Glee no me pertenece.


PROLOGO

No era como si Rachel y Quinn se odiasen, solo era que su relación no iba a más de un par de saludos mutuos, aún conociéndose ya por muchos años. Los Fabray se mudaron justo al lado de los Berry, hace ya 10 años, cuando la rubia tenia once y la morena siete. Las dos ni siquiera se conocerían si no fuera por Alex.

"Hola preciosa, ¿cómo te llamas?"

Alexandra Berry, la primera persona que ofreció una sonrisa y sin saberlo, robó su corazón. Quinn gracias a la morena más alta recuperó toda la seguridad en si misma, perdiendo el peso extra y arreglándose el cabello.

"Yo... creo que eres hermosa"

Fabray y Berry rápidamente tuvieron una profunda amistad y confianza envidiable por Rachel, quien apreciaba celosamente a su hermana mayor. Quinn y Alex eran bastante populares y apreciadas en sus años de secundaria, ya que eran distinguidas estudiantes y miembros de las cheerios. Y aunque las dos porristas tuviesen muchos pretendientes, sobre todo la rubia por ser la cheerleader, ella seguía conservando ese pequeño crush en su mejor amiga. Hasta que cierto día en cuarto año que decidiese confesarle sus sentimientos. Y totalmente no se había esperado que la chica los aceptase con una radiante sonrisa, ansiosa por la romántica cita que profesaba la chica de ojos verdes.

"¡Claro que si saldré contigo, Quinn! Yo siempre—yo siempre esperé mucho por este momento."

Ya con bastante química entre las dos muchachas, en menos de un par de meses se volvieron la pareja dorada de su colegio. Escaseaban los comentarios ofensivos y homofobos hacia ellas, cuales simplemente ignoraban. Las dos demostraban su cariño a la otra, sin temor o miedo a la opinión de las demás personas.

" Te amo tanto preciosa..."

Con el paso de los años, ambas se graduaron del colegio. Decidieron irse a vivir juntas en New York en su propio apartamento, pagado entre sus dos familias. Era un lugar cómodo y sencillo, pero con toque elegante y fino. Quinn consiguió trabajo como mesera en el destacado restaurante de su tío, mientras que Alex estudiaba medicina en la universidad. Con ya tres años de noviazgo, la morena de ojos claros pensaba que su vida no podía ponerse mejor. O quizás si podía. Quinn esa noche había preparado una super cena romántica, como le gustaban a su chica. Y esa noche, Alex casi se ahoga por la emoción, lágrimas humedeciendo sus mejillas al notar a Quinn arrodillándose ante ella con un brillo colorido en sus orbes. Con una sonrisa nerviosa, abría un pequeño "cofre", que presumía un brillante anillo con un pequeño diamante, se veía costoso.

"¡S-Sí quiero, oh dios mío, Quinn!

Pero esa lluviosa noche de Agosto, que regresaban de Lima hasta su casa después de darle la noticia a los padres de ambas, sucedió. Un camionero, sin muchos objetivos de la vida, manejaba borracho esa misma noche. Y pasó. Simplemente, pasó. Él no las divisó, y...

"Quinn... te amo y siempre te amaré, mi vida"

Esa fue la última cosa que escuchó la rubia, antes de su novia la abrazase con fuerza y todo de repente se tornase de un brillante y encandilador blanco.


"... Quinn cayó en un profundo coma por el fuerte impacto, es posible que pueda presentar severos daños en su cerebro. Y Alexandra... Lo siento mucho señores Berry, pero al llegar ella ya estaba..."

Lágrimas recorrían los rostros de ambas familias, pero quien se veía más afectada era definitivamente Rachel. Su hermana, su confidente. Su ejemplo a seguir, su digna inspiración y admiración, había muerto. Ella no podía. La morena de ojos oscuros, no podía. Eso no era posible, todo era un simple mal sueño y cuando despertase de esa terrible pesadilla, iría corriendo a abrazar a su hermana Alexandra. Múltiples sollozos se escucharon en aquella blanca habitación. Ella tenía que volver, y Rachel la haría regresar. Después de todo, su hermana hacía todo lo que ella pidiese. Incluso haría esto.