Antes del mañana y pasado mañana.

Hola, bueno este fue mi primer fanfic, y se trata de lo que fue de todos entre los tres años sin Aome en el Sengoku, lo publique en FFL. Espero que les guste. Lo dejé casi igual que como lo publiqué en el foro en donde empecé con mis aptitudes de escritora (por ahí sigue, no he terminado), así que puede haber ciertos detallitos erróneos. Algunos capítulos los junté porque originalmente eran bastante cortos. Saludos. Recuerden que personajes e historia original son propiedad de Rumiko Takahashi, y esto lo hago por diversión.

Capítulo 1

Algo de narración por parte de Aome:

Después de los tres días de estar dentro de la perla regresé a casa, por un momento creí que mi vida sería normal como antes, pero su ausencia me entristecía demasiado.

Inuyasha… me pregunto que estarás haciendo — suspiré.

Aome, baja, ya está el desayuno — habló mi mamá desde la puerta.

Lentamente me senté en la cama y salí de mi cuarto para bajar a la cocina. Ahí estaban todos: mi mamá, mi hermano Sota y mi abuelo; ellos estuvieron muy preocupados durante esos tres días y ese detalle me alegró, estaba tan contenta por regresar que no me puse a pensar en Inuyasha...

Hija no te pongas así, ven y siéntate, ya veras que con el tiempo se solucionara — mi mamá trató de consolarme, con esa hermosa sonrisa que siempre adorna su rostro.

Si — respondí algo cabizbaja y pensativa.

Ella tenía razón, pronto estaría en el Instituto y tendría que preocuparme por estudiar... ¡LA ESCUELA! ¡Dios, no tenía tiempo que perder, no recordaba ese detalle! Rápidamente me senté y me puse a comer (a tragar mejor dicho), tenía tantas cosas que repasar, que hacer… no podía pasarme la vida pensando en él… no, no y no, yo regresé a estudiar y eso es lo que haría.

Mientras, en la época antigua…

Inuyasha acababa de salir del pozo después de tres días.

¡Inuyasha! — dijeron al unísono Miroku y Sango.

Corrieron hacia su amigo, el cual lucía como de costumbre o… ¿no? La verdad es que el Hanyō se encontraba deplorable, los dorados ojos le temblaron al verlos a la cara.

Aome esta a salvo, no se preocupen, y yo estoy bien — dijo con un tono fingido de indiferencia.

Inuyasha no era bueno mintiendo, su voz también tembló al recordarla, aunque quiso ocultarlo a sus amigos.

Inuyasha… no estás bien, debes descansar. Ya luego nos dirás que paso — dijo Sango con voz calmada.

Sango tiene razón Inuyasha, tenéis que reposar — afirmo Miroku.

No quiero, me quedare aquí a esperar que vuelva; no pienso moverme. — refunfuño la Bestia — Váyanse ustedes, si no les molesta prefiero estar solo por un tiempo — y les dio la espalda dejándose caer bruscamente sobre la hierba, al lado del brocal.

Sin otro remedio Miroku y Sango se encaminaron rumbo a la aldea, específicamente a la cabaña de la anciana Kaede. En el interior se encontraban la viejecita, dos pequeños niños y su amiguito zorruno.

¡Miroku, Sango! — exclamó Shippou al verlos llegar — ¿Dónde está Inuyasha… y Aome?

La señorita Aome… volvió a su época, e Inuyasha está de regreso con nosotros — le contestó el monje.

Y… ¿entonces por qué no vino con ustedes? — preguntó el pequeño zorro.

Será mejor que no lo molestemos por un tiempo, no se encuentra de buen humor — dijo Sango un poco preocupada, en lo que ambos tomaban "asiento".

Vaya, lo bueno es que los dos están bien. — dijo el kitsune soltando un pequeño suspiro de alivio — Todos estábamos muy angustiados por lo que pudiera haberles pasado.

Físicamente tal vez se encuentren bien pero… dudo mucho que sentimentalmente lo estén — agregó Miroku, con el mismo tono preocupado de la exterminadora.

La pequeña choza se quedó en silencio, por un momento todos pensaban en lo triste que debía ser para Inuyasha y Aome estar tan cerca y tan lejos a la vez.

Bueno, basta de tristezas, ya se recuperara. — intervino Kaede tratando de alegrar un poco el ambiente — Por ahora se debe ocupar en otras cosas Excelencia.

