Siiii,he vueltoooo. Encontreuna grandissimabeta queme esta ayudando un montonazo con la historia, asi que estoy escribiendo bastante a menudo. Aun asi, considerando que la historia tiene que pasar del papel (donde yo la escribo), a word, y luego por sus magicas manos, tardara unos dias en aparecer. De momento os traigo de vuelta el prologo, para recordar cosas.

Para los que me habiais leido la primera vez, notareis que los principales de la historia cambiaron. No quiero desvelar cosas antes de que pasen, ademas, aun estoy por decidir quien es el segundo pj principal de todo esto:P

A lo que iba, se que me esperabais antes, pero, entre trabajo, examenes de septiembre y cosas varias,poco tiempo para el pc.

-a los nuevos y a los no tan nuevos, disfrutad

Disclaimer: Esto no es mio, por desgracia, y lo unico que gano por escribirlo es haceros pasar un buen ratejo. Todo lo demas,es de JKR, ya sabeis.

Prologo

No recordaba como había llegado a parar allí. Miró alrededor para intentar ubicarse, pero la escasa luz de las estrellas no le facilitaba demasiado la tarea. Ya que la vista le servía de mas bien poco, intentó concentrarse en los demás sentidos, respirando hondo para calmar los incipientes nervios. Sentía la arena bajo sus pies ¿descalzos? ¿Cómo demonios podía estar descalzo? "Pero si la playa mas cercana estaba a cientos de kilómetros …" con cautela, el chico de ojos verdes se acercó al sonido de las rompientes olas.

Habría agradecido algo de luz, pero esa noche había luna nueva, según recordaba, y podía comprobar. Durante todo el verano había intentado llenar sus horas muertas, que no eran pocas, con ejercicios que no le enseñaban en el colegio, y estudiando astronomía. Porque el no era un chico normal, con una familia normal, como todos los demás. El era un mago, y, muy a su pesar, el mas conocido de su tiempo. No había ningún mago o bruja que se respetara sin conocer el nombre de Harry Potter. Pero lo que nadie quería reconocer era que el chico solamente tenia 16 años, huérfano, que vivía con unos tíos que odiaban todo lo referente al mundo mágico, su mundo, y que acababa de perder lo mas parecido a un padre que había logrado tener, su padrino, Sirius Black.

Este verano, sus tíos no lo agobiaban con innumerables tareas. En parte era porque él ya no les hacia caso, y en parte porque les daba miedo. El primer día de vacaciones salio de la estación, y sin mediar palabra subió el baúl y la jaula vacía de la lechuza en el coche de sus tíos y espero tranquilamente a que se pusieran en marcha. Durante todo el trayecto, su "querido" tío intentó provocarle, despotricando sobre el colegio, sus amigos, y toda su vida como mago. Pero él no había musitado palabra, se había limitado a mirar fijamente a la lluvia que caía mas allá de la ventanilla, sin oírlo.

Eso, en un principio, lo había puesto aun mas furioso, y, al llegar a casa, le intentó confiscar, como siempre, todos sus útiles escolares, pero al notar la mirada fija de su sobrino, se quedó helado mientras este recogía de su baúl un par de libros, y unos rollos de pergamino ya escritos. Sin más, se había dirigido a su habitación, dejando a su tío en medio de uno de los mayores episodios de furia de su historia personal. Oyó como cerraban con llave su habitación después de arrojarle la jaula de Hedwig, junto con una amenaza: "Te pudrirás aquí hasta que cambies de actitud, no tienes permiso para salir, y tampoco iras al colegio si no recapacitas, niñato."

A él eso le daba igual. Su tío no parecía recordar a su padrino, y el prefirió no recordárselo. Tras dos días tumbado en la cama, durmiendo a ratos, o mirando fijamente el techo, sus tíos habían llegado a creer que, por fin, se había vuelto completamente loco, así que le abrieron la puerta. Siguió así una semana más. No comía, pero, por algún motivo, su tía se encargaba de alimentarlo, a la fuerza.

Todo cambió el día en el que, por la puerta abierta, oyó un fragmento de las noticias: "...Un pueblecito de Cornwalles masacrado por desconocidos. Todos sus habitantes han sido encontrados sin vida, habiendo sufrido, aparentemente, un gran dolor en los momentos anteriores a su muerte..." En ese instante, a su mente volvió una risotada demente, Bellatrix, la asesina de Sirius. La furia comenzó a llenarle, a devolverle la vida. No había duda de que los mortifagos seguían activos, seguían sembrando el caos. Fue entonces cuando tomo la decisión de prepararse, de entrenarse, para poder diezmar a los seguidores de Voldemort antes de llegar a él. Pero antes de matarlo, acabaría con sus más fieles "súbditos": Bellatrix Lestrange y Colagusano, también conocido como Peter Pettigrew, el traidor que provocó el asesinato de sus padres.

