Todo o Nada

El Dr. Cullen estaba perdidamente enamorado de su enfermera y mejor amiga, Bella Swan. Edward era el único primogénito de Carlisle Cullen, un gran médico y cirujano. Edward ya tenía en mente desde pequeño seguir los pasos de su padre en el mundo de la medicina pero jamás pensó que lo lograría. La admiración que sentía hacia su padre por todas las vidas salvadas y las vidas que trajo al mundo hizo de Edward un excelente médico. Bella atraída por Edward y Carlise, se le metió en la cabeza ser enferma y casualmente la asignaron como la enfermera de Edward.

Edward y Bella se encontraba en su hora de descanso, la hora de la comida que duraba unos escasos 30 minutos que aun pareciendo suficiente no lo era ya que el hospital era grande y llegar de un sitio a otro llevaba su rato entre camillas, gente en silla de ruedas, doctores y enfermeras corriendo de un lado a otro cambiando sueros, ayudando a pacientes, era un lugar que gritaba estrés. Sentados uno en frente de otro comían silenciosos.

—Edward… ¿Por qué me miras así? —dijo Bella con un atisbo de preocupación y diversión.

— ¿Uhm? Ah…nada, es solo que…nada, no importa. —Edward le respondió distante pero Bella sabía que algo ocurría en esa gran mente. —Bella…— continuó Edward sin hacer caso de la mirada de su amiga— ¿Por qué…por que le tienes fobia al agua? Nunca me lo has contado…

La mirada de Bella perdió todo rastro de tranquilidad, cambiándola por una de sorpresa y desesperación y empezando a jugar con el tenedor de plástico.

—Ah…Edward…sabes que…sabes que no te lo puedo contar.

—Bella me lo puedes contar —Bella apartó la mirada dirigiéndola a la ventana. Sus ojos demostraban vergüenza—Bella si…la razón de tu fobia es que…alguien a quien querías a muerto de ahogamiento lo siento mucho…—los ojos de Bella se abrieron de par en par.

— ¿Qué? No—Sus ojos demostraban diversión acompañados de una risa suave y dulce. Edward la miró maravillado olvidando sus teorías acerca del miedo que le tenía su amiga al agua—Edward la hora de la comido se ha acabado. Vamos.

Bella y Edward recogieron sus cosas sin hablar o siquiera mirarse a la cara, al menos Bella, parecía que quería evitar cualquier tipo de contacto con Edward por miedo a que pudiera mirar atravesó de sus ojos, en lo profundo de su cerebro y descubrir la verdad. Él lo notó. Llegaron al piso 6 en silencio, ese silencio que Edward estaba empezando a odiar cada vez más y caminaron hasta la habitación 314 donde su paciente de 15 años Taylor Black les esperaba para realizar un operación de riñón.

—Hola Taylor. ¿Cómo estás?

—Bien—Dijo mientras jugaba nerviosamente con los dedos.

— ¿Nervioso? — Le preguntó Bella mientras le tomada la presión y se aseguraba que todo estaba en su sitio, mientras Edward recogía los permisos firmados por los padres.

—Un poco.

—Tranquilo, estas delante de uno de los mejores doctores del centro.

—El mejor era mi padre. Pero si, yo soy el segundo. Alexis ayuda a Jeff a llevar al paciente a la sala de operaciones, Bella te vienes conmigo. —dijo el doctor dirigiéndose a los otros enfermeros. Edward había tomado la decisión de que la acompañara durante la operación hacía apenas segundos. Necesitaba gente de confianza en la sala, no para ayuda sino más bien apoyo moral. Llevaba años haciendo operaciones pero siempre había riesgos.

— ¿Qué? Sabes que yo jamás he entrado en la sala, sabes que siempre me quedo en el observador y te ayudo desde ahí.

—Pues hoy no— dijo Edward mientras la tomaba de la mano y la llevaba la sala, Bella intento zafarse de su mano pero él tenía más fuerza. Cuando llegaron Taylor ya estaba tumbado en la camilla de operaciones sedado—Bella y yo nos lavaremos las manos, id preparando a Taylor. Vamos Bella.

—No.

—Bella…—dijo Edward de forma impaciente.

—No voy a lavarme las manos—Estaba encogida y parecía asustada.

—Vale— Edward al terminar de lavarse las manos una enfermera auxiliar le ayudó a ponerse los guantes de látex, haciendo un ruido parecido a una palmada que asustó a Bella, quieta como una estatua en una esquina. Edward y la otra enfermera salieron dejando a Bella sola, esta se desinfecto las manos con desinfectante y se puso los guantes. Pero no salió, su cuerpo se quedó petrificado.

