Hola, hola, bienvenidos a un nuevo fic. La verdad es que tenía demasiadas ganas de hacer algo así y solo espero que lo disfruten muchísimo, como pudieron leer en la descripción serán One Shots con historias súper tiernas y súper cutes de OQ. Déjenme una estrellita si este #1 fue de su agrado, bai.

...

Un lago frente a un parque, una banca de madera y el canto de los pájaros hacían que Regina se sintiera como en casa, era maravilloso la forma en la que este lugar le traía un buen recuerdo.

El lago de Storybrooke estaba en su memoria gracias a que Robin ahí le había dicho que la escogía a ella, ella sabía que su amor sería infinito gracias a ser almas gemelas aunque sus actos de ese hombre siempre la enamoraban más.

Justamente hoy, en el aniversario de su muerte la morena lo visitó y habló con él dejando una flecha decorada nuevamente por una flor mientras le hablaba; después quizo visitar aquella banca llena de recuerdos sin saber lo que estaba a punto de encontrarse.

Una mano callosa se extendió frente a ella notando como pelos rubios adornaban la muñeca del inicio de aquel brazo, Regina entonces trago duró al sentir como el dedo índice de un extraño levantaba su mentón.

—¿Robin? ¿Eres tú? Pero...

—Soy yo, no importa como, logre volver a ti, Regina. —su amor verdadero, su alma gemela estaba ahí, estaba con ella y ella ahora se sentía más completa que nunca, fue entonces cuando por instinto se puso de pie tan solo para sentir sus labios chocar nuevamente comenzando con aquellas sensaciones que había creído muertas por un tiempo indefinido.

Regina se acerco más a él permitiendo que sus fuertes brazos del hombre hombre rodarán su pequeña cintura haciendo que ella rodeara su cuello sintiéndose como en casa nuevamente.

La morena alcaldesa finalmente supo que ambos necesitaban respirar y fue entonces cuando se separó poco a poco notando un color pálido en Robin.

—¿Robin? ¿Que sucede? —ella tomó su mejilla con la palma de su mano trazando el hoyuelo que tanto amaba.

—No temas, no debes temer. Estaré aquí siempre, vendré y debes tener en cuenta que algún día nos volveremos a encontrar.

—No, no, Robin estarás bien, vas a estarlo.

El dolor se hizo presente y aún más profundo cuando lo vio negar con su cabeza, entonces desapareció; ella nuevamente se quedó sola.

—¡Robin! ¿¡Robin!? —gritó despertando de un sueño que había comenzando tan hermoso como algunos anteriores pero esta vez había sido trágico y aún más por el hecho de que el vacío en su pecho se prolongó.

Solía sentirlo cada noche cuando tenía que seguir fingiendo esta doble vida en Hyperion Heigths con su hijo adulto luchando por descubrir la verdad, con una hermosa niña como su nieta y ahora con esto.

Ella necesitaba a Robin, lo extrañaba y siempre que tenía estas recurrentes pesadillas se tenía que preguntar noche tras noche, ¿Porque ese maldito ladrón tuvo que desobedecer su petición y cruzarse en su camino?

Aquella mañana se dio cuenta que al despertarse de ese sueño ya eran las seis de la mañana y aunque Roni podía levantarse más tarde, Regina sabía que no podía seguir durmiendo.

Lo intentó cuando se puso de pie para lavar su rostro y cepillar aquellos rulos demasiado alborotados que arreglaría más tarde pero aún así, no consiguió dormir, una vuelta en la cama, luego dos y con la tercera estaba decidida a salir corriendo del departamento tan pequeño al que su versión maldita se había acostumbrado.

—¿Porqué Roni Miller tenía que vivir a base de alcohol? —la joven morena de preguntó cuando finalmente a las siete de la mañana decidió salir a recorrer las calles a pesar de que apenas estuviesen abriendo algunos locales; justo antes de eso hubiera querido tener algo en su estómago pero al abrir la nevera se dio cuenta que no había nada más que cerveza caducada y dos pedazos de pizza congelados.

