¡Hola a todos! Tanto tiempo jeje, lamento haber dejado la plataforma por todos estos días/meses, pero estuve muy ocupada con la universidad y mis exámenes finales x_x No obstante, mañana finalmente saldré de vacaciones (L) Y siendo sincera, todavía no puedo creer el que me esté atreviendo a participar de esta preciosa semana. Sí, sí, ¡PORQUE EMPEZÓ LA GRUVIA FLUFF FEST! ¡Yaaaaaiiii! Me siento un tanto fuera de lugar, FF está lleno de escritores maravillosos y que estoy segura de que manifestarán su amor por esta pareja en forma de fics o artes (L) ¿Y yo? Bueno, un mal intento de ser humano y la cuarta parte de talento para escribir :'D ¿Qué rayos hago metida aquí? Ni idea, really. Pero bueno, siempre hay momento para arriesgarse y hacer el ridículo c: Sin más preámbulos, bienvenidos todos a este primer día de la celebración (L) Haré todo lo posible por actualizar el mismo día al que corresponda el OS, no obstante si llego a demorar, lo siento :c Y eso no significa que deje a medias este proyecto, en lo absoluto. Va a estar CONCLUIDO definitivamente, aunque me tome más tiempo del que dura la Gruvia Fluff Fest. ¡Ah! Y antes de empezar, las historias están enlazadas y en orden c:
Advertencias:
-OoC. (Sin embargo, me gusta, me atrae bastante jugar con las personalidades de los personajes).
-Posibles faltas de orografía. Me disculpo inmediatamente.
|Los personajes no me pertenecen, son de Hiro Mashima, creador de Fairy Tail. La idea de este OS es de mi completa autoría. Prohibido el plagio de esta historia o subirla sin mi permiso a cualquier otra plataforma.|
Día uno: "Confesión."
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"Ahora estoy sin palabras, en el borde de tu corazón
Pues nunca pensé que sería golpeado otra vez
Por el bichito del amor."
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|Narrador Omnisciente|
Una zona al sureste de Fiore, con el mar bañando sus costas a unos cuantos kilómetros del sur.
Magnolia es de esas pocas ciudades en las que independiente de los años que transcurran, siempre existirán sucesos nuevos e interesantes por narrar. Un lugar donde la magia prevalece en cada recóndita esquina como un latido mudo que ansía ser escuchado, un suspiro que desea abandonar los labios mortales, erizar la piel blanquecina hasta dar con ese cosquilleo que te remueve las entrañas y juega con las mariposas, que te nubla la mente y solo eres capaz de sonreír entusiasmado.
Tiene miles de secretos, relatos y leyendas que pueden congelarte rompiendo tu cordura o hacer burbujear tu sangre hasta convertirte en un infierno. Sin embargo, en esta majestuosa ciudad también se encuentra el gremio más poderoso de todos, con los magos más extravagantes que hayas conocido, y en donde se centra esta pequeña pero prometedora historia, la cual, quizás te haga creer en cosas tan clichés como el amor y la esperanza.
Han pasado dos meses desde la finalización de la guerra entre el gremio de las hadas y Álvarez, en la cual, su conclusión fue una retirada por parte de ambos bandos, debido a daños colaterales y heridos de preocupación. No se ha tenido mayor información después de ese día sobre Zeref u alguno de los doce Spriggan.
En Fairy Tail, se ha intentado regresar a la rutina que se mantenía antes de la batalla, un ambiente ameno, lleno de risas y malos chistes, conflictos amistosos y peleas sin sentido. Sin embargo, producto de la muerte del maestro Makarov, es algo que ha costado bastante recuperar. Durante estas ocho semanas, se eligió como nuevo maestro a Laxus Dreyar, quien hasta la fecha ha impresionado a más de alguno por su cambio en términos de personalidad y madurez, pues la partida de su abuelo, es algo que tocó el centro de su pecho.
Mirajane atiende la barra con esa sonrisa resplandeciente adornando su rostro, limpiando de vez en cuando la superficie de madera, agradeciendo internamente la ayuda que su hermana Lisanna le brinda entregando los pedidos, con una curva muy similar a la suya. Natsu escupe fuego por su boca, sosteniendo en su diestra una enorme pierna de res y en la izquierda el tarro helado de cerveza que ya va por la mitad. Su estrepitosa risa resuena por todo el gremio, no obstante, los integrantes le miran con burla amistosa, volviendo a sus quehaceres. El pelirosa, aludiendo que está encendido, reta a Redfox a una pelea, la cual como era de esperarse no rechaza ni por si acaso.
Lucy conversa animadamente con Levy sobre una nueva saga de libros, mirando ambas féminas de reojo el pleito sin sentido de los varones, resoplando en ciertos instantes, riendo para luego retomar la charla. La poderosa Titania saborea al lado de ellas su delicioso pastel de fresa, sin prestar atención a las sillas que vuelan por encima de su cabeza o de que la pared derecha del establecimiento se quema sin piedad. Al cabo de algunos minutos medio gremio participa de la pelea, trayendo consigo recuerdos de antaño, vivencias que añoran repetir.
La chispa de la esperanza resurge con lentitud en el interior de los magos, manifestándose aquella felicidad como un pequeño y brillante destello blanquecino entre los matices claros de sus orbes. Es diminuto, casi invisible, pero irá creciendo sutilmente.
Un rayo de estrella que tarde o temprano volverá a ser ese sol brillante y cálido.
