I

El viento azota a la ciudad de San Francisco, jugueteando con la ropa de las personas que transitan la calle, ajenas a la tormenta que se avecina. Una solitaria y atractiva mujer se confunde entre la multitud que es normal a las grandes ciudades, cubre discretamente su rostro con el enorme sombrero de ala ancha que lleva colocado sobre su oscuro cabello. Camina con ligereza por la acera dobla en una esquina para entrar en una puerta de marco dorado. Dentro un grupo de hombres tiene una acalorada discusión, unos segundos bastan para su mirada se reúna con un joven de profundos ojos azules.

Él inmediatamente abandona al grupo en medio de protestas y se reúne con la joven morena que lo espera afuera. Con un leve asentimiento de cabeza por parte de ella, caminan juntos hasta una pequeña oficina, que los ocultara de los ojos indiscretos de los colegas de él. Una vez dentro ambos olvidas sus inhibiciones y comparten un beso apasionado, con el deseo a punto de explotar acarician el cuerpo del otro, pensando en algún lugar más privado para continuar. Es solo cuando la necesidad de aire se hace presente que se separan, ambos con las respiraciones aceleradas y el pulso disparado.

-¿Ya has hablado con ella?- pregunta él luego de unos segundos

-Sabes que nunca aceptaría- responde de manera cortante dirigiendo su mirada a una de las ventanas que da al exterior

-Soy poca cosa para ti- sus manos en la cabeza en señal de frustración

-No para mí- toma su rostro entre sus manos- para ella- pero esa declaración poco hace por tranquilizarlo

-Entonces déjala, huyamos juntos- la mujer solo niega con la cabeza- ¿acaso no me amas?

- Es complicado

-Siempre es complicado. No debiste de enamorarte de un periodista de pacotilla que no tiene suficiente para darte lo que mereces

-Eso no es lo que me importa- sus labios se unen de nuevo en un beso más inocente

-Deberías de irte o no llegaras a una hora apropiada- la corta él, caminan de regreso a la puerta de marco dorado. Él detiene un taxi y, de manera galante, la ayuda a subir, no sin antes hacerla prometer que se encontraran al día siguiente, después de compartir un beso rápido el taxi avanza en dirección a donde ella vive.

II

Al bajar le pide al conductor que la espere unos minutos. Es un barrio de mala muerte, el fuerte hedor a alcohol y excremento se mezclan haciendo insoportable el respirar. Fuera de las puertas de bares clandestinos, indigentes y borrachos tendidos en la acera levantan ocasionalmente la vista para ver a la bonita morena en el apretado vestido que claramente no pertenece a este lugar. Ella hace su camino hasta una figura oscura que la espera recargado en una esquina.

No hay ninguna palabra de reconocimiento, el hombre solo la hace subir por una escalera estrecha hasta un apartamento descuidado, con botellas de diferentes bebidas alcohólicas por todo el piso. Ceniza y colillas de cigarro forman parte de la decoración, comidas a medio terminar, el olor dentro no es mejor que el de fuera. Pero la joven no hace ningún comentario,

-No debiste de haber venido- dice él después de hacer un lugar en la cama para que ella se sentara

-Tenía que verte

-Si tu abuela se entera se disgustara- enciende un cigarro mientras observa con detenimiento a su hija

-Me he enamorado- responde ella ignorando su comentario, no necesita que nadie le recuerde a su abuela- Y quiero tu consejo

-¿El periodista?

-Sí él

-Déjalo- inhala del cigarro y deja escapar el humo con lentitud- No vale la pena

-Pero tú y mamá, escaparon juntos

-Y ve como resulto. El amor nos hace hacer tonterías. Ahora tú tienes una oportunidad, no la desperdicies por un capricho idiota

-Yo lo amo

-No estropees esto. Tu abuela fue lo suficientemente indulgente para buscarte después de la muerte de tu madre, ella se interesó en ti. Te está dando una oportunidad

-Es un trato que estoy dispuesta a romper

-¿Y que pasar conmigo he?

-¿Tú?, no me dijiste que resultabas beneficiado

-Ella manda algo de dinero al mes. Con eso sobrevivo- la joven observa a su padre y la desdicha que hay en sus verdes ojos- Solo has lo necesario, para conseguir lo que quieres

-¿Ese es tu consejo?

-Ese es mi consejo. Ahora sal de aquí, ya no son horas apropiadas para una joven de tu clase. Te acompañare por un taxi

-Tengo uno esperando por mi abajo- No hay más palabras de despedidas ella sale del departamento dejando atrás a su padre y sopesando el significado de sus palabras.

