Disclaimer: Detective Conan y Magic Kaito le pertenecen al mangaka Gosho Aoyama.
El robo había salido bien, y había podido escapar de la policía. Más allá del pequeño encuentro que tuvo con el detective ya no encogido, no había tenido ningún contratiempo. Ahora quedaba la otra parte. Esa noche, Snake y sus hombres habían aparecido.
Era un sábado de invierno como cualquier otro. La noche estaba fría, pero el cielo estaba despejado. Entre toda la multitud en las calles, Kaito ya se había cambiado de su traje blanco al de civil, y empezó a andar en su moto por las calles de Tokio. Tenía que apurarse pues debía llegar al lugar que había fijado en pocos minutos, y sabía que esos hombres lo estaban siguiendo.
Sin embargo, el auto que no respetó el semáforo hizo que su destino cambiara.
Un auto que venía atrás de ellos frenó rápidamente. De él se bajaron unos hombres con abrigos negros, quienes se acercaron hasta la moto que estaba varios metros más allá. El joven estaba desmayado, con el casco roto y su cabeza estaba sangrando. Uno de los hombres se agachó, para ver con mayor detalle el estado del muchacho.
—No sé si aún respira…
El hombre metió su mano dentro del abrigo para sacar su pistola, pero se percató de que algunas personas curiosas ya se acercaban a la escena. Entonces cambió de parecer, y le dio la orden a sus subordinados.
—Dudo que sobreviva. ¡Vámonos! Nuestro trabajo ha terminado.
Los hombres en un segundo desaparecieron, justo a tiempo cuando la gente empezó a buscar ayuda.
Unos minutos después, Kaito fue ingresado de urgencia a la media noche. Sus heridas eran de gravedad, por lo que cada minuto contaba. En el hospital, su asistente Jii esperaba con miedo a que se hubiera repetido la historia de hace años, mientras Kaito era operado. Había pasado gran parte de la noche, cuando el doctor salió a hablar con él
—Tuvo una fuerte contusión en la cabeza, logramos parar la hemorragia, pero lamentablemente está en coma. Las próximas horas serán cruciales para su evolución. No hay mucho más que podamos hacer.
—¿Podrá despertar? —preguntó con miedo.
—No lo sabemos. Ya depende de él y cómo reaccione.
Luego de lo sucedido, las siguientes semanas estuvieron llenos de incertidumbre. Chikage debido a la situación viajó a Japón, y siempre estaba acompañada de Jii, esperando tener nuevas noticias. Pero cada día que pasaba parecía que no había ningún avance.
Pasó un mes, cuando Kaito empezó a dar señales de conciencia. Primero fueron pequeños movimientos con sus dedos, muy leves. Después de unos días, finalmente despertó. Con ese suceso, empezaron una serie de pruebas físicas para evaluar su cuerpo, quien estaba respondiendo favorablemente. Finalmente, horas después, el doctor empezó a hacerle preguntas para evaluar su estado mental. La conversación se extendió por muchos minutos, hasta que el doctor salió a hablar con Chikage.
—Físicamente está bien, tiene la presión normal y buenos reflejos. Ya no es necesario que use respirador. Pero después de hablar un rato con él, puedo asegurar que tiene amnesia temporal retrógrada. No recuerda nada del último año. Recuerda otras cosas, a su familia, su escuela, sus amigos. Sin embargo, cree que está en primer año de secundaria y no recuerda nada del accidente, o de manejar una moto. Le haremos unas tomografías y escáner del cerebro para evaluar la situación.
Chikage al escuchar esto sintió que su corazón se oprimía.
—Pero recuerda todo lo de antes. ¿Es eso posible? ¿Va a poder recuperar su memoria?
—Sí, son casos puntuales, pero es posible. Una parte es debido a la lesión en el cerebro, pero otra es por el shock que causó el accidente. No sabemos si podrá recuperar su memoria. Hay casos que no recuerdan, como personas que sí lo logran. También depende de lo que veremos en los exámenes.
Kaito pasó unas semanas en el hospital, siguiendo un tratamiento y luego le dieron el alta. El médico le dijo a Chikage que evitara las emociones fuertes que podrían hacerlo tener una recaída, y que ojalá cada vez que pareciera tener un recuerdo no fuera forzado, ya que demasiado esfuerzo sería cansador. Debido al pasado de Kaito Kid, Chikage decidió cambiarse de casa a Beika, muy lejos de Ekoda para evitar que los recuerdos de la verdad de su padre y de su vida como ladrón fueran a provocar un shock muy fuerte para él. Kaito había tenido una gran recuperación hasta el momento, por lo que le preocupaba que todo ese avance desapareciera si recordaba lo que había pasado durante esos meses.
