Lo que pasa cuando no puedes dormir y has visto muchos videos del canaca y del Dios Eolo.
Mi hermana y yo comenzamos una especie de guerra, ya que las dos somos fanáticas de Elizabeta, pero ella le gusta más Roderich y yo estoy enamorada de Gilbert. Así que decidimos hacer esta "guerra" dentro de un fic.
A dooos de treees caidas sin límite de tieeempo... en esta esquina, con su cabello gris y ojos escarlata que encienden pasiones, un pollito en la cabeza ¡Gilbert Weillschmint!. Y en eeeesta otra, con un piano, un violín y mariacel, nuestro aristócrata ¡Roderich Eldenstein!
Hetalia no es mío, sino Neko-México sería neko violador XD (Por cierto, entren a su web y sigan molestándolo para que ponga a su país).
Hungría no podía dormir esa noche. Una porque su cama estaba sola, ya que su esposo había salido para Francia a discutir asuntos. Y ella ahí preguntándose si Austria por fin se le había impuesto como seme al pervertido de las rosas o que clase de cosas le estaría haciendo el francés.
La otra era que lo extrañaba. No sería anormal porque después de todo era su esposo. Con todo y que a veces pareciera solo tenerla para defenderle de sus enemigos mientras él se dedicaba a tocar el piano.
Se dio la enésima vuelta en su cama y cerró los ojos, dispuesta a dormir de una buena vez cuando escuchó un ruido en el jardín.
Rápida, se puso una bata sobre la piyama de vestido, tomó su sartén.
En el pasillo encontró a un niño que había tomado sus mismas precauciones. Pero estaba también muy cansado.
-Sacro Imperio, mejor ve y duérmete. Así nadie puede pelear- le susurró.- O quédate detrás de la puerta por si pasa algo.- eso último lo decía para que se quedara tranquilo. El niño rubio asintió.
Elizabeta avanzó lentamente, abrió la puerta, se asomó... y un pollito entró volando. Luego una figura se desplomó en el piso.
-¡Soy el hijo del papá Germania!- dijo la persona, aunque a estas alturas ya sabrán los lectores quien es: Gilbert Weillchsmint.
-¿Gilbert?- olió un poco- ¡Apestas a cerveza, demonios!- miró hacia atrás.- ¡Sacro Imperio, vete a dormir! ¡Yo me encargo de este torpe!.
Con su característica fuerza bruta, la muchacha se puso al prusiano en la espalda y lo lanzó contra el sillón. Se paró de modo marcial frente a él, lista a interrogarlo.
-¿Que pasha?- le preguntó el albino, sintiéndose mareado por la caida.
-¿Quien te crees que eres para llegar a estas horas de la noche y en ese estado?- lo regañó.- ¡Me asustaste y ya sabes que estoy sola en la casa con Italia y Sacro Imperio!
-Sho soe... ¡Awesome-man!- gritó.
-Ajá- respondió, escéptica. Si Gilbert no estuviera alcoholizado, le hubiera visto las ojeras que cargaba de tanto tiempo sin dormir- ¿Y cuales son tus poderes, eh?
-Yo poleo. Yo poleo con la gente que es mala, no con la que es buena.
Elizabeta comenzaba a divertirse a costillas de Prusia, así que sonrió irónicamente y continuó el interrogatorio.
-¿Y yo que soy?
-Tú, mamacita...- y al oír eso, la húngara empuñó la sartén, dispuesta a golpearlo- Tu eres buena. Y él también.- Gilbert señaló a Sacro Imperio, que estaba a un lado del sillón- Y ella, la niña, también es buena.
-Creo que se refiere a Ita-chan- señaló Sacro Imperio, ya que Italia se había despertado con el ajetreo y estaba mirando a ver qué pasaba.
-Váyanse a dormir. Ahorita yo me encargo.
Los dos niños ni bien dijo eso cuando ya no estaban. Pero para ella no fue tan fácil, ya que Gilbert le había tomado la falda de la piyama para detenerla. Y luego tenía la cabeza apoyada en su vientre. Elizabeta, obviamente se sonrojó.
-Suéltame, Gilbert. Me voy a dormir, estoy muy cansada.
-No- canturreó.
-Tengo sueño...-se quejó, levantó la vista- ¡Italia, Sacro Imperio! ¡Tranquilos, que no le voy a poner el cuerno a Roderich! ¡A dormir!- y cuando otra vez se retiraron, volvió a la táctica ruda contra el alcoholizado que estaba en su sala.- ¡Que me sueltes, maldita sea!
-No- siguió canturreando- Dame un beso~. ¿Sí?- y la miró, con cara demasiado tierna.
-¿Quéé? ¡No, serás idiota, Gilbert!
-¡Entonché no te shuelto!- y la abrazó con mas fuerza.- ¡Dame un beso, dame un beso, dame un beso!- le seguía pidiendo- ¡Dale al awesome yo un beso, Eli!
-¡Que no, carajo!- rugió. Pero como el ebrio ya le estaba sacando el aire con semejante abrazo, pues no tuvo mas remedio que rendirse. Estaba tan cansada que no podía dar un solo sartenazo, por mas que lo intentara.- Suéltame y te doy tu beso.