Cuando regreso a casa de su abuela, el sol se había puesto hace unas horas. Entró con cuidado intentando pasar desapercibida y tener tiempo de inventar alguna excusa viable para su ausencia durante la tarde. Estaba a unas puertas de su habitación cuando escucho la voz de su abuela llamándola.

-¿Marian? ¿Eres tú?- la morena se dirigió a la habitación donde la llamaban, a pesar del tono suave de su abuela sabía que debía de estar furiosa con ella

-Sí- contesto firme ocultando su nerviosismo con una máscara impenetrable

-No son están adecuadas para llegar- Un par de fríos ojos, parecidos a los suyos, se posan sobre ella- Además el señor Robert te ha estado esperando desde la tarde, ha sido muy descortés de tú parte

-Lo lamento, de haber sabido que nos honraría con su presencia hubiese regresado antes- contesta ella observando el gesto divertido que Robert le da a ella y a su abuela

-Ha sido culpa mía, fue desconsiderado venir sin previo aviso. No seas tan dura con ella Christie- responde él con tono meloso que le revuelve el estómago a Marian, pero parece complacer enormemente a su abuela

-Robert nos ha invitado amablemente a su casa el día de mañana, para tomar el almuerzo

-Siempre es un honor recibir a distinguidas damas como ustedes en mi hogar…

-Lo lamento tanto pero mañana no puedo- el silencio de Christie la obliga a continuar- he quedado con una amiga para dar un paseo por el parque

-Bueno eso es fácil solo cancela con ella

-O mejor podría hacerlo yo, mandare una nota, seguro que entenderá- tercia el hombre- solo necesito su dirección

-No me gustaría cancelar…

-Marian la dirección- interrumpe firmemente Christie- Vamos niña

-Seguro que entenderá sino me presento

-Entonces esta todo arreglado- Robert regresa su atención a Christie y continúan con una animada conversación olvidando por completo a la chica que hace unos minutos interrogaban, dándole así la oportunidad de escabullirse a su dormitorio

El día siguiente parecía imitar los ojos de Marian, la calma que duro todo el almuerzo, hasta las gotas que más tarde serían derramadas. Bajo ese mismo cielo pero a varios kilómetros de distancia de la mansión Jones, un joven recostado en un banco esperaba a una joven morena que acababa de romper su promesa.

….

Él estaba trabajando en un artículo que pospuso para la tarde. Intentaba concentrarse aunque su mente solo se ocupaba de cierta chica. La inspiración por fin acudió a él cuando se vio interrumpido por alguien que llamaba a su puerta. Se puso de pie de mala gana y se llevó el cigarrillo a los labios, al abrir no se sorprendió al ver quien era. Dejo la puerta abierta y se sentó de nuevo en la incómoda silla.

-Robín ¿Estas molesto?- pero lo único que obtuvo por respuesta fue el sonido de la máquina de escribir- Puedes dejar eso un minuto y hablar conmigo

-Lo haría pero tengo que terminar con esto y lo hubiese hecho antes, pero estuve horas en el parque esperando a que llegaras.

-Lo siento de verdad. No pude librarme antes del terrible almuerzo- el silencio solo era interrumpido por los tacones de ella desplazándose entre las habitaciones- Es un bonito lugar

-Quédate a dormir. Solo esta noche- se detiene por fin y voltea a verla

-Sabes que no puedo- sus miradas se cruzan, ella nota un destello de dolor en su mirada

-¿Qué pasaría si lo hicieras?

-Estaría sin un centavo. Me echarían de la alta sociedad. Mi abuela me repudiaría como hizo con mi madre y pasaría de nuevo por una terrible vergüenza

-Bien entonces brindaremos

-Es imposible

-Solo duerme- en su mirada solo hay frustración, se da media vuelta y regresa a su escritorio

- Un día te vas a cansar de mí y de todo esto

-No tú eres la que se va a cansar

-No, no va ser así ya lo veras- él se levanta y la toma por la cintura, ella ladea su cabeza un poco en una invitación para que continúe besándola

-Te amo

-También te amo

III

Marian estaba sentada frente al tocador observando cada movimiento que hacia su abuela, tomando diferentes brochas y aplicando color aquí y allá en su rostro. Repitiéndole por enésima vez la manera adecuada de resaltar sus ojos y como debía verse lo suficientemente atractiva sin parecer vulgar. La chica actuaba interesada en cada consejo que le daban, enterrando su fastidio dentro de ella, y empleando la mejor etiqueta para disimular lo que verdaderamente pensaba.

