Mi loca cabeza lo hizo de nuevo y una vez mas les traigo una nueva historia, es un poco diferente pero espero les guste, ahora si ya beteado y corregido por Eve a quien agradezco con el alma. Pero sobre todo espero les guste mucho.
Disclamer: Los personajes no me pertenecen son de la señora Stephenie Meyer, yo solo los sigo amando y creando historias con ellos.
Capítulo beteado por Eve Runner, Beta FFAD: www facebook com / groups / betasffaddiction
Capítulo 1
La lluvia caía en mi rostro. Como siempre en Forks, la lluvia no respetaba nada, ni bodas, ni fiestas, mucho menos funerales.
Estaba viendo como enterraban al amor de mi vida. Tenía a su hijo en mis brazos. Miré los dos ataúdes y escuché como el padre de Tanya decía unas palabras sobre lo feliz que había sido el matrimonio de esta con mi Jacob. Sentí una mirada posarse sobre mí, era él… El eterno enamorado de la rubia, Tanya, estaba segura.
El servicio terminó y yo caminé junto al señor Denalli, que sostenía un paraguas para cubrirnos, al pequeño de tres meses y a mí.
—Señor Denalli —dijo alguien detrás de nosotros. Conocía esa voz—. Necesito hablar con usted.
Eleazar Denalli se giró y le hizo una aclaración.
—Lo que usted necesita, no es lo que yo quiero. —Suspiró—. Al menos de momento. Respete mi dolor, señor Cullen.
Él se quedó clavado ahí, bajo la lluvia, y pude sentir su rabia y su dolor.
Había dado apenas dos pasos cuando escuché su voz de nuevo.
—Mis condolencias, señorita Swan. —Fue más un insulto que sentimientos verdaderos. Lo ignoré.
Llegamos a la casa que había estado compartiendo con Tanya, Jacob, el bebé y Eleazar desde hace años, un sonoro suspiro salió de mí, ahora se sentía tan vacía… sin él.
—Bella, iré a dormir. No me siento nada bien —me dijo Eleazar antes de subir a su recámara.
Yo llevé al pequeño Kai a la cuna, que estaba al lado de mi cama. Desde que él pequeño había nacido yo lo había cuidado.
Me recosté en la cama y cerré los ojos. Mi mente empezó a recordar cuando habíamos conocido a Edward y Jacob.
Tanya y yo habíamos crecido juntas, al menos desde que yo tenía 14 años. Mis padres habían muerto en un accidente de transito. El mentor de mi padre me había acogido, me llevó a vivir con él, y así conocí a su hija, Tanya, una niña rubia, hermosa y mimada. Aunque teníamos nuestras discusiones y diferencias, al final habíamos crecido como hermanas.
Hasta que nos enamoramos del mismo hombre.
Cuando fuimos al instituto, en mi primer día de clases conocí a Jacob y me enamoré en cuanto lo vi.
Al igual que Edward se había enamorado de Tanya, pero Jacob no se enamoró de mí, sino de Tanya, y Tanya estaba embobada por él. Al principio pensé que a ella no le interesaba, que solo era un capricho porque siempre coqueteaba con Edward, hasta novios habían sido, y si a eso le sumamos que Jacob no era rico y era nativo americano. Yo rezaba cada noche para que no llegaran a nada.
Eleazar y Carmen siempre habían sido lo bastante elitistas, solo querían lo mejor para su hija. Así que yo guardaba la esperanza que nunca floreciera ese amor, pero sucedió todo lo contrario, ese amor floreció, a pesar de todos los obstáculos; los míos, los de Edward, y los de Carmen y Eleazar.
La pareja de tortolos se casó en cuanto cumplieron veintiún años. Una escapada a Las Vegas y listo. Todavía recuerdo los gritos de Carmen, la madre de Tanya, acusándome de ser su cómplice, casi podía carcajearme, si yo hubiera sabido de esa boda, habría hecho hasta lo imposible por impedirla.