Frustrada, cerró de un empujón la puerta y tomó su chaqueta de cuero, se puso sus botas y dio un último arreglo a sus rulos ya que, cabe destacar que sí, Regina extrañaba Storybrooke, quería que Henry estuviera bien, extrañaba visitar la tumba de Robin y por supuesto su oficina pero no cambiaría algo de eso por dejar de usar la ropa cómoda por elección de Roni.

Esos pantalones de mezclilla eran maravillosos –también hacían resaltar su cuerpo de la cintura hacia abajo mucho más, así que para Regina eso estaba demasiado bien– para un día estresante en el bar.

A las ocho de la mañana bajo por su escalera de caracol con llaves en mano dispuesta a tener un desayuno descente fuera de Seattle –aunque no pudieran salir de ahí, los límites quería explotarlos para saber hasta donde llegar a conseguir un buen jugo de naranja y tarta de manzana ya que al parecer Roni era inútil en la cocina siempre y cuando no se tratarán de hamburguesas– Regina lo necesitaba con urgencia, su estómago rugia a cada segundo exigiendo alimento.

Desgraciadamente sus planes fueron arruinados al notar como una figura corpulenta pero no lo suficiente, salía de su bar con una pequeña bolsa de efectivo.

¡No! Ella pagaría con ese dinero a Belfrey para seguir viviendo en la mentira hasta que solucionaran todo, no dejaría que un ser mal viviente robara sus ahorros.

—¿Que crees que haces? —camino con lentitud agradeciendo que su departamento estuviera justo arriba de Roni's.

El hombre se inmutó ante aquellas palabras, eran las siete de la mañana, ¿Quién demonios estaba despierto a estas horas un domingo?

—Robar, ¿No es evidente? —se burló se la señorita que aparentemente estaba relajada por ver su acto de delincuencia.

La verdad era que Regina había mantenido algunos toques de Roni, sinceramente la iba a extrañar una vez que tuviera que deshacerse de ella por siempre pero no estaba de más decir que algunos aspectos los guardaría para usarlos a su favor.

Como los pantalones, el bate y por supuesto la astusia para atrapar a un ladrón.

Roni había sufrido sólo un robo en toda su vida así que Regina aprendió que, si quieres atrapar al hombre debajo del pasa montañas, solo debes estar relajada y jugar con él.

—Puedo verlo, pero, ¿Un bar? Te creía más inteligente que eso. —ella se burló escaneando con la mirada su figura, podía decir que le parecía conocida pero no encontraba de donde.

—Tenía dinero suficiente para comprar armas, lindura.

¿Lindura? ¿Quién se creía para decir aquello? Nunca nadie la había llamado así y ciertamente lo único que se asemejaba era el milady de Robin, su Robin, pero dolía como el infierno recordarlo.

—Bueno, entonces vete ahora antes de que la dueña llegue. —Regina se acerco un poco más porque no planeaba quitarle el dinero, ¿Que tal si este hombre atentaba contra ella? Ni siquiera le había visto el rostro por su pasamontañas y eso ya era arriesgado.

—En realidad me hace falta recoger algo, ¿Cuidarias? —el hombre preguntó pero cuando ni siquiera había obtenido una respuesta, aflojó nuevamente la chapa para entrar y dejó a la morena ahí... Cuidando de su propio bar.

¿Quién hubiese imaginado a Regina Mills en esta situación? En realidad era gracioso pero aún más gracioso la situación de tener que soportar lo que sea que ese hombre esté obteniendo cuando ella se muere de hambre y se muere por una maldita ensalada.

—¿Podrías apresurarte? —ella se asomó y no pudo evitar entrar para saber de que se trataba, pero su sorpresa fue demasiado grande comparada con lo que estaba viendo.

Era... Era... Pero no era posible, él había muerto, ella lo había visto, su ladrón había dado su vida para que ella continuará y siempre supuso que Zeus había sido injusto todo este tiempo pero jamás creyó que volvería a tenerlo con ella de nuevo, no tan cerca y mucho menos urgando en sus cosas un tanto personales del bar.

—¿Robin? —su voz temblaba, probablemente más de lo que hubiese imaginado y por si fuesen curiosos, el hambre había desaparecido, en su lugar tenía un terrible nudo en su estómago.