-Me encanta este tono para ti- continuó Christie mientras aplicaba una generosa cantidad de sombras para ojos en color marrón- Es algo difícil lidiar con tu cabello deberías de cuidarlo adecuadamente

-Sí abuela, lo hare- complacerla era todo lo que Marian quería en ese momento, le esperaba un largo día en una de las habituales reuniones de Christie, con un montón de personas que no hablan más que de frivolidades

-Tengo algo para ti- una doncella se acercó con una caja aterciopelada que nada más entregarla a la mujer mayor hizo una reverencia y se colocó en su habitual posición cerca de la puerta esperando cualquier otra orden

-Es hermosa- respondió Marian y era más que una simple cortesía, era una gargantilla delgada que abraza el cuello de la morena con delicados destellos, como una gota colgaba del centro una piedra preciosa de color verde que resaltaba su tersa piel

-Ahora es tuya, siempre ha sido así- Christie se levantó y salió de la habitación, para vestirse con aquel vestido negro que no había tenido oportunidad de usar, dejando sola a su nieta un tanto anonadada por la joya que ahora lucía. Aunque le parecía un objeto maravilloso no pudo evitar pesar en que era más pesado de lo que hubiese imaginado

La fiesta dio inicio y Marian saludo con fingido entusiasmo a cada uno de los asistentes. Bajo la estricta mirada de su abuela puso en su rostro una sonrisa ensayada e intento conversar con algunas de las personas que conoció previamente en eventos similares. Pero ella no pudo evitar sentirse fuera de lugar, aun con todas las clases que era obligada a tomar, no podía pretender ser una de ellos por mucho tiempo. Es cierto que nació bajo apellido de una buena familia pero, el que no estuviera con esta la mayor parte de su vida, ahora era una diferencia abismal que la hacía sentirse incompatible con todo lo que la rodeaba. En el interior seguía siendo una chica de clase baja, aunque no gozaba de muchos privilegios, era compensada con creces por amor de una familia y la libertad necesaria para tomar sus propias decisiones.

Al ser la nieta de la anfitriona era imposible que su ausencia pasara desapercibida, así que prefiero permanecer en el extremo más vació de la casa, evitando conversar y pasando tan desapercibida como le era posible. Emma no era consciente de las personas que la observaban con atención o de cómo, a pesar de sus mejores esfuerzos, era el centro de una conversación que concluyo cuando el señor Robert decidió acercarse a ella.

-Linda fiesta- empieza Robert después de colocarse a lado de la joven morena de una manera casual- Aunque no me sorprende, Christie siempre sabe destacarse en la organización de este tipo de eventos

-Tiene esa facilidad, es casi un talento

-Sabes lo mejor de estas fiestas son los invitados-se acercó un poco más a Marian y hablo en un susurro cerca de su oído -Puedes ver a ese par de mujeres allá- indico disimuladamente con un gesto de su mano a una mujer mayor de cabello completamente cano a unos metros de distancia una joven chica de cabello negro como el ébano en un ajustado vestido carmín- la señora Lucas y su nieta

-Creo que a ella se le han pasado un poco las copas- respondió ella no sin cierta diversión mal disimulada en su voz

-Pero la señora Lucas siempre aparece en el momento oportuno- vieron como la mujer mayor tiro del brazo de su nieta y la arrastro a una conversación con un hombre joven de cabello castaño- Lo ves. Está buscando de manera desesperada un buen partido para desposar a su nieta. Con quien habla ahora es el conde Jefferson

-Matrimonios por conveniencia, lindo- se permitía ciertos comentarios ácidos con Robert después de todo a él no le importaba

-Las personas hacen lo necesario para mantener sus mansiones… Incluso yo lo hago- extendió su brazo a Marian y pasearon por la mansión, Robert contaba a la joven los secretos sucios de la mayoría de los presentes, para luego acercarse a los mismos y saludarlos de manera afectuosa. A Marian no le sorprendía en absoluto su comportamiento, de hecho parecía ser la tendencia en cualquier celebración.

IV

Marian salió a toda prisa para encontrarse con el joven periodista en el parque. Robín la esperaba ansioso en un banco blanco junto al lago, mientras observaba como se desplazaban una pareja de cisnes sobre el agua, un par de suaves manos se posaron en sus ojos.

