¡Hola a todos! (Feliz cumpleaños a todos (aunque no sea su día)) :)

El día (o noche) de hoy le vengo ofreciendo... algo que siempre me había negado hacer o creer querer, peeeeeeeero, bueno, no sé si les pasé a todas esas fans RxS que en algún fic han puesto a nuestro querido aprendiz de Batman engañando a nuestra alienigena favorita con su mejor amiga, o sea Raven, que se pregunten si en realidad aman esta pareja al cien por ciento. En estos días, he entrado a la categoria de Teen Titans y tanto en español como en ingles encuentro más fics con esa segunda pareja, y me gano la curiosidad.
Pues bien, descubrí que sí (ya lo sabía solo lo comprobé), hay muy buenos escritos, buenos fics y con sus bases muy bien fundamentadas. El problema vino cuando no me podía sacar de la cabeza escribir una de esas historias. Fue una de esas ideas persistentes de "no me vas a sacar de aquí hasta que no me hayas pasado a tus notas, tu libreta que siempre llevas y luego a los archivos de tus múltiples memorias. Y si no lo haces, no te dejare nada para continuar otros fics".

He de aclarar, que esto no será para nada un RobxRae, sino un ¿SpeexStar? ¿SpyxStar? ¿SpeedxStar? xD jaja, no encontré la abreviatura de esta pareja, si alguien tuviera la buena voluntad de aclarármelo, se lo agradeceré.

Y bueno, para este capitulo quiero recomendarles (si no quieren, no tienen que escucharlas) dos canciones muy clásicas (por lo menos para mí) para un corazón roto por la intromisión de alguien más, o por el amor desgastado: Cuando mueres por alguien - Erick Rubin y Que nos paso - Reily

Hola - Presente.

Hola - Flashbacks


Los Jóvenes Titanes jamas serán míos, más que en sueños. Pertenecen a DC y a WB


Ella era ingenua, pero no estúpida. Había notado "esas miradas" cruzadas desde hacía muchos días atrás. Raven y Robin estaban en la cocina, ambos sentados muy cerca: él con una taza de café, y ella con una taza de té, y en medio de estas, un plato con dos piezas de pan. Lo que no podía descifrar, o mejor dicho, lo que temía preguntar era si aquella complicidad había comenzado al saber que compartían un mutuo sentimiento o si era el resultado del acto carnal ya consumado. Sabía la respuesta, no por nada había un hueco en su cama de dos meses y medio de profundidad. Pero escucharlo en voz viva, le rompería el corazón.
Dio un paso insegura, haciendo memoria y hallando momentos de cuando comenzó a terminarse el amor.

Había sido un mes muy difícil, ya que Hermano Sangre había vuelto, ahora ya no era el director de una academia para supervillanos, sino un pastor religioso. Y aprovechando una guerra despiadada en Zandia, estaba presentándose a él y sus seguidores como víctimas; la situación estaba abriéndoles las puertas a casi todos los países del mundo. Por supuesto, conociendo a dicho villano los Titanes sabían que no se trataba de una simple secta religiosa que buscaba expandir su creencia a cuesta del dinero de los seguidores, así como sabían que eran muy capaces de defenderse en su propio país, pero no habían encontrado el modo de demostrar lo contrario.

Cuando conocieron los hechos convocaron una reunión de emergencia, y aquello término en el acuerdo de no atacar hasta que Hermano Sangre atacara primero. A Robin le disgusto sobremanera, era el colmo saber que ese abyecto fraguara quien sabe qué plan tan descaradamente en vivo y por televisión, por lo que actuaba de un modo insoportable para su equipo incluyendo a su novia.

Los Titanes estaban preocupados. Su líder llevaba casi toda una semana en aquella habitación —que para entonces volvían a llamar la habitación de la obsesión de Robin—, donde siempre se encerraba buscando pistas y tratando de averiguar lo que tramaba Slade en el pasado. Pero era difícil encontrar la motivación de Hermano Sangre, todo parecía tan real, incluso había recibido un disparo del mismísimo gobernador de Zandia.

Starfire decidió interferir.