Después de la desilusión inicial, los padres de Tanya, aceptaron a Jake, porque era el mejor de los hombres. Quien no estuvo resignado, y aún a pesar de la boda dio batalla, fue Edward Cullen.
Carmen sugirió otra boda para que todos aceptaran el hecho. Recuerdo como tuve que sacar a Edward de la Iglesia, a petición de Tanya, ella decía que estaba intentando chantajearla. Todavía puedo escuchar sus burlas cuando lo saqué de la iglesia. Me decía que era lo mejor para los dos, que le permitiera terminar con esa farsa, que él podía hacer que Tanya dejara a Jake. Pero no, para mí, la felicidad de Jake era lo primero y si su felicidad era Tanya… yo lo aceptaba.
El tipo no se rendía. Flores, regalos costosos y demás. Lo que yo odiaba era que Tanya aceptaba todo. ¡Cómo odiaba que se quedara con los regalos! Siempre terminábamos peleando por ese motivo.
Recordé una de las grandes peleas que habíamos tenido.
—No puedes aceptar esa pulsera, vale más de mil dólares —le grité después de ver como se ponía el último regalo de Cullen.
—Él me la regaló, ¿por qué no debería aceptarla? Él sabe que no lo amo, pero insiste en darme cosas. Dime, ¿por qué diablos no debería aceptarla?
—Porque eso insulta a Jake. ¡Dios! ¡Tanya! El pobre, cada vez que Edward te regala algo siente que tiene que regalarte algo mejor. Se la pasa trabajando.
—Eso es su problema, yo jamás le pido nada. Además tengo que darte una noticia. Ya no vas a poder mudarte. —Hace unos días les había comunicado mi decisión de mudarme y buscar un trabajo diferente, yo era el ama de llaves de la familia. Y me gustaba llevar la casa, pero cada vez era más doloroso ver como Jake intentaba que su esposa solo tuviera ojos para él—. Bella —me llamó Tanya, sacándome de mis pensamientos—. Te decía que estoy embarazada y tú ni me felicitas. —En ese momento mi corazón acabo de romperse y se estrelló en el suelo.
Finalmente, sin perder la sonrisa, la felicité.
—¡Tanya, qué alegría!
—Por eso no puedes irte. He decidido que tu serás quien cuide a mi hijo o hija —lo dijo como si yo fuera de su propiedad.
—Lo siento, Tanya, pero ya contacté con alguien y comienzo la próxima semana a trabajar con…
—¡Vas a dejarme! No puedo creer que tú, a quien mis padres le dieron techo, comida, educación, no quieras devolver el favor. Eres una ingrata. Bien, me dijo mi madre, cuídate de la mosca muerta de Bella, ella solo nos usa. Yo te considero mi hermana.
No necesité más. Blandengue, como soy, me quedé. Miré como el embarazo enloqueció a Tanya y con ello a Jacob.
Tanya odiaba estar embarazada y prácticamente tenía que obligarla a comer. La madre de Tanya había muerto seis meses antes de que supiera que estaba embarazada y Eleazar estaba deprimido. Así que no era de ayuda, y Jacob, bueno, él había asumido toda la responsabilidad de las empresas Denalli, así que apenas paraba en casa.
El doctor dijo que a Tanya las hormonas estaban dándole un desajuste y por eso estaba tan alterada, mi misión era tenerla lo más tranquila posible.
Lo peor eran las visitas de Cullen. Tanya lo llamaba y pasaban horas encerrados. Odiaba eso, no podía decírselo a Jacob, él estaba liado con la empresa, al parecer había un fraude o algún problema, y apenas tenía tiempo para las loqueras de su esposa.
Por las noches lo esperaba con comida. El pobre casi siempre llegaba agotado y apenas comía, se dormía. Tanya lo reñía cada vez más. Lo maldecía por haberla embarazado.