Las heridas sanarán, las conjeturas mentales se alinearán y los remolinos turbulentos del alma humana regresarán a ser solamente una brisa primaveral, esa que te despeina los cabellos y te da cosquillas en la cara, te provoca sonreír sin una razón aparente, solo porque así lo quieres.
No es como si el tiempo fuera capaz de hacer desaparecer el miedo, la desesperación, el dolor y el sufrimiento. El tiempo te permite crecer, aprender de los errores, de esas erosiones en el corazón, esos pedazos restantes que se fragmentan y te astillan el pecho hasta que el aire falta, te ahogas, gritas y nadie te ayuda. Porque no pueden oírte.
El tiempo te ayuda a que puedas seguir adelante. A que con el transcurso de los días, te acostumbres a ese punzante ardor.
A que al mirar hacia atrás ya no sientas ganas de llorar.
Sino, de seguir y nunca parar.
Que el deseo de morir desaparezca.
Y las ansias por ver nuevamente el alba, renazcan.
Sin embargo, la "calma" se ve afectada al llegar una bola de fuego al tercer trozo de pastel de la pelirroja, quemándolo al segundo, quedando todo el gremio sumido en un silencio angustiante.
El miedo se cuela por las columnas de los responsables, mientras que casi todo el resto de la gente busca refugio, pues la furia de Erza Scarlet es algo de temer.
Pero he dicho casi, ya que cierto mago de hielo no está prestando ni una pizca de atención a su realidad. Es más, pareciera que su cuerpo está en el recinto, no obstante su mente vaga entre las circunvoluciones de su cerebro, buscando soluciones, cabreándose consigo mismo.
Gray suspira por quizás décima vez en esa hora, terminando su vaso de cerveza y apoyando el recipiente sobre la mesa, para luego afirmar su rostro en su palma derecha. Se mantiene sentado y bastante alejado de los demás.
Y es que no es para menos, pues han pasado ya dos meses desde la guerra, y hay cierta respuesta que él debió dar hace varias semanas. Sabe que tiene que hacerlo, quiere y debe, y no es como si la mujer protagonista de esa promesa le estuviera exigiendo algo, todo lo contrario, se mantiene completamente al margen, bridándole su espacio, portándose un poco más tranquila en presencia del ojigris, sin dejar de sonreírle de esa forma mágica que hace a Gray tocar el cielo azul con la yema de sus dedos, sentir que flota y que no necesita nada más.
Sí. Él hace muchísimo tiempo se dio cuenta de sus sentimientos, pero su orgullo y forma de ser le impiden poder decírselo o contárselo siquiera a alguien más. No pide consejos, no desea ayuda, no aguantaría la vergüenza.
Gruñe algo inentendible, pasando sus dedos por sus hebras azabache, desordenándolas un poco.
¿Cómo decírselo sin quedar como un tonto? Sin que su lengua se trabe, sin ponerse rojo color cabello de Titania, sin que sus manos suden y sienta tanto calor aun cuando esté desnudo, sin perderse en los mares azulinos y tranquilos de Juvia, sin añorar repasar con su pulgar la línea que divide los carnosos femeninos, sin reír como un niño pequeño al observar el adorable sonrojo de los pómulos ajenos, sin las inminentes ganas de tomar su mano y escapar. Alejarse de todo, pero juntos.
Porque eso es todo lo que él necesita, que ella jamás suelte sus dedos.
Muy fácil. No puede.
No tiene idea de cómo declararse. Jamás lo ha hecho, y no es como si en algún recóndito momento de su vida creyó que llegaría este día. Siempre pensó en que sería un guerrero solitario, alguien que vagaría por este mundo en busca de poder y venganza. Incluso cuando entró a Fairy Tail, esa supuesta premonición no abandonó su mente. Sin embargo, todo cambio cuando ella llegó. Cuando sin preguntarle a nadie empezó a infiltrarse en su barrera de hielo, formando grietas en esa pared, derritiéndola, pudiendo sentir después de muchos años, calidez en su corazón.
Por supuesto, en un principio no le quería, le parecía una molestia, alguien que no deseaba cerca.
Alguien que lo hacía sentir vulnerable.
Ese era su mayor motivo. Sabía el efecto que el cariño y forma de ser de la chica curvilínea podían ocasionar en su interior. Tenía que mantenerla al margen, pues no soportaría perder a alguien más, y por eso mismo se rehusaba a todo lo que tuviera que ver con el amor.
Pero no lo logró. La maga de agua pudo con él y con su fría personalidad.
Juvia es como las olas del mar, tranquila y sutil, suave, caminando a paso lento y seguro, avanzando sin miedo, persistente, incapaz de abandonar sus sueños aun cuando todo se vuelve en su contra. No obstante, también puede ser explosiva, efusiva e hiperactiva, peligrosa como el océano, poniendo en riesgo su vida y todo lo que es con tal de proteger a quienes ama.
Y eso, es lo que más le asusta de la peliazul.
El azabache movió con brusquedad su cabeza hacia los lados, queriendo esfumar ese carmesí recuerdo de su mente. Una pesadilla que le acompaña noche tras noche, y que solo logra desvanecer cuando aspira el aroma a flores de cerezo de la bufanda que ella tejió.
Juvia Loxar es sin dunda alguna esa chispa que él estaba buscando. Ese equilibrio perfecto entre serenidad y emoción. Su libertad, su cable a tierra y al mismo tiempo, su paraíso.