Kaito se sentía extraño. Miraba su nueva casa donde no se sentía cómodo. Veía sus cosas para hacer trucos, los usaba un rato, y luego paraba. Amaba la magia, pero se preguntaba qué tanto habría avanzado esos meses que no recordaba. Además, el tener que vivir de nuevo con su madre también le parecía extraño. Después de todo, se había acostumbrado a vivir solo, y las pocas veces que salía siempre era con ella. Chikage tenía mucho cuidado con la recuperación de Kaito, por lo que no lo dejaba salir solo, y las veces que lo hacía era solo hasta el Río Teimuzu que estaba cerca de donde vivían.
Un día aburrido e inquieto, simplemente se escapó por la ventana sin que su mamá supiera. Cada vez que salía se sentía muy bien. Era increíble ver que a pesar del tiempo de estar inmóvil, era como si su cuerpo recordara perfecto cómo hacer esas piruetas extrañas para llegar desde el segundo piso hasta la calle.
Salir de la casa fue renovador, el estar recorriendo las calles de Tokio solo lo hacía sentir como si no hubiera pasado nada. Rápidamente llegó hasta la estación de Beika, y se subió al vagón sin un destino en particular. Realmente estaba disfrutando de algo tan común como subirse al metro.
Después de varias estaciones, decidió bajarse en la estación de Ginza. Le gustaba ese lugar porque habían muchas pastelerías donde comer y no quedaba tan lejos de Beika. Salir y moverse entre la gente, lo hacía sentir lleno de energía. Sentía que era como redescubrir todo nuevamente.
Mientras paseaba, de pronto llegó a un cruce que le parecía familiar. Kaito se detuvo de pronto observando el lugar.
"He estado aquí… No hace mucho..."
Kaito empezó a observar todos los locales comerciales y empezó a tener en su cabeza pequeñas imágenes de ese lugar. Luego esas imágenes se convirtieron en un recuerdo. Recordaba ese mismo lugar, pero de noche, con una gran multitud de personas, como si estuvieran esperando algo. Recordaba estar entre la multitud y se sentía feliz de ver que tanta gente estaba presente, como si esperara que fuera así. Pero no recordaba qué era lo que pasaba o lo que estaban esperando.
Al estar ahí, empezó a sentirse un poco mareado, su mente daba muchas vueltas, su rostro se puso pálido y comenzó a sentirse débil. El esfuerzo que había hecho por tratar de recordar más información hizo que se sintiera mal. Hubiera caído, de no haber sido por alguien que lo sujetó.
—Oye, ¿estás bien?
Shinichi quien pasaba por ahí, sujetó a Kaito justo antes de caer, y lo tenía afirmado con sus brazos. Los dos se miraron fijamente y al verse sintieron algo especial. El mago al mirarlo sintió un alivio, como si sintiera que estaba seguro con él. Empezó a sentir que recuperaba un poco sus fuerzas. Shinichi por su parte, no sólo se dio cuenta del gran parecido que tenía con este joven, sino que también había algo en esa mirada que le llamaba la atención. La había visto en alguna parte, pero no sabía dónde.
—¿Estás bien? ¿Quieres agua? Estás pálido.
—Necesito sentarme...
—¿Puedes caminar un poco?
—Sí.
Shinichi ayudándolo a afirmarse, lo llevó hasta la cafetería que estaba cerca, se sentaron y le ordenó un vaso con agua para que tomara. Kaito lo tomó y luego respirando profundo se sintió mucho mejor.
—¿Estás mejor? Ya te ves menos pálido.
—Sí… Muchas gracias por ayudarme.
—Me alegro. Me llamo Kudo Shinichi.
—¿Eh?
Kaito tuvo nuevamente la misma sensación. Un pequeño mareo al escuchar el nombre del detective.
—Oye, ¿te sigues sintiendo mal? —preguntó Shinichi preocupado.
—Es que… ¿Nosotros nos conocemos?
—¿Conocernos? No, no… es primera vez que te veo.
—¿Estás seguro?
