La trampa del tiempo
CAPITULO 1: Un visitante nocturno
Las luces del norte iluminaban el horizonte cubierto de estrellas en un manto nocturno de primavera. Los cielos boreales asombraban a la bella ciudad de Deltorian, la ciudad capital del reino de Alderán.
Los aromas de miles de flores de luna se hacían presentes en el ambiente. Aquel olor era arrastrado y esparcido por todo el lugar que formaba parte del castillo real. Aquel embriagante aroma a flores lunares era tan encantador que podía considerarse el más bello perfume jamás creado por la naturaleza.
Los tambores y melodiosos sonidos de instrumentos musicales de aire se escuchaban a lo lejos. Provenían de la plaza central de Deltorian, la fiesta del reloj de las eras se encontraba en su máximo apogeo, colocando a todo pony terrestre, pegaso, unicornio y grifo de la ciudad dentro del festejo.
Los guardias del castillo bajo las órdenes de su gobernante, marcharon rumbo al centro, era una festividad en la cual todo debía ser paz y diversión, por lo cual ellos serian los encargados del orden.
La noche del reloj de las eras se formaba a lo largo de la noche y parte de la madrugada de los primeros días del primer mes real de primavera.
Las luces boreales se mostraban cada vez más llamativas, acompañadas de aquel hermoso juego de estrellas blancas que se incorporaban a unos colores ondeantes en la inmensidad de la noche, daban recuerdo a la princesa del norte. Aquella dama de antiguo linaje que gobernaba los amplios territorios de Equestria.
-La noche se encuentra iluminada de nueva cuenta por esas luces- dijo con tranquilidad una delicada voz- Díganme que tanto a cambiado aquellas tierras del norte luces viajeras. Aun ay el recuerdo en aquellos paramos de mi persona. Acaso la emperatriz lunar ha vuelto finalmente a caminar entre los mortales- Suspiro mirando las luces con cierta emoción.
La princesa de aquel reino era la dueña de dicha voz que se escuchaba en el viejo balcón del castillo Derionar. Perteneciente durante varias generaciones a una dinastía de equinos que gobernaron con casco firme pero alma noble a su pueblo. La ultima de su estirpe gobernaba ya desde hace 700 años, ella era el milagro que solo el norte de aquel continente había podido presenciar, una princesa que poseía el poder de la inmortalidad.
Era una alicornio de un color blanco. Su crin poseía un color castaño que podía hechizar a cualquier stallion joven al verlo hondearse con el viento. Sus cascos se encontraban protegidos con un juego de zapatillas de plata, las cuales brillaban un poco ante el reflejo de las luces del norte.
Sus ojos eran de un peculiar color gris, ojos de plata le decía su madre cuando estaba en vida. Eran dos enormes joyas grisáceas que te miraban de un modo único. Podían ver tu alma si les dabas el tiempo necesario.
En su pecho descansaba la característica pechera que porta una princesa. Esta era de igual forma que sus zapatillas, de un color plateado con pequeñas incrustaciones en algunas partes. En su centro se encontraban dos joyas, una era rojiza como una gota de sangre cristalizada, la otra una hermosa joya azul. Ambas formaban en el centro de la pechera de plata, la silueta de un hermoso reloj de arena.
La alicornio que gobernaba Alderán era conocida como "La princesa del tiempo" o incluso algunos llegaron a nombrarla como "Sweet Lullaby: La Emperatriz del tiempo".
Ella se encargaba de mantener fluyendo la materia del tiempo y que el mundo como tal siguiera transcurriendo al mismo tiempo. Su magia modificaba los ritmos temporales dos veces por año. Ella decía que era como darle cuerda a un viejo reloj de bolsillo. El flujo de tiempo cambiaba en los llamados horarios invernales y verano gracias a ella y aquella noche, en víspera del cambio de horario, ella observaba por vez primera todo desde su castillo.
