Disclaimer: Los personajes son de Joss Whedon, él es Dios, y yo sólo una de sus fieles.
Comentarios: Primera viñeta de la tabla Leyes de Murphy: Siempre que las cosas parecen fáciles es porque no oímos todas las instrucciones.


Mal nunca se había enamorado. Entre otras cosas, estaba seguro porque no había sentido eso por lo que el mundo entero armaba tanto revuelo.

Es más, él no quería enamorarse. Nunca. Lo tenía como una de sus metas a conseguir, y a menudo se veía a si mismo llegando a viejo sin haber caído en las redes del amor. Él era demasiado huidizo, mientras que otros caían, él permanecía esquivo al compromiso, y aunque no alardeaba ni nada por el estilo, se sentía orgulloso de hacer que el amor patinara sobre él y siguiera su camino hasta el próximo objetivo. Como el agua y el aceite. Mal y el amor. No eran sustancias que pudieran mezclarse.

A Mal le gustaba estar centrado, tener la cabeza donde le diera la gana en todo momento, sin que las preocupaciones amatorias le confundieran o le robaran ni un segundo de su tiempo. Pues tenía bastantes de las demás preocupaciones…

Una nave que capitanear, una tripulación que contaba con él. En cierto modo, era el líder – aunque la palabra "líder" le diera un poco de alergia – de un grupo de personas que andaban algo perdidas. Y no quería, ni tampoco podía, permitirse ser un mal capitán.

El estúpido amor podía pasarle a otros, él estaba por encima de ese sufrimiento… desesperante, incorregible, nada maleable…

Estaba encantado de conocerse tanto. Y pensaba en ello mientras se batía en otro de esos estúpidos duelos a muerte por el honor de Inara.