Su propio novio o ex - novio si se pone a pensar con más claridad y específicamente. Su ex - novio el cuál estaba muerto pero resucitó por algún azar del destino; le estaba robando.

— ¿Uh?

—¿Tu nombre es Robin?

Ni siquiera había reconocido su figura, su cuerpo por el que pasó sus manos tantas veces deleitandose mientras le hacía el amor, mientras estaban en su pequeña burburja.

Nunca pensó que era él estaría debajo de un pasamontañas, habían pasado demasiados años y justamente hoy, justamente en otro año más de su muerte ahora tenía la oportunidad de verlo de pie.

Pero Regina necesitaba asegurarse de que era real y de que no desaparecería cuando la maldición se rompiera.

—No, claro que no y tengo que irme ahora, un gusto robarle a la dueña de este bar frente a sus ojos. —su burla fue lo que la morena menos esperaba, podía incluso esperar más cosas aunque no sabía que había hecho la maldición con él ya que al parecer no lo recordaba.

—¿Sabías quién era yo?

—Vengo cada sábado por un trago, Roni Miller.

Ella se congeló nuevamente, quizá un poco más al escuchar como su nombre maldito salía de sus labios, oh... Quería abrazarlo y decirle cuanto lo amaba y todo lo que lo había extrañado pero no sería bien visto desde el punto de vista de Roni.

—Claro, claro es sólo que no escuche tu nombre antes. —ella se inmutó al ver como salía de la barra con probablemente el dinero de la caja registradora y algo más.

—Eso es porque no lo dije. —él sonrío por la simple de saber que estaba siendo una mala decisión haberle dado a conocer su rostro pero no le importaba, una parte por más extraño que fuera, confiaba en Roni.

Por otro lado las cosas que llevaba eran solo un extra, ni siquiera le podían importar tanto a la morena frente a él o al menos eso creía.

—No te vas a llevar eso, es mío.

—Regina no le permitirá a su versión maldita de su alma gemela llevarse la pluma que había conseguido con tanto esfuerzo y dificultades.

—¿Esto? —el contrario levantó el objeto que para él era algo demasiado simple. —Es sólo una pluma.

—Si fuera sólo una pluma no la estarías robando, dámela. —Regina avanzó hasta que intentó arrebartarla de las manos de este ladrón pero él fue más rápido y más alto que ella así que nada estuvo a su favor.

—Yo creo que no. La necesito, deseame suerte, lindura. —él se estaba yendo, parece que esta versión de su Robin no era un caballero o alguien honorable, era todo lo contrario pero ni siquiera con todo eso me terminaba de cuadrar el porque necesitaba su pluma de la esperanza.

Entre tantos pensamientos estaba bloqueada, no sabía cómo decirle que era importante pero un ruido la sacó de sus pensamientos, fue la campanilla de su bar; él se había ido, ni siquiera supo su nombre maldito y ahora estaría quien sabe dónde con su dinero, sus ahorros.

—Maldita sea. —gimió frustrada pateando con sus botas de casco negro la madera de su barra.

Roni Miller ahora no tenia ni un centavo y Regina Mills estaba en desventaja por saber que había sido robada por el amor de su vida.

Que buen inicio de mañana, ¿No?

Aunque ninguno de ellos o al menos no el dichoso ladrón se llegara a imaginar lo que sucedería muy pronto pues bien dicen que todo un qué y un porqué, aunque a veces estos dichos no los seguía Rick Landon.

Él era un ladrón con experiencia, había asaltado los mejores bancos de Canadá, Seattle e incluso pequeñas tiendas con dinero sólo para apoyar a gente necesitada. Muchos decían que era un vividor pero realmente era alguien honrado que ayuda a todo aquél ser humano en apuros.

¿La razón? Simple y sencillamente lo hacía sentir completo; toda su vida había estado sólo, sin hijos, sin esposa. No era algo característico de Rick aunque los últimos días eso estaba cambiando.

Había sucedido de forma tan repentinamente que ni siquiera el rubio ladrón se lo podía creer.