Es cierto, no crean que lo he olvidado. — dijo el aludido, y miró al jovencito sentado al lado de su amada castaña — Esto es de suma importancia. Bien Kohaku, es el momento en que tenemos que…

¿Tenemos? — dijo el pecoso muchacho, visiblemente sorprendido.

No me interrumpas que ya tomé carrera… — continuó el ojiazul en tono solemne, dedicándole al joven exterminador una gran sonrisa — sí Kohaku, tenemos, tu hermana y yo. Verás, lo que pasa es que nosotros…

¡Vamos a casarnos!— concluyó la aludida bastante apenada y emocionada, desviando un poco la mirada café de la cara de su hermanito.

¡Sango, sabía que aceptarías! — al manolarga se le fue la "mano maldita" (¡pretextos!, era "maldita" sin necesidad de la maldición de Naraku)… ya saben hacia donde, al darle un abrazo, y por ello… ¡PLAF!, ya saben lo que recibió.

¡Excelencia, no delante de Kohaku!— gritó la muchacha, visiblemente molesta y avergonzada, y está vez enrojeció más — ¿Qué va a pensar de nosotros?

Kohaku se quedó pasmado por un momento, pues conocía que ese monje era un desvergonzado y le había pedido hijos a cualquier jovencita linda con la que se atravesaron, en su camino tras los fragmentos de la Shikon no Tama; pero su hermana, a pesar de esas manías, se veía muy contenta ante la perspectiva de matrimoniarse con él.

¡Qué bueno hermana! Me da gusto por ti, al fin podrás ser feliz de nuevo — dijo el muchacho con sincera alegría.

¡Ay Kohaku, gracias! — contestó la castaña sin haber perdido el rubor de sus mejillas — Pero eso si, tú vivirás con nosotros.

¿Q… Qué? — el pecoso se mostró muy aturullado por esa idea tan ocurrente.

Claro Kohaku, no podemos dejarte solo. — ahora intervino Miroku, sobándose el cachete — Eres su hermano y Sango te quiere mucho.

Eso suena muy bien Kohaku, los hermanos deben estar juntos — sonrió la pequeña Lin, dedicándole a su amigo una sonrisa tierna.

Pe… pero… — intentó razonar de alguna manera, bastante abochornado al pensar en ciertas cosas de matrimonios — ¿no voy a molestarlos en… su intimidad?

¡Jajajaja!, — su hermana rió cantarinamente, como hace mucho tiempo no lo hacía — no digas tonterías Kohaku querido. Hace meses que no estábamos juntos por culpa del maldito de Naraku. — lo abrazó con mucho cariño, como impidiendo que fuera a escapar — Y no te preocupes, tendrás tu habitación aparte… nadie te molestará.

Ah… mmm… — tartamudeó tratando de buscar algo convincente para refutarle eso, pues en el fondo anhelaba volver con su hermana, aunque no se había planteado en que ya tuviera marido… otro hombre para compartirla — no se… es que…

Nada de excusas, te quedarás porque yo lo digo — Sango le habló con firmeza, sin soltarlo.

Mmm… — ni hablar, conocía ese tono que no admitía excusas — sí hermana — contestó resignado.

Así me gusta — le sonrió otra vez, dándole un beso tronado en la mejilla.

Volvamos a la época actual…

¡Aprisa Aome! Apresúrate o llegarás tarde a la escuela — dijo mi mamá, apurándome amablemente y con cariño, como siempre lo hace, hablándome por las escaleras.

¡Ya voy mamá! — contesté de buena manera, cepillándome los dientes.

"¡Qué coraje, se me hizo tarde y ni desayuné bien!" pensé al momento "¿Por qué no habrá sonado el bendito despertador?" Pobre Aome, jijiji!). Bajé a toda prisa, me despedí y salí corriendo; estaba tan apurada que no me había dado cuenta del Árbol Sagrado.

¡Oh, por poco lo olvido! — susurré — ¡Buenos días Inuyasha! — dije con una gran sonrisa dirigiéndome al árbol… sentía, muy en el fondo de mi ser, que ese sería por siempre nuestro lugar especial.

Llegué casi patinando a la escuela, pero llegué "¡Qué alivio!" Era el prim… no, el segundo día de clases, no había asistido el día anterior por sentirme mal, así que vería a mis amigas y continuaría con la nueva etapa de mi vida.

