Disclaimer: Saint Seiya no me pertenece. Todos los derechos están reservados por Masami Kurumada y TOEI.


EL PRECIO DE UNA FAMILIA

Capitulo 1: Una visita reveladora.

— ¿Koga? ¿Koga estás aquí? —llamó la santa de Águila, buscando entre los pilares de las ruinas a su compañero. Yuna sabía que él se encontraba en ese lugar pues a su amigo le gustaba entrenar ahí porque era una parte del santuario muy tranquila y poco visitada.

— ¿Yuna? —dijo Koga detrás de la muchacha— ¿Qué haces aquí?

— ¡Qué poco amigable eres! —lo acusó, debido al tono que estaba usando con ella—. Sólo pasé a saludarte, hace tiempo que no te veo a pesar de que los dos estamos en el santuario todos los días.

— Nuestros deberes han cambiado —susurró el chico sonriendo con tristeza al recordar fugazmente todas las aventuras que tuvo con sus amigos cuando eran caballeros de bronce y estaban en busca de Athena, de eso ya habían pasado algunos años.

— Todo y nada ha cambiado a la vez —afirmó la chica.

Él asintió— Sé a lo que te refieres.

— ¿Has ido a la mansión? —titubeó un poco ella al preguntar, ya que sabía que ese tema era poco mencionado por el muchacho.

— No, la verdad tiene algo de tiempo que no voy de visita desde… Bueno tú sabes —contestó, rehuyendo los ojos de su compañera.

— Lo sé, pero precisamente por eso es que deberías ir, a Saori no le gustaría perder contacto contigo y más ahora que ella es…

— Yuna, por favor no lo menciones, no en este lugar.

— Tienes razón, lo lamento —se disculpó ella mordiéndose el labio, sintiéndose culpable.

Al notar la expresión de lamento de Yuna, Koga agregó: — No pasa nada, sólo es por precaución —comentó, mirando hacia los lados en busca de algún curioso, pero no había nada de que preocuparse—. ¿Puedo pedirte algo? —preguntó el caballero, Yuna asintió y esperó a que él prosiguiera— ¿Podrías acompañarme a la mansión Kido por la tarde? Quisiera ir pero, no quiero ir solo.

La joven sonrió plenamente enseñando su linda