Roni, Roni Miller estaba en su cabeza a cada instante y en cada maldito segundo posible del día; todo había sucedido hace ya más de un mes desde que ella sin llamar a la policía ni levantar cargos le había permitido robar sus ahorros los cuales habían estado destinados para cubrir sus necesidades pero justo hoy, él deseaba devolverle ese favor.

Era miércoles por la mañana así que supuso e internamente deseo que la morena de hermosos rulos estuviera en su bar limpiando vasos.

—¿Hola? ¿Esto sigue siendo Roni's?

—preguntó haciendo sonar la campanilla del lugar cuando noto como la mujer que abarcaba todos y cada uno de sus pensamientos estaba dando la espalda.

Era hermosa incluso desde atrás, tenía una cintura definida y un hermoso trasero, Nick era fan de los traseros así que en definitiva el de la señorita Miller no se quedaba nada atrás, de hecho estaba en su top cinco.

—Claro, a menos que decida ofrecerle a Victoria Belfrey mi hogar de nuevo. —Roni sonrío cuando se giró para ver quién era dueño de aquella voz pues no la había logrado identificar en un principio. —Soy Ro...

—Roni Miller.

Regina escuchó vagamente como el rubio, su Robin maldito frente a ella estaba completando aquella línea de nombre alterno que decía a todo visitante que deseaba tomar un trago en su bar pero que por desgracia no supo como finalizar; estaba de nuevo sin palabras.

Él estaba aquí ¿Que estaba haciendo? Supuso qué después del robo no lo volvería a ver, o no al menos hasta que la maldición finalmente se rompiera –lo cual estaba tardando más de la cuenta– y entonces finalmente tuviera a su líder de los Merry Men abrazandola, haciendo que estuviese donde siempre había pertenecido, en sus brazos.

Pero Regina no podía pensar con claridad, no ahora, mejor dicho nunca desde que supó que Robin estaba aquí además de no saber nada acerca de él excepto que era un ladrón profesional, la nueva maldición lo hacía llevar siempre una chaqueta negra de cuero aunque con una playera de distinto color –o ella al menos suponía eso– botas de casco y un rostro afeitado.

Era muy guapo, los años no le habían hecho justicia e incluso internamente, muy en el fondo, la morena deseaba saber que se sentiría tocar la suavidad que el rostro de Robin poseía.

—¿Ya no eres Roni Miller?

—nuevamente escucho ese hermoso acento de Sherwood y fue cuando reacciono.

—¿Perdón? —una pequeña risa baja vio como salía del hombre y ella deseo hacer otra pregunta estúpida para volver a oír eso.

—Te había preguntando si esto seguía siendo Roni's pero no respondiste por completo y después te quedaste hipnotizada.

Regina no sabía que responder a eso, realmente había quedado perdida en la atmósfera cuando estaba frente a Robin, pero en su defensa, ¿Que persona no lo haría? ¿Que persona no se quedaría así con tan solo tener de vuelta a su alma gemela?

—Lo siento pero no suelo ser amigable con las personas que me roban. —Roni Miller tenía que actuar, tenía que salir a la luz, para Regina en ese momento lo más viable fue agacharse y sacar su bate.

—¡Wow! ¡Hey!

—Largo, no dejaré que me robes de nuevo, esto dolerá mucho, lo prometo. —la morena amenazó saliendo de la barra con aquel arsenal que era para Roni.

—¡No vengo a robar, vengo a devolver! —Ryan soltó gritando cuando la veía acercarse a él de forma más que amenazadora, decidida.

Regina no quería actuar así con él, mucho menos correrlo pero esos ahorros habían sido importantes y los estaba volviendo a juntar pero todo se detuvo cuando escucho aquello.

—Dime tu nombre o estarás en una cama de hospital por múltiples golpes de bate. —levanto el bate como advertencia.

—¡Ryan, Ryan Landon! Ahora, lindura, baja eso. —pidió.

¿Ryan? ¿Ese era su nombre? Regina se preguntó porque tendría que ser una "R" en un inicio, supuso que, sería una pista de la verdadera personalidad que se escondía debajo de toda esta maldición.