¡Aome, Aome, Aome! — gritaron atrás de mi.

Dirigí la vista hacia atrás y vi a mis queridas amigas saludándome con la mano, mientras se acercaban con grandes sonrisas en el rostro.

¡Hola chicas! — correspondí ese gesto con alegría.

¡Qué gran sorpresa Aome! — dijo Yuka a modo de saludo, en cuanto estuvieron cerca.

Espero que estés bien. — dijo Ayumi con su tono bondadoso — Pensamos que habías decidido… no estudiar este año.

Nos encaminamos hacia las aulas.

¿Por qué haría una cosa así? — pregunté un poco extrañada

OK., cuéntanos todo — intervino Eri con su tono serio, mirándome con suspicacia.

¿To… todo? — tartamudeé sin entender realmente a que se refería — ¿De que hablas Eri? — dije con inocencia.

No finjas, — continuó hablando de forma acusadora — supimos la razón por la que faltabas tanto a clases, y no eran enfermedades extrañas, así que nos debes una explicación… como las amigas incondicionales que siempre hemos sido.

Oye Eri… — quiso intervenir Ayumi — no seas tan dura con nuestra amiga.

Aome no fue sincera con nosotras, — dijo Yuka igual de seria que Eri — sí lo hubiera sido desde un principio… le habríamos ayudado.

¡Aaahhh!, — suspiré con resignación — bueno, pues yo… — ni modos, ante la evidencia tendría que contarles casi todo — Platicamos en el almuerzo, ¿les parece? — sonreí como tonta.

A la hora convenida, después de unas clases algo tortuosas, les confesé las razones de mis faltas en secundaria.

¡Oooohhhh! — dijeron al unísono, al terminar mi relato, con los ojos abiertos como platos.

Bueno, ahora todo queda comprendido — dijo Yuka sin salir de su asombro.

Me parece que sí, — afirmó Eri igual de sorprendida, como analizando lo que escuchó — aunque se oiga inverosímil, suena más sensato que todas las enfermedades raras que se sacó tu abuelo de la manga.

No pensé que podías viajar por el tiempo Aome. — dijo Ayumi muy sonriente — Debe ser fabuloso.

A mis otras amigas y a mí nos causó un poco de gracia su observación, así que momentáneamente sonreímos como bobas.

Pues eso fue lo que me paso — terminé con un suspiro de resignación, y acabé de tomar mi refresco.

Una semana después de nuestra charla:

Bien jóvenes, es tiempo de que se inscriban a los clubes escolares que tenemos en el Instituto. — nos dijo nuestro profesor asesor, a la hora de clases — Sólo se pueden inscribir en uno, así que revisen la lista y escojan el que mejor se adapte a sus destrezas o aspiraciones — nos entregó una hoja a cada uno.

Veamos… — susurré leyendo el escrito — Equipos deportivos… no, periodismo… tal vez… taller de lectura… mmm… danza… olvídenlo… repostería… no lo creo… ¡Ya se! — observé un club que llamó mi atención, y que no requería mucha experiencia — Me inscribiré en éste, es el mejor para lo que quiero.

Sin lugar a dudas me serviría para recordar ese tiempo feliz, arquería era el club ideal para mí.

Con la firme convicción de mejorar su puntería, y la seguridad que ya llegaría el tiempo de volver con su amado Inuyasha, Aome se inscribió al Club de Arquería del Instituto. Obviamente a sus amigas les extrañó mucho, pero Aome les explicó detalladamente porque tomó esa decisión importante en su vida, lo necesitaría en su futuro "pasado"… de alguna u otra manera tendría que regresar al lado de su amado ojidorado, lo sentía en el fondo de su corazón, aunque no sabía cuando podría ser. Valía más estar preparada.

Mientras tanto, en la época antigua, después de algunos días…

Inuyasha estaba más que insoportable y parecía no compartir la alegría de que al fin Miroku y Sango unirían sus vidas, ya sin la preocupación de una maldición que le arrebatará la felicidad y la vida, o la pérdida de su amado hermano.

En fin, — dijo Miroku en lo que limpiaba un área de la cabaña que había conseguido para vivir en cuanto se matrimoniara — ya se le pasará a Inuyasha; tiene que mejorar y no vivir sumido en su tristeza. — suspiró un poco — Debe alegrarse de que lo mejor que pudo ocurrir es que al fin la señorita Aome está sana y salva en su época.

