Disclaimer: los Teen Titans no me pertenecen, pero como no sacan la sexta temporada de la serie original, no tengo otra cosa que hacer que escribir Bbrae.

Esta historia iba a ser un oneshot. La verdad, las historias con muchos capítulos me cuestan mucho, pero si tengo apoyo y reviews y favs me esforzaré por seguirla. Espero que os guste :) Saludos, HARLEEQUIN GIRL.

CAPÍTULO 1: Sonrisas cortantes.

Érase una vez, en un pueblo llamado Jump, perdido en medio de ninguna parte, vivía una chica que se llamaba Rachel Roth. Era una chica muy característica: tenía los cabellos cortos y violáceos, un rostro serio, sereno e imperturbable, y lo que más destacaba de ella era su inseparable capa de color azul oscuro. Tenía la costumbre de llevarla a todas partes, y de esconder su rostro bajo ella. Se la había echo su abuela Azar, con todo el amor y cariño del mundo. Si no hubiera sido por esa capa, esta historia no habría surgido del modo en el que lo hizo.

Era un día normal para Caperucita azul. Ella paseaba por la calle, al lado de sus amigas del pequeño pueblo, en el que vivían : Korianna, a la que llamaban Starfire por su deslumbrante belleza; Karen, a la que llamaban Abeja por su porte natural de reina; y Nicole, a la que llamaban Jinx por la mala suerte que siempre llevaba consigo.

Ese año no había sido especialmente bueno para nuestra protagonista, ni para nadie del pueblo. Una epidemia de gripe había caído sobre la región, y mucha gente del pueblo cayó enferma. Eso, más la falta de lluvia que destrozó toda posibilidad a la cosecha de poder crecer, hizo que las cosas se pusieran críticas. La gente estaba desanimada y enferma, lo que creaba un ambiente gris y monótono por todo el pueblo.

A Caperucita lo que más le afectó fue que su querida abuela Azar cayó enferma. Tanto la quería, que todos los días iba con una cesta hasta su casa en medio del bosque, ya que su abuela se había mudado allí para poder meditar mejor y así poder apreciar las pequeñas cosas, o eso le dijo a Rachel. Esa tarde en concreto, había pasado algo insólito. Star lo contaba todo muy afectada.

-Mi hermano Ryand- al que llaman Darkfire-dice que lo vio por la noche. Él nos contó a mí y a Komad- a la que llaman Blackfire, por ser una belleza negra, opuesta a su hermana- que presenció como se comía a nuestras ovejas.-Todas la miraban con terror. Si lo que decía era verdad, el pueblo había vuelto a un grave problema del cual nadie quería nunca hablar.-Dice que se las zampaba como Glunflorks, que ni siquiera masticaba.

-Esos son cuentos Star, no deberías creerte todo lo que dice tu hermano.-Nicole, en parte, tenía razón. Darkfire era conocido por sus innumerables bromas pesadas, aunque sin mala intención.

-¡Pero yo vi la verdad en sus ojos!-Caperucita azul escuchaba estática, totalmente seria.-¡Por poco lloró tras contárnoslo!

-Star, son historias, te lo dijo para asustarte y divertirse un rato.-Dijo Abeja.

Caperucita azul sabía que eso no eran historias. Ella era una de las pocas personas en el pueblo que sabían leer, y su padre tenía esa biblioteca prohibida que tanto le llamaba la atención. Caperucita ya ha robado algún que otro libro muchas veces, y aunque algunos eran de historias románticas o fantásticas, ella encontró libros que tenían un intenso estudio de estas extrañas criaturas, de estos monstruos. El libro autentificaba su existencia mediante pruebas, y ponía todo lo que les debilitaba o les hacía descubrirse. Caperucita azul no les temía, ella sabía que hacer en caso de peligro. No, ella no tenía miedo por sí misma, ella temía por su abuela Azar.

-Star, yo sí te creo.-Para la sorpresa de todas, Caperucita azul apoyó a Korianna. Ella era la menos esperada para darle la razón, y mucho menos para apoyarla.-Chicas, tengo que irme a casa de mi abuela, necesita que lleve medicinas y té.

-Yo te acompaño, el otro día le prometí que le llevaría una de mis famosas galletas de avellanas.-Dijo Nicole.