—Bien, Ryan, ¿Has venido por un trago entonces? —ella cuestionó bajando a su arma pues Robin se veía bastante asustado o al menos su versión maldita.

—No. He venido a darte esto. —Ryan entregó un sobre bastante grueso con efectivo dentro –el cual se logró apreciar pues no había sido cerrado– justo como se había prometido a sí mismo.

Regina sintió una calidez y al mismo tiempo su corazón hincharse, quizá su versión maldita del ladrón le había decidido robar pero era honorable, como Robin siempre lo había sido.

Ella ni siquiera sabía que decir así que sólo dejó el bate en su barra y tomó el efectivo dando la vuelta al rededor para estar detrás de dicha barra antes mencionada. Regina guardó el dinero dónde Robin lo había encontrado antes y justo después se volvió hacia él.

—Gracias, eres un ladrón con honor. —sonrió sin querer sonrojarse porque claramente no había un motivo pero... Oh dios, ella quería besarlo tanto despertarlo y decirle que en cualquier mundo y en cualquier versión siempre sería su ladrón favorito de todos los reinos habidos y por haber.

Era poco decir lo cautivado que había estado Ryan Landon al principio. ¿Quién se querría enamorar o al menos tener el valor de invitar a salir a alguien que lo quería golpear? Bueno, él era esa clase de hombre.

Roni Miller le había robado el corazón, como literalmente dicen así que estaba dispuesto a correr todos los riesgos existentes, incluso un golpe de ese bate.

—¿Me permites invitarte un trago?

—habían estado hablando al menos por dos horas, gracias a ser temprano no había clientes así que el bar estaba vacío y Ryan solo tenía dos cervezas en sistema junto a una de las deliciosas hamburguesas de Roni.

Por otro lado Regina estaba teniendo precaución a pesar de que, estaba feliz de tener a Robin aquí pues siempre seguía existiendo esa duda de como fue posible que estuviera vivo; cabe destacar que durante el mes en el que se desapareció sin dejar rastro la hizo entristecer un poco al pensar que jamás lo vería o que quizá había sido su imaginación.

Una imaginación bastante mala.

—¿Un trago? Trabajo en un bar, niño bonito, no necesito que me pagues un trago. —la morena quería aceptar, realmente quería, pero no deseaba arriesgarse a ir tan rápido.

De todos modos la maldición se rompería en cualquier momento.

—Entonces vamos al cine, vamos ahora.

Regina negó recogiendo los trastes vacíos de Robin sintiendo un crujido en su corazón al ver la mirada de decepción que él le había dado, todo lo que murmuro fue un espero esto cubra la cuenta, adiós, Roni mientras se alejaba no sin antes haberse quedado parado en la puerta por la voz de la morena interrumpiendo.

—Creó que podría ir pero solo si me dejas escoger la película. —nunca antes había hecho esto con Robin en Storybrooke, jamás habían ido al cine pero tener esta oportunidad de oferta no era para desperdiciarse.

Regina y también Roni querían salir con él, deseaban hacerlo porque era emocionante, además, ¿Que daño podría causar?

Ryan sonrío al verla con su chaqueta puesta y llaves en mano, esto jamás pensó que sucedería.

Ni siquiera tenía un plan porque creyó que rechazaría justo como al principio pero al ver que ella lo había seguido supo que algo sí debía suceder.

Un beso. Ryan Landon iba besar a Roni Miller.

—Puedes escogerla y te comprare las mejores palomitas de Hyperion Heigths. —prometió cuando estaban saliendo del pintoresco bar.

Regina no sabía que tipo de película era su favorita, recordar como había tenido dificultades en el mundo real para manejar los aparatos eléctricos fue algo para que ahora daría risa pero nada de eso ayudó al hecho de que sus gustos a la hora de ver televisión funcionarán.

Toda su vida vio con Henry aquellas películas de súper héroes y Disney que aborrecia un poco por toda la historia que había ahí, ni siquiera era la real además de recordar como había reaccionado Robin al leer algunos fragmentos del libro que ella le había regalado; ni siquiera se podía imaginar que hubiese pensando el ladrón si le mostraba la película en la extraña caja mágica parlante como él solía llamarle al DVD.