Pero Miroku, — contestó Shippou, quien amablemente le ayudaba a "levantar" el polvo — seguramente el tonto de Inuyasha está así porque no le dijo nada a Aome… sobre sus sentimientos hacia ella.

Bueno, ya saben como es él, — dijo Sango, que entraba en ese momento a la casa junto con Kohaku — si no cambia lo testarudo se va a ahogar en su tristeza... y no lo digo de forma literal… se ve que ha llorado — agregó, compadecida de su amigo Hanyō.

¿En serio? — le preguntó su amado — ¿Acaso lo viste?

Pasamos relativamente cerca del pozo al dirigirnos hacia el bosque por la leña. — afirmó la castaña dejando en el suelo el pequeño atado de ramas que cargaba a la espalda — Me dio esa impresión, pues ni siquiera levantó la cabeza del borde.

Y… ¿por qué el señor Inuyasha está tan triste? — preguntó Kohaku inocentemente, dejando también la carga que traía.

Porque el muy cobarde nunca tuvo el valor de decirle a Aome que la amaba. — contestó Shippou en tono de enfado, antes de que alguien más le ganara la palabra — Y, ahora que ya no está y que no sabemos si regresará, se siente fatalmente triste… como un perro sin dueño.

Por suerte para el kitsune Inuyasha se "ahogaba" en el pozo, porque si no ya tuviera un gran chichón en la cabeza.

Vaya, de verdad me da algo de pena. — contestó Kohaku muy pensativo, quedándose momentáneamente callado en lo que terminaban de acomodar algunas cosas — Y cambiando de tema hermana, ¿cuándo piensan casarse su Excelencia y tú? — agregó un poco más alegre.

¡Aaahhh!, — responde Miroku más que contento en lo que Sango enrojecía brevemente — por mí sería ahora mismo, pero respetaremos un poco el "luto" de Inuyasha; además tenemos que hacer todos los preparativos y las invitaciones.

¿Invitaciones? ¿Pues a quién vas a invitar? — preguntó Shippou asombrado.

A muchas personas. — dijo el ojiazul con una gran sonrisa — A mi gran amigo Kuranosuke Takeda (vean el cap. 79 de anime), a Koharu (cap. 41) a Shima y su familia (cap. 161), a mi maestro y mentor, Mushin, a mi buen sirviente Hachi, por supuesto, y a todas las lindas jovencitas que encontré en el camino de mi vida… — y, ante la mirada cruel de la castaña, mejor se quedó calladito, calladito.

¿Todas esas personas? ¿No se te hace mucho? — le interrogó el kitsune, poniendo cara de asombro.

Bueno, y si no hay inconveniente, — continuó Miroku, mirando a Sango con cara de inocencia — también invitaremos a algunos buenos monstruos que encontramos en nuestro camino, por ejemplo…

¡El Señor Sesshōmaru! — añadió Kohaku en tono triunfante — ¿Verdad que si se puede hermana?

Por supuesto, — contestó Sango con firmeza y le dio un abrazo apretado al muchacho en tanto que Miroku hizo un gesto de resignación, al fin de cuentas el jovencito es el hermano menor de su amada, y la única familia de sangre que le queda — le debemos tu vida también, ya que indirectamente te protegió de Naraku por un buen tiempo.

Dudo mucho que Inuyasha se alegre por eso — susurró Shippou en tono de ironía.

En el pozo, hundido hasta el cuello por las lágrimas derramadas, Inuyasha no hacía más que pensar en su cobardía (después de doscientos años, el pozo al fin tenía agua ¡jajajaja!). "Tonto de mí, si que soy un bruto barbaján cobarde, ¿por qué mierda no le dije nada?, al menos así creo que me sentiría más tranquilo" se reprendía duramente tratando de controlarse. "Ni hablar, creo que tomaré drásticas medidas o mi vida se ira al pozo" (¿más?).