Intenté todo, por eso permitía las visitas de Cullen a la casa, pero era difícil ver como el tipo salía de la recámara de Tanya con la ropa toda arrugada. Estaba harta y una noche exploté, estaba llorando en la cocina; ese día Tanya me había tirado la comida cuatro veces al piso, decía que tenía demasiada grasa, estaba demasiado condimentada, la última vez me gritó que se desharía de mí por inútil y no saber cocinar, que la porquería que le llevaba no sabía a nada.
Me sentía rebasada, aventé con fuerza un plato que estaba secando, total, Tanya en una semana ya había roto prácticamente todos, ¿por qué yo no iba a romper uno?
—No, Bella, tú no. —Alcé la vista y vi a Jake parado en la puerta de la cocina. Se veía arrebatadoramente hermoso y muy cansado.
—Lo siento —dije limpiándome las lágrimas y agachándome a recoger el plato.
Jake se acercó y me ayudó a recoger.
—No Bella, no me hagas caso, tienes derecho a quebrarte. Solo que… —Se tapó la cara y dio un grito ahogado.
Me acerque a él y su loción me hizo desearlo. No era virgen, pero jamás había sentido nada por nadie más que por Jake, pero tenía que disimular saliendo con más chicos, pero al final siempre terminaba con ellos porque no eran Jacob.
—Bella —susurró mi nombre y comenzamos a besarnos. A mí no me importaba nada más, solo que él me besara. Lo escuché gemir y sin pensarlo llevé mis manos a la corbata desajustada y la jalé, desabroché los botones de su camisa y él a su vez bajaba los tirantes de mi vestido.
Esto se sentía tan bien que no podía ser malo. Me subió a la encimera y bajó mi ropa interior mientras yo subía mi vestido.
Escuché la puerta abrirse.
—¡Vaya, vaya! La abnegada huerfanita y el flamante marido pintándole cachos a la pobre esposa embarazada. ¡Quién los viera!
Era el estúpido de Cullen. ¡Qué diablos hacía allí! Había salido de la casa hace horas y no era nadie para juzgarme.
Como pude, me bajé de la encimera y acomodé mi ropa.
—Voy a ahorrarles las preguntas, ¿cómo entré? ¿Por qué? Y todo lo demás. Tanya me mandó unas llaves y me citó para hablar del futuro, creo que al final se cansó de esperar y se dio cuenta que soy su opción. No se preocupen, no voy a decirle nada a Tanya, sobre ustedes. La alteraría y sé… —enfatizó el sé—, que no debemos alterarla. Pero les advierto que los voy a estar vigilando y si comenten un solo error que altere a Tanya, voy a destruirlos.
Jake prácticamente lo sacó a empujones de la casa y cuando regresó me pidió disculpas. Se justificó con mil cosas, pero yo estaba aún más enojada y frustrada conmigo misma.
Pasaron los meses y el estúpido de Cullen no dejaba de atosigarme. Yenía una maldita foto de esa noche, y me amenazó con mandársela a Tanya y a Eleazar, a cambio de no hacerlo yo tenía que pasarle informes de cómo estaba Tanya, dado que, por ordenes de Jacob, no podía entrar a casa, además, gracias a Dios, Tanya dejó de invitarlo porque ya estaba demasiado gorda.
Odiaba a Tanya, juro que la odiaba.
Por fin nació Kai, que era el nombre que había elegido Jake, significaba Sauce llorón.
Tanya al verlo, y notar que era una réplica exacta de Jake, se negó a atenderlo. Ella quería un niño rubio y el bebé era de piel rojiza como su papá.
Yo fui la madre de Kai, desde el momento en que salió del hospital.
Parecía que todo se había arreglado en la casa. La paz había vuelto. Yo me encargaba de Kai y la casa. Tanya había recuperado su figura y salía casi todo el día, todo parecía ir bien hasta que Tanya convenció a Jake de salir a cenar por primera vez desde que nació Kai, ese día fue el accidente.