—¿Estás bien? —Ryan preguntó tomando su mano sin saber qué consecuencias podría tener aquello.

La morena tembló con anticipación una vez que estaba sintiendo los cálidos dedos de Robin envueltos al rededor de los suyos. Ella se había perdido de esto pero estar pensando y estar con los constantes recuerdos vividos con Robin quien no era Robin en este momento la mantenían fuera de orbita.

—Lo estoy. —el agarre se apretó cuando fueron llamados por un trabajador del cine para que pudiesen comprar las palomitas. Ryan soltó su mano unos instantes haciendo que ambos extrañaran esa calidez pero cuando compro aquellas palomitas con extra queso, se dirigieron a la sala dónde estaba aparentemente vacía.

Excepto, la morena captó, por una pareja de ancianos sentados en primera fila, fuera de eso estarían solos en los lugares que Robin había escogido; la última fila de la sala, en medio sólo porque decía que desde ahí se tenía mejor vista, ella fue sin peros y cuando estuvieron sentados comió unas pocas de palomitas.

—¡Oh! Son deliciosas.

—Te dije que eran las mejores, lindura. —Ryan... Robin... Seguía utilizando esa palabra que era tan similar y dolía un poco, pero pensó que podía hacer esto, ella podía tener esta cita con la versión maldita del amor de su vida, ella podía.

Además, mentiría si dijera que no estaba disfrutando cada momento, especialmente cuando su ladrón tomó su mano nuevamente para besar sus nudillos logrando un color en sus mejillas de tono rojizo.

—No creía que fueses un caballero.

—Sólo cuando quiero impresionar, además, te devolví el dinero, eso no suelo hacerlo a menudo.

Esas palabras sin duda, la hicieron reaccionar, ¿Porque le había devuelto ese ahorro? Ella lo estaba juntando nuevamente con trabajo duro cada noche en el bar y no entendía que empujó a Robin a hacerlo.

—¿Lo hiciste porque querías invitarme a una cita? ¿O fue porque temías que te encontrará en Seattle y te presentará a mi bate? —intento usar un poco de su humor, aunque no lo tuviera tan a menudo, claro estaba.

Ryan soltó de nuevo esa risa, encantadora mostrando sus dientes que seguían igual, parejos y blancos, maldita sea, ¿Donde había estado todos estos años? Era impresionante como ni siquiera tenía más canas en sus sienes de las que ya, estaba muy bien conservado.

—Lo devolví porque había sido utilizado para mi persona. —él dijo pero al ver el rostro de la mujer con una expresión de extrañesa, decidió continuar. —Robo porque me parece injusto que haya ricos y pobres, que exista gente sin el valor para al menos otorgar una moneda a quien más lo necesita.

—Ryan, eso es muy dulce. —la forma en la que su nombre salía de sus labios, un nombre tan distinto pero al mismo con un parecido tan similar la hizo tragar duro.

—En realidad te devolví el dinero porque soy un ladrón profesional pero con honor; necesitaba devolvertelo porque tenía pinta de ser un ahorro.

—Lo era.

—Ahora puedes continuar ahorrando entonces, estamos con deuda saldada. —dijo olvidando por completo la película –que apenas tenía un inicio en los trailers así que no estaba siendo tan interesante– a él le importaba más en este momento Roni, la hermosa y valiente Roni Miller.

Ella sintió que había algo más, incluso si su ladrón estaba presente de manera discreta en la versión maldita de Robin.

—¿Fue por lo único que regresaste?

—su pregunta casi sintió que estaba siendo respondida cuando Ryan llegó su mano a sus labios nuevamente para besar sus nudillos como hace unos instantes.

La película estaba definitivamente olvidada.

—No. Regrese porque estabas utilizando una parte importante de mis pensamientos lo cual es de alguna forma extraño pero...

—Se siente bien, ¿no? De algún modo sientes que encaja. —malditas sean sus mejillas y las palabras que habían salido sin un solo titubeo de su boca, estaba dicho.