Es todo lo que quiere.
Desde ese fatídico día en que pensó que le había perdido para siempre, y que luego recuperó, se prometió a sí mismo protegerla de todo y todos. Y nunca, por ningún motivo, permitirle escapar otra vez de sus brazos.
Porque él puede resistir ataques mortales, insultos, el fuego de Natsu, la rabia de Erza, la reprimenda de todos en Fairy Tail.
Pero jamás podrá continuar con su vida si la mujer de cabellos cielo desaparece otra vez de su realidad.
Porque Juvia es lluvia, y la lluvia significa además de tristeza, oportunidad.
Juvia es la oportunidad de Gray de ser feliz.
De caminar hacia el mañana.
De querer vivir.
Su lluvia de verano.
Una diminuta curva forman sus labios al pensar en la fémina, en esa mujer que le trae completamente loco, en todos los sentidos de la palabra. Merece una respuesta. No es justo que después de lo que han pasado, le siga esperando.
No sabe cómo hacerlo. No tiene ni un atisbo de idea.
Él se lleva como la mierda con los sentimientos. Porque los tiene, claro que sí. Pero exteriorizarlos es algo que se le dificulta en demasía.
Sin embargo, de un modo u otro lo hará. Hoy le dará esa ansiada respuesta a la mujer que le quita el sueño, que con un simple gesto le sube los colores al rostro, y la felicidad se agranda en su alma.
Porque aunque le cueste mucho admitir, no sabe si será capaz de aguantar otro día más sin tenerla como su corazón se lo exige.
Cuando la conoció, nunca creyó que esa pequeña atracción que sentía y que atribuía a la compatibilidad de sus magias, con el lento transcurso de las estaciones pasaría a ser algo más fuerte.
Pasaría a ser amor.
Sí, definitivamente en el pasado se habría reído.
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No puedo sacar tu sonrisa de mi mente.
Pienso en tus ojos todo el tiempo.
Eres hermosa, pero ni siquiera lo intentas.
La modestia, es muy difícil de encontrar.
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-J-Juvia…Y-yo, e-este...Tú m-me gus-gus… ¡Mierda!-Masculló el ojigris irritado, dejando su frente golpear con el cristal, suspirando con cansancio.
Después de su pequeña reflexión en el gremio, Gray decidió que el mejor lugar para practicar su declaración era su casa, pues vive solo, por ende nadie se burlaría de él ni mucho menos. Aunque claro, definitivamente creyó que sería algo más sencillo. Digamos que se encuentra un tanto complicado.
De acuerdo, está hasta las masas.
-No puede ser. Llevo más de dos malditas horas aquí, ¡Y ni siquiera una frase he podido formular! ¡¿Cómo demonios se lo voy a decir si ni a mi reflejo puedo?!-Gruñó tironeándose los cabellos, incorporándose para salir del baño de su hogar, caminando molesto hacia su cuarto, sacándose los pantalones en el camino.
Suspiró cansinamente, permitiendo a su cuerpo caer libremente en su colchón, de cara a su almohada.
No es bueno con las palabras, mucho menos regalando chocolates y flores, así que esa idea estaba completamente descartada. Tampoco tenía el valor suficiente como para invitarle una cena "romántica" primero porque su dignidad se pondría en juego y segundo porque era una total cursilería, y él, Gray Fullbuster, dios de la frialdad y la idiotez, no se pondría a hacer esas cosas. Al menos no hoy. No para su primera revelación amorosa. Quizás más adelante se atrevería a darle un obsequio, a recitarle poemas, canciones y cuentos, a ser más abierto con sus sentimientos, a gritar a los cuatro vientos, sin miedo o vergüenza, todo lo que alberga en su corazón por la bella Juvia Loxar.
A ser ese príncipe azul que toda mujer espera, y que él, simplemente no es ni el tercio.
Y ese es otro de sus temores.
No ser suficiente para ella.
No ser lo que ella espera.
No cumplir con sus expectativas.
No merecerle.
No hacerle feliz.
Porque vamos, Gray sabe que es cierto, tiene la certeza de que alguien tan imbécil como él no es lo mejor para Juvia, alguien tan alegre, transparente y expresiva, valiente en decir lo que piensa y siente, sonreír de esa forma única y amorosa, esa curva brillante, tan esplendida como un día soleado.
Él le ha rechazado tantas veces, ha sido un idiota, y lo sabe por completo.
Pero eso no le va a detener. Porque está seguro de que Juvia le ama, y eso para él es suficiente.
Suficiente como para hacer el ridículo frente a su espejo y a ella.
Aun así, no se siente listo. No tiene las agallas para hablar de sus emociones.
Con algo de pereza, gira en su cama hasta quedar boca arriba, con su diestra sobre su pecho, sosteniendo entre sus dígitos su dije en forma de cruz.
Repasa deliberadamente el interior del símbolo, mientras mueve su brazo libre por detrás de su cabeza, afirmando su nuca en esta extremidad.
Una sonrisa nostálgica forman sus carnosos al observar con más detalle su collar. Uno de los pocos objetos materiales que para él, posee un significado especial. Si, dijo que lo había comprado en una tiendilla, y que sólo era una baratija. Por supuesto, nunca se ha sentido listo como para contar la verdadera historia.
