¡Mis saludos a todos! Al fin la universidad abrió un poco sus fauces y pude escapar para traerles mi nuevo proyecto.
Como el título lo indica, relataré una serie de viñetas -tal vez unas me salgan más largas que otras-, que no necesariamente estarán relacionadas; con la temática de los siete pecados capitales y un "bonus" que tengo girando en mi cabeza desde hace mucho.
En base a las respuestas que me dieron en los comentaros del fic anterior, trataré de hacer historias para todos los gustos. Pero, considerando el tema que une a estas historias, por favor entiendan que no todas serán muy felices que digamos. Sólo pido una oportunidad, por favor...
Disclaimer:
Vocaloid le pertenece a sus respectivos dueños y los siete pecados capitales, a la Iglesia Católica. Fics sin fines de lucro.
Advertencias antes de leer:
-Variación en los géneros de cada relato.
-Twincest principalmente.
Bien, comencemos:
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"Los ocho pecados capitales" (Por Neko C.)
I Pecado: "Soberbia"
"Lucifer pecó de soberbia... y todos conocemos el final de su historia."
El espejo de cuerpo completo que poseía en su habitación no podía reflejar de manera más exacta todos sus atributos, o por lo menos ese era su punto de vista. Dio vueltas lentamente mientras observaba cada milímetro de su cuerpo: vestimenta, maquillaje, cabello, zapatos. Todo en orden. Y aunque no tenía ningún evento importante o algo por el estilo, a ella le encantaba ponerse sus mejores ropas, utilizar los productos de belleza más caros y retocar toda su figura; sólo para pasarse largas horas frente al cristal, admirándose. Sonrió satisfecha al contemplar el fruto de arduas horas de arreglo personal.
— ¡Qué perfecta que soy! No debe existir en el mundo alguien que pueda igualar mi belleza. Hasta los dioses deben envidiar mi hermosura. — Dijo Rin en voz alta, orgullosa de sí misma.
Esa exclamación de egocentrismo fue captada por los oídos de su gemelo, que se encontraba en ese momento acostado en su cama -cabe aclarar que compartían el dormitorio-. A veces se exasperaba por la actitud tan narcisista que poseía la chica, pero debía admitir que era justificada. Se sentó en el colchón -de una manera parecida a una pose de meditación- y examinó a la rubia como si se tratara de un espécimen raro y asombroso.
Era verdad, a sus ojos no existía nadie tan bello como la chica que veía en ese momento. Sí, Len Kagamine estaba enamorado de su propia hermana gemela, mas no se lo había dicho por miedo a ser rechazado; sólo deseaba que ella le prestara tanta atención como lo hacía con su imagen reflejada en el objeto. Pero, él también tenía su orgullo -mucho más pequeño en comparación con el de Rin-, así que decidió irritarla un poco.
— No saques conclusiones tan apresuradamente hermanita. — Espetó él. — Piensa un segundo: si tú y yo somos gemelos, eso significa que puedo equiparar tu lindura, ¿No? — Habló en tono burlón, logrando su cometido en menos tiempo del que esperaba.
Inmediatamente, la chica se sentó en el lecho de su hermano, replicando la postura que poseía el mismo. Como si poseyera rayos X, los ojos celestes de ella indagaban de pies a cabeza todo el cuerpo de su gemelo, acto que incomodó lo incomodó un poco. Las diferencias no tardaron en aparecer en su mente. Lástima que pensarlas le causara tanta incomodidad
Sus ojos poseían el mismo color, pero los de Rin nunca podrían demostrar la calidez e infinito amor que veía contenida en las orbes del muchacho.
El cabello de ambos era del mismo largo y rubio, aunque el del joven se mostraba tan rebelde y suave, dándole una apariencia sumamente sensual.
Sus manos tenían una estructura similar, mas las de él daban de impresión de incitarte a tomarlas, o que podían protegerte de todo el mal tan sólo rodeándote suavemente.
Sus rostros en sí presentaban analogía, no obstante, el semblante del chico demostraba inocencia y bondad por donde se analizara.
Eran hombre y mujer, por lo que la diferencia entre sus cuerpos era tan obvia que no necesitaba pensarla.
Y finalmente: la boca de la muchacha jamás sería capaz siquiera de llegarle a los talones a las sonrisas que hacía con tanta facilidad la de Len, esas tan radiantes y sinceras que encandilan hasta al mismo Sol; como si te dijeran silenciosamente que todo iba a estar bien, incluso si el mundo se viniese abajo en ese mismo instante.
Suspiró con algo de tristeza. Después de todo ¿Cómo podía comparar a un Adonis con una simple Casiopea? Él le superaba en todos los aspectos, incluida también la personalidad. Por desgracia, el ego de la chica era infinitamente superior a su sentido común, así que no cedería la razón tan fácilmente a su hermano.
— Puede ser. — Admitió después de su momento de reflexión. — Pero, nunca podrás equipararte con la original. — Agregó después señalándose, quitando la confianza recién formada al pobre rubio.
Este rió de manera sonora y procedió a abrazar fuertemente a su hermana, siendo correspondido en el acto. Aunque recibió ciertos comentarios por parte de la chica, que alegaba que estaba arruinando su peinado y otras cosas insignificantes. Por ahora se conformaba con que ella le diera algo de atención.
Ningún ser humano solo es perfecto, el simple pensamiento de por sí es un absurdo. Es una pena que existan personas que crean lo contrario, pues se creen tan especiales que terminan perdiendo todo y a todos lo que les rodea, admirando un reflejo en un objeto que es tan vacío como el cuerpo que se posa frente a él...
Que suerte que ellos se tenían el uno al otro, para no caer en esa terrible equivocación. Ver a esos dos complementándose de manera tan justa afirmaba la teoría, reviviendo el viejo dicho de que las personas somos la mitad de un alma buscando desesperadamente la parte que le falta; en otro ser tan imperfecto e incompleto como ella misma.
Se separaron después de unos segundos y volvieron a mirarse a los ojos. Enfrentados eran como el reflejo distorsionado de un espejo, sin reflejar nada en realidad. Sincronizaron sus manos, haciendo que se juntaran en una armonía perfecta. Iguales pero diferentes a la vez. Acercaron sus rostros, uniendo sus labios en un suave y apasionado beso.
Rin volvió a posicionarse frente al espejo, pero ahora este no sólo reflejaba su propio cuerpo, sino además la figura de su gemelo, que la abrazaba por detrás mientras observaban sonrientes lo que mostraba el cristal como si fuera la obra de arte más perfecta de la humanidad. Si antes pensaba que ella era una belleza sin comparación, en ese instante acompañada de su hermano podrían perfectamente deslumbrar a cualquiera...
-.-.-.-
Vaya, quedó más corto de lo que esperaba, además de un final muy... no sé como describirlo. Bien, así comienza mi pequeña colección, espero que le den una oportunidad, les aseguro que habrá historias para todos los gustos. Como siempre, si son tan amables de dejarme un comentario o una crítica constructiva que me ayude a mejorar les estaré infinitamente agradecida. Por ahora, eso es todo, trataré de actualizar en el menor tiempo posible. ¡Un gran abrazo desde Argentina!
Neko C.