Ella gustaba mucho de la festividad del reloj de las eras, pero en esta ocasión, algo era diferente. Al recordar aquella cálida y confortable bienvenida que sus súbditos le daban su corazón rebozaba de alegría. Pero después de un rato, al mirarlos comprendía lo preciada que era la compañía de otro equino. La mayor parte del tiempo ella ocupaba un papel demandante que la mantenía alejada de la compañía denominada amistad o mas alla, de la compañía de un ser que entregue su amor.
Esta noche en particular ella tenía un extraño presentimiento. Algo le decía muy dentro de su mente que no debía bajar a la ciudad, que algo sucedería y que ella debía estar preparada para ellos. En aquel momento no sabía si fuera real aquella extraña corazonada o si solo era el deseo de no recordar su soledad el que le pedía se abstuviera de participar en la festividad.
En el centro de la plaza se encontraba un enorme reloj de arena encantado, la princesa lo había hechizado para que al tocar la media noche, la magia de sus arenas comenzara a correr en sentido contrario, así el tiempo comenzaba a cambiar y su equilibro permanecería.
-Me gustaría estar con ustedes- dijo un poco decaída.
Un sonido extraño se hizo presente al fondo del pasillo. Fue tan claro y hueco como el sonido de una armadura impactando en los mosaicos del suelo.
Sweet giro la cabeza casi de inmediato tras el golpe hueco. Sus ojos se fijaron en la puerta entre- abierta de su habitación. El ruido de sus zapatillas al caminar se escuchó en el enorme silencio que resguardaba el castillo. Camino con cierta precaución preparándose para encontrar lo que fuera que estuviera en el pasillo esperándole. Un delicado alo de magia azul se formo sobre su cuerno, uso su magia para abrir la puerta y en un movimiento veloz asomo la cabeza al exterior.
No había nada en el. Solo el extraño caso de una bandeja de plata que descansaba sobre los pies de un viejo pilar que sostenía un busto de roca caliza de la antigua gobernante.
La princesa levito con su magia la bandeja y la llevo al interior de su habitación. Posiblemente alguna de las sirvientas tropezó en la oscuridad y ante la macabra sensación que daban las pinturas del pasillo, esa que te hace creer que algo te mira en medio de la noche, salió corriendo despavorida.
-Abría deseado con ansias que fuera algún encuentro sobrenatural en vez de la decepcionante aparición de una nada enorme en el pasillo- dijo sonriendo al mirar la charola de plata.
Al mirar su reflejo en la charola. El encontrarse con aquella tiara sobre su cabeza y sus ojos grises relucientes sobre la metálica estructura solo pudo preguntarse si alguna vez su vida tomaría un giro diferente a la rutinaria existencia que demandaba la realeza. Anhelaba un cambio, aunque fuera pequeño, pues aunque amaba a sus pequeños ponies como tenía la costumbre de nombrar a sus súbditos, el saber que después de un día ajetreado, después de responder por los asuntos del reino y todo aquello que una princesa debiera hacer. Solo se encontraría a sí misma en aquella habitación que no dejaría de ser una pequeña jaula domestica para la avecilla de su corazón.
Un suspiro escapo de su ser, seguido de la visualización de algo que antes no estaba en el reflejo de la charola. Un extraño manchón negro, diminuto, no más grande que una estatuilla pero no tan pequeño como un simple pajarillo.
La princesa del tiempo giro su mirada hacia atrás. Un graznido se escucho rompiendo el silencio de la habitación.
La extraña mancha resulto ser un gran y precioso cuervo, sus plumas relucían su encanto y reflejaban un destello ante el reflejo del fuego de la chimenea personal de la princesa Sweet. El cuervo no mostro intenciones de reverencia alguna o siquiera interés en pedir refugio, solo se poso ahí, en el dintel de la puerta de la joven gobernante.
Ella lo miro con curiosidad, ladeando la cabeza en momentos siguiendo a modo de imitación las acciones del misterioso pájaro que se coló de la nocturna rivera de la noche a su habitación.
-¿Y quién es mi visitante, eh? ¿Quién es el que ha entrado tan súbitamente a la calidez de mis aposentos?