Nicole había estado acompañando a Caperucita los últimos viajes. Al principio fue por acompañarla, pero más tarde le cogió cariño a Azar. Las tres discutían sobre cosas como literatura, medicina, política... Cosas prohibidas a una señorita común. Nicole gozaba con cada visita, y Azar se sentía más plena, más querida.

Las dos se despidieron del grupo y avanzaron hasta casa de Rachel. Entraron y Caperucita le dijo a Nicole que esperara en la entrada, ya que podría despertar a Trigon, y eso no era buena idea. Trigon era su padre y presidente del ayuntamiento. Era conocido por su fiereza y dureza, tal que así que lo llamaban "Trigon, el terrible". Rachel se metió en su habitación, donde tenía el té y las medicinas dentro de una cesta de mimbre, para que no se le olvidaran. Ella no lo iba a decir, pero también llevaba consigo algo por si las moscas, una pequeña daga de plata. Según ella había leído, las únicas formas de matar a un hombre lobo eran o bien disparándole una bala de plata, o bien cortándole la cabeza o arrancándole el corazón. Ella sabía que no eran especiales amigos de la plata, así que compró esa daga al herrero, por un precio bastante elevado, pero ser la hija del hombre más poderoso y rico del pueblo tenía sus ventajas. Guardó la daga en uno de los bolsillos de su capa, y salió de la casa en dirección al bosque, acompañada de Nicole.

El bosque era precioso, y Rachel se sentía locamente feliz cuando estaba en él. Conocía cada trozo del bosque como si de la palma de su mano se tratase. Todos los árboles, los tres riachuelos, todas las rocas y todos los tipos de flores y arbustos que habían en cuatrocientas hectáreas de bosque. El camino a casa de su abuela era corto si se tomaba un atajo desde un punto concreto del camino, pero también estaba la posibilidad de poder ir por el camino más largo, y traerle flores, ya que este consistía en atravesar un campo de margaritas, alfalfa, amapolas, cardos, claveles, dientes de león, gramíneas, zarzamoras, rosas y muchos más tipos de flores silvestres. Caperucita azul siempre prefería ir por el camino corto y ver a su querida abuela directamente, pero Nicole pensaba que lo mejor era llevarle flores. Todos los días que le acompañaba Nicole desde hace dos semanas, el tiempo que llevaba Jinx acompañando a Caperucita a casa de su abuela, tenían siempre la misma discusión.

-Vamos por el corto, y punto.-Nicole ponía sus manos en las caderas, y arqueaba la ceja con autosuficiencia y altanería. Ella siempre ha sido una chica que tenía que salirse con la suya en todo tipo de ocasiones. No iba a conformarse sin pelear antes.

-¿Por qué, porque tú lo digas?-Ella empezó a imitar a Rachel, cosa que a nuestra protagonista no le hizo especial gracia.-Uuh, soy Caperucita azul, no me quito esta capa ni aunque empiece a arder. Soy una depresiva y una aguafiestas que ni siquiera quiere llevar flores a su abuela, porque las flores traen alegría, y si yo toco eso muero por lo deprimente que soy, uuuh.-Caperucita mantuvo la cara totalmente seria durante todo el rato. No se podía saber en qué pensaba.

-¿Has acabado?-Jinx la miró con horror.-¿Ahora qué pasa, mi carácter depresivo te provoca caras de espanto, o qué?

En ese mismo momento, unas manos taparon los ojos de Rachel, quitándole la capucha de su rostro e impidiéndole poder ver. Ella estaba empezando a ponerse nerviosa, pero olió ese perfume barato que tanto le gustaba en secreto, y se calmó. Lo sorprendente es que reconociera el perfume habiéndolo olido por primera vez ayer, pero hagamos como que no nos hemos fijado en eso, por Caperucita.

-¿¡Quién soy!?-Caperucita bufó. No podía ver nada, pero si le hubiera sido posible ver, habría observado la cara de repulsión y asco que tenía Nicole. También hubiera visto que el rubio venía acompañado de un amigo pelirrojo, pero no. A Rachel le era imposible ver, lo cual le frustraba notablemente, ¿pero qué iba a saber el rubio? Prácticamente no la conocía.