—¿Qué? —preguntó Shinichi extrañado por esas raras preguntas.
—Es que te veo y siento que te conozco… y tu nombre me suena muy conocido…
—No… no recuerdo haberte visto antes. ¿No estarás confundido al sentirte mal? —dijo Shinichi extrañado por la situación.
—Puede ser… —dijo Kaito sin estar convencido, pero sonriendo.
—¿Y cuál es tu nombre?
—Ah sí, lo siento. Kuroba Kaito —dijo extendiendo su mano con una flor roja—. Mago extraordinario. Encantado de conocerte.
Shinichi un poco extrañado por el gesto tomó la flor mientras el mago le sonreía amistosamente.
—¿Un mago, eh?
Los dos fueron interrumpidos por la mesera quien se acercó a tomarles el pedido. Kaito pidió un pastel con un jugo y Shinichi un café. Luego retomaron la conversación.
—¿De verdad ya te sientes bien? —preguntó Shinichi—. ¿Quieres ir al hospital?
—No, no quiero volver para allá.
—¿Volver?
Kaito le contó parte de su historia, el accidente, su tratamiento, la amnesia y por qué se había sentido mal al parecer por un recuerdo repentino, pero sin decirle lo que había recordado. Shinichi se quedó muy sorprendido con la noticia.
—¡Con mayor razón deberías ir al hospital!
—¡No! ¡No quiero! Me dijeron que era normal que a veces me pudiera pasar. Sólo que tuviera cuidado de las emociones demasiado fuertes. Aunque es raro… Es la primera vez que me pasa en estas semanas. No me había pasado nada parecido.
—Mmmm… Bueno… igual probablemente no sea ningún recuerdo importante porque no recordaste nada en específico. Sólo una visión borrosa de un lugar que visitaste. Además, si reaccionaste al oír mi nombre… yo suelo aparecer en noticias cada cierto tiempo. Seguramente es por eso, por la familiaridad de las noticias.
—¿Tú sales en las noticias Kudo?
—Soy un detective —dijo Shinichi con su clásico orgullo—. La policía me pide ayuda para resolver sus casos.
Antes de que Kaito pudiera seguir hablando, sonó su celular. Aunque se sintió feliz de ver de que su madre tardó bastante tiempo en darse cuenta de su ausencia, sabía que esa no era una simple llamada.
—¿Sí? —respondió Kaito, tratando de demostrar que no le importaba.
—¿¡Dónde andas Kaito!?
—Tranquila, estoy paseando en el centro…
—¿Por qué no me dijiste que querías salir?
—Mamá, déjame tranquilo. Me sé cuidar solo también. Lo estuve haciendo todo este tiempo que no estabas aquí.
—Sí, sí… ¡pero ahora es distinto!. ¿Estás bien?
—Sí, lo estoy. No pasa nada y no estoy lejos.
—¿Seguro? Dime dónde estás para ir...
—Iré para allá en un rato, mamá. Nos vemos —Kaito cortó la llamada medio molesto antes de que pudiera seguir escuchando las quejas de su madre.
—¿Problemas? —preguntó Shinichi.
—No. Solo que creo que ya debería regresar a casa —dijo Kaito levantándose.
—¿Te sientes bien como para irte? ¿No vives muy lejos?
—No te preocupes, estoy bien.
—No, prefiero acompañarte. ¿A dónde vas?
—Vivo en Beika, no es lejos.
—Vámonos juntos entonces, yo vivo allá también. Así también me aseguro de que no te vuelvas a sentir mal.
Kaito sonrió.
—Gracias, detective.
Shinichi se sintió raro. Esa sensación de familiaridad no se le pasaba. Pero se convenció de que probablemente era porque los dos eran tan parecidos físicamente que era como verse a sí mismo.
Finalmente, los dos hombres comenzaron el camino hacia Beika, tomando el metro en la estación, y hablando un poco sobre sus propias vidas. Luego de un rato llegaron a la estación de Beika y tomaron la dirección hacia la casa de Kaito. Mientras caminaban por un parque, el mago ya parecía totalmente recuperado.
—¡Mira, Kudo! —dijo el mago acercándose a 3 perros—. ¿No son muy lindos esos perritos? ¡Son muy tiernos!
Kaito empezó a hacerle cariño a uno, mientras el perro jugaba con él.
—Son unos cachorros aún —dijo el detective al mirarlos—. Deben tener sólo unos meses.