El cuervo solo la observo, con unos ojos que no parecían de animal, si no de un ser mas allá de lo convencional. Ella solo sonrió y tras unos segundos de pensarlo en su cabeza soltó una pequeña risilla para hablar nuevamente.
-¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la noche plutónica!- dijo en tono fingido pero exacto ante la broma que formaba con aquellas palabras salidas de sus libros.
-¿Creo que tu no me dirás nunca más eh pequeño?- suspiro sin quitarle la mirada. Solo se sentó frente a él, recargando su espalda un poco en el borde de su cama.
El ave negra solo levanto su pico como mirando al techo y después poso una mirada de penitencia sobre la alicornio. Lentamente sus plumas se levantaban al extender sus alas y tras un segundo de contacto visual el amenazador pájaro vetusto dejo salir de lo más profundo de sus entrañas las palabras "Nunca Más".
Sweet retrocedió su cuerpo en alto reflejo al escuchar aquella inesperada respuesta de un ser que no debería hablar en la realidad. Sus ojos se abrieron al descubrir aquella criatura que era más rara que la ficción pero que volvía realidad una bella ficción de media noche albergada en libros de vieja literatura que devoraba con emoción cada vez que cambiaba sus hojas.
.Tu…tu… ¿Hablaste?- dijo aun sorprendida la Alicornio.
El cuervo salto del dintel de la puerta y se poso frente a ella. Sobre la parte blanca de la alfombra del lugar. Guardo sus alas y asintió con un leve sube y baja de cabeza.
-En efecto hable, pero no es lo único que puedo hacer- dijo el cuervo nuevamente pero con una tonalidad y voz distinta a la escabrosa de unos segundos atrás.
El pajarraco tan confiado como el mismo comenzó a rascar su emplumado pecho con una de esas patas delgaduchas que poseía. La mirada descarada como si no hubiera ocurrido nada que ameritara el asombro de la princesa, aun se encontraba formada en su pequeña cara negruzca.
-Es sumamente curioso que primero me preguntase que si le respondería el clásico nunca más. Y ahora que ha resultado exitosa la petición que su majestad me ha pedido se encuentre tan asustada como una pequeña potrilla con miedo a los fantasmas que se esconde bajo su cama.
-¡Eso no es verdad! – respondió con tono más serio la chica.
El cuervo solo le miro con ojos que se tornaron de un rojo sangre, dejando atrás el oscuro color que poseían originalmente. Sus alas se extendieron y tras un brusco batir de alas, la puerta que llevaba al balcón privado de la princesa se cerro de golpe.
Las llamas de la chimenea se agitaron y poco a poco se volvieron azules. Los sonidos de la madera quemándose fueron silenciados. Ahora solo estaban ella y el extraño animal que no guardaba nuevamente sus alas.
-No temo a un pequeño cuervo furtivo que entro sin permiso a este lugar. Simplemente fue el asombro de una criatura como tú que posea la capacidad de hablar.- dijo firme
-Acaso has pensado que no soy lo que tus ojos ven. Que estos ojos rojos y piel emplumada no son más que un juego de ilusiones y deformaciones en un vago recuerdo de las lecturas que has tenido en las últimas noches joven emperatriz.
Aquellas palabras sorprendieron a la alicornio. ¿Cómo sabia que en las últimas noches estuvo releyendo los viejos cuentos del poeta oscuro?
No importaba cual fuera la respuesta a la incógnita, ella descubría en esos pequeños ojos rojos que su extraño visitante era todo menos un cuervo. Levanto su cuerpo y comenzó a causar un aura azulada en su cuerno, estaba preparando un hechizo.
-Revela tu identidad criatura extraña. No pretendo jugar con alguien que se mofa de mi persona ocultándose tras una máscara de falsedad. ¡ANDA! Muestra quien realmente eres.
El cuervo solo se inclino extendiendo sus alas y agachando la cabeza unos segundos, abrió aquel oscuro pico y dejo escapar un sínico "Lo que usted ordene majestad".
