Los personajes son de Cassandra Clare, y esto es de mi autoría.


Deseando lo prohibido


Cuando Valentine le habló de su familia, a una edad muy temprana, el interés de Jonathan Christopher no fue hacia su madre... sino hacia Clarissa, su hermana. Su padre le contó cómo Jocelyn lo rechazó desde su nacimiento y que los había abandonado antes de que Clary naciera. Jonathan odió a la mujer por romper a su familia, pero principalmente por apartarlo de su hermana. Él sentía que, a pesar de que su madre lo rechazaba, aún quedaba esperanza de que Clarissa pudiera amarlo.

Años después, Valentine le dijo sus planes para volver a reunir a los Morgenstern, empezando por la mujer que fue su esposa. Jonathan le preguntó por Clary, pero su padre lo apaciguó con una verdad a medias.

—Vendrá, Jonathan. No dejará sola a su madre; ella es todo lo que tiene. No sabe la verdad.

— ¡Padre, déjame decirle! —le pidió ansiosamente—. Quiero ser yo quien le cuente su verdadero origen.

— ¡No! —sentenció—. Clarissa es ajena a todo esto. Seguramente, Jocelyn le ha ocultado también sobre tu existencia.

— ¡Maldita zorra! —gruñó, pero Valentine lo cortó con una bofetada.

— ¡No es tu derecho juzgarla, Jonathan!

—Pero, padre...

—Tu madre era una mujer ingenua, hijo mío, pero estoy seguro de que ha aprendido la lección.

—Esa mujer no es mi madre —dijo entre dientes.

La oportunidad de Jonathan llegó meses después, al saber que su hermana estaba entrenando para ser Cazadora de Sombras. Sintió el orgullo brotando de los poros al escuchar el éxito que había tenido en las peleas en las que había participado. Era una digna Morgenstern. Era digna de él.

En algún momento, Jonathan descubrió que Valentine guardaba algunas fotografías de Jocelyn y de Clarissa, y secretamente tomó un par de la chica, sabiendo que su padre no las echaría de menos (Valentine rara vez hablaba de Clary en particular). Por las noches, contemplaba por horas el delicado rostro de su hermana, soñando despierto con el día en que estuvieran cara a cara. En su mente, Clarissa lo recibía con los brazos abiertos y le llenaba el rostro con tiernos besos. Y con esa imagen jugando en su cabeza, Jonathan se quedaba dormido.

El día que Valentine le habló del plan para invadir Idris, supo que eso le vendría perfecto también a él. Deseoso por ayudar a su padre (y quizás para ser digno del amor de su hermana), le propuso pasar de incógnito ante la Clave. Había conseguido localizar a Sebastián Verlac, y era fácil hacerse pasar por él. Las pequeñas diferencias que había entre ellos podían ocultarse. Y si Valentine atacaba la ciudad de los Cazadores de Sombras, era seguro que Clarissa entraría a defender a los suyos.

Cuando finalmente pudo estar frente a ella, Jonathan sintió que su cuerpo latía en armonía a sus sentimientos. Él, que siempre se consideró un ser frío y sin corazón, vio en Clary una esperanza y una luz al final de camino.

Después de todo, quizá no sea un completo demonio...

Fue así que Jonathan Christopher Morgenstern supo cómo se sentía amar a alguien.

Sin embargo, el protagonismo de tal sentimiento duró poco, pues la obvia evidencia del amor que su hermana sentía por Jace hizo que la ira cubriera cualquier deje de afecto hacia alguien más. Había odiado al muchacho desde que eran niños, pues él sí era consciente de que había tenido que compartir el tiempo de Valentine con el maldito huérfano. De niño, Jonathan hacía rabietas cada vez que su padre lo dejaba solo para ir a verle, y saber que ahora tenía que competir con él ante Clarissa, provocó que el odio ya sembrado en su cuerpo se potenciara al máximo.

Aquel intruso no iba a robarle lo que Jonathan se merecía por derecho: el amor de Clary.


Hoy lo dije: A Jonathan... o lo amas o lo odias.