Todavía recordaba la llamada del hospital, lo único bueno es que ninguno de los dos había sufrido. Un camión sin frenos, una curva y lluvia.
El sueño me venció y me despertaron, prácticamente en la mañana, los gorgoteos de Kai.
Me levanté y me acerqué a la cuna.
—Hola, mi vida. Buenos días para ti también.
Lo saqué de la cuna y él siguió sonriendo, y haciendo sus gracias.
Una hora después estábamos bajando para tibiar el biberón, no le gustaba caliente la leche, igual que a su papá.
—Bella. —Era Eleazar—. Qué bueno que bajas. El abogado Sinclair viene por lo del testamento.
—Adam Sinclair, señorita Swan.
—Un gusto —le respondí dándole la mano libre. El hombre la tomó y me sonrió.
—Solo esperamos a una persona más, al señor Edward Cullen. —¿Qué diablos? Pensé.
—¿Perdón? ¿Pero, por qué estaría él en el testamento?
—Lo sabrá en unos minutos. ¿Quiere que pasemos al despacho o aquí en la cocina está bien? —preguntó el abogado. Mientras el timbre sonaba. Eleazar se levantó a abrir porque yo estaba empezando a darle el biberón a Kai.
Eleazar entró con Edward, quien me saludó con un movimiento de cabeza.
—Creo que la lectura será aquí para comodidad de la señorita y el bebé.
Y comenzó la tortura.
Al parecer el testamento conjunto de Tanya y Jacob incluía a Edward, y a mí, como tutores de Kai. Además estaba el problema de quién dirigiría la empresa de Eleazar.
El abogado leyó y leyó muchísimas hojas y al final nos hizo un resumen.
—Bueno, en general, el heredero de todo es el pequeño Kai, y sus tutores son ustedes dos. —Nos señaló—. Ahora, si alguno no quiere o no puede asumir su tutoría esta pasaría en su totalidad al otro.
—Por mí no hay ningún problema —aclaré rápidamente.
—Por mí parte tampoco, aunque… —Lo miré—. ¿Cómo sería la custodia?
—Bueno, según el testamento, la casa es del abuelo del pequeño Kai, así que podría vivir aquí como hasta ahora. No hay ninguna aclaración o algo que diga dónde debe vivir.
Edward asintió y eso me dio escalofríos.
El abogado se fue y Eleazar me dijo que se retiraba a su habitación, yo me quedé con el pequeño en la cocina, como siempre. Comencé a preparar la cena, ahora solo para dos.
Escuché como hacía más ruidos de los normales el pequeño.
—Dame un minuto y voy por ti, hoy como que estás muy ruidoso. Extrañas a tu papá, yo también.
—Y a su mamá, ¿no la extrañará? —preguntaron detrás de mí, haciéndome tirar el cuchillo y parte del pimiento que picaba.
—Pensé que te habías ido, no sé qué quieres aquí. —Volteé y vi que sostenía a Kai.
—Estoy con mi ahijado, o pupilo. Cómo quieras llamarle, pero no me contéstate.
—No tengo por qué hacerlo —le dije mientras me agachaba a limpiar y levantar el cuchillo.
—A mi no me engañas. Has odiado a Tanya desde que puso los ojos en tu amado Jake. Vas a hacer que el pequeño olvide a su madre.
Cerré los ojos e intenté calmarme.
—Para tu información y cómo ya te había comunicado anteriormente, Tanya no se hacía cargo del pequeño, así que por eso no va a extrañarla, yo voy a educar…
—Vamos —dijo interrumpiéndome.
—¿Perdón?
—Dije vamos a educar, no tú sola.
—¡Por Dios! Si tú trabajas todo el día y vas de evento en evento, ¿qué tiempo tendrás para Kai?