El fuego azul comenzó a crecer en el interior de la chimenea mientras el pájaro negro retrocedía a paso veloz hasta ser absorbido por las flamas del fuego. Lentamente fue creciendo en su interior. En pasos lentos salió del fuego una criatura como ninguna otra vista antes por ella.
Dos cuernos de una forma peculiar se alzaban llamativamente sobre su cabeza. Sus ojos eran rojos como un fuego que arde con intensidad. Su altura era mayor a la de cualquier pony, incluso mayor a la de un alicornio. Su cuerpo era de un color oscuro que le servía para moverse en las sombras. Su cuerpo se encontraba constituido de partes de diversos animales. Su pata delantera izquierda era una garra de cuervo que relucía fieramente unas afiladas uñas. Su pata derecha era una garra de lobo de color negro, grande e intimidante, podía partir a alguien en dos con la suficiente fuerza durante el desgarre.
Sus patas traseras en cambio eran muy distintas. La izquierda era una pata de pony, mientras que la derecha era la de un dragon negro. Su cola era de una tonalidad rojo oscuro, perteneciente a un dragón, era larga y llamativa. Podía usarla para tomar algunas cosas de vez en cuando.
Sus alas eran grandes y preciosas, eran dos enormes alas de cuervo que podían atrapar en un abrazo a alguien con fuerza. Finalmente su cabellera era rojiza, casi de la misma tonalidad de sus ojos.
-Ahora puede verme en su totalidad su majestad, la pregunta ahora es ¿Está contenta con la respuesta? O ¿Solo ha llenado de más incógnitas su mente? – El curioso ser meneo su garra de lobo como invitándole a preguntar nuevamente mientras comenzaba a deambular a voluntad por la habitación sin perderle de vista totalmente.
La princesa lo miro con detenimiento. Su especie era algo desconocido por completo para ella. Las extrañas combinaciones de animales le traían el recuerdo de uno de sus primeros libros. Era difícil para ella no pensar en el monstruo de Frankenstein de Merly Shell Lay al verlo andar por ahí conformado por tantas extremidades distintas.
Los ojos le brillaron con curiosidad infantil al mismo tiempo que su desconfianza comenzó a crecer. No se había dado ninguna razón de aquella visita. No se conocía la identidad del individuo y mucho menos sus intenciones. Por sus ojos ella pensó que sería alguien en el cual no se podría confiar y que seguramente tramaría algo.
-Debo pedir de la manera más atenta que reveles tu nombre y también tus intenciones ante esta visita nocturna tan inesperada-
El ser solo la miro de reojo antes de abrir las puertas de cristal que llevaban al balcón privado de la alicornio. Se recargo sobre el barandal y la miro mientras su cabellera era agitada por una delicada briza, formando una sensación de que fuera una flama rojiza que se avivaba.
-Mi nombre es más antiguo que tu existencia y por lo tanto a cambiado con el tiempo. No soy un anciano veterano con eones de edad, pero definitivamente la juventud de mi especie es bastante para la vida de un equino multicolor. Mi nombre alguna vez fue olvidado y con el otro ocupo su lugar, puede llamarme Shady Night.
La princesa mantuvo su guardia en alto ante cualquier intento mal intencionado de actuar por parte de su invitado. El menear de sus garras al hablar demostraba cierta maestría ante el dialogo corporal, pero a su vez la forma en que revelo su identidad fue extraña.
-¿Cuál era tu antiguo nombre? Dijiste que en algún momento tuviste otro- dijo en voz alta.
-Mi nombre murió con una serie de acontecimientos que arrasaron con mi vida anterior, con el tiempo nadie nombro ese nombre y se fue perdiendo, casi estaba al punto de olvidarlo por completo cuando forme mi nuevo nombre. Antes de ser una sombra mi nombre era Hildegard. Era algo sumamente anticuado para nuestros tiempos princesa, así que si nadie más lo recordaba parecía factible el renunciar a él- Respondió con calma.