— Querido novio, Robin, he venido para pedirte que descanses un poco. – Pidió dulcemente la alienígena.

A Robin le sacó de quicio su petición. ¿Acaso era él el único que se tomaba en serio su deber? Tenía bastante claro que Hermano Sangre no iba a comprar tiempo de paga en televisión para que saliera su programa a las dos de la mañana promocionando como ser parte de su religión había mejorado la vida de las personas que se unían a base de fe, milagros y oración.

— Estoy ocupado. – Se limitó a responder sin voltear tratando fallidamente de controlar la irritación en su voz.

— Pero Robin, - su tono era de súplica — el descanso te hará sentir mejor y te ayudara a esclarecer tus pensamientos y dilucidar…

— ¡No lo entiendes, Starfire, - se giró para encarala — para entonces podría ser muy tarde! – Perdió los estribos el joven líder, al sentirse inútil por no tener idea alguna de lo que urdía el villano —. ¿Cuánta gente debe morir para que pueda refrescar mi mente?

— Starfire tiene razón. – Intervino Raven, saliendo desde algún punto de la oscuridad de la habitación —. Arriesgaras más vidas si no piensas con claridad ahora, o de ser el caso, si no estar listo para pelear si comienza el combate.

El capitán de los Titanes se quedó sin palabras mientras se volvía para ver al fondo, hacia dónde la hechicera había salido. Su cuerpo había reaccionado con una sacudida, como si alguien lo hubiera golpeado. Entonces retrocedió un par de pasos y giro su cuerpo en dirección a la salida, donde se hallaba su novia.

— Si me necesitan o hay noticias, estaré en mi habitación. – Apenas fue un gruñido audible.

Camino directo pasando por un lado de la tamaraneana pero sin dirigirle la vista siquiera. Ella en cambio lo siguió con la mirada hasta que doblo la esquina del pasillo. Volteo después a ver a Raven, con los ojos un poco llorosos y un amago de sonrisa.

— Gracias, amiga Raven.

Recibió un asentimiento por respuesta.

Al avanzar otro paso se sintió idiota. Aquella vez nunca se le ocurrió preguntarse qué hacía su "amiga" en la más densa oscuridad del lugar donde se encontraba su novio. ¿Habría estado espiándolo, o es que él sabía de su presencia en aquella habitación?

Siguió avanzando sin que la notaran.

Dio un paso más, y observo como distraídos ambos, tomaban la misma pieza de pan, y al darse cuenta volvían a mirarse. Los dos esbozaron una pequeña pero sincera sonrisa, soltando el alimento al tiempo para cederlo. Entonces noto ese brillo en las miradas de los amantes, uno que hubiera compartido con ese mismo hombre un par de años atrás, y que creía aún tener hasta unos meses antes.

Estaban comenzando las pesquisas. Los Titanes se habían tardado en descubrir los ataques que estaban llevando a cabo los subordinados de Hermano Sangre. ¿Cómo no lo había pensado antes? Su calidad de víctimas no solo les abría las puertas a otros países, sino también a los lugares importantes de los gobiernos de estos. Ya habían ocurrido tres muertes para cuando se dieron cuenta.

Habían comenzado con puestos pequeños, de esos que apenas se hacen mención en las noticias, como embajadores y diputados. Ahora que los habían descubierto necesitaban desenmascararlos y evitar más asesinatos. El trabajo era más sencillo sabiendo a quienes y los lugares donde les habían dado asilo.
Uno de ellos era la misma Jump City.

Aquella noche había comenzado tranquila, lograron averiguar el objetivo de los malos porque el asesino era terrible para guardar las apariencias, después tendrían que recomendar al alcalde buscarse un mejor servicio de seguridad. Los habían seguido, una parte del equipo (Raven, Chico Bestia y Starfire) se hallaba con el alcalde, mientras la otra parte (Robin y Cyborg) seguían al criminal. Al capitán del equipo de héroes se le había ocurrido la idea de grabar cada movimiento del mercenario para tener pruebas que mostrar al mundo. Pero no contaban con que aquello era una treta, y el verdadero objetivo eran ellos.