En efecto: la soltó de la cintura, pero la tomó del brazo. Así evitaría que su presa escapara antes de cumplir la parte del desigual trato.
-Besho.- dijo para soltarla totalmente. Ella suspiró y le dio un beso en la mejilla.
-No dijiste donde.
-No... bien-bien.- le volvió a decir, poniendo cara de perro pateado y remojado que está arrepentido de alguna travesura. Y señaló con su mano libre sus labios.
-¡No! ¡Es suficiente!- le gruñó.
-¡Entonché aquí te duermesh~! ¡Conmigo!- Elizabeta sabía que alcoholizado quien sabe con que cosa podría salirle. Sabía de Inglaterra, que se ponía un traje bastante erótico de mesero y se ponía a bailar. Eso porque Arthur no tenía resistencia para la bebida. Pero Gilbert estaba acostumbrado, solo que se le había ido la mano al tomar. Y ella ahora estaba casi indefensa. ¿Qué podía hacer?
-¡Ah...maldita sea!- y dicho y hecho ya se inclinaba otra vez para cumplirle el capricho al albino con olor a cerveza.
El beso duró apenas unos segundos... y todo por que Gilbert había logrado detenerla un poco más. Elizabeta escondió la cara, roja de vergüenza.
-¡Grashias!- dijo él y se tiró a dormir a pierna suelta.
"No... no sentí nada... así que no cuenta como infidelidad..." iba pensando ella "¡Dios perdóname! ¡Perdóneme Señor Roderich!" (Si se pudiera hacer esto minicómic, una ChibiEli estaría llorando toda histérica agitando los brazos).
Y luego cayó dormida en el piso, de tan cansada.
-¡Sacro Imperio! ¿Se murió por el beso envenenado?- dijo Italia
-¿Como que beso envenenado?
-Pues es que el Señor Austria me dijo que no tomara porque tiene veneno... y ella le dio un beso.
-Eh...- ciertamente, Roderich tenía modos de evitar que Italia comiera y tomara un tanto originales.- Déjame ver.
Le tomaron el pulso y estaba estable. Solo tenía subida la temperatura.
-¿La llevamos a su cama?
Y el pequeño rubio entonces quedó sonrojado. Era demasiado obvio que no la podrían. Además que si Hungría despertaba a la mitad del acarreo era posible que le dijera a él "¡Sacro Imperio me tocaste los pechos!" o algo así... a lo que pensaba el ojiazul, basándose en su experiencia con la pequeña Italia.
-Es muy pesada para nosotros. Mejor le traemos una cobija y una almohada.
-¡Muy bien!- dijo Italia y corrió por lo dicho, mientras Sacro Imperio miraba dormir a su ¿Hermano mayor?. Lo observó entre curioso y disgustado de su comportamiento.
-Kesesesesese- se rió dormido- La marimasha con sartén no besha tan mal...
-¡Aquí está la cobija!- susurró la castaña menor, para no despertarlos.
Con un poco de trabajo la cubrieron y le pusieron la almohada y ahí la dejaron durmiendo plácidamente. Soñando yaoi con su esposo y Francia.
-Estoy de vuelta...- dijo la voz que abrió la puerta por la mañana.
Austria se quedó sorprendido al ver el bulto en el piso, del cual solo se podían distinguir hebras larguísimas de cabellos castaños. Sí, su esposa ahí seguía dormida y eso que eran casi las 10 de la mañana. Se acercó a ella y le tomó la temperatura, al verle agitada la respiración.
-¡Tú...!- se levantó y despertó a Gilbert- ¿Que clase de apuesta alocada hicieron que se quedaron a dormir aquí?
-Bájale a tu vocecita, señorito podrido...gritas mucho y me duele la cabeza... estúpida resaca.- respondió el otro, cubriéndose los ojos del sol.
-¡Pues yo no sé que le hiciste, pero está enferma de fiebre!
-A mi eso me... ¿¡Qué! ¿Enferma? Ni que hubiera dormido en el...-miró al piso.- Ah~.
Y toda la noche anterior se le vino a la mente, sonrojándose al ver al marido de la húngara.
-Ajá... ¿Qué pasó?
-Eh, llegué ebrio...
-Se te nota y se te huele.
-No me interrumpas, señorito podrido- rezongó Prusia- Y pues me regañó pero estaba muy desvelada y se quedó ahí dormida.
-...Yo que la iba a regañar por esperar mi llegada de ese modo.- suspiró Roderich, inclinándose para cargarla, ella solita se acomodó en sus brazos, despertando un poco.
-¿Ya...volviste?
-Estás enferma. Debes dormir- le dijo con cariño llevándola a su cuarto.- Yo debo volver a arreglar unos papeles.
-No~. Quédate conmigo ¿Sí?
¡Como se le iba a negar!
Aunque... ¿Que hay que hacer cuando alguien se enferma de fiebre? ¿Quien haría el desayuno? ¿Quien lavaría la ropa?
Y sobre todo ¿Cuanto tardaría Elizabeta en recuperarse?
Marcador final de este capítulo...
Prusia: 1
Austria: 2.
¿Quien ganará la guerra? Cada review es su voto para uno de los dos.