Sus párpados se juntan por unos breves instantes, en los que su mente viaja hacia esos días de antaño, años atrás cuando era un niño pequeño, tan feliz y repleto de amor, de caricias y mimos, risas y tardes frente a una fogata, amaneceres que empezaban con prácticas entre él y su padre, y que finalizaban por la amorosa llamada de su madre para avisar que el almuerzo estaba listo. Historias fantásticas, besos de buenas noches y supuestos ángeles de la guarda que vigilaban sus sueños.
¿Quién habría pensado que perdería todo eso de un condenado segundo a otro?
Recuerda a su madre y esa curva cálida, muy similar a la de Juvia.
Y él sonríe, sonríe aun con sus ojos cerrados, sintiendo sus mejillas coloradas pero no le importa.
Su progenitora adoraría a la Loxar, de eso estaba más que seguro. Ella junto a su padre le dieron ese collar. Como un recordatorio de que estarían juntos, siempre, pasara lo que pasara. No pensó jamás que esas palabras marcarían de manera tan certera su vida.
Porque parecían una despedida, como si ellos supieran que tiempo juntos, es lo que menos tenían.
Hizo una mueca con sus labios, apretando suave la cruz contra la yema de sus dedos.
Una vez consultó en una zona de comercio a una mujer que se dedicaba a la artesanía, de qué estaba hecho su dije.
-Onix-Musitó separando con suavidad sus parpados, enfocando sus pupilas en el negro metálico del interior de la cruz.-"Es un mineral reconocido como una piedra semipreciosa. Sirve para mantener la calma, pensar con claridad, contener el malhumor y traer paz al corazón." Tsk.-
Quitó su extremidad derecha de su cabeza, para posteriormente tapar sus ojos con su antebrazo.
Había momentos en los que realmente extrañaba a sus padres. Eran escasos y muy breves, pero existían.
-Rayos viejo, si estuvieras aquí tú sí que sabrías como ayudarme. O mamá. Probablemente algo se les ocurriría. Deben estar pasándosela muy bien viéndome aquí como un maldito manojo de nervios.-Ríe un poco, negando hacia los lados.-Perfecto, enloquecí. Si el flamas me viera se burlaría de mí hasta cansarse.
Vuelve a tantear la superficie del dije, concentrándose en el material derivado del cuarzo, tratando de maquinar alguna idea lo suficientemente buena como para sorprender a Juvia. Algo con lo que no necesite hablar, o muy poco.
Jala con cuidado la cruz, sin arrancarla ni mucho menos, observando el blanco techo de su cuarto.
De pronto, se incorporó como si hubiera visto a un muerto, quedando sentado en la cama con sus ojos abiertos de manera abrupta.
-¡Eso es! ¿Cómo mierda no se me ocurrió? ¡Soy un genio! ¡Toma eso cabeza de cerillo!-Masculló esbozando una sonrisa de lado, parándose y tomando su ropa del suelo, poniéndosela en el camino para acto seguido, salir como alma que lleva el diablo de su casa, tan rápido que casi se olvidó de cerrar la puerta.
Y es que cuando el amor llega, pareciera que todo el universo conspira a nuestro favor.
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Solía correr y esconderme.
Solía dar excusas para el amor.
Pero ahora no puedo escapar de la realidad.
No puedo negarlo más.
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-Juvia tranquila, Gray no debe tardar.-Alentó la albina mayor a la maga de agua con una maternal sonrisa, dejando la taza blanca de té verde frente a la mujer.
-Gracias, Mira-san. Juvia pensó que Gray-sama estaría aquí para recibirle.-Murmuró Loxar con la tristeza revoloteando en su voz, casi contrayendo su garganta.
-Bueno, ¿Y cómo te fue en la misión?-Dijo Strauss intentando cambiar de tema para que la dulce sonrisa de su amiga volviera a su rostro.
-A Juvia le fue muy bien, una misión sencilla Mira-san. Y le pagaron mucho, así que Juvia está feliz. Podrá comprarse el vestido que vio hace unos días en vitrina-La bella mujer de cabellos cerúleos aplaudió con entusiasmo, cerrando sus ojos para dejar que el tono carmín de su piel se extendiera por sus pómulos.-Pero Juvia no ha visto a Gray-sama en todo el día, y eso le pone de mal humor.
-¡Juvia! Ya llegaste, ¿Cómo estás?-Saludó con alegría la pelirroja, sentándose al lado de su amiga.
-Hola Erza-san, Juvia está algo decaída, ¿Y usted?-Musitó con una sonrisa fingida, acercándose un poco más a Titania, pues ella vendría siendo su amiga más cercana.
-¿Qué hizo Gray ahora? ¡Lo mataré! ¡¿Qué se cree?!-Exclamó con furia, incorporándose veloz y extendiendo su puño hacia el techo.
-¡E-Erza-san! Tranquila, Gray-sama no le ha hecho nada a Juvia, es sólo que Juvia está mal porque no lo ha pillado en todo el día y Juvia lo extraña-Dijo atropelladamente la blanca mujer, moviendo sus manos con cierto nerviosismo.
-Oh, así que es eso. Calma Juvia, ya sabes, Gray vendrá sí o sí. Además, no hay día en que no te acompañe de camino a Fairy Hills, ¿Uh?-Scarlet codeó a la fémina, reflejando picardía con sus expresiones y acciones.
-¡E-Erza-san!-La maga de agua rápidamente se cubrió las mejillas con sus dedos, avergonzada.
-Ara ara, Erza tiene razón. No tienes de qué preocuparte, Juvia.-Mirajane imitó la mueca de la pelirroja, logrando que la chica de orbes azulados se sonrojara aún más.
