Hola a todos de nuevo!-Como cansa esto de saludar y saludar, necesito unas vacaciones-bueno para empezar quisiera decirles que este fic no será tan largo como los otros-Aunque eso ya lo sabían-y bueno no va a ser tan "suave" como los otros 2 que he hecho antes, la razón una de mis amigas, me dijo que le gustaría un poco más de lemon y aviso de un vez que este fic contendrá una gran cantidad de el, claro sin olvidar aquel punto de romance. Y bueno en esta ocasión decidí probar con otro tipo de escritura. Para la creación de esta historia me inspire en la despedida de soltera de la hermanan de una conocida de a la que invitaron unas amigas, y bueno como no quiero explayarme mucho explicando solo quisiera pedirles que me dejen reviews para decirme si debería continuar la historia, ya que no estoy muy segur de hacerlo debido a que tengo otras 2 en progreso y esta solo la hice para complacer a una amiga y si no les agrada para que continuar. Eso es todo hasta la próxima!
Despedida: Juegos Nocturnos
Prólogo
La joven Kagome Higurashi se despierta en una cama atada luego de haber estado celebrando su despedida de soltera. No recuerda cómo llegó a parar ahí, y para colmo de males no se encuentra sola, hay alguien mas acompañándola en esa desconocida habitación, un irresistible enmascarado que la observa desde la penumbra, al que ni siquiera le conoce el nombre…
¿Cómo llego a parar ahí? ¿Cómo podrá escapar de esto? ¿Porque el extraño enmascarado le resulta extremadamente familiar? ¿Qué estará haciendo su prometido en estos momentos?
Capítulo 1: ¿Un desconocido?
¡Maldición! ¡Maldición! ¡Y mil veces maldición! ¿Cómo rayos había llegado ella hasta ahí? Pensaba Kagome. Y su mente giraba a mil por hora, preguntándose cómo había pasado de estar en un bar, bebiendo con sus amigas, festejando su última noche de libertad, a estar completamente desnuda, tendida en una cama, atada y abierta completamente como un pavo a punto de ser rellenado para navidad.
No es que se quejara, por el contrario, su cuerpo estaba ardiendo después de presenciar el espectáculo de strippers que la había dejado húmeda, caliente y con ganas de algo que se había prometido no disfrutar hasta su noche de bodas aunque le volaran los sesos ¿Pero qué estaba haciendo ahí y quién estaba detrás de todo esto?
Su mente hizo inmediata conexión con el extraño de ojos intensos que la miraba de pie desde la esquina del bar. Llevaba puesta una máscara que dejaba al descubierto unos labios carnosos apetecibles y el cabello negro y sedoso que caía en forma de provocadores mechones rebeldes que caían sobre su rostro, de una forma exquisita. La mirada de Kagome siguió su recorrido hacia abajo, admirando los abultados pectorales, la cintura estrecha y los deliciosos abdominales que podían distinguirse en la remera blanca apretada a su escultural cuerpo. Sus piernas estaban enfundadas en unos jeans desgastados que permitían un vistazo al considerable bulto que se alzaba entre ellas.
¡Dios! ¡Es enorme!-Pensó Kagome, lamiéndose los labios-No podía ser él ¿O sí? ¿Podría ser que el desconocido la quisiera desnuda y atada para hacer con ella cualquier cosa, someterla y dejarla indefensa ante sus mas eróticos deseos? De sólo pensarlo se estremeció, su cuerpo se calentó más-Si eso era posible-y sintió que su sexo se humedecía…
No podía ser, era sólo un sueño ¿Qué podría despertar ella en un hombre así?
Kagome era una chica común de 1,65 metros de altura, delgada-O demasiado delgada diría su madre-Tenía el pelo color negro azabache, ondulado y siempre sujeto en un moño apretado acorde a su rígido cargo de bibliotecaria, sus ojos cafés curiosos y serios, una cintura estrecha y sus pechos… ¡Ja! sus pechos eran algo completamente inexistente. En
cuanto a su trabajo de bibliotecaria, bueno, estaba sometida a una rutina diaria aburrida, nada espectacular que la tenía harta, pero gracias al cual había llegado a conocer a su prometido que la amaba y ella a él.
Aunque había algo entre ellos que faltaba y Kagome sabía lo que era. Ella e Inuyasha sencillamente nunca habían llegado a sostener relaciones sexuales. Y eso que nunca había faltado la oportunidad, ya que Inuyasha se lo proponía cada vez que la oportunidad se le presentaba, pero Kagome era de aquellas chicas que se habían propuesto llegar vírgenes al matrimonio y como Inuyasha la amaba respetaba su decisión.