—Lo es, se siente bien y me hace pensar que toda mi vida estuve esperando a encontrarte.

Si tan solo estuvieses despierto, ladrón.

Sus pensamientos la traicionaron provocando una sonrisa apenas pintada pero no impidió que la mano del rubio viajara hasta su mejilla solo para poder acercarla.

Regina sabía lo que estaba a punto de suceder, había esperado demasiado porque desde su muerte, desde que su hombre de bosque había dado la vida por ella, la morena todo lo que deseaba era tenerlo de nuevo seguro y feliz en su bóveda o en su campamento mientras ella se regocijaba con ese olor a bosque.

—Hueles a lavanda, manzana y...

—Canela. —ella completo recordando como Robin en Storybrooke había tenido una increíble reacción a ese dulce condimento para postres.

—Pero esa no eres tú. —los ojos de ambos comenzaron a dilatarse un poco al mismo tiempo que su voz era más baja que antes para que solo ellos y nadie más fuera testigo de sus palabras. La mirada de Ryan bajo a sus labios cubiertos por el bálsamo transparente con ese sabor inconfundible que él había descifrado. —Son tus labios.

Por instinto Regina se acerco sintiendo los nervios en las puntas de sus dedos pero no podía esperar.

Ella sabía que la maldición no se rompería por su beso, además de que necesitaba encontrar la cura para Henry antes de todo.

Así que un solo beso de su alma gemela –o muchos– no haría ningún daño.

—¿Quieres probar? —una voz sexy poco característica de su versión maldita Roni, salió con valentía.

—¿Puedo? —él quería tan mal hacerlo, deseaba hacerlo y no parar jamás; la acerco un poco más hasta sentir sus narices rozar.

Sólo basto de un asentimiento de la hermosa morena que tenía en frente escuchando un ojalá no seas alérgico y gracias al cielo que no lo era porque Ryan Landon amaba la canela, mucho más ahora que la estaba obteniendo de una mujer a la que quería mantener en su vida por un buen tiempo.

Sus labios eran suaves, tan suaves como podía recordar y su rostro sin barba era extraño pero no dejaba de ser agradable.

Regina sonrío en medio de esto cuando sintió a Ryan morder su labio inferior, tenía una pasión muy bien escondida que le comenzaba a gustar más de lo que debería admitir.

El ladrón por otro lado la acerco mucho más a pesar de estar en un lugar público pues no le estaba importando en lo absoluto ahora y mucho menos le importo cuando sus manos se posaron en su cintura para instarla a quedar encima de él, Roni era tan hermosa que necesitaba admirarla hasta donde se le permitiera.

Regina hubiese detenido esto si se tratara de cualquier otra persona pero no era cualquier persona, era su Robin Hood, era él, su Robin de Locksley maldito pero ahora estaba con ella y no quería que terminará este momento

La morena pronto estuvo a horcadas sobre él pero el beso había sido roto por la necesidad del aire solo unos segundos, sus frentes se juntaron y sintió como Robin... Ryan, rozaba sus narices, era un gesto tan tierno que la hizo viajar nuevamente a aquella mañana en su bóveda, simplemente mágico.

—Eres un... —quiso alagar pero al parecer su parte contraria tenía otras ideas ya que la callo aplastando sus labios contra los de ella nuevamente haciendo a la morena por instinto pasar sus manos al rededor de su cuello y dejar a sus uñas sujetar ese rubio cabello que poseía su alma gemela.

La lengua nunca había sido un impedimento y a decir verdad ella recordaba como era una de sus formas favoritas de Robin para besarla, así que no se quejaba en lo absoluto; eso fue evidente cuando un pequeño gemido casi invisible se hizo presente por parte de Regina.

Ella sintió a Ryan tensarse pero no quería que se separara ahora y sabía bien como mantenerlo quieto; con las yemas de sus dedos bajo hasta las venas de su cuello, esas que le gustaba morder y con las cuales solía divertirse hace tantos años y acarició sabiendo lo que provocaría aquello.

Se estaba arriesgando.