-¿Esperaste mucho?- susurro en su oído una melodiosa voz que reconoció en seguida

-No- ella retiro su manos pero él la sujeto por las muñecas y tiro de ella hasta sentarla en su regazo- Deseaba verte

-Y yo a ti- no pudo decir más, las palabras fueron sustituidas por besos suaves

Una caminata por el parque con sus dedos entrelazados, las manos de él eran firmes y ásperas, del tipo que te reconforta cuando lo necesitas o te brinda la calidez de la seguridad. Era como Marian se sentía en ese momento segura, no necesitaba nada más. Platicaron del trabajo de Robín, de las aburridas reuniones a las que siempre tenía que asistir, se burlaron de la hueca gente que pertenecía a la aristocracia. Marian no se escondía en una solitaria esquina cuando estaba con su amado.

Luego de unas horas oscuras nubes se agruparon sobre sus cabezas, el horizonte se volvió de un turbio color gris como un presagio de la tormenta que los alcanzo unos minutos después. Antes de correr a buscar la protección de algún lugar cercano, él la sujeto por la cintura para besarla de nuevo.

-Te amo no lo olvides

-También te amo, pero por favor vamos a cubrirnos me estoy congelando- trato de zafarse de su agarre y de dirigirse a una blanca estructura, pero él la mantuvo cerca

-Promételo

-Vamos- la risa se desvaneció para que una seriedad se apoderada de sus rasgos- lo prometo- él la beso de nuevo, corrieron tomados de la manos a un blanco kiosco en medio de risas de mutuo entendimiento y complicidad

Para cuando la lluvia acabo la realidad reclamaba a los jóvenes enamorados para el cumplimiento de sus respectivos deberes, tan opuestas como lo eran sus vidas. Robín marchó a su oficina para enfrascarse en una montaña de artículos por los que no sentía ni un atisbo de pasión. Por otra parte Marian fue directa a la mansión que tenía por casa donde su furiosa abuela la espera.

Bajo del taxi con el vestido escurriendo por haber permanecido bajo la lluvia. Entró con precaución por el amplio portón, solo había avanzado unos cuantos pasos, cuando escucho la fría voz de su abuela. Christie descendía por las escaleras lentamente, observando el dobladillo sucio del vestido de Marian, las manchas de pasto por toda la falda, el sombrero en la mano, y el cabello revuelto en lo que antes fue un ajustado moño, por no mencionar el rastro de agua que dejo tras de sí, o el pequeño charco que ahora se formaba bajo ella. La mujer mayor enarco una ceja y su postura se volvió completamente rígida, cuando hablo su tono era en extremo dulce, aquel tono que solo usaba para regañar a su desafiante nieta evitando perder la compostura.

-¿Pasaste una buena tarde en el parque?

-Uhm.. Yo- la chica empezó a tartamudear y se reprendió mentalmente por permitir ser intimidada por algo tan simple

-Por favor- antes de que pudiera formar una oración Christie la interrumpió- ahórrame lo que seguro será una muy bien ensayada mentira

-Yo… yo-

-Deja de tartamudear, te he enseñado mejor que eso niña- Empezó a caminar hacia el salón principal, Marian no tuvo más opción que ir tras ella- Permíteme ser más clara contigo, te prohíbo ver a ese tipo de nuevo. ¿Crees que ese periodista de poca mota te llevara muy lejos?

-Yo le amo- digo firmemente

-Te doy la oportunidad de tener algo mejor. Nunca pasaras hambre de nuevo, ser algo mejor que la esposa de un don nadie, tendrás lo que necesitas y más. Solo quiero lo mejor para ti- le dio una sonrisa que pretendía ser cálida, pero no era más que otra sonrisa ensayada- ¿Abandonaras todo eso por una fantasía?

-No me importa nada de eso, yo solo le quiero a él. Incluso si significa renunciar a todo esto- Se dio media vuelta para salir a toda prisa de la habitación

-¿Y tu padre?- Christie espero el momento adecuado para que sus palabras surtieran efecto, Marian se detuvo en seco y le devolvió la mirada- Si tu sales de esta casa el no volverá a ver ni un centavo, lo que significa que estará muerto en menos de un mes

-Todo es parte del trato ¿verdad?- escupió ella

-Ahora tú decides- sabiendo de antemano que ganaría esta discusión, esbozo una sonrisa real, llena de malicia que se quedaría grabada en la memoria de la chica durante toda su vida

-¿Qué tengo que hacer?- bajo la mirada y se esforzó por contener las saladas gotas en sus ojos

-No lo veras de nuevo, no hablaran, no más salidas a escondidas, no más cartas. Cortaras cualquier tipo de comunicación que tengas con él, a partir de este momento Robín no existe. De lo contrario será mejor que te despidas del bueno para nada de tu padre ¿Fui lo bastante clara?