Y eso también era un problema-Además de su rutinaria existencia-la "conformidad" de novio para complacerla en ese aspecto y en todos los demás, ninguna aventura, nada que la llevara a la locura. Sí, ella lo amaba pero todo era muy clásico con Inu. Era todo un caballero, cuando ella lo único que quería era desenfreno total.
A veces a Kagome le parecía ver que algo brillaba en los ojos de Inu. Esas veces él la miraba con ardor, con una lujuria contenida, dando la impresión de querer abalanzarse sobre ella desgarrar sus ropas y hacérselo hasta la inconsciencia. Pero luego, en un parpadeo, todo desaparecía y la cara de Inuyasha tomaba su habitual mascara de indiferencia y corrección. Era la imagen del eterno enamorado protector, serio y correcto.
Se conocieron en la Biblioteca Pública Nacional donde ella trabajaba. Inuyasha iba a menudo allí y siempre se acercaba a ella para preguntarle sobre algún libro, una nueva edición o lo que sea-Siempre tenía una excusa-Una noche, al terminar su horario de trabajo, él la invito a cenar y a partir de allí comenzaron una relación que terminó en el compromiso. Y por eso aquella noche estaba ahí, en el bar, festejando con sus amigas su despedida de soltera. Sus pensamientos volvieron al presente y sus ojos comenzaron a inspeccionar la habitación en la que se encontraba. No había demasiado que mirar, mucho menos con la tenue luz que iluminaba la estancia. La gran cama tamaño King size estaba apoyada sobre una de las paredes laterales a la puerta, con dos mesitas de luz a los costados. Había, además, un escritorio al frente con una silla. Las paredes de un tono amarillento muy sobrio, con nada en ellas salvo un gran espejo de cuerpo entero que estaba de frente a la cama, al lado del escritorio y en el cual, desde su perspectiva, podía ver sus piernas abiertas y su desnudo sexo brillante por sus jugos.
Desorientada, trató de recordar cómo había llegado allí, y nada, su maldito cerebro estaba en blanco. De pronto, la puerta de la habitación se abrió y el desconocido de ojos intensos la atravesó, sacando a Kagome de sus meditaciones. Se acercó a la cama lentamente y Kagome pudo darse cuenta que el hombre tenía unos hermosos ojos dorados que nunca había visto y una sonrisa de medio lado endiabladamente sexy. Que a pesar de no haberla visto nunca antes en su vida le resultaba extrañamente familiar. Su mirada lo recorrió de arriba abajo.
Demonios, el tipo era caliente con mayúsculas ¡C-A-L-I-E-N-T-E!
-¿Te agrada lo que ves?-Dijo el hombre con una profunda voz ronca. Que le pareció mucho mas familiar que de lo que le hubiera gustado-
¡Diablos sí! Quería gritar ella. Sin embargo abrió la boca para decir algo y nada salió. Se maldijo volviéndolo a intentar.
-¿Quién demonios eres tú? ¿Qué diablos hago aquí? Y… Y… ¿Y dónde rayos está mi ropa?
-Silencio mi querida Kagome-Dijo en un tono autoritario-Estoy aquí para tu Placer y cumplir todos tus deseos-Contestó el desconocido-y los míos-Agregó en un susurro casi imperceptible-
Kagome sentía la excitación correr por sus muslos ante la orden impartida y la caliente mirada del hombre, que se derramaba por todo su cuerpo. Esto es lo que ella quería, obedecer y entregar el control de su placer a alguien más ¿Estaba loca? Debía pensar en Inuyasha. En su boda. ¿Qué diablos estaba mal con ella?
-Mira… Quien quiera que seas ¡Quiero que me desates, me devuelvas mis ropas y me dejes en paz!
El desconocido la fulminó con la mirada.
-He dicho que te calles Kagome o voy a tener que castigarte-Su voz era tosca, algo ronca por el deseo que se veía destellar en sus ojos y exigía completa obediencia. Kagome entrecerró los ojos y lo miró desafiante, no queriendo rendirse aún por completo. Sin embargo, ante la cruda amenaza, su temperatura se elevó a niveles insospechados y el deseo la inundó por completo-
-Mi nombre es Romeo y no hablarás hasta que te dé permiso.
¿Romeo? ¿Esto era una broma? ¿Y ella, quién se suponía que era, Julieta? De algo estaba segura, el nombrecito y todo esto no era mas que una muy pesada broma. Ese tipo la conocía como para saber que su novela favorita era Romeo y Julieta. Se pasaba horas leyendo ese libro-Privilegios de trabajar en una biblioteca-
-¡Qué demo…!