Regina se acerco un poco más como si eso fuera posible agradeciendo el calor del momento con la película ya iniciada dejada en el olvido.

Es ahora cuando desearía tener magia para transportarlos pero se estaba dejando llevar demasiado, lo sabía y tenía que parar.

Tenía que parar porque no estaban solos aquí y los ruidos que hacían podrían ahuyentar a los ancianos de la primera fila, agregando que necesitaban algo de aire.

— Roni... —fue todo lo que Landon dijo apenas sus labios se separaron, incluso un rulo rebelde de la morena había escapado de su sitio y él se dio a la tarea de acomodarlo.

—¿Todo bien? —murmuró.

Ryan negó sonriendo cuando claramente todo estaba más que bien y quería transmitirselo de esa forma.

Regina por otro lado quería besarlo aunque fuese castamente pero se contuvo al momento en el que sus manos chocaron contra una cadena adornando el cuello del ladrón; pudo ver a Ryan tranquilo mientras ella se enderezaba y sacaba aquél objeto que era cubierto por la camisa del contrario.

—¿La tuviste todo este tiempo? —ella casi sintió que su mundo giraba y se volvía a construir con esperanza, eso y un poco de admiración hacia la versión maldita de Robin.

—Sí, era una forma de tener suerte según mis creencias, además perdí una igual hace un tiempo y todo lo que queria era recuperarla. —suspiró algo melancólico porque al parecer para él era un buen amuleto. —Cuando la vi entre tus cosas no pensé que fuera lo más correcto pero de algún modo me llamó la atención y la tomé.

—La supiste cuidar, no me quejo de ello. Hasta la hiciste un bonito collar. —Regina sonrío acariciando la pluma que Roland, su pequeño caballero antes de partir al Bosque Encantado hace muchos años, le había dado esto como símbolo de que su padre estaría siempre con ella.

La pluma de Robin de Locksley, una que era hasta ahora tan importante para ella como para su versión maldita.

Y ahora más que nunca deseaba saber la historia detrás de todo eso, ahora más que nunca deseaba encontrar aquella cura para salvar a su hijo y despertar a su ladrón.

—De algún modo me comenzó a recordar a ti y al compromiso que tenía contigo. —él la había hecho sonrojar tantas veces que no sería un secreto lo mucho que le gustaba hacer eso tan solo para ver sus mejillas adornadas de un color escarlata.

La morena acaricio la pluma con las yemas de sus dedos antes de dejarla nuevamente descansando en el cuello de Ryan dejando que se cubriera con la tela de su camisa; él, por otra parte dejó que ella lo admirara sintiendo sus toques casi fantasmas en su rostro, cabello y cuello, como si quisiera recordarlo por su algo malo le llegada a suceder.

Casi podía decir que se conocían de toda una vida o de una vida pasada.

—¿Ves algo que te guste?

Regina sonrío sabiendo que Ryan Landon no podía evitar quedarse sin coquetear aunque fuera un poco.

—Sí, en realidad estaba pensando como hace unos minutos interrumpiste algo que iba a decir.

—¿Oh, eso fue así? —su mano viajo a su espalda baja acercándola nuevamente y tomando su mejilla con otra para tenerla a la altura requerida. —¿Que era lo que no habías podido decirme?

—Lo tan buen besador que eres; fui interrumpida por otro de tus besos, sólo quería alagarte. —ronroneo de la manera sexy rozando sus labios nuevamente con los de él.

Otro beso no haría mal.

—Dejame comprobar ese halago porque no estoy seguro de llenar tus estándares, lindura. —Ryan dijo acercándola nuevamente a él cuando sus labios estaban unidos y claramente aprovecharían eso el resto de la película.

Nunca ninguno de ellos pensó ni en un millón de años que está sería la mejor visita al cine de todos los tiempos pero, sin duda eso hacía feliz tanto a Regina como a la versión maldita de ella pues sonrío nuevamente como hace mucho tiempo no lo había sabiendo que una parte de Robin Hood estaba implantada en lo más fondo de esta versión maldita de Ryan Landon y que sólo se necesitaría demasiada esperanza para hacer que volviera a sus brazos finalmente.