La operación de Taylor comenzó como cualquier otra y como en todas las operaciones con un millón de ojos prestando atención a todo lo que Edward hacia y a las pantallas de la constancia vital de paciente. Mientras todo esto tenía lugar en la sala de operaciones. 15 minutos después la operación iba viento en popa cuando Bella apareció. — Bella, acércame un algodón— Le dijo Edward a Bella, de repente, sin que ninguno de los dos se diera cuenta, una enferma echo un poco de agua encima de Bella sin querer al lavarse las manos de sangre, Bella reaccionó mal y como un perro asustado hecho al suelo varios bisturís y tijeras, distrayendo así a Edward, que sin darse cuenta provocó una hemorragia grave a Taylor.

— ¡Mierda! — Gritó Edward, mientras Bella retrocedía para esconderse en el armario donde guardaban los sedantes, toallas y otros instrumentos para las operaciones. Edward se apresuró a parar la hemorragia de Taylor, los enfermeros y enfermeras al ver que no lo lograba llamaron al Dr. Jefferson para que se hiciera cargo así pudiendo Edward salir tras Bella.— ¡Bella!

Edward puso rumbo al pasillo del hospital y preguntando a varias enfermeras y enfermeros. Al final dio con ella en el armario de las provisiones. Golpeando y gritando su nombre, de repente se oyó un estruendo por encima de su voz y el ruido del hospital.

— ¿Te has caído? ¿Estás herida? — le preguntó Edward.

—Sí y no. Si me he caído y no, tranquilo estoy bien. —dijo Bella con cierta confusión.

— ¡Como quieres que esté tranquilo cuando me has distraído poniendo en peligro la vida de un paciente y encima has salido corriendo!

—Edward ve a ver cómo está Taylor, por favor, déjame sola.

— ¿Estas de coña?

— ¡Edward! ¡Hazlo! —Sorprendido por su contestación dio media vuelta vacilante y fue a encontrarse con el Dr. Jefferson. Mientras estos hablaban, en el armario, un Bella mordiendo una toalla intentaba amortiguar el sonido de sus llantos y con las manos y más toallas limpiaba la sangre del suelo. Después de 30 minutos sin volver a escuchar la voz de Edward por ningún sitio salió del armario y se dirigió a su taquilla para cambiarse de ropa. Cuando saló del vestuario Edward la esperaba con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

—Bella, explícame que acaba de pasar ahí dentro. — Su voz la asusto por completo. Edward estaba apoyado en el umbral de la puerta mirando a Bella fijamente. —Vamos a mi despacho. De inmediato.

Estaba muerta. Bella sabía que estaba muerta. Si Charlie se enteraba, estaría más que muerta. Con un suspiro y el chirrido de la taquilla cerrándose Bella fue de camino al infierno.

—Siéntate. — Su despacho olía a legía y colonia. Las ventanas estaban bajadas. Edward se sentó y espero a que Bella le copiara sentándose enfrente suyo. Su voz era fría y dura.— Has puesto en peligro la vida de alguien. Esto te puede costar el despido por mi parte.—Tenia la mirada fija en Bella, pero ella miraba al suelo, como si quisiera esconder algo. Edward no sabía que pensar ni cómo reaccionar, desearía llamar a su padre en ese momento pero no quería parecer indeciso frente a Bella. Finalmente, después de lo que les pareció unos 10 minutos muy largos Edward dijo:

—Te daré otra oportunidad pero debes prometerme que no se repetirá— no la miro a los ojos en ningún momento y su voz era dura.

—No puedo prometértelo.

— ¿Qué no puedes?

—No puedo prometértelo. —Le dijo Bella ahora mirándolo a los ojos desafiante negando con la cabeza. Edward la miro entrecerrando los ojos, algo pasaba pero no sabía el que—No puedo, es un secreto.

— ¡¿UN SECRETO?! ¡BELLA CENTRATE, CASI MATAS A ESE POBRE CHICO! No tienes 15 años, esto no es el instituto, estamos en un hospital y esto es muy serio—Eso sorprendió a ambos, Edward y Bella se miraron por los menos 3 minutos sin decir nada, un largo suspiro salió por los labios de Edward mientras se masajeaba la sien. Finalmente abrió la boca. —Vete, no quiero verte ahora.