—Haré tiempo. Antes no tenía a nadie que dependiera de mí, pero ahora las cosas serán diferentes. Tendrás que acostumbrarte a verme muy seguido. Necesito hablar con Eleazar, es algo urgente, ¿puedes llamarlo? —Ordenó mientras se sentaba en una de las sillas y jugaba con Kai.
Iba a decirle unas cuantas verdades pero el ver a Kai, me tranquilicé y salí.
Llamé a la recámara de Eleazar.
—Pasa, Bella.
Entré y lo vi sentado en su sillón.
—Disculpa que te moleste, Eleazar, pero Edward Cullen insiste en verte y dice que es urgente.
Se levantó lentamente del sillón. Era ya un hombre de edad bastante avanzada. Tanya nació cuando Eleazar pasaba ya de los cincuenta años.
—Si estás muy cansado, puedo decirle que…
Eleazar me calló haciendo una señal con su mano.
—Esto es urgente, llévalo al despacho, ahí lo voy a atender, lleva café y luego no nos molesten.
Asentí e hice lo que me había pedido.
Edward de mala gana me devolvió a Kai. Lo volví a dejar en la silla, lo cual hizo que se enojara y comenzara a llorar.
—Lo siento, Kai —le dije tocando su pequeña mejilla—, pero sabes que no puedes estar todo el día en los brazos.
El pequeño pareció entender y bajó la intensidad. Le di un chupón.
—Listo, joven. Ahora sí, a trabajar. —Me levanté y vi que Edward me miraba.
—No me gusta que le des chupón.
—No me importa que no te guste, la que lo cuida soy yo. Ahora, si me disculpas, tengo que hacer café.
—El mío solamente —dijo antes de salir de la cocina. Escuché como hablaba algo con Eleazar y tuve ganas de aventarle la taza en la cabeza.
El café se terminó de hacer, lo puse en una jarra y tomé las tazas. Al pasar junto a Kai le sonreí, él alzó las manos, pidiéndome que lo levantara.
—¿Quiere café, el pequeño? Todavía no, corazón, estás pequeño. Ahora voy a llevarle al odioso ese el café. No tardo, no llores.
Tomé la bandeja con las cosas y caminé hacia el despacho. Toqué y abrí la puerta cuando escuché: pase.
Eficiente como era, dejé en una mesa la bandeja, y comencé a servir el café. Iba hacia la salida y me habló Eleazar.
—Bella, en media hora regresa con Kai. —Esa orden me llenó de miedo.
¿Y si Edward convencía a Eleazar de quitarme a Kai? No podían. Tendría que asesorarme con algún abogado. Tenía mi herencia, la cual nunca había tocado, pero no era mucho, pero de algo tenía que servir.
Intenté seguir con la comida, pero por estar distraída corté mi pulgar, y si algo odiaba era la sangre. No me desmayaba, ni nada, pero no me gustaba.
—¡Mierda! —Recordé a Kai—. Tú no digas esas palabrotas, cariño. Solo yo.
—Esa es la educación que piensas darle al bebé. —Su voz era pura burla. Decidí ignorarlo—. Eleazar va a darte una noticia, yo solo voy a… darte un consejo—. Seguía de espaldas a él, me tomó por los hombros y me volteó—. No hagas ninguna idiotez, estaré vigilando, como siempre.
Después caminó hacia la puerta como si fuera el dueño de la casa, como lo odiaba. Lo detestaba, si no hubiera dejado a Tanya para ir a la universidad estoy segura que ella se habría casado con él y no con Jake.
Antes de que Tanya se enamorara de Jake estuvo un tiempo encandilada con Edward, pero él se había ido a estudiar, Tanya le había prometido esperarlo pero al parecer no fue así, ella decía que solo había salido con Cullen para que sus padres la dejaran en paz.
—Bella, tengo que hablar de algo que tal vez no te va a gustar. —Respiré hondo y miré a Eleazar—. Sé que tú querías irte, pero por amor a nosotros te quedaste y has sido una madre para Kai, pero yo estoy demasiado viejo. —El corazón empezaba a latirme demasiado rápido y una opresión en el pecho comenzó—. He hablado con Edward, es un buen hombre. —Me miró realmente se veía cansado—. Mi hija… —Comenzó a toser y toser, así que me acerque a él.