-Más vale que seas el de ayer o juro que vas a acabar mal.-El chico se separó de Rachel, brindándole una sonrisa que haría envidiar al gato de Alicia en el País de las Maravillas. Rubio, de pelo desaliñado pero bastante atractivo (al menos para Rachel, pero ignoremos esto también, por ella), delgado de más y un poco más alto que Caperucita, era el chico que Rachel conocía como Garfield Logan. Un chico inmaduro y tonto del pueblo vecino, o eso se decía ella. Caperucita vio al nuevo acompañante de pelo del color del fuego, tez clara con pecas, ojos verdes un poco más apagados que los de su viejo amigo, una complexión también delgada y un poco más alto que Logan.-¿Quién es este? Ya tengo bastante con un idiota.

-Wallace West, también encantado de conocerte. Aunque prefiero que me llamen Wally.-Él hizo una pequeña reverencia, y besó la mano de Rachel.-Tú debes de ser la famosa Caperucita azul de la que mi amigo no puede parar de hablar.-Aunque Rachel nunca lo admitiría, en el fondo, saber que Garfield pensaba en ella le hacía bastante feliz. Pero, por tercera vez, ignoremos lo que piensa Caperucita, ya que de todas formas ella no lo piensa admitir.-Pero no tengo el placer de conocer a esta belleza. ¿Cuál es tu nombre?

-Tú...-Caperucita le miró con el ceño fruncido.-¿qué narices estás haciendo por aquí otra vez?-Garfield sonrió. Él tampoco lo admitiría, pero le encantaba cuando Rachel se enfadaba. Era increíble las veces que le había echo enfadar, conociéndose solamente de un día. Aunque él no admitiría que la encanta ver enfadada, por miedo al rechazo, a diferencia de Rachel, quien estaba en negación de que le encantará que la molestase el rubio. Había sido, lo que se dice, amor a primera vista. Aunque en este caso no sabría si decir a primer insulto. Él se había quedado toda la noche despierto pensando en ella, en como iba a volver a buscarla hoy al bosque. Ella, aunque nunca lo admitiría, también había pensado en el rubio de ojos azules. Puedo que incluso hubiera soñado con él, pero solo puede. Ignoremos eso también.

-Nicole Luck. Aunque todos me llaman Jinx.-La conversación se había dividido en dos, Wally y Jinx por detrás y Rachel y Gar por delante.

-Sabes que vengo a pasear casi todos los días.-Garfield cerró los ojos y respiró, intentando captar la esencia del bosque. Rachel solo suspiro y rodó los ojos ante este gesto.- Esto me encanta. El bosque, la madre naturaleza, los animales, la paz... me siento en mi elemento.-Garfield miró a Rachel.-¿Sabes? Solo te he visto una vez con la capucha bajada, y era porque no sabías que estaba delante. No sé que pensar sobre eso.-Rachel creía que ese chico era muy sincero. Tal vez DEMASIADO sincero, y estaba acabando con su paciencia.

-Mmm...-Dijo Wally a Nicole.-Ese nombre me gusta. Jinx. Jinx. Jinxy.-Dijo como si lo estuviera saboreando, como si fuera el último dulce que vas a poder probar en mucho tiempo. Nicole solo podía poner una cara de extrema repulsión.-¿Y ese pelo? Me gusta... Eres muy diferente.-Wally se acerca peligrosamente a Nicole, estampándola contra un árbol. Esto a ella no le intimida para nada. Él coge un mechón de su pelo corto hasta el hombro y lo huele.-Huele a fresas. No me esperaba menos de un pelo rosa.

-¿Por qué crees que debería saber que vienes por aquí todos los días? La primera vez que te vi fue ayer.-Ella frunció el ceño. El chico empezó a rascarse tras la oreja.-Ni siquiera te dije mi nombre, lo supiste por el bordado de mi capa. No se que hago siquiera hablando contigo.-Caperucita no lo quería admitir, pero en el fondo le había caído bien ese chico, un chico que se esfuerza tanto en saber algo tan simple como su nombre. Aunque a Rachel algo le daba mala espina, pero ella es ella, nunca puede fiarse de la gente desde un primer momento. Es una de esas chicas difíciles, de las que te tienes que ganar en el día a día.