Y es que desde que los magos regresaron a Magnolia y a su querido gremio, el joven Fullbuster escolta todas las tardes a la preciosa chica ex miembro de Phantom Lord a Fairy Hills, recinto donde ella se hospeda. Contrario a lo que cualquiera pensaría, Juvia no hace ningún escándalo o efusividad fuera de lugar, al menos no frente a su mago de hielo, pues más que eso ella decidió dedicarse a disfrutar de esos pequeños instantes en donde Gray le permite enganchar su brazo, y conversan de trivialidades o simplemente se sonríen de manera cómplice, dejando que el aroma del otro embriague sus corazones hasta que ambos palpiten al unísono, sincronizando respiraciones, pensamientos, vidas y futuros.
Juvia esboza una amplia curva, deja a su mente divagar entre esas páginas de recuerdos, las fotografías que su cerebro ha ido formando y almacenando, esos instantes suaves y dulces que ella recrea siempre que tiene oportunidad, que le dan un atisbo de esperanza, le alientan a seguir intentándolo aun cuando el rechazo es una gran posibilidad. Porque no le interesa.
Ella sabe que no le es indiferente a Gray. Que es importante para él.
Y con eso, ella es más que feliz.
Ya no siente celos de Lucy, ni de ninguna de sus nakamas.
Ella sabe que Fullbuster no siente nada más que cariño y amistad por ellas.
A pesar de que se percibe ansiosa cada vez que despierta en su cama y se da cuenta que es un nuevo día. Una nueva oportunidad para que el amor de su vida le dé finalmente esa respuesta que ella añora desde hace varias estaciones. Pero Juvia no quiere presionarlo, sabe lo mal que Gray se lleva con sus emociones, y lo mucho que le cuesta exteriorizarlas. Por eso mismo, trata de darle su espacio.
Ya ha esperado bastante, ¿Qué importa esperar un poquito más?
¿Y si nunca le da su respuesta?
Sí, también es una angustia que nubla su cordura, especialmente por las noches.
Cuando se acuesta y se siente vacía, carente de una razón, de un motivo por seguir. Cuando se acuerda de su niñez, de cómo en ese maldito orfanato la maltrataron e hicieron de su pequeña vida un jodido infierno. A veces se da cuenta de cómo todos avanzan, sus vidas siguen y no se estancan. Ella no. Siente que está detenida, y que no podrá seguir el camino hasta que todo se clarifique. Teme porque él no tenga el valor, y se quede con sus sentimientos atorados en la tráquea. Que siempre sean esto, ni amigos ni novios, estén en ese vaivén constante de la inestabilidad, entre el invierno y la primavera.
Un otoño.
Que su relación sea eso, hojas que caen secas pero de colores brillantes, que el sol salga de vez en cuando y que otros días la lluvia inunde su alma, destrozándola.
Abre sus ojos un tanto cansada, suspirando con profundidad.
-Erza-san, Mira-san, Juvia irá a caminar. Ya va a atardecer, y a Juvia le gusta mirar el cielo de esos colores tan bonitos.-Murmura la mujer de ondulado cabello, incorporándose con una ínfima sonrisa.
-¿Segura que estás bien, Juvia?-Pregunta preocupada la pelirroja, posicionando su mano en el hombro ajeno.
-Ara ara, nos angustia que vayas sola, Juvia-Habla la albina con la misma mueca que Scarlet.
-No se preocupen por Juvia, ella estará bien. ¿Sí? Nos vemos después, Erza-san y Mira-san. Gracias por animar a Juvia.-Menciona regalándoles una linda curva, caminando hacia la salida del gremio, abriendo y cerrando despacio.
Un ligero e inconsciente suspiro escapa de sus carnosos labios al sentir el aire de esa tarde, desordenarle un poco las puntas de sus hebras, enredarse en sus bucles e incitarles a seguir ese acompasado baile que los pétalos de una primavera que se añora mantener atrapada en el corazón, han dado inicio.
Avanza a pasos tranquilos, con sus dedos enganchados por detrás de su espalda, mirando de soslayo a los niños correr y juguetear, la gente que camina con prisa y las personas que se dedican a disfrutar del pronto contacto entre el horizonte y el astro rey.
Imágenes en sepia regresan a su cerebro inoportunamente, fotografías en donde vislumbra a las personas alejarse de su presencia, correr para que la lluvia no les alcance, buscar protección y verle con repulsión, molestia y cansancio. Algo que gracias a cierto mago, ya no sucede más.
No obstante, el recuerdo no se irá. Permanecen sumergidos en las profundidades de su parte intangible, tornándola en puntuales casos de un matiz negruzco y turbulento, trayendo consigo a esa antigua Juvia, indiferente y calculadora, carente de expresiones.
Pero solo son diminutos segundos.
Porque ahora, lo que abunda en su vida es felicidad.
Ya no se siente tan sola. Su familia, sus nakamas le han dado esa seguridad y confianza en sí misma.
Sigue caminando sin un rumbo fijo, permitiendo que las luces amarillentas y anaranjadas de la enorme estrella se refracten en las pinceladas azuladas de sus mechones, logrando intensificar la belleza de su cabellera. Su piel, blanca como la nieve del invierno y suave como un diente de león se vislumbra brillante, asemejando a pequeños y valiosos diamantes.
Ella no se percata de las miradas masculinas, de cómo el sexo opuesto le observa hipnotizado por su innegable hermosura. Sólo sonríe a quienes les muestran ese gesto que ella alude por cortesía, sin entender lo que puede causar en el resto.