Sabiendo las debilidades del cibernético, no fue rival para la confrontación sorpresa. Se defendió dignamente, pero dos tipos más salieron de sus escondites, y con una descarga de un aparato especial apagaron su sistema temporalmente. Robin tuvo el tiempo el tiempo justo para pedir ayuda por su comunicador antes de ponerse a pelear cuerpo a cuerpo. Esos hombres no eran rivales para su nivel de artes marciales, pero con la preocupación por su amigo, olvido que además de esos sujetos, el registro mencionaba a otros que estaban en la ciudad.

Lo recordó muy tarde. Cuando termino la pelea con su contrincante solo sintió un dolor que quemaba, visualizando la llegada de su compañera de ojos verdes y perdiendo la conciencia al instante.

Starfire acudió al llamado, dejando a Raven y Chico Bestia cubriendo al gobernador. En cuanto hallo a Cyborg apagado, supo que Robin corría un grave peligro, claro, si aún se encontraba bien. Presencio como una bala le atravesaba el pecho al amor de su vida, y apenas se dio cuenta de cómo ella misma se protegía de otro proyectil dirigido a ella. Un miedo muy profundo se apodero de su interior, y una urgencia de averiguar que sus compañeros estaban bien. En cuanto comenzó a lanzar sus starboltz, los que pudieron huyeron.

No había tiempo de persecuciones. Sin pensarlo llego al lugar donde Robin yacía inconsciente, y verifico con alivio que aún tenía pulso. A un lado estaba uno de los agresores desmayado. No supo exactamente como, pero para cuando se dio cuenta, ella estaba volando a toda la velocidad que le era posible con Cyborg en un hombro y Robin del otro, mientras el atacante se balanceaba atado al cable de la gancho-pistola que había tomado del cinturón del aprendiz de Batman.

Al gobernador no le hizo ninguna gracia tener aquella carga en su oficina, y mucho menos que Starfire rompiera las ropas de su novio por órdenes de Raven para curar la herida ahí mismo. Ese asunto duro por lo menos una hora, en la que el chico maravilla pasaba de un estado medio consciente de delirio a perder nuevamente el conocimiento.

Cuando Robin despertó su equipo lo rodeaba, quizá no llevaban ni quince minutos de haberlo recostado en la enfermería de la torre, y los miro uno a uno hasta detenerse en una joven específicamente.

— ¿Qué haríamos sin ti, Raven?

En ese momento, Starfire estuvo de acuerdo, sin darse un poco de crédito por su intervención.

De pronto se sintió enferma de un modo muy extraño. El aire parecía haberse reducido y ganado densidad, el estómago le daba vueltas sin haber comido nada aún; su cerebro se había vuelto lento y sentía que su cuerpo se movía torpe como si no le perteneciera. Así mismo, sintió como algo dentro de su ser se había ido, dejándola sola y confundida. Incompleta.

Siguió avanzando, sin saber cómo. Llego hasta la barra y se apoyó en ella, dando la espalda a sus compañeros presentes.

— Ho-hola, Starfire. – Saludo una nerviosa Raven.

La alienígena sintió que los ojos se le llenaban de fluidos y los cerro con fuerza, sin importarle demarrar las lágrimas que se habían acumulado.

— No te escuche llegar. – Admitió Robin, a modo de saludo.

No respondió, pero no parecieron notarlo.

Estaba hiperventilando y sentía que iba a desmayarse. Todo le parecía parte de un horrible sueño.

Los ataques habían cesado, pero los Titanes de todo el mundo tuvieron que aumentar sus propias medidas de precaución. Los medios habían intervenido de manera oportuna, aunque no obtuvieron material suficiente para ponerlos por completo al descubierto como la organización que era, ahora la gente de todo el mundo medio dudaba de las intenciones de Hermano Sangre. La otra mitad dudaba de ellos, los héroes.

Después de aquella victoria a medias, se encaminaron, como en incontables ocasiones, a comer una bien merecida pizza. Notaron como muchos presentes los veían, algunos como los protectores de la ciudad que tanto querían, y otros como si fueran conspiradores; pero ignorando por una vez aquello, volvían a ser un grupo de amigos. Cuando volvieron a la Torre, la tensión había disminuido notablemente.