-Como me vuelvas a llamar Jinxy, te juro que te desfiguro la cara.-Jinx le miraba muy seria, pero Wally parecía estar divirtiéndose como un enano, y no lo digo porque solo lo crea, lo digo porque estaba riéndose a carcajadas después de que Jinx dijera eso. Esto era muy diferente a como se sentía Gar, el cuál solo le disgustaba la actitud de Caperucita.-Y si quiero tener mi pelo de rosa, nadie me lo impide porque hago lo que me da la gana.-Ella separa al pelirrojo de un empujón y este le mira sorprendido.

-¿Por qué te pones así conmigo? Ni que fuese a robarte o algo por el estilo.-Rachel puso una cara de seriedad bastante sospechosa. El rubio empezó a ponerse nervioso y a hablar rápido, mientras se cogía la nuca con la mano derecha.-No es que diga que sea un ladrón, solo que no entiendo porque te pones tan a la defensiva, es decir, solo estoy intentando ser amable y darte conversación para ser amigos o algo, ya que te conocí ayer por la zona donde Rita me llevaba a pasear, y tú estabas cogiendo fresas silvestres y comiéndotelas con esa sonrisa de satisfacción, yo no pude evitar acercarme y...

-Tranquila Jinxy, ni que fuera para tanto. Dicen que tengo fama de ir muy rápido en todo, pero por una chica como tú, podría ir más o menos despacio.-En ese momento Jinx intentó pegarle una torta en toda la cara, pero él fue mucho más rápido, tanto que ni siquiera vio cuando le sujetó la muñeca antes de que su mano le golpeara, y se la apretó con todas sus fuerzas. Le miró con cara amenazante. Wally no le temía en absoluto, en cambio sonrió.-Me encantan las chicas difíciles.

-Dile a tu amiguito que se calme.-Dijo Rachel a Garfield.-Nicole, vámonos, mi abuela ya estará preocupada.-Rachel parecía muy apurada, pero nadie le dio importancia. A Caperucita no le gustaba hablar con la gente, a si que a nadie le sorprendía que se quisiera ir.

-¿Tú abuela?-Preguntó Garfield.-¿Es a ella a quien visitas?-Rachel asintió y separó a Nicole del pelirrojo, no sin antes Jinx propinarle una patada en la espinilla a este. Se escuchó un aullido de dolor por parte del pelirrojo.

-¡Ahora me gustas aún más!-Grita Wally dolorido, sujetándose la espinilla desde el suelo. Garfield empieza a reír y Rachel miró a Nicole (la cuál estaba riéndose también) con cara de asesina en serie.

-Tío, luego dices que yo no sé ligar.-Dijo Garfield entre risas. Le saltaban las lágrimas y se sujetaba la barriga. Se podían ver todos sus dientes a la perfección. Todos.

-Vámonos ya.-Rachel empujó de la muñeca a Nicole, alejándose de los dos jóvenes, sin siquiera despedirse.

Rachel había descubierto algo que no le gustaba ni un pelo, así que cuando perdieron de vista a los dos chicos, expresó su cara de horror. Sabía que había algo que no le gustaba nada, ella siempre tenía esa clase de intuiciones, y siempre acertaba. Era una maldición con la que tendría que vivir. Nicole y ella llegaron frente a casa de su abuela, para encontrarse que el cazador estaba allí, junto al Sherif Stone.

Richard Grayson, más conocido como Dick, era el único cazador del pueblo junto a Bruce Wayne, su padre adoptivo. Bruce tenía el comercio con más beneficios del pueblo, así que era el hombre más rico junto a Trigon. Caperucita conocía bien a Dick, ya que sus padres quedaban muchas veces por asuntos de dinero y trabajo. Este era alto y de complexión delgada, con el pelo negro en forma de pincho y siempre llevaba una pintura negra que le rodeaba los ojos azules, que decía que le ayudaba a camuflarse por la noche. Dick era el amor platónico de Kory, pero lo triste era que Dick no parecía darse cuenta.

El Sherif Stone era realmente grande. De tez oscura y calvo, medía como dos metros sin exagerar. Era una excelente persona, y siempre ayudaba a quien lo necesitaba. Él había asumido con dieciocho años el cargo de Sherif tras la muerte del anterior, y ya estaba planeando su boda con Abeja, una de las mejores amigas de Caperucita.