-Por supuesto

-Todo lo hago por tu bien, algún día lo entenderás y me lo agradecerás- le dio un beso en la mejilla, antes de salir de la estancia añadió- En dos horas se servirá la cena espero verte con un aspecto más que aceptable

Marian deseaba más que nada hablar con Robín, lo menos que merecía él era una explicación y unas palabras de despedidas. Ella era consciente de que su desaparición le dolería más que cualquier otra cosa, pero desobedecer a su abuela solo le traería peores consecuencias, era demasiado el riesgo y de igual manera él terminaría lastimado. Así que dejo que los días se convirtieran en semanas. Nunca se imaginó que su decisión sería más que difícil que cuando él se presentó en su puerta, gritando al mayordomo para que le dejara pasar.

Robín que había llegado poco después de la hora del almuerzo, solo se fue hasta el anochecer, al día siguiente hizo lo mismo, y al día después de ese. Exigiendo que le permitieran la entrada, y gritando a Marian que la seguía amando. Un día el joven periodista simplemente no regreso, dejando a un par de ojos color café esperando por él en un punto ciego junto a la ventana que estaba sobre el portón de la mansión.

V

Era una noche despejada perfecta para ver las estrellas titilar en el firmamento. La clase de noche perfecta para las parejas enamoradas, la misma clase de noche que pasa desapercibida para un grupo de aristocráticos que prefieren regodearse de sus bastas fortunas frente a otros de sus misma condición. Christie daba una de sus extraordinarias cenas, Marian que se estaba acostumbrando a la idea de múltiples eventos del mismo tipo, se había percatado de la atención extra que recibió este evento.

El numeró de invitados estaba reducido al grupo más íntimo de amigos de Christie, por supuesto no era casualidad, que también se tratara de las personas más influyentes y adineradas del estado. Por eso Marian se sorprendió a la llegada de una chica de la mitad de edad del resto de los asistentes, seguramente de la misma edad que ella misma, y con dos doncellas por compañía. La chica no era especialmente alta, pero tenía una actitud que la hacía parecer de la realeza misma, su largo cabello negro como el ónix, su piel olivácea, y los labios de un suave tono rosado, su mirada color ámbar trasmitía cierta amabilidad e inocencia.

Desde que la vio, a Marian le pareció una tarea imposible mantener los ojos alejados de ella, era como si fuera atraída por magnetismo, dirigir su atención a otras personas parecía un esfuerzo extraordinario. No fue hasta que todos se reunieron en la mesa para la cena que la morena se dio cuenta de que no era la única que no le quitaba los ojos de encima a la chica, de hecho parecía que acaparaba toda la atención de los comensales. Christie quien encabezaba la mesa coloco a la chica en la segunda silla a su derecha, a su alrededor algunos hombres con negocios importantes.

-¿Quién es ella? – preguntó disimuladamente Marian a Robert quien estaba junto con ella en el extremo contrario a donde todos dirigían la mirada

-Ella es la huérfana más rica del país. Después de la muerte de su padre heredo una inmensa fortuna. Créeme cuando te digo que si Estados Unidos tuviese monarquía esa chica sería la reina

-Y porque no estás sentado junto a ella, se nota que mueres por estar allá- la mirada ámbar se cruzó con la suya y le dio una pequeña sonrisa que devolvió casi de manera automática, no pudo evitar el rubor que subió por sus mejillas, así que se apresuró a devolver su atención a su plato

-Qué más quisiera yo, pero tu abuela me sentó aquí contigo

-Lamento arruinar tu diversión

-No te ofendas pero esta es una oportunidad única

-Descuida, también preferiría estar en su compañía que en la tuya- compartieron una sonrisa y terminaron su cena con los halagos habituales de Robert

-Por fin te encuentro sola- escuchó una suave voz a su lado, cuando volteo se encontró con la chica que por primera vez en toda la noche no tenía un enjambre de personas a su alrededor- ¿Es costumbre del señor Robert acarar toda tu atención?

-Siempre y él pueda mantener un ojo sobre ti

-Creo que tu abuela esta ebria- comentó divertida pero discreta

-Por supuesto que no, una persona que debe mantener a todos a su alrededor controlados nunca haría eso

-Suena bastante perverso, como una bruja

-Claro que no. Aún no ha intentado envenenar a nadie- Regina la observa con verdadera diversión

Marian por primera en una de estas reuniones obtuvo algo entretenido que hacer, por fin había encontrado a alguien con quien tenía algo en común.

…..

Unos días después de la cena, se encontraron en una reunión organizada por la señora Lucas. En el momento en que Regina vio a Marian, la tomo del brazo, decidida a pasar el resto del día con ella. A la morena no le desagradaba la idea de pasar tiempo con la otra joven, pues no era como el resto de las personas que conocía, era una persona culta a la que poco le importaba enterarse de los secretos de los demás, para Marian, Regina era como aire fresco.