Sin comprender que con cada paso que da, el mundo se llena de colores intensos.
Un arcoíris.
Ve de reojo a su rubia compañera caminando en dirección opuesta junto al pelirrosa, ella regañándolo y él regalándole esa curva entusiasta, que sólo tiene para la maga celestial.
Y Juvia imita el gesto, sintiéndose contagiada por la alegría que desprenden sus amigos.
Y desea que Gray le pueda sonreír así, de una forma que sólo sea para ella, y para nadie más.
Sin embargo, sabe que para que llegue ese día, aún deben transcurrir otras semanas más.
Sus pupilas tiemblan levemente, al tiempo en que su expresión cambia a una más alicaída, torciendo un poco sus labios conforme da pasos.
No sabe en qué momento llegó al puente de la ciudad, uno en donde se aprecia en todo su esplendor a Magnolia o parte de ella, además del tranquilo mar.
Se apoya en el barandal de la estructura, dejando que el aire abandone sus pulmones.
Mira atenta al astro rey, esperando impaciente que comience ese bello espectáculo, uno que todas las personas desean contemplar. Para matar un poco el tiempo, estira su mano en dirección al océano, y la mueve con lentitud, provocando serenas olas, que al chocar entre sí producen aquel sonido relajante, que apacigua tus dudas e inunda tus miedos, dejando espacio solamente para la paz.
Una tranquilidad que ella percibe expandirse en su pecho y callar las angustias que por tanto, han atormentado a su consciencia y sueños.
No obstante, se gira de forma abrupta al sentir una presencia en su espalda, con sus brazos en posición de ataque por si resulta en una emboscada.
Grande es su sorpresa al chocar su mirada con la de matices metálicos.
Esa a la que ella se hizo adicta por completo.
-¿Gray-sama?-Pregunta parpadeando, bajando sus extremidades superiores hacia sus costados.
-Juvia. Yo…T-Te estaba buscando…-Habla algo incómodo, rascándose su nuca mientras desvía si vista.
-¿Buscaba a Juvia? ¿Por qué? ¿Qué necesita de Juvia, Gray-sama?-Musita la peliazul avanzando cortos pasos hacia el varón.
Fullbuster volvió sus pupilas hacia el rostro de su compañera, sonrojándose inevitablemente al percatarse de lo preciosa que se veía.
No. Ella siempre ha sido así de hermosa, y él lo sabe de antemano.
Siente como sus orbes grises se funden en las profundas trazas azuladas de la mujer, percibiendo las emociones que ha mantenido por mucho tiempo encerradas en su cofre, salir silenciosamente, colarse en cada palpitación eufórica de su órgano vital y unirse con la alegría que los luceros misteriosos ajenos le ofrecen sin ninguna condición de por medio. La adrenalina recorre sus vasos sanguíneos, impregna músculos y tendones, distorsiona las ideas y enloquece a sus neuronas, sintiendo el cómo sus cinco sentidos se enfocan únicamente en la fémina de mechones cerúleos. Su respiración es acelerada, pero al mismo tiempo en sincronía con los temblores que cursan su columna vertebral. Su alma se agita, se mueve veloz y solo desea poder unirse a la parte efímera de Loxar, sentir que sus realidades se atan y que ya nada será capaz de romper ese hilo rojo en sus meñiques.
Sus entrañas se contraen y siente un nudo en el estómago, le cuesta formar palabra alguna, el aire se atora en su garganta y la presiona como si de un puñal se tratara. Sus emociones se mezclan y ya le es difícil poder diferenciar una de otra.
Y entonces sabe que lo que está haciendo es lo correcto.
Sabe que no hay otra mujer como Juvia para él.
Y lo sabe porque puede ver su vida entre los matices azulinos, distinguir su propio pasado, su niñez, a su maestra Ur y a sus padres, todas las caídas que ha tenido, y finalmente una blanca luz que tiende a teñirse de amarillo, similar a las margaritas.
Su futuro.
Él puede ver su futuro reflejado en los océanos de ella.
Su mañana.
Gray y Juvia.
-¿Gray-sama? ¿Se encuentra bien?-El tono preocupado de la fémina logra traer al azabache nuevamente al presente, sintiendo el granada intensificarse en sus pómulos por la cercanía de su compañera.
-J-Juvia…Y-yo…T-tengo algo que…Yo…J-Juvia… ¡Mierda!-Masculla molesto por su falta de valor, arrugando su entrecejo, viendo de soslayo el mar para intentar serenarse.
-Gray-sama…Puede decirle lo que sea a Juvia, ella siempre le va a apoyar.-Le alienta con esa sonrisa que Gray tanto adora, además del tierno sonrojo en sus mejillas.
Fullbuster solo logra sonrojarse aún más, gruñendo por el sudor que está empezando a escurrir por su frente además de percibir sus manos húmedas.
Siente calor, como si estuviera a más de cincuenta grados Celsius.
-Juvia estaba asustada, no vio a Gray-sama en todo el día. ¿Le sucedió algo?-Pregunta un tanto angustiada, acercando su diestra a su vestido, arrugándolo leve.
-N-no, solo estaba algo ocupado…D-Disculpa por preocuparte…-Susurra mordiendo su labio inferior por dentro, aun con sus cejas juntas en la frente.
-¿De verdad está bien, Gray-sama?-Habla la fémina ladeando su cabeza, parpadeando con curiosidad.