Cuando Robin se fue a descansar, la joven tamaraneana lo siguió. Él no la noto. Cuando entro a la habitación entro apuradamente con él. Entonces si que la noto.

Star… - Se sorprendió, estaba muy agotado.

Querido Robin, ¿te gustaría celebrar esta victoria conmigo, en privado? – Propuso con esa sonrisa seductora que no sabía qué hacía, solo cuando estaba con él.

Ella empezó a acariciar su brazo y acerco la otra mano a la mejilla, pero él no hacía ni un movimiento. Hasta que de pronto, cuando iba acercando su cuerpo, Robin se alejó.

Ahora no, Star.

No sabía que estaba haciendo mal. Solo pudo murmurar una disculpa y salir.

Despues de lo que le parecieron horas, dejo su apoyo y se irguió, mientras apretaba los puños con impotencia. Había notado demasiado tarde lo que estaba sucediendo. Si tan solo Robin le hubiera hablado claro, quizá para ese momento dolería menos.
Se obligó a respirar con calma. Cuando lo logro, se dio la vuelta y los confronto, aún llorando.

— ¿Desde hace cuánto tiempo que me engañan los dos? – Pregunto con el tono más solemne y grave que pudo.

Observo como sus dos compañeros se tensaban en un muy incómodo silencio que una energía oscura rompía los utensilios de cerámica que usaban. El primero en ponerse de pie fue el líder.

— Starfire, yo… - la vio por primera vez en esa mañana —. No es lo que piensas. – No pudo sostener la mirada ante la acertada acusación silenciosa.

Raven seguía como petrificada en su sitio.

— ¿Cuándo ibas a hablar conmigo para dar por concluida nuestra relación? – Pronunciar cada palabra le dolió tanto que llego a creer que su garganta empezaría a sangrar. Las lágrimas seguían corriendo sin control.

Entonces la hechicera se levantó de un modo abrupto, volcándose la mesa a causa de sus poderes. — Si tan solo dejaras de creer que el mundo es un lugar feliz y lo escucharas de verdad, te habrías enterado hace semanas. – No lo grito pero lo dijo en alto, y tan pronto termino de pronunciar aquello, supo que había sido un error.

Justo en ese momento apareció Chico Bestia, aun adormilado.

— Hola, amigos. – Saludo sin notar la rigidez de sus compañeros, pero entonces noto la mesa hecha añicos y la cerámica entre líquidos acompañándola en el piso —. ¿Qué sucedió aquí? – Se despabilo.

Vio como Raven se puso la capucha y salió rápidamente. Su líder tenía un semblante avergonzado y de muy pocos amigos; y al ver a su amiga de ojos verdes, noto que lloraba destrozada. Entonces volvió a ver a Robin.

— Yo no quería que sucediera esto. – No sabía si lo decía para sí mismo, para ella o para Chico Bestia. Solo sabía que era verdad.

Starfire no dijo nada, y salió de ese lugar corriendo.

— ¿Qué fue lo que hiciste? – Pregunto el muchacho verde, sin dar crédito a lo que le gritaba la escena.

La alienígena apenas salió de la cocina y choco de bruces con Cyborg. A él no iba a poder ocultarle nada, lo supo desde antes de levantar la vista y que supiera que algo estaba muy mal.

— Star... – Dijo confundido, notándolo.

— Lo siento amigo Cyborg, no me fije por donde iba. – Apenas se disculpó, se disponía a emprender la huida pero él la detuvo.

No era capaz de quitar la mano en su hombro, ni tampoco fue capaz de rechazar el abrazo que le ofrecía. Se sintió como si estuviera rota en muchos pedazos y ese abrazo la uniera por un momento.

— Vamos a desayunar, solos tú y yo. – Le dijo mientras deshacía el abrazo — y por supuesto el menú incluirá mucha carne para mí, y galones de mostaza para ti. – Agrego mientras la guiaba, regalándole una pequeña sonrisa.

Ella quiso corresponderle, pero en ese momento sentía que no sería capaz de volver a esbozar otra sonrisa en su vida.