FORGIVEN

Bella estaba viva y él había sido incapaz de encontrarla, aun dudando de las palabras de Regina, aun escudriñando cada rincón del reino, no pudo encontrarla. La buscó como un espíritu que araña la tierra del cementerio para volver a la vida, luego, simplemente se resignó, se escondió en el fondo de una taza rota y jamás volvió a intentarlo. Vivió de la magia más poderosa que ella le había dado, el recuerdo. Hechizado por la remembranza eterna de sus ojos, de su cabello, de su sonrisa clara e inocente podía engañar a la culpa de vez en cuando. Pero no podía engañarla ahora que Emma ponía en sus manos el cartel de se busca

-¡Gold!-gritó Emma-¿qué le pasa? Parece que hubiese visto un fantasma

-Quizás lo vi Sheriff Swan- respondió escondiendo en la serenidad de su voz, el dolor de contemplar la borrosa imagen de Bella estampada en un pedazo de papel, su mirada vacía, perdida lo hacían sentir como el hombre débil que alguna vez fue.

-¿Por qué lo dice?, acaso la conoce

-No querida, no he vista a esta muchacha en toda mi vida

-Por alguna razón nunca puedo creerle nada

-Es su problema no confiar en la gente, no mío, ahora si me disculpa estoy algo ocupado

-De acuerdo, voy a dejarle esto por si recuerda algo. Y no olvide acaba de escapar del manicomio y es peligrosa, así que no vaya a jugar al héroe Gold

-¿Cree que puede haber algo heroico en mi? O peor aún, ¿cree que hay algo heroico en atrapar a una muchacha como ella?

-Sabe exactamente a lo que me refiero

-Y usted también Sheriff Swan ¿o me equivoco?- los ojos de Mr. Gold destellaban con esa chispa que siempre lograba incomodar a Emma, sentía que iba un paso delante de ella y sólo le arrojaba unas migajas de información para armar el puzle con el que la retaba

-¿Qué quiere decir con que yo también lo se?

-¿No cree que como policía debería buscar respuesta en lugar de pedirlas?

-Mire Gold si se refiere a que Regina dio la orden de buscarla y que a pesar de toda la historia sobre lo peligrosa que puede ser, es prácticamente imposible creer que pudo matar a alguien tiene razón, pero créame que si no la encuentro antes de Regina nada bueno le espera a ella

-Regina no volverá a tocarla-su voz fue como un latigazo azotando el aire

-Si sabe quién es dígamelo, ¡ahora!-gritó empujando la foto hacia él

-Es sólo un presentimiento querida, no se absolutamente nada-dijo con su habitual tono calmado

-Cuidado con los presentimientos Gold, si sabe algo llámeme de inmediato

Él asintió levemente, señalándole la puerta con gentileza.

Emma dejó la tienda con la absoluta certeza que Mr. Gold, una vez más, sabía mucho más de lo que decía.

Estacionó el auto donde el no pudiera verlo decidida a esperar. No importa cuanto lo negara, ella tenía la certeza que conocía a la chica. En el momento en que le enseñó la fotografía su rostro se ensombreció de la misma forma que aquel día en la estación de policía cuando lo sorprendió contemplando una taza quebrada.

Genial Emma, pensó mientras buscaba comida en el auto, vas a sentarte a esperar por horas mientras una loca furiosa anda suelta sólo por una taza de te quebrada. Las ideas de Henry te están contagiando.