—Tal vez es mejor que hablemos mañana por la mañana. Descansa, Eleazar. —Lo tomé del brazo y lo acompañé a su cuarto.
—Bella, quiero pedirte un favor —me dijo cuando salía de su recámara después de dejarlo en su mecedora.
Sonreí.
—Claro, Eleazar.
—En mi testamento dejé una serie de… —Pensó la palabra—. Condiciones. Te ruego que las aceptes. —Volvió a toser y me acerque a él. Al hacerlo él apretó mi brazo fuertemente y yo maldije por haber aceptado sin saber—. Júrame, Bella, que vas a aceptar las condiciones.
—No puedo, Eleazar, no sé qué me pedirás. —Y si era renunciar a Kai… no lo haría jamás.
—Necesito saber que harás lo más sensato, Bella.
—Prometo pensarlo, ya hablaremos mañana.
—Mañana temprano va a venir Edward con unos abogados, así que no quiero que nos molesten.
Asentí y al salir tuve la certeza que Edward quería quitarme a Kai. Iba a prepararlo todo y me alejaría, después contrataría un abogado uno bueno, así tuviera que vender mi alma, nadie me quitaría a Kai.
Preparé una bolsa bastante decente que no llamara la atención, sobre todo con ropa y cosas de Kai, pocas mías. Al otro día buscaríamos una nueva casa.
En vez de acostar a Kai en su cuna, durmió conmigo. Sentir su cuerpecito me reconfortó.
—¡Qué bella escena! —Escuché antes de sentir una mano en mi mejilla—. Vamos, dormilona, necesitamos café.
Me quejé y me acomodé, teniendo cuidado de no aplastar a Kai.
—Despierta. —Él estaba acariciando mi mejilla y suspiré.
—Jake —murmuré entre sueños.
—Lamento desilusionarla, pero no soy Jake. —Su cinismo hizo que despertara—. Y espero nunca serlo, pero Eleazar quiere desayunar y me pidió despertarla.
Después me incorporé un poco.
Tenía una debilidad, la ropa de dormir e interior sexy. Era en lo único que gastaba sin pensar.
—Me gusta tu camisón, pero lo que necesitamos es café, no sexo, así que te esperamos en el despacho.
Me di cuenta que los tirantes se había resbalado y estaba enseñando el busto.
Terminé de despertarme y Kai seguía dormido. Lo tomé con cuidado y lo apreté contra mí, amaba hacer eso. Bajé a la cocina y comencé mi día.
Kai era un niño muy bueno, no era llorón y se entretenía solo. Tomé como la otra vez la bandeja y la llevé al despacho, para mi sorpresa había cerca de diez personas contando a Edward y Eleazar. ¿Qué estaba pasando?
Intenté preguntarle a Eleazar, pero Edward me mandó a buscar más tazas y café, y que después me explicaría. Lo detestaba, me trataba como si fuera su empleada, y no lo era, era empleada de Eleazar.
Comencé a preparar el desayuno, pero de pronto pensé que si los señores se quedaban no iba a alcanzar, así que volví al despacho y escuché cuando le preguntaban a Eleazar si estaba seguro, que no era necesario, pero él dijo que yo era casi como de la familia. Eso me dolió demasiado, yo siempre me había sentido parte de su familia y recordaba las palabras de Tanya.
Mi padre solo te recogió porque el tuyo le salvó la vida y el juró que siempre ayudaría a su familia, pero no porque quisiera. Para nosotros toda la vida has sido un estorbo.
Ahora lo entendía, para él solo era una empleada de confianza, aguanté las lágrimas y llamé a la puerta.
Para acabar de fastidiar quien abrió fue Edward.
—¿Dime?
—¿Van a quedarse a almorzar? Necesito saber cuánta comida hacer.
—Sí, y también nos quedaremos a comer. —Me miró y volvió a su sarcasmo de siempre—, pero si es demasiado para ti, puedes llamar algún catering y que te ayude. No quiero que descuides a Kai.
Iba a contestarle que se metiera el catering por donde no le daba el sol, pero tenía razón, además pronto me libraría de él. Me iría lejos con Kai.
Asentí y regresé a la cocina. Llamé al servicio de mi amiga Rose, ella y su hermano atendían un servicio de catering bastante bueno. Rose estaba encantada con el trabajo y prometió llegar en dos horas, mientras tanto me concentré en el almuerzo y dar la mamila a Kai.
Terminé el almuerzo, no era un "gran" festín, pero era bastante decente. Llamé a la puerta para preguntar dónde lo servía y el estúpido volvió a abrirla.
—Déjala en el comedor, nos tomaremos diez minutos para almorzar. —Fueron sus órdenes.
Yo, obedientemente, dejé todo en el comedor. Al terminar, tomé a Kai en los brazos y comencé a comer, mientras le contaba cuando mi padre me había enseñado a andar en bicicleta.
—…Ese día terminé con dos grandes raspadas, pero feliz. Cuando te enseñe a andar en bicicleta procuraré que no te caigas, pero si lo haces estaré ahí para curarte con besitos. —Le decía cuando de pronto todo se quedó en silencio.
—No te preocupes, Kai, tendrás una madre estupenda. Las mamás siempre curan con besitos. —El idiota de Edward se estaba burlando de mí.
No le contesté. De pronto, lo comprendí, Edward se casaría con alguien más. Me dejaría a mí sin el bebé.
Tenía que actuar rápido. Sería al día siguiente cuando me iría, Edward todavía andaría por aquí el día de hoy, pero de mañana no pasaría.
—Puedo sostenerlo mientras almuerzas —me dijo. Iba a negarle que cargara a Kai, pero eso lo haría sospechar, así que se lo pasé—. Van a ocurrir un par de cambios en la casa, al parecer Eleazar no hablo contigo anoche, así que espero que cuando terminemos con esto podamos hablar tú y yo, civilizadamente.
—¿De qué hablaríamos? —le repliqué mordaz.
—De Kai, que es lo único que cuenta.
Dejó a Kai en la silla mecedora y comenzó a caminar hacia el despacho.
A partir de ahí todo estuvo bastante lleno de trabajo. Rose y Jasper llegaron para la comida. Edward salió y habló con Rose, que no dejó de coquetearle todo el tiempo, sobre el menú. Era una fiesta lo que quería, al menos una pequeña celebración. Rose, casi la odié, accedió a todo, hasta a no dejarme participar, así que tomé a Kai y me encerré en mi recámara.
Casi a las seis de la tarde Edward tocó a mi puerta, y sin esperar respuesta abrió.
—Necesito que estés arreglada para las seis y media. —Miró su reloj—. Espero que estés a tiempo, yo me encargo de Kai mientras tanto.
—No necesito tanto tiempo, para servir solo necesito…
—Exacto, pero no vas a servir. Vas a estar como invitada. —Sin decir nada más tomó a Kai de mi cama y salió.
Aventé un juguete de Kai contra la puerta y decidí no arreglarme, luego pensé en arreglarme y enseñarle que era bella, entonces pensé que no tenía que demostrarle nada. Al final y después de tanto pensar, no tenía tiempo de casi nada, así que tomé el vestido que usaba para las cosas formales, que era negro y sencillo, cepillé mi cabello e improvisé un moño.
Salí y encontré a Eleazar bajando, le tomé del brazo y lo ayudé.
Al llegar abajo me dio las gracias y siguió a un sillón. Yo busqué a Kai y encontré a una chica de pelo negro cargándole y haciéndole gracias. ¿Sería la nueva novia de Edward? ¿La nueva mamá de Kai? Sin pensarlo mucho me acerqué, quería arrebatarle a Kai, pero eso lo asustaría.