-¡Kagome-La cortó "Romeo" Su voz retumbó en las paredes de la habitación-No puedes hablar sin mi permiso y mucho menos maldecir.
La miró fijamente unos minutos para ver si había entendido su orden y luego la sonrisa de medio lado del desconocido que se hizo presente de nuevo, le hizo pensar en travesuras y su cuerpo ardió con la anticipación.
Aún algo molesta observo a el desconocido, "Romeo", que tomó la silla del escritorio, la trasladó al centro de la habitación y se sentó o, más bien, se echó sobre ésta con los brazos cruzados sobre el pecho, las piernas abiertas, sin decir una palabra. Kagome lo estudió de nuevo con mucho recelo. Pudo darse cuenta de que su cabello parecía mojado, quería continuar observándolo pero pronto pudo darse cuenta de que en sus intensos ojos dorados y sus carnosos labios torcidos en una media sonrisa, resplandecía la burla. Y a pesar de sentirse irritada y molesta por su comportamiento Kagome no podía apartar la vista de esa boca tan sexy, tan ajena y sin embargo tan familiar… Su mirada barrió todo su cuerpo y se regodeó con lo que veía. A regañadientes tuvo que aceptar que él tenía un cuerpo escultural. Por la forma en que estaba vestido, podía apreciar los brazos musculosos tensando la fina tela de la camisa que llevaba puesta y el buen paquete del que la naturaleza lo había dotado-Kagome se maldijo interiormente ¡Rayos! Su mente definitivamente no trabajaba bien-y que podía verse gracias a los desgastados pantalones de que abrazaban sus piernas como una segunda piel y marcaban la impresionante erección que tensaba la zona caliente de la entrepierna.
¡Oh, por Dios! Esto no podía estar pasando ¿O sí? Una voz en su interior le decía que pidiera a gritos ayuda, y otra que se dejara arrastrar por la promesa sensual en la voz de "Romeo" y en su penetrante mirada.
-No te preocupes por el momento-Dijo de pronto el chico-tal vez el acto no sea lo que has soñado toda la vida, pero te garantizo que será muy placentero.
Kagome estaba entre la histeria y la calentura ¿Cómo demonios iba a salir de ésta? Pero… ¿Quería salir de ésta? Para ser sincera consigo misma, tenía que reconocer que una de sus fantasías siempre había sido estar con un hombre bien caliente y dispuesto a transportarla a la estratosfera en una sola noche. Sin embargo, ahora estaba comprometida ¿Cómo miraría a Inuyasha después de esto? Pero qué diablos estaba pensando, era un desconocido ¡Por el amor de Dios!
No, no, no había posibilidad... Era una locura. Tenía que ponerle fin.
- Ehhh Romeo… Señor -Dijo lo más dulcemente que pudo, ¡Mierda! No sabía ni siquiera cómo dirigirse a él-yo debería irme. Mis amigas deben estar preocupadas por mí y a estas alturas deben haberle contado a mi "PROMETIDO" sobre mi… Eh… Desaparición-Kagome puso mucho énfasis cuando dijo prometido para ver si causaba algún impacto en el joven hombre-
Nada. Romeo, ignorándola, comenzó a acercarse a ella clavando sus penetrantes ojos dorados en los suyos. Luego su mirada siguió descendiendo hacia sus pechos y sus pezones se endurecieron al instante, y para cuando llego a su feminidad, completamente expuesta, su sexo se contraía por la dolorosa sensación de vacío. Kagome comenzó a temblar.
Romeo se sentó en la cama a su lado, se inclino hacia su rostro y Kagome pudo sentir el roce cálido de su aliento en los labios cuando le susurro:
-Esta noche, Kagome, voy a darte tanto placer, que voy a hacer que grites de éxtasis y de agonía cuando llene ese dulce y ese hermoso sexo hasta que tu cuerpo adolorido
suplique por más. Te lo voy a hacer de todas las maneras posibles, te someteré y harás exactamente lo que yo quiera, porque esto es lo que tu deseas y darte placer es mi placer…
Cuando finalmente hubo terminado de decir esto, el muchacho la besó, y los marrones ojos de Kagome se abrieron al sentir la calida lengua del joven dentro de su boca, degustándola, devorándola con sumo gusto, nunca antes había sido besada así, y su cuerpo se estremeció de placer, disfrutando de cada roce de la lengua del joven con la suya, y de cada sutil movimiento que el hacia con su boca y con su cuerpo, al tiempo que se preguntaba porque maldita razón ese repentino beso le sabía tan dulce y porque su sabor le resultaba tan inexplicadamente familiar y conocido…