Sentadas en un diván de terciopelo en color vino, ignorando a los caballeros, que estaban más interesados en la sustanciosa fortuna que en las demás cualidades de Regina, se encontraban ambas chicas que mantenían una animada charla acerca de los viajes alrededor del mundo que la huérfana hacia acompañada por sus doncellas. Decididas a pasear entre las numerosas habitaciones de la mansión Lucas se dirigieron a la sala donde se recibían a los invitados, cuando Marian lo vio.

Robín entró a lado de una mujer que lo superaba en edad, aunque no era raro ver a adineradas viudas con hombres jóvenes, a Marian le escandalizo el hecho de era su periodista el que se prestaba para dichas actividades. Mientras la morena mantenía una lucha interna consigo misma, la mirada de Regina observaba al mismo hombre con algo más que curiosidad.

-¿Le conoces?- fue la pregunta que rompió el silencio que se prolongó varios minutos entre ambas

-Sí… es un amigo de la familia- y notó como su respuesta era asimilada con demasiado entusiasmo- ¿Me permites un segundo?

Marian rodeo las habitaciones, hasta que al final paso al lado de Robín, sus miradas se cruzaron por unos segundos y ella continúo su camino hacia el piso superior hasta encontrar una habitación de juego con mesas de billar. Unos minutos después entro él.

-¿Qué haces aquí?

-Ya que no podía irrumpir en tu casa, tuve que arreglármelas para verte. Sabes ella realmente es agradable…

-No me importa- tiro de su camisa acercándolo más a ella, se besaron, Marian se apoyó en una de las mesas y rodeo con una de sus piernas la cintura de Robín. Respiraban agitadamente cuando se separaron- Ahora quiero que vayas y la beses a ella- ella salió de la habitación y bajo para reunirse con Regina

Cuando Robín se reunió con su pareja compartieron un beso que duro más de lo que el decoro permitía en medio de tantas personas. La mujer se sonrojo y le entregó una copa de whisky, él brindo en dirección al par de ojos de color café que le observaban al otro lado de la sala.

VI

El tranvía de la ciudad era poco acogedor para la mayoría de las personas, pero para Marian era el espacio perfecto para pasar un poco de tiempo a solas, lejos de la mirada de su abuela. El paisaje no era nada novedoso o pintoresco, solo edificios de paredes grises y enormes puertas de madera, con el nombre de la corporación generalmente en color dorado o negro en algún lugar cerca de la puerta. Sin ningún interés en particular recorría con la vista a las personas en las aglomeradas calles.

Solo iba a la mitad de recorrido cuando vio una figura conocida "Regina" gritó, pero ella no se detuvo. Marian bajo tan rápido como pudo y cruzo la calle de la puerta donde vio salir a su amiga ponía "Dr. Whale radiólogo. Instituto de radiología", con la curiosidad bombeando en su cerebro, doblo en la siguiente calle con el propósito de aludir a su amiga. Camino recto dos cuadras más y de nuevo doblo hacia a la izquierda por una calle estrecha, para salir en una avenida inclinada y poco concurrida, entró al único negocio abierto que no era más que una librería.

En el lugar la mayoría de los clientes eran hombres fue sencillo buscar entre las estanterías, cuando encontró a Regina sostenía un libro entre sus manos tapando casi por completo su rostro.

-¿Verne?

-Sí uno de mis autores favoritos

-¿A quién visitabas?

-Solo unos amigos- su mirada la traiciono pero Marian no quiso hondar más en el asunto

-Está bien entonces quisieras seguirme- Dejaron el libro en una estantería cercana, luego caminaron juntas a una sala donde están la mayoría de los clientes masculinos- ¿Es aquí la sección de lenguas extranjeras?- la mayoría abandono el lugar casi de inmediato para la diversión de amabas chicas.

Tomaron un libro al azar y de la misma manera lo abrieron. Marian no se sorprendió al ver algunas ilustraciones con hombres y mujeres en extrañas posiciones compartiendo un momento más que íntimo. Regina por otro lado no pudo evitar sonrojarse y observar alrededor, pero en general los demás se empañaban por no verlas.

Era más noche cuando compartían su divertida anécdota con Robert, ellas parecían más que entretenidas, aunque él no lo parecía tanto.