Caperucita se acerco consternada, que ellos dos juntos, con pistolas armadas colgando de la espalda y con esas expresiones tan serias, no podía significar nada bueno.

-Caperucita... No deberías pasar. Tu abuela...-Caperucita se paró en seco frente a Dick. El Sherif Stone posó su mano sobre el hombre de nuestra protagonista, dándole un signo de apoyo. Rachel sintió como sus lágrimas caían. Después de lo que acababa de descubrir hace unos minutos, tenía que pasarle esto.

Ella se lo temía. Desde lo que contó Korianna ella había estado atemorizada. Si unas cabras en pleno campo les había pasado eso, ¿qué le pasaría a una anciana que vive en medio del bosque? De todas formas, ella pensó que siempre había que intentar dirigirse a la solución lógica.

-¿Quién ha sido? ¿Quién lo ha echo?-Rachel dice con un hilo de voz. ¿La verdad? Su abuela se había recuperado de su enfermedad hace semanas, pero Rachel le llevaba caramelos en vez de medicina, para tener una excusa para verla todos los días. Nicole tenía la expresión descompuesta. Ella no sabía lo de los caramelos, nadie más que Caperucita lo sabía. Tal vez su abuela lo sabía antes, pero en ese momento ya no servía de nada pensar si lo sabía o no, porque, en fin, estaba muerta.

-Tu abuela...-Empezó a decir el Sherif Stone.-Es muy desagradable lo que le ha pasado. Parece haber sido un ataque animal, por eso he llamado a Dick, para ver si sabe algo, qué animal fue o como rastrear las huellas.-Rachel asiente, sentándose en un tocón de árbol cercano.

Ella se temía esto. Ella sabía que esto ocurriría. Ella había estado distraída, y no había podido hacer nada. Oh, ella nunca se lo iba a perdonar. Nicole se sentó a su lado y le puso la mano en el hombro, aportándole su apoyo. En ese momento, en aquel tocón, hizo una promesa. Ella se vengaría.

Días más tarde fue el entierro. A este solo fueron los familiares y personas muy queridas por Azar. Todas las amigas de Rachel fueron. Nadie comentó el porqué de su muerte, nadie quiso decir nada, pero todo el mundo lo sabía. En el fondo todos se negaban a aceptar lo evidente; primero varias ovejas muertas durante varias semanas, luego la muerte de la única persona que vivía en el bosque. Las bestias no tardarían en ir al pueblo, Caperucita creía en las leyendas, sabía que cuando más fuertes se volvían era en luna llena. Rachel se temía lo peor, y ella estaba segura de ello. Las bestias habían vuelto al pueblo, y ellos no sabían que hacer para pararlas. Caperucita todavía recordaba la canción que su querida abuela le cantaba.

Las Bestias te harán confiar,

Tu corazón llegarás a dar,

Más veloces que la voz,

Correrás, gritando con temor.

Ella recordaba como había sido tan rápido que no pudo ver cuando llegó. Ella se sintió incómoda al principio, pero sabía como hacer que se abriera. Sabía como mirar en su corazón, y ella lo permitió, aunque fuesen unos segundos.

Sus dientes largos y filosos,

Piedad no van a tener,

Sus cuerpos parecen reales,

Pero a ella dentro deben esconder.

Ella cerró los ojos recordando aquellos dientes. Su risa era perfecta, radiante, una de esas risas que pueden llenar habitaciones de luz, una de esas risas que te cambian un día entero, pero esos dientes... Eran inhumanos. No todos lo eran, solo cuatro. Afilados como los colmillos de un... Ella no se atrevía ni a pensar la palabra.

Las bestias solo saben una cosa,

Cazar de noche debe ser,

Tu debes estar siempre atenta,

Con los ojos debes siempre ver.

Ella no sabía exactamente cuando mataron a su abuela, pero tenía una clara corazonada. Su abuela siempre ha dejado las puertas cerradas por la noche, y cuando ella vio su casa se fijó en que las puertas estaban destrozadas. La bestia sabía quién era. La bestia la conocía. Ella debía de haberle enseñado donde se encontraba la casa. Caperucita lo sabía. Las bestias habían vuelto, y ella era la única que sabía como acabar con ella.