Desde ese día había comenzado a comer regularmente, haciendo oídos sordos a las quejas de su tío sobre lo mucho que les costaba mantenerlo, a hacer deporte, aunque intentaba salir lo menos posible de la casa, aun o estaba preparado mentalmente para encontrarse con otro mago, y a centrarse en estudiar Astronomía, para conocer mejor la influencia de los astros en las corrientes mágicas, junto al pergamino que había sacado de su baúl. Se había pasado horas y horas en la biblioteca durante las vacaciones de Pascua para acabar de copiarlo. De hecho, eran varios pergaminos en los que había copiado, palabra por palabra, un libro de investigación que, por su titulo, parecía olvidado: "Otros tipos de magia. Meditación y corrientes mágicas." Al haber mirado los anteriores nombres de los que habían consultado o sacado el libro de allí, había llegado a la conclusión de que, por alguna razón, fue sacado de la Sección Prohibida, y dejado en la sección de Adivinación, seguramente porque no pudieron poner en practica todo lo que había allí escrito. Él había decidido probarlo en el mundo muggle, lejos de la influencia mágica de Hogwarts. Además, al investigarlo, vio que los tipos de magia descritos, al no pasar por la varita, no interactuaban con la marca del Ministerio, por lo tanto, no lo notarían.

Sus tíos se sorprendieron por su cambio de actitud, e intentaron aprovecharse de ello. Sin embargo, el se limitaba a mirarlos con esos ojos verdes, como si no comprendiera sus palabras. No tenía tiempo que perder con sus tonterías. Después de todo, el no era su criado.

Así habían pasado dos meses, con él inmerso en ese estado de odio profundo. El deporte había dado sus frutos y ahora era un poco mas alto, su infancia no daba paso a mas, muco mas fibroso, mas fuerte y mas ágil. La estricta dieta también se notaba en sus rasgos: la cara era más angulosa y parecía haber perdido cualquier rasgo infantil. Después de horas estudiando el libro de astronomía y las innumerables revistas que trataban el tema celeste sacadas de la biblioteca del barrio, podía prever instintivamente los movimientos de los astros y sus influencias, o al menos las de casi todos. Las noches las pasaba meditando, no para encontrar una paz interior, o no de la forma en la que la describían, sino para conocerse mejor a si mismo y su mente, para así fortalecer sus defensas mentales. Estaba logrando una gran frialdad y lógica logrando tener una mente fría y lógica prácticamente siempre gracias a ello, pero el odio y la cólera le impedían lograr mas, aunque él no se quejaba de eso. Conocía casi todo el alcance de su nueva magia, y había logrado dominar las formas más fáciles de esta descritas en el pergamino. Era un tipo de magia mental, parecida a la magia sin varita (algo impensable para alguien de su edad, o hasta para alguien que no tuviera los poderes de Dumbledore), que tomaba un montón de energía al aprenderse, pero una vez que se dominaba, el esfuerzo era mínimo. No había necesidad de mover las manos para el conjuro, pero sí de concentrarse en su nombre o efecto para que saliera bien (no quería repetir la hazaña de teñirse el cabello de azul mientras intentaba levitar su almohada). Lo primero que había hecho tras dominar los hechizos de movimiento, fue recuperar su baúl y sus libros de años anteriores, y repasar todas las asignaturas, sobretodo pociones. No quería dale un año mas la satisfacción a Snape de que lo llamara inútil o de que insultara a su padre. Se dio cuenta de que la mayoría de los alumnos tenían problemas en esa asignatura por, mayoritariamente, no comprender los básicos detrás de la mezcla de ingredientes, un detalle básico que su "querido" profesor prefería no enseñar.

También había aprendido la magia animal, logrando comunicarse con casi cada especie de estos, aunque, para su desagrado, seguía siéndole mas fácil comunicarse con las serpientes. Debido a esa magia, y con la ayuda de la meditación, sus sentidos eran muy agudos, mas de lo normal en cualquier ser humano. De lo que no podía librarse, sin embargo, eran las gafas. En teoría, gracias a la magia animal tendría que haber descubierto, al menos, la forma de su animal interior, pero no lo lograba ver. Aun así, no se había impacientado, ya lo vería durante el año

Pero nada de eso le servía ahora allí. No había nadie alrededor, y no recordaba cómo había llegado. Fue entonces cuando recordó el dolor que había acompañado las pocas horas de sueño de las ultimas noches. No pudo evitar gritar en agonía mientras todas las terminaciones nerviosas de su espalda explotaban en un tormento que parecía no tener fin. Sentía como la piel de si espalda estallaba en llamas y, mientras caía de rodillas, los músculos de los omóplatos se partían como si algo de abriera paso desde el interior. No pudo aguantarlo mas y, con un gemido, se desplomó sobre la arena húmeda, agradeciendo su frescura, mientras le daba la bienvenida a la oscuridad de la inconsciencia.

Mientras, un par de ojos grises mostraban una mezcla de compasión por el dolor del joven, un dolor que sabía necesario, y de diversión.
"Ya es hora de despertar"