-Pudieron haberlas echado. De haber sido el dueño yo lo hubiera hecho

-Por favor no tiene nada de malo- replicó Marian

-Quizá para ti no, tú eres perversa. Pero para Regina

-De hecho me divertí bastante, sobre todo con las miradas de incomodidad que nos lanzaban. Justo como la tuya ahora- los tres rieron al unísono

-Me preguntaba si te… si les gustaría venir este fin de semana a mi mansión. Me sentiría honrado si aceptaran

-¿Tu que dices Marian?- Pregunto Regina con esa mirada a la que no se le puede negar nada

-Creo que es una buena idea

-Excelente, entonces mandare a alguien por ustedes mañana. Ahora si me disculpan necesito otra copa-sin más demora se levantó del diván donde estaban a atravesó la habitación

-Creo que está enamorado de ti – digo Regina

-De hecho parece más interesado en ti.

-Él no es mi tipo

-¿Quién lo es?

-Alguien como el chico de aquella fiesta… tu amigo- su brillante mirada ajena a la punzada de celos que sentía la persona a su lado

VII

La mansión del señor Robert asemejaba más a un castillo que a cualquier otra cosa. Los detalles en la fachada eran exquisitos por decir lo menos. Era una prueba inaudita de su fortuna y sin duda alguna una de sus muchas propiedades que poseía, aunque por mucho la más vasta y bella de todas. Regina parecía disfrutar de la vista y apreciar la construcción, aunque ella había visto edificios aún más increíbles que este, por eso no se mostraba en absoluto sorprendida. Marian por otra parte estaba maravillada, pero como una dama de su posición enmascaro su asombro, en cambio puso una amable sonrisa y evito dar halagos que expresaran su verdadero entusiasmo.

Dentro todo relucía, desde el suelo de mármol hasta las lámparas de araña en el techo. A las señoritas se les mostraron sus habitaciones, y se les permitió un momento para refrescarse y descansar del viaje, para luego tomar un almuerzo en el jardín principal de la mansión.

Cuando se reunieron con su anfitrión tuvieron una amena conversación entre dulces pastelillos caseros y té caliente. Robert no dejaba de acaparar la atención de Regina contándole sobre su línea familiar y como se hicieron de su fortuna, hasta como llego todo a su manos, la conversación luego de un rato de girar sobre una sola persona se tornó aburrida, aunque la joven era lo suficientemente atenta como para seguir mostrándose interesada hasta que se acercó la hora de la comida.

Una cena con diversos y lujosos platillos que abrían el apetito con tan solo mirarlos los esperaban sobre la mesa de un amplio comedor. Habiendo aprendido una valiosa lección durante la tarde así Regina tomaba el rumbo de la conversación, a donde ella le convenía cada vez que tenía oportunidad. Cuando finalizaron los tres pasaron a una sala acogedora con una chimenea con crepitante fuego.

-Así que dinos Regina ¿Cuál es tu secreto?

-A que te refieres con eso- preguntó Marian no sin cierto tedio

-Ya saben todos tenemos un secreto que guardamos fervientemente, pero uno no es verdaderamente libre hasta que lo cuenta. ¿Así que cual es tu secreto?- claramente el alcohol que había consumido durante toda la velada ya se le estaba subiendo a la cabeza

-Es… secreto- sonrió de manera traviesa, Robert dejo de insistir después de eso

Para cuando se fueron a la cama la noche ya estaba avanzada, Marian se cambió sus ropas por algo adecuado para dormir. Apenas toco la almohada y se sumergió en un tranquilo sueño, poco sabía de qué unas horas después el dueño de la mansión entraría a su habitación bastante ebrio.

-¿Qué haces?-fue lo primero que digo apenas abrió los ojos, un figura conocida estaba sobre ella estudiándola- Vete estas borracho

-Lo siento tanto. Lamento haberte ignorado durante el día

-Sera mejor que te marches ahora- respondió de manera más firme

-Estoy enamorado de ti, pero necesito su dinero para mantener mi mansión. Tendríamos que casarnos pero no sería para siempre

-¿De que estas hablando?

-De Regina, ella está enferma. Muy enferma. En Nueva York todos los saben, un amigo me lo digo

-Vete, ahora mismo. Vete ahora o te juro que contare todo lo que me acabas de contar, se lo diré a ella

-Lo siento no quería ignorarte- respondió prácticamente entre lágrimas antes de hacer su camino a la puerta, no sin cierta dificultad

Marian se quedó unos momentos en su cama, aferrada a las cobijas y con el corazón latiendo fuerte en su pecho. Cuando estuvo segura de que sus piernas no la traicionarían se levantó y salió de la habitación para entrar a la puerta continua. Avanzó con cuidado evitando hacer ruido pero un tablón flojo jugo en su contra e hizo un ruido que despertó a Regina.