Mientras Shinichi apenas acariciaba por la cabeza a uno, Kaito estaba en medio de ellos corriendo y jugando con los demás.
—¿Cómo puedes estar tan alegre y con tanta energía, cuando hace un rato prácticamente te desmayaste? —dijo Shinichi sorprendido. Kaito se veía muy despreocupado y como si fuera otra persona
—No seas tan serio, Kudo. La vida es para disfrutarla.
Después de un rato, ambos siguieron por el parque y retomaron su camino a casa, conversando.
—Pero debes preocuparte también por tu salud. Tal vez deberías dejar de ser porfiado e ir al hospital como te dije.
Kaito sonrió.
—¿Siempre tratas de hacerte el héroe, detective?
—¡Idiota! No se trata de eso…
—No iré al hospital, quiero caminar, estar relajado y luego llegar a practicar mis trucos.
—¿Trucos?
Kaito sonrió. Movió sus manos, y de pronto, una pequeña nube de humo salió de ellas, mostrándole un pequeño llavero con la misma forma que uno de los perros que acababan de ver.
—Soy un mago. ¿Recuerdas que te lo dije? Soy tan bueno, que hago trucos que incluso dejan a los detectives sorprendidos.
Shinichi en ese momento mostraba en su rostro la sorpresa que le había causado el ver los movimientos del mago.
—Anda, tómalo —dijo Kaito—. Considéralo un regalo por haberme ayudado.
—Pero Kuroba… ¿cómo…?
—Un mago nunca revela sus trucos.
—Muchas gracias —dijo Shinichi sonriendo, y mirando el llavero—. Pero tiene que haber un truco que usaste para hacerlo. Debes tener un aparato que tira humo escondido en tus muñecas o en tus bolsillos, y sólo lo ocupas como distracción.
—El detective tratando de arruinar la diversión. ¿Qué no puedes sólo disfrutar? ¿Todo debe tener una razón?
—Así es. No existe nada como la magia. Todo tiene una explicación lógica. Este tipo de cosas no existen, la magia, la hechicería, todo es un invento.
—Si tan sólo supieras lo equivocado que estás…
Kaito al escucharlo había contestado sin pensar. Pero con la frase no había tenido ninguna duda, además que una silueta femenina que le daba escalofríos de miedo se le vino de pronto a la mente.
—¿Kuroba? ¿Qué pasa?
—¿Eh? Nada —dijo Kaito sonriendo de pronto—. Sólo que me imaginaba que sería muy divertido verte en una situación extraña que se escapa de lo racional.
—Estás loco… Oye Kuroba, ¿dónde vives exactamente? Porque mi casa está en esta calle.
—¿De verdad? Yo vivo aquí —dijo Kaito emocionado—. Somos vecinos. ¿Cuál es tu casa?
—Es esa de ahí… ¿Hace cuánto tiempo vives por aquí?
—Yo vivo en esa que está al frente… Mamá dice que me cambié hace unos 6-8 meses a vivir solo acá.
—Qué extraño, estaba seguro de que esa casa estaba vacía… Aunque no estuve viviendo aquí por unos meses, así que no estoy seguro.
—¿Por qué no? —preguntó el mago ingenuamente.
—Ehh… ahh bueno… —dijo Shinichi nervioso—. Es que ya sabes… estuve involucrado en un caso… muy muy lejos de aquí… así que no viví acá un tiempo.
Kaito se rió al escucharlo, lo que dejó al detective confundido.
—¡Por Dios, que eres malo mintiendo!
—¡No estoy mintiendo!
—¡Claro que sí! ¡Eres tan correcto que no eres capaz de hacerlo bien!
—¡Qué no miento!
—¡Si lo haces!
—¡No!
—¡Sí!
—¡Kaito! —ambos miraron en dirección a la voz femenina que hablaba—. ¿Por qué mejor no pasan y siguen peleando adentro?
Los dos hombres se sorprendieron al escuchar la voz de una mujer que sonreía amablemente desde la puerta de la casa del mago.
—Mamá…
—¿No van a entrar? —dijo ella esperando una respuesta.
—Eh… no, yo debo irme —dijo el detective.
—¡No seas tímido! ¡Los amigos de Kaito siempre son bienvenidos! —dijo Chikage acercándose a Shinichi y mirándolo fijamente con una sonrisa—. Me llamo Chikage, soy la madre de Kaito.
—Yo soy Kudo Shinichi.
—Lo sé, te conozco... Pasa, quédate a cenar.
Chikage tomó a Shinichi por el brazo y lo llevó hacia adentro, quién al ser arrastrado no pudo hacer nada para negarse. Kaito sólo miraba con una mirada de resignación viendo como su madre siempre se comportaba igual.
Durante la cena, ambos jóvenes empezaron a conocerse mejor, además de escuchar las largas historias que Chikage contaba sobre sus viajes en el extranjero.
—Entonces ¿usted dejó su vida afuera para volver por lo que le pasó a Kuroba? —preguntó Shinichi.
—Sí, tuvo un periodo muy crítico en que no se sabía si se recuperaría… Estuvo un mes en coma… ¡Y no me trates de usted! ¡Dime Chikage!
—¡¿Un mes?! —dijo Shinichi sorprendido —. ¡No me dijiste que había sido tanto tiempo! ¡Con mayor razón deberías cuidarte!
—¡No es para tanto, no es la primera vez que me da un mareo! —dijo Kaito tratando de no dale importancia.
—¿Pasó algo? ¿Kaito? —dijo Chikage más seria al escucharlos.
—No fue nada mamá.
—Tuvo un mareo porque tuvo un recuerdo por el lugar que pasó.
—¿Recuerdo? ¿Qué cosa? ¿Dónde fue? —dijo Chikage un poco nerviosa.
—No te preocupes mamá. Fue en una esquina en Ginza.
—¿Ginza? ¿Qué recordaste?
—Nada exactamente, estar con Aoko caminando por ahí. No sé cuándo fue o qué estábamos haciendo ahí.
Kaito mintió sobre su verdadero recuerdo, había algo que le decía que no debía decir la verdad. La reacción de su mamá, aunque natural para cualquiera, era extraña para él, ya que nunca había sido una madre protectora. Al escucharlo, ella suspiró como si se relajara.
—¿De verdad te sientes bien? Es el primer recuerdo que tienes desde que despertaste —preguntó ella.
—Sí. Llegué bien acá, ¿no? Además, ahí fue cuando me encontré con Kudo.
—¡Justo a tiempo para salvar a mi Kaito! Muchas gracias por ayudarlo, Shinichi-kun.
—No es nada —dijo el detective un poco avergonzado—. Discúlpenme, pero ya debo irme. Muchas gracias por la comida.
—Puedes venir cuando quieras Shinichi-kun.
—Muchas gracias, Chikage-san.
Kaito acompañó a la puerta a Shinichi.
—Disculpa a mi madre… ella siempre se comporta así.
—No te preocupes, mi mamá también se comporta así… siempre es muy extrovertida y le gusta llamar la atención…
—Parece que los dos tenemos que soportar lo mismo —dijo Kaito sonriendo.
—Oye Kuroba… cualquier cosa que necesites, si un día te sientes mal y estás solo, o cualquier cosa que necesites, avísame. Anota mi número de teléfono, puedes llamarme si algo te pasa.
Ambos jóvenes intercambiaron números de teléfono.
—Gracias por lo de hoy… de verdad… —dijo Kaito.
—No… no es nada… ¡Nos vemos!
Kaito cansado, se dirigió a su pieza, y se recostó en su cama mirando el techo. Había sido un largo día, pero lo había pasado bien. Hacía mucho tiempo que no se sentía así. Además de que ya casi no interactuaba con otras personas que no fuera su mamá. Beika quedaba lejos de Ekoda, por lo que a Aoko en vez de verla todos los días sólo la veía cuando lo visitaba. También influía que ella seguía yendo al instituto, a diferencia de él, que todavía no tenía el alta médico para retomar sus estudios, por lo que tenía mucho más tiempo libre.
Pero ese día se había sentido libre. Era como si nada hubiera pasado.
—Kudo Shinichi… —pensó en voz alta el mago—. ¿Por qué siento que ya te conozco desde antes?... Estoy casi seguro de que no es la primera vez que nos vemos… es extraño…
Hola :D He regresado con mi nuevo fanfic. Espero que les guste esta historia.
Espero actualizar todas las semanas, haré todo lo posible por cumplir eso.
Como siempre, comentarios y sugerencias en buena onda son bienvenidos :D
¡Espero que lo disfruten!
Nos leemos la próxima semana ;)