-…J-Juvia…Y-yo…-Resopla molesto, sin poder creerse que ni siquiera el nombre de su "amiga" es capaz de pronunciar sin trabarse. Esto no está funcionando, definitivamente tendrá que pensar en otro modo.
Se revuelve el cabello ofuscado, dando un gran y cansino suspiro al final.
-¿Gray-sa-No obstante, no pudo continuar, pues se vio interrumpida por la inesperada acción del pelinegro, quien en un rápido movimiento tomó la mano libre de Loxar y dejó cierto objeto en la misma, para finalmente girar sobre sus talones y quedar de espaldas a la chica, sin alejarse de ella.
Juvia sin entender mucho, solo pudo fijar sus pupilas en el artefacto sobre su piel, separando sus parpados en un instante, abriendo sus ojos desmesuradamente al identificar el objeto.
Las lágrimas no tardaron en acumularse en sus orbes, por lo que sin previo aviso estas se deslizaron suavemente por los pómulos de ella, humedeciendo su tersa piel y ruborizándola más.
Suelta su vestido y repasa con extremo cuidado el interior del dije, sonriendo para sus adentros al identificar el elemento con el que fue creado la estructura de su símbolo.
Hielo. Una cadena que sujeta la perfecta cruz echa de hielo, y que en el centro encierra otro material de color verde agua, muy claro y que transmite cierta calma.
Ella no puede hablar, solo es capaz de tragarse sus sollozos corrompidos en felicidad, y limpiar con el dorso de su palma las gotas saladas que circundan sus mejillas de porcelana. Un collar idéntico al del azabache, solo que de otro color. Eso, definitivamente es más de lo que Juvia ha estado esperando, y no puede evitar el sentirse finalmente completa, sin ese molesto vacío, esa soledad que rozaba las paredes de su espíritu, que se clavaba como un puñal justo en la mitad de su centro, formando grietas en su alma, terminando con la tranquilidad que constantemente le rodea y le hace sonreír.
No entiende muy bien el porqué de su actuar, pero no le interesa. Solo se dedicará a disfrutar de estos pequeños detalles que la vida le da. Esas cosas que todos miran con superioridad. Ella vibra con minúsculos gestos, con la sensación de respirar, con el sol irradiando calor y entibiando su helada piel, con el viento revoloteando y chocando con su rostro, provocando risas y sonrojos. Con las flores abriéndose, con las hojas de otoño cayendo grácilmente, como si fueran parte de un vals. Con obsequios que van más allá del valor monetario, con regalos que nacen solo porque sí.
Y presiona el collar hacia su pecho, casi como si lo estuviera abrazando, cerrando sus ojos, apacible.
Sin embargo, el ligero carraspeo de su compañero rompe su burbuja rosada, regresándole a la realidad.
-Gray-sama…-Musita con su voz un tanto trizada producto de los sollozos que ha reprimido.
El moreno tiembla por ese tono, se siente más nervioso aun. Una de sus debilidades es que las mujeres lloren, pero especialmente, que Juvia llore.
Inhala y exhala un par de veces, de espalda a la chica, cruzándose de brazos por encima de su pecho desnudo, alentándose internamente. Quizás, si no le ve a los ojos, sea capaz de hablar sin que su lengua se trabe o sus nervios le consuman la cordura hasta enloquecerle.
-Juvia…Yo…-Suspira por quinta vez, sin atreverse a darse vuelta-No es que no quiera decirlo. No es como si no lo sintiera, es solo que…-Gruñe de frustración, bajando sus extremidades superiores hacia los costados, apretando un poco sus manos hasta formar puños.-Sabes lo mucho que me cuesta expresarme, poder manifestar lo que existe en mi interior, especialmente si se trata de ti porque…Lo que yo siento por ti, es más fuerte que cualquier otra cosa que he sentido antes, y estoy sumamente seguro que esto con el paso del tiempo solamente se irá intensificando aún más…-Dice rojo, casi sudando, buscando con la yema de sus dedos el borde de su camisa para quitársela. Grande es su sorpresa al descubrir y recordar, que hace mucho ya se la sacó.-Juro que trataré de decírtelo con todas sus letras, como corresponde. Pero por ahora solo te pido, que no me hagas hablar… ¿Sí? Porque como te dije antes, no significa que no sienta lo mismo que tú sientes por mí
Y todo para Juvia, se detuvo.
Las voces constantes de los niños gritando porque el sol se está escondiendo, se pierden en alguna esquina de su universo. Los ruidos cesan, colisionan entre sí hasta apagarse, formando solo un zumbido que vibra en los huesecillos auditivos de la mujer.
Los colores se apagan, las pinceladas se mezclan y dan con un tono blanquecino, una luz cegadora que nubla las pupilas, las dilata hasta ser incapaz de distinguir formas y estructuras.
No se siente la brisa, no sabe si aún está ahí. No entiende si ya es de día, si todavía se encuentra durmiendo, si es una ilusión, otra jugarreta de su mente.
Su corazón tamborilea desbocado, se retuerce y se mueve como si quisiera escapar, cada latido es una presión más grande en su pecho. El aire ya no entra a su cuerpo, se ha quedado a la mitad de camino, ignora la punzada de agonía que se expande por sus pulmones y la alerta que su cerebro manda hace varios minutos para que reaccione.
Todo ha perdido sentido. La noción del tiempo se corrompe, se sumerge en su impresión, se fragmenta hasta sólo quedar vestigios de lo que en algún momento, fue.
Como ella.
Como su soledad.
Su pena no existe.
Todo ha terminado al fin.
La gran espera.
El sufrimiento de las noches.
Las lágrimas, el miedo y rabia.
Todo finalmente acabó.
¿Valió la pena?
¿Las dudas, agonías, insomnios, ataques de pánico, tormentos y ansiedad?
Sí. La sangre derramada siempre trae su recompensa. Tarde, o temprano.
Juvia siente a su alma explotar de alegría, sus emociones colapsan, se extinguen entre sí para renacer intensas, llenas de vigor. Su pecho se hincha y los chillidos golpetean a su tráquea, expanden y contraen los músculos de su faringe con el único objetivo de liberar finalmente ese nudo tan característico del llanto ensordecedor, ese que te ahoga, te consume la energía y sientes que vas a desmayarte por tantas sensaciones, un revoltijo de cosas que añoras expresar pero el aire no te ayuda y el tiempo mucho menos.
Solo atina a aclarar un poco su voz, sin atreverse a hablar, pues teme que esta se rompa apenas pronuncie una vocal.
-Juvia, ¿Sabes lo que significa la piedra "Aventurina"? De eso está hecha la cruz en el interior-Pregunta el ojigris, más tranquilo que antes, aun de espalda.
-N-No…-Susurra despacio, tan trizado que la brisa nocturna se lleva sus palabras hasta el mismo cielo púrpura.
-La aventurina significa "Piedra de la eternidad."-Aclara el ojigris, cerrando sus ojos momentáneamente.
-¿P-Piedra de la e-eternidad?-Ahora es el turno de ella de tartamudear, nerviosa y temblando como una hoja en invierno.
-Sí. Juvia…Tú eres mi eternidad…Eres tan indispensable para mí como el agua lo es para el hielo…-Revela el Fullbuster, sintiendo el carmesí juguetear con su morena piel, aumentando su calor.
Y en ese pequeño tercio de segundo, Juvia supo que no podía ser más feliz.
Y que era momento de darle una respuesta.
Con sus piernas flaqueando, avanza sin hacer ruido hacia el azabache, quedando finalmente frente a él. Quita el rastro de lágrimas traviesas de sus mejillas, y hace un esfuerzo inhumano por no romper en sollozos agonizantes y cargados de alegría. Con algo de temor, se atreve a acercar su diestra al rostro ajeno, esbozando una curva al vislumbrar el rubor en la cara del varón, además de cómo sus ojos se abren desmesuradamente, nervioso hasta la medula.
-Gray-sama…-Murmura comenzando a cortar la distancia entre ambos.
-… ¿Sí?-Habla claro, mandando por primera vez a la mierda su orgullo, su vergüenza y cobardía, fijando sus pupilas en el sereno rostro de la peliazul, quedando embelesado por su belleza, por esa paz que logra transmitirle en cuestión de parpadeos. Su corazón se funde en el alma de Juvia, siente a su espíritu sumergirse en esos pozos de azul, de océano sereno pero efusivo, que estalla y amenaza con acabar con toda la coraza de roca y hielo.
Y por primera vez también, él ansía que eso suceda. Que pueda dejar salir su calidez, que sea capaz de decirle esas dos palabras que aún, no puede porque no tiene valor.
Quiere ser el príncipe de Juvia. Quiere ser todo lo que ella le pida. Si quiere que sea dulce, lo será. Salvaje, lo será. Serio, lo será.
El aroma de la chica se cuela por sus fosas nasales, se ahoga en la sangre hirviendo de Gray, avanza hasta llegar a su cerebro, trayendo consigo memorias amenas, acontecimientos adorables, felices, se siente en paz.
Juvia es su paz.
Su libertad.
Su felicidad y calma.
-Gray-sama, Juvia también te ama.-Y sus labios sellaron aquella confesión al abrazar a los masculinos, los cuales le respondieron inmediatamente, rodeando la pequeña cintura femenina con sus extremidades superiores hasta apegar ambas anatomías, moviendo sus carnosos con parsimonia, queriendo prolongar aquella caricia por mucho, mucho más.
Y el contacto entre el sol y el horizonte hizo acto de presencia, refractando sus trazas rojizas y anaranjadas no solo en el cielo, sino que en el mar y en el hielo, iluminando ambas partes efímeras, fusionándolas hasta dar con un solo espíritu, que se mueve al compás de los labios humanos, que distorsiona las mariposas y agita emociones.
Corazones que han encontrado su pedazo restante. Un rompecabezas que finalmente, se completa.
Promesas silenciosas que se dicen sólo con ese primer beso, que juran cumplir, que dan su palabra a jamás dejarse ir.
A que permanezcan así, conectados, unidos por el destino.
Que esto que tienen sea eterno.
Sea tan cálido como un atardecer.
Y tan inesperado como esa confesión.
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Dejaría y daría todo.
Solo para mostrarte que estoy enamorado.
Porque tú sabes…
Somos inseparables.
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Fin día uno.
Uff, bien largo ¿No? Y aunque no me crean, siempre intento de que los OS sean lo más cortos posibles, pero es como si el destino me odiara D: Espero que les haya gustado, y si es así agradecería de todo corazón que me dejaran un review (L) Sería magnífico.
¡Bueno! Es todo por hoy, nos estamos viendo mañana c:
¡Nos leemos!
Jaaii.