-¿Qué ocurre estas bien?- Preguntó luchando con el sueño

-Es solo que en mi cuarto está helando

-Bueno ven acá- se recorrió al otro extremo de la cama y abrió las cobijas para que la otra chica entrara en ellas- ¿Qué sucede?, ¿Te encuentras bien?

-Sí, solo son estos estúpidos aristócratas que no pueden mantener las habitaciones calientes- satisfecha con esa respuesta Regina volvió a quedarse dormida, pero Marian no pudo conciliar el sueño se quedó hasta el amanecer pensando en que tan enferma se encontraba la mujer que dormía a su lado

VIII

Robín entró a un elegante restaurante donde quedo de reunirse con Marian, entró buscándola con la mirada. Unos minutos después la encontró junto a otras dos chicas una rubia y otra de cabello negro que le parecía vagamente familiar.

-No los había presentado- dice Marian con una amplia sonrisa en su rostro- Ellas son Regina y Emma

-Un gusto en conocerlas- le tiende la mano a cada una y se toma el lugar desocupado entre Regina y Marian

-Tengo que irme, es tarde y aún tengo asuntos que aprender antes de ir a Venecia- dice Marion y se pone de pie

-¿Venecia? – pregunta Robín sorprendido escuchando por primera vez la noticia del viaje

-Debí olvidar mencionarlo. Ahora no puedo explicarte, pero ¿Regina podrías?

-Claro, ve con cuidado

-Entonces Venecia- reanuda Robín sentándose de nuevo en compañía de las chicas que recién conocía

-Invite a Marian para que nos acompañara, desde luego Emma también ira con nosotras

-Primero habrá que convencer a Christie- tercia Emma

-Por supuesto

-Creo que será mejor que me vaya

-Por favor acompáñenos un poco más- Regina le pide con sus ojos ámbar destellando

-Lo siento, pero tengo que regresar al trabajo

-Permítame acompañarlo a la salida entonces- se levantaron juntos-¿No estaba enterado del viaje?

-No, en absoluto

-¿Por qué no viene?

-Disculpe

-Sí, bueno usted es amigo de Marian. ¿Por qué no viene con nosotros a Venecia?

-Invitar a un completo desconocido, a un viaje al extranjero. Eso suena a algo que diría una princesa- el ligero tono de desprecio no le pasa desapercibido a la joven

-¿Y no le gustan las princesas? – en ese momento reprimió con todas sus fuerzas el impulso de morderse el labio

-En especial las princesas- responde con un tono cortes, aquel tono que solo usan los hombres que ya tiene a alguien especial en sus vidas- Nos vemos pronto- se despide y sale del restaurante sin voltear a ver la mirada desilusionada que deja a su espalda.

Avanza por la calles preguntándose porque actuó de esa manera Marian, piensa en mil escenarios distintos pero ninguno parece encajar correctamente. Sin darse cuenta esta en la entrada de su edificio, comienza a subir las escaleras cuando vea a una figura con la que está familiarizado

-¿Te fuiste para esperarme aquí?

-Sí

-¿A qué estás jugando?

-¿Te gusta ella?

-No

-Tú le gustas

-Eso explica porque me invito a Venecia

-¿Por qué no vienes?

-¿Por qué debería?

-Podríamos pasar tiempo juntos

-Regina quiere pasar tiempo contigo

-Ella preferiría estar contigo- Robín continua subiendo por las escaleras- ¿No crees que es hermosa?

-No

-Pues yo si lo creo, es la mujer más bella que he conocido

-Entonces espero que se diviertan juntas- sube lo que quedan de escaleras para llegar a su propio apartamento.

Marian se queda en medio hasta que decide ir a su casa apenas cierra la puerta cuando su abuela la alude.

-Así que vas a Venecia

-Con Regina y Emma, Sí

-Tenía planes para ti ¿Cuándo pensabas decirme?

-Apenas me cambiara de atuendo

-¿Qué pasa si te prohíbo ir?

-Le pediré ayuda a Regina

-No has tardado en encontrar un nuevo benefactor

-Es mi amiga

-Llámalo como quieras, es lo mismo al final del día. Solo recuerda usar algo que te distinga de la criada- Christie sube a su habitación dejando a Marian en el vestíbulo.

Para cuando sube a su habitación se encuentra con sus maletas hechas y dos cajas de terciopelo sobre ellas, un par de joyas a juego. Reconoce uno de los collares, le pertenecía su madre. Todo estaba listo sino había más contratiempos mañana saldría rumbo a Venecia junto con Regina.