Decidió levantarse meditando en que sería lo más conveniente para… realizar sus desesperados planes. "¡Carajo!" no pudo guardarse un gran bostezo, pues llevaba varios días sin dormir "Tengo mucho sueño ya… Será mejor ir donde están los demás para echarme un "coyotito" y pensar mejor sobre cómo hacer… lo que voy a hacer". Arroja una piedra hacia adelante, por el puro gusto de hacerlo, y se escucha un ¡Aauuu! de dolor en lo que una alta y gruesa figura sale corriendo de entre los arbustos. "¿No era ese el lobo de Rollocan?" parpadeó un poco asombrado y se frotó los ojos, queriendo distinguir a quien correspondía esa sombra "Bueno, si se trataba del Sarnoso de Koga… seré feliz si rompí su cabezota".

Y en la época actual…

Después de un arduo día de clases, Aome llegó a su casa cansada pero contenta. Se había inscrito al Club de Arquería, y mejor aún, tendría más que tiempo de sobra para recordar todos los buenos y malos momentos vividos en la época antigua porque, de tarea en su materia de "Lectura y redacción", les había dejado escribir una narración corta sobre algún hecho fantástico o real que les gustara.

No es una historia de fantasía, — se dijo a sí misma en lo que terminaba de bañarse — aunque pocos podrían considerarla real. Sólo mis amigas la entenderían. — sonrió y salió de la tina — En fin, ¿cuál será el hecho más relevante que contar? — se preguntó al rememorar cientos de pasajes, mientras se vestía.

¡Aome, a cenar! — el llamado de su madre la hizo reaccionar.

¡Ya voy! — contestó.

Ya en el comedor, le contó a su mamá como le había ido en la escuela, y todas las cosas que pensaba contar.

No se por donde empezar… — dijo un poco dudosa, sin perder el tono de emoción — pasaron tantas cosas fascinantes que no podría contar todo en un solo relato, necesitaría mucho espacio y tiempo… ¿Qué hago?

Pues creo que, si inicias por el principio, a todos les llamará la atención y tal vez hasta querrán saber más — opinó la señora Naomi con su sonrisa de siempre, sirviéndole su tazón de arroz.

¿De que se trata? — preguntó Sota al entrar a la cocina, mientras tomaba el tazón de arroz que le correspondía, sentándose en su lugar.

Pues verás, — le dijo Aome con ese tono de emoción — me dejaron de tarea escribir sobre algún hecho real o fantástico, y pienso escribir mis aventuras con Inuyasha y los demás en la época antigua. ¿No se te hace una buena idea? — casi brinca en su asiento.

Su hermano la observó detenidamente, a veces creía que su hermana deliraba, así que se llevó un buen bocado de arroz para abstenerse de opinar. El único que parecía no poner mucha atención era el abuelo, quien casi se dormía en la silla.

Es fabuloso. — dijo la mamá enderezando al viejecito — Cuidado papá, vas a caerte.

¿Eh? — respingó un poco el anciano — Claro, el arroz es delicioso — dijo como volviendo a la realidad.

A todos les brotó una gotita anime momentánea… Aome retomó su "charla".

Pero no encuentro por donde empezar… fueron muchas cosas. — apoyó un poco el rostro en su mano derecha, en lo que entornaba tantito los ojos — ¡Ahhh ya sé!, — exclamó repentinamente, sobresaltando hasta al gato, que ya dormía en su rincón favorito — iniciaré por donde todo comenzó. — sus orbes achocolatados brillaban de alegría — Hay que darle crédito a Naraku de vez en cuando porque, si no fuera por él, nada hubiera sucedido y nunca hubiera conocido a Inuyasha; sí, — volvió a poner gesto soñador — será una linda historia de un amor no concluido… tengo mucho que trabajar.

Y rápidamente se comió toda su porción y un poco más, haciendo que Sota y su abuelo la miraran como si estuviera loca, y al pobre de Buyo no le dio ni una migaja de arroz. Dando por terminada su cena, se levantó rápidamente, agradeció y se fue a su habitación muy contenta, a poner manos a la obra…

Nota de la autora: Los primeros capítulos fueron relativamente cortos, espero les haya gustado mi idea inicial. Al comienzo de la época actual estaba narrado un poco por Aome, pero no se me da mucho la primera persona, por lo tanto los subsecuentes fueron narrados en tercera persona, así me salieron mejor. Sigan divirtiéndose también con mis pequeñas "histerietas" en el foro de Dragon Ball… esos Saiyajins y sus peripecias… espero rewies o por lo menos más lectores. Sayo y Arigato por su atención.