Disclaimer: La historia es mía, los personajes no :)
Notas: El "viejo" es supuestamente Germania. Historia escrita para la tabla 30 Vicios
Advertencias: Aparte del OoC, supongo que nada~
01. Límite
– Para ti no hay límites. Nunca permitas que te digan lo contrario. – Le había dicho el viejo, con voz silente, pero imperativa antes de dejarle en el inhóspito lugar que se volvería su hogar.
Y es por eso que siglos más tarde ríe cuando noruega dice: –Excediste el límite. – con su tan acostumbrado tono estricto. Ríe también cuando Islandia intenta convencerle de lo mismo con una mirada resentida que dura semanas; las mismas en que Finlandia no se pasea por la casa y que Suecia, pasa en cama.
Pero ya está acostumbrado a los desaires de los cuatro, por lo que se lo toma con el mayor de los desenfados, sin decir nada más.
Pero a veces duda, y mientras se escabulle a escondidas al cuarto del sueco, se insiste tercamente que es incapaz de exceder algo que ni siquiera tiene.
Una vez dentro, el rubio mira a sus espaldas con un dejo de paranoia, y es que lo visita siempre, pero no quiere que nadie sepa. No después de los insultos y los golpes, tras los que siempre perjura no volverlo a ver.
Frunce el cejo, hay algo en él que siempre le incomoda, más no lo entiende. No lo entiende hasta que Suecia, súbitamente abre los ojos y lo mira…en silencio, lejano. Aún adolorido, pero no por ello menos pétreo, menos "él". Y Dinamarca cierra un puño con fuerza, le lanza una maldición ahogada y luego aprieta la quijada hasta que sus muelas rechinan y su piel enrojece de puro cólera. Bufa y con un puntapié contra la pata más cercana que tiene de la cama, se da media vuelta y abandona la habitación.
Las sienes le punzan y la sangre le hierve. Pasa de largo sin prestarle atención alguna a los criados que le preguntan qué querrá para la cena, e incluso, aparta a uno de un empujón cuando se atraviesa en su camino recto e ininterrumpido hacia su propia habitación, donde finalmente se encierra, azotando la puerta y tumbándose sobre el colchón.
Trata de olvidarlo, revolviéndose constantemente sobre la cama y frotándose la cara, pero le carcome la rabia: la de estar tan ciego frente a él. Le frustra el no verle a través de las desesperadas palizas que le propina, el obtener nada sin importar los insultos; saberle lejos cuando le tiene a centímetros, ser tan incapaz de dar en el clavo, aún cuando sus intenciones son buenas…esa tan mala experiencia de no verse reflejado, por más acto de presencia.
Sí, a veces duda.
Y cuando duda, a veces piensa, que de existir un límite, no puede ser otro, que el angustiante e infinito añil de esos ojos.
Gracias por leer ;)