La alicornio formo nuevamente esa aura azul sobre su cuerno al ver que se acercaba con lentitud a ella. Miro aquellos enormes ojos rojizos y pregunto imponiéndose.
-¿Qué cosa eres tú?
-Soy un ser más viejo que el tiempo y que por desgracia la mayoría de los míos han desaparecido del plano existencial de este mundo. Mi raza alguna vez fue nombrada como Draconequus.
Ella solo lo observo con una mirada fulminante.
-¿Cuál es tu intención en este lugar? ¿Qué buscas Draconequus?
La criatura solo chasqueo los dedos formando tras el una nube pequeña en la cual tomar asiento. Acerco con cuidado la garra de cuervo a la princesa y tomo su mentón con delicadeza para levantarle un poco. El hechizo se disparo al instante pero fue detenido por una ágil garra lobuna.
-¿Tan fieramente atiende a un invitado majestad? Bueno lamento decirle que mis intenciones tampoco son sinónimo de paz en realidad. Vera, eh dicho que mi especie sufrió de una lenta y lamentable desaparición dentro de este continente y temo si quiera pensar que en el resto de nuestro mundo. Pero ello no ocurrió por orden de la naturaleza y mucho menos por una tragedia engendrada por nosotros mismos- sus ojos se clavaron en la mirada de la princesa mientras sus narices lentamente se tocaban- Lamento decir que nosotros desaparecimos por las acciones de una familia burguesa que siempre gobernó estos lugares. La suya- dijo con un tono siniestro.
Los cascos protegidos en zapatillas plateadas impactaron en el pecho del draconequus empujándole hacia atrás. La doncella extendió sus alas en señal de alerta y volvió a apoyar las patas delanteras en el suelo.
-No permitiré una transgresión a mi espacio personal como esa. Si tienes un problema respecto a las acciones de mí familia, podemos discutirlo de forma civilizada y sin necesidad de trucos o violencia mi estimado señor Night-
Una risa pequeña se escabullo entre los labios cerrados del Draconequus. Las joyas de la pechera de Sweet comenzaban a tornarse de un color más intenso, ella no bajaba la guardia.
-¿Por qué parlamentar con usted cuando puedo simplemente tal fiereza majestad? Sé que no soy una entidad agradable a la vista pero eso no implica que sea una cosa incivilizada. Aun así… Debo admitir que mis intenciones no son buenas. Tu pasado y el mío se unen en cierta forma y es por lo tanto tu destino pagar por las acciones de tus gobernantes pasados- al terminar de hablar lamio las afiladas garras de la pata de cuervo.
La princesa dudo de la respuesta del sujeto. Sus ojos se mostraban fieros pero a la vez tranquilos, era difícil decir si planeaba algo o no. Las afiladas garras la hacían sentir el peligro de su presencia y que tal vez esas malas intenciones no se llevarían a cabo contra ella físicamente, si no con sus súbditos que desprevenidos disfrutaban del festival.
-Si no quieres hablar como es debido lamento decir que tendré que hacer uso de una segunda opción que se tornara en un castigo que pudiste prevenir.
-Ja, lo dudo- desapareció para posteriormente aparecer tras ella posando sus garra de lobo en su cuello- pero si crees poder vencerme bajo tus términos te reto a hacerlo. A final de cuentas no importara lo que agás. Mis acciones te llevaran a conocer la tragedia- dijo susurrando a su oreja
Una sensación húmeda se deslizó por el cuerpo de la princesa. La lengua del Draconequus lamia con lentitud el cuello de la alicornio. Ella se congelo por unos segundos al sentir aquel mojado órgano muscular explorando su cuello. Sus ojos se abrieron al contacto mientras su cuerpo permanecía firme.
Tras unos segundos extendió sus alas tratando de alejarlo de ella y de un salto giro para disparar un rayo azul aturdidor. El descarado visitante burlo el rayo mágico con un acto de desaparición para aparecer posteriormente en el techo.
-Bien creo que al final si tendré que usar la fuerza bruta un poco- una sonrisa macabra se torno en su rostro
La alicornio no espero y volvió a atacar. Un desfile de luces azules, rojas y verdes se dieron dentro de aquella pequeña habitación. Cada uno trataba de inutilizar al otro. Cada hechizo era más fiero conforme avanzaba el duelo mágico. Un batir de alas negras y blancas dejo escapar una ventisca de plumas que formaban una danza monocromática mientras la lucha continuaba.
Las llamas de la chimenea se extinguieron y tras un par de intentos finalmente la emperatriz del tiempo acertaba un tiro al vientre del Draconequus. Este salió disparado contra las puertas de cristal. Antes de que pudiera romperlas con su cuerpo y darle la posibilidad de escapar por el viejo balcón, la princesa transformo la puerta por un muro de metal solido. El choque del enorme cuerpo contra la pared de acero provoco un enorme estruendo, seguido por un quejido hueco por parte del ser.
Un acumulo de magia comenzó a formarse en la punta del cuerno de la princesa. Su pechera destellaba con el brillo de las dos pequeñas joyas que formaban el emblema del reloj de arena. Sus ojos se tornaron con una luz intensa mientras la cabellera se agitaba violentamente sin tener viento alguno que provocara el movimiento.
-Tus actos son deberían ser castigados con un escarmiento ejemplar o con el confinamiento ilimitado en una vieja celda. Pero aun hay esperanza para un alma contaminada con el odio y el rencor. Por 3 días enfrentaras a tus demonios y ellos mostraran si aun puedes salvarte o si ya no queda otra alternativa que el desterrarte a un lugar donde nunca puedas hacer mal- recito con una voz imponente.
Shady apoyo sus patas delanteras en el suelo para recuperar lentamente las fuerzas para levantarse. Frente su persona se develaba una enorme esfera que comenzaba a tornarse en una puerta circular que dejaba ver en su interior una habitación inmensa llena de relojes y de nada más que un blanco abismo de soledad.
Una fuerza sobrenatural comenzó a succionar todo lo que se encontrara frente a ella. Papeles en blanco y partículas de polvo de la alfombra eran absorbidas con facilidad mientras el draconequus hacia fuerza con su cuerpo para evitar ser atrapado en su totalidad por aquella fuerza que lo arrastraba.
-No morirás ahí dentro, solo serás confinado a la soledad por un tiempo limitado. Tu única compañía serán las memorias de tus malas acciones-
La fuerza de atracción aumento y las garras no fueron suficientes para mantenerse inmóvil. Sweet se poso junto a la puerta de la zona sin tiempo, su magia aumentaba para arrastrarlo de una vez por todas, pero esto provocaba en consecuencia que se debilitara con mayor rapidez. La cantidad de energía que necesitaba el hechizo era demasiada. No podría estar abierta por siempre.
Las fuerzas de Shady Night no soportaron mas y poco a poco cedió su cuerpo, siendo arrastrado a la inmensa nada de la habitación sin tiempo. La princesa comenzó a parar su magia. La puerta se cerraba lentamente mientras ella respiraba hondo por el agotador hechizo.
-Lamento haber llegado a esto- susurro la princesa
Un par de garras salieron de la puerta que estaba a punto de cerrarse y tomaron de la cintura a la alicornio que al ser tomada desprevenida fue arrastrada casi por completo antes de hacer fuerza para impedir ser devorada por su propio hechizo.
-No va a dejarme en soledad majestad. Usted y yo tenemos asuntos que deben ser tratados le guste o no- Rugió el ser.
Los cascos no pudieron aferrarse más y tras su último atento de escapar, una de las zapatillas plateadas cayó en la alfombra y el portal se cerró permanentemente. Ahora nadie podría sacarlos de aquel lugar hasta que pasara el tiempo preestablecido, ahora nada podría mantenerla a salvo de aquella enigmática criatura de la cual sus intenciones no eran aun claras totalmente.
