Disclaimer: Card Captor Sakura y sus personajes pertenecen a CLAMP.
PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO
Todo el mundo hace propósitos de año nuevo y Sakura no es la excepción; por ellos descubrirá que hay muchos más peces en el mar…
Aunque a la vez tenga que lidiar con toda su loca familia en su casa por navidad. Acabará volviéndose loca, seguro.
Prólogo
Todo el mundo hace propósitos de año nuevo (aunque rara vez terminan cumpliéndose), y yo no soy la excepción. Al entrar en ese nuevo año sentí que, de una forma o de otra, todo lo que me propusiera lo podría conseguir.
Apenas unos pocos segundos en el año que acababa de llegar, y ya me sentía más poderosa y confiada. No supe por qué, pero me llené de una determinación que pocas veces más en mi vida había sentido. Ese año, me dije, lograría lo que quisiera.
Como por ejemplo, aprobar las matemáticas.
No, mejor ese no era mi primer propósito. Aún con mis diecisiete años, las matemáticas eran una de mis peores pesadillas.
Mejor otra cosa. Por ejemplo…
Propósito número 1: no probar el alcohol.
Anoté mentalmente, satisfecha conmigo misma. Lo único que necesitaba era fuerza de voluntad. Total, tampoco es que me pasara el día con la botella bajo el brazo.
-¡Sakura, querida! –exclamó tía Sonomi, acercándose a mí para darme un abrazo-. ¿Quieres un poco de sake?
Lo lograría. No probaría ni una gota. No, no, no.
-Pues claro que sí, no sé ni por qué lo pregunto –dijo Sonomi, haciendo un aspaviento con la mano.
-Pero mi padre…
Lo intenté. De veras que lo intenté. Pero mí tía pudo conmigo. ¡Sayonara, Propósito número 1!
-¡¡No me lo nombres!! No lo quiero ver ni en pintura, ¡y resulta que hemos tenido que compartir el inicio de este año! –alzó un puño y cerró los ojos, como lanzando miles de maldiciones; después, al mirarme, recuperó todo su aire maternal-. No te preocupes, ¿está bien? Será nuestro pequeño secretito.
Y me guiñó un ojo, ¡me guiñó un ojo! ¿Cómo iba a poder luchar contra eso?
-Pero solo un trago.
Está bien, haría otro intento.
Propósito número 1, versión II: intentar llevarme mejor con Toya.
-Monstruo, no bebas tanto o te emborracharás y nos comerás a todos.
Borrado. Tachado. ¡Completamente imposible! No sé en qué estaría pensando.
Bueno, podría proponerme otra cosa. ¿Qué tal esto?:
Propósito número 1, versión III: no gastarme el dinero en cosas tontas, como dulces y golosinas.
Sin embargo… ¡¡Estaban tan ricas que no podría cumplirlo por mucho que quisiera!! Abolido. ¡Abolido Propósito número 1, versión III! (Sakura, no vuelvas a pensar siquiera hacer una cosa así).
Sería demasiado difícil, por mucho que hubiera pensado lo contrario. Está bien; me iba a calmar e iba a pensar en otro propósito. Uno pequeñito.
¡Ah, claro!
Propósito número 1, versión IV: dejar de morderme las uñas.
-Sakura, ¿estás nerviosa? –Tomoyo, mi prima, había aparecido casi de repente y me miraba con una sonrisa tranquila; yo le interrogué con la mirada y ella me señaló a la boca-. Te estás mordiendo las uñas.
-¡Oh! –exclamé, intentando no soltar ningún grito de frustración.
Igual tendría que proponerme algo que fuese más fácil de cumplir, porque con cuatro intentos (y medio) sin posibilidad de ser realizados, comenzaba a perder la confianza que había tenido apenas unos minutos atrás.
No, ahora sí. En serio. Lo iba a cumplir, costara lo que costase. Quería cumplir un propósito, y todavía seguía teniendo esa sensación de confianza: lo siguiente sí que lo conseguiría. Tenía que… ¿dejar? Sí, eso mismo. Tenía que dejar lo primero que me gustara y se me pasara por delante. Aunque fuera el chocolate (pero, sinceramente, esperaba que no fuera el chocolate; ¡me gusta tantísimo!).
Pues bien, podría decirse que alguien había escuchado mis súplicas, porque lo siguiente que vi no fue el chocolate.
Era mucho peor, muchísimo. Tendría que haber pensado en esta posibilidad.
Lo primero que vi fue la lechuga, bañada con soja, de la ensalada. En fin, no es que me gustara especialmente. Por eso, cuando vi quién la llevaba, casi me sentí desfallecer.
Yukito.
Yukito se había mudado a Tomoeda cuando yo tenía diez años, y casi instantáneamente se hizo amigo de Toya. Y, al verlo, me enamoré de él. Perdida y locamente enamorada de él. Desde entonces, había pasado siete años queriéndolo en silencio, alegrándome cuando se quedaba a dormir en casa y decepcionándome cuando no lo veía en varios días.
Y ahora, cuando realmente pretendía llevar a cabo un propósito… resultaba ser él.
Propósito número 1, versión definitiva: dejar de querer a Yukito.
Ciertamente, aunque me doliera admitirlo, yo nunca había tenido una oportunidad con Yukito, y lo más seguro es que esa fuera mi oportunidad para olvidarlo. Pero me resultaría difícil.
-¿Quieres un poco de queso, quizás? –me preguntó entonces, con una sonrisa muy amplia y los ojos brillantes.
Tragué saliva. Me resultaría muy difícil.
#
-¿Estás segura de que podrás?
La pregunta de Tomoyo no me tomó por sorpresa, y la miré con gesto decidido.
-Lo voy a intentar. ¡Y lo lograré! Aunque… -dudé un poco en esa parte, y me mordí el labio inferior con bastante fuerza-. Creo que me va a dar mucha lástima olvidarme de él.
Mi voz sonó trémula. ¿Tan duro era dejar de querer a alguien? Y eso que ni siquiera había empezado ni había llegado con él a un ámbito más allá de lo fraternal.
Tomoyo me sonrió y me abrazó dulcemente, brindándome todo su apoyo.
-No te preocupes, Sakura. Ya verás como no es para tanto –mi mirada incrédula le hizo soltar una carcajada-. Es decir, hay muchos peces en el mar. Eso dicen, ¿no?
Y me guiñó un ojo, ¡justo como su madre! Eso sólo significaba una cosa.
Me quería embaucar.
Y casi me daba miedo saber cómo. Y por qué.
-Pe… pero…
Interrumpí lo que iba a decir porque mi padre apareció, seguido de cerca por tía Sonomi.
-Sakura, Tomoyo; ¿por qué no vais a dejar vuestros deseos y propósitos en el templo?
Y accedimos. Era el primer día del año, y la tradición era visitar los templos. Nosotros íbamos siempre al Templo Tsukimine, desde que era una niña. Entrábamos cogidas de la mano, con nuestros deseos escritos en un papel, y los ofrecíamos a los monjes del templo.
Ese año yo no tenía demasiados deseos escritos. Más que nada era una lista de propósitos que quería cumplir ese año entrante, y sabía que necesitaría toda la ayuda posible, ya fuera terrenal o divina, para poder lograrlos todos. Porque no eran pocos. Y, antes de darle el papel enrollado a uno de los monjes tras una profunda reverencia, eché un último vistazo a mi listado:
Propósito número 1: dejar de querer a Yukito.
Propósito número2: no dejarme embaucar por Tomoyo (ni por su madre).
Propósito número 3: prestar más atención en clase y no quedarme dormida.
Propósito número 4: ignorar a Toya en la medida de lo posible.
Propósito número 5: preguntar a Yamazaki si la historia de la bolita de arroz gigante que se comía a la gente es cierta
(porque si lo es, no creo que vuelva a probar las bolitas de arroz).
Propósito número 6: conseguir un trabajo.
Propósito número 7: cumplir los anteriores propósitos.
Propósito número 1: dejar de querer a Yukito. Suspiré. Sí que sería difícil.
NA: ¡Esto es to- to- to- tooodo, amigos! Aquí vengo con un nuevo fic que (supongo) no será muy largo. Se me ha ocurrido por las fechas en las que estamos y por la locura que supone la navidad. Toda la familia junta y revuelta, que si primos, que si tíos, que si abuelos… Y me salió, así, sin más.
He pretendido hacerlo con un toque humorístico, aunque debo admitir que yo en el humor escrito… depende de por dónde me dé xD
Sé que Shaoran no ha salido mucho en este capítulo (¿acaso ha salido? Cof, cof), pero he de decir que más adelante saldrá. Y mucho. No por nada es el co-protagonista ;)
Aprovecho también para desearos una feliz navidad (aunque haya pasado ya, así que: felices fiestas) y un próspero año nuevo 2010 :D
¡Dejad reviews para ver si os ha gustado la idea! ^^ (y si os ha gustado mucho, mucho, dadle al Go ;D).
Un beso,
Odisea (:
