verdad que no le molestaba para nada la orientación sexual de su amigo.

Kurt se encogió de hombros… — No lo sé… a tus amigos les molesta.

— Bueno… ellos son unos idiotas… y no son mis amigos, tú eres mi amigo.

La risa de Kurt llenó la habitación. — Son unos idiotas, y me alegro que tú no pertenezcas a ese grupo. — Dijo el castaño acortando la distancia entre ambos. Estaban tan cerca que un movimiento haría que sus narices chocaran. — Bueno, pero esos idiotas están en lo correcto en algo más.

Blaine sintió que su cabeza comenzaba a pesar mucho más de lo que su cuerpo podía soportar de tantas ideas y pensamientos que se le cruzaron por la mente en ese instante. Se le fue difícil concentrarse en lo que su amigo decía, y todo lo hacía más difícil el hecho de que podía sentir la mano de Kurt rodeándole ligeramente la muñeca. — ¿En qué? — Preguntó con la voz algo entrecortada.

— Me gustan los deportes, pero yo no puedo practicarlos. Por eso es que me gusta ir a mirar a los equipos jugar… pero… Es cierto que voy a mirar a alguien en particular.

Su voz era baja, y cuando Blaine levantó la cabeza, la respiración de Kurt hizo cosquillas en su rostro. — ¿Sam Evans? — Blaine preguntó, su voz sonó más aguda de lo normal. — Todas dicen que él, Hum… lo encuentran… que es muy lindo… Pero creo que a él le gusta, ya sabes… Hum… mi prima Rachel. — Balbuceó, no podía controlar su tartamudeo repentino.

— No — Kurt dijo afirmándose aún más fuerte de las muñecas de Blaine. — No se trata de Sam, tonto.

Y para cuando Blaine pudo llegar a comprender de quién se trataba, los labios de Kurt ya estaban apoyados suavemente sobre los suyos. Y cada uno de los pensamientos que taladraban la mente de Blaine, se callaron al instante sorprendiéndose en el silencio.

Durante un minuto todo fue maravilloso. Más aún, perfecto.

Pero entonces las voces de sus compañeros de equipo se filtraron en la cabeza del mayor.

Repulsivo. Pervertido.

Alguien debería enseñarle al pequeño pervertido una lección.

Con un grito de sorpresa, Blaine empujó a Kurt para apartarse de él. Se alejó del castaño, mareado, respirando con dificultad, tambaleándose. — No… Eso es… — Tragó saliva, sacudiendo su cabeza. — No hagas eso.

Kurt se quedó quieto en dónde estaba. — Lo siento. — Sus ojos estaban muy abiertos, y por primera vez, Blaine vio verdadera vergüenza en ellos. — Lo siento mucho.

Pero lo que más deseaba Blaine en ese momento era decirle a Kurt que no tenía que disculparse. En realidad, lo que quería en el fondo era volver a sentir la proximidad del cuerpo del otro chico, porque le había gustado el beso. A Blaine realmente le había gustado, aunque no sabía lo que eso podía significar. Tampoco quería parecer asustado, aunque en el fondo lo estaba.

Blaine estaba aterrado.

— Lo siento — Dijo Kurt de nuevo.

— Me tengo que ir — dijo Blaine. Y huyó.