—Buenas noches —saludé.
—Eres Isabella. —La morena era un poco más pequeña—. Edward me ha hablado mucho de ti. Yo soy su prima, Alice. Te paso al pequeño amigo, estaba algo alterado y le di el chupón, aunque Edward no quedó muy feliz, pero el sí.
Me entregó a Kai, este se acomodó inmediatamente en mis brazos y comenzó a dormirse. Le acaricié la mejilla y en ese momento alguien golpeó algo de vidrio. Por fin, puse atención, había casi cincuenta personas en la casa.
Iba a ocultarme en la cocina cuando escuché que me llamaban; era Rose que necesitaba ayuda con algo de unos vinos, así que caminé hacia el bar, le entregué a Kai a Rose y comencé a buscarlos. Estaba agachada buscándolos cuando lo escuché.
—Esta noche estamos celebrando una nueva etapa en industrias Denalli, una nueva etapa donde dejamos atrás un nombre pero seguimos con todo hacia adelante. Gracias por su confianza y sepan que ahora que son parte de Cullen INC. Seremos más y mejores.
Todos brindaron y entonces me di cuenta, Eleazar acababa de venderle sus empresas a Cullen, ¡Dios! Solo esperaba que mañana estuvieran tan entretenidos en la fusión que no reparan en mí.
—Bella, está bien, si no encuentras el vino buscaré otro. —Rose me trajo de nuevo a la realidad.
—Aquí está, es que no sabía lo que pasaba y me quedé asombrada.
—Señorita Hale, ¿sabe dónde está Bella? —Era Edward.
—Sí, claro. —Conocía esa voz, era la que ponía cada vez que quería ligar—. Está pasándome unos vinos.
—Isabella, ¿puedes acompañarme al despacho? —Me miró.
Levanté un poco el rostro.
—Estoy ayudando…
—La señorita Hale es capaz de hacer lo que estás haciendo, es algo urgente.
Asentí, me incorpore y lo seguí. Edward tenía a Kai en los brazos.
—Creo que es hora de que duerma —le dije extendiendo los brazos, pero Edward negó y me respondió—. Puede dormir en mis brazos.
Se senté en uno de los sillones y me hizo una señal para que lo acompañara.
—Imagino que escuchaste lo de las empresas. —Asentí—. Bueno, no solo le compré las empresas, también compré las casas y todo lo demás. Lógicamente, él puede vivir aquí hasta que… —¿Y yo? ¿Qué iba a pasar conmigo? Luego recordé que iba a escapar con Kai y ya no me importó tanto—Porque es su casa… Tú, mientras Kai te necesite por mí no hay problema, puedes seguir haciéndote cargo de la casa, pero seré yo quien pague tu sueldo. He pensado en contratar un par de empleadas de entrada por salida, para que te ayuden y tú te concentres en Kai. Voy a ocupar la habitación de Tanya, así que te pido que saques todo lo de su marido y las cosas de ella también, pero no las tires, lo que hagas con las de el marido no hay problema.
Quería decirle tantas cosas, pero simplemente asentí. ¿Por qué era tan cobarde?
Me iría de ahí, de eso estaba segura con Kai, nos alejaríamos de ese tipo nocivo.
Esa noche me fui a dormir y desperté con alguien moviéndome.
—Bella, Bella, ¡Por Dios, despierta!
—¿Qué pasa?
—Eleazar falleció mientras dormía. —Eso me despertó por completo.
—¿Qué?
—Vamos. —Entonces me di cuenta, era Edward, quien me había despertado.
Muchas muertes y poco amor, esperemos que esto mejore, miles de gracias por leer y Fergie y yo les mandamos un montón de besos con babas.
P.D. Si no han visto los cortos nuevos de twilight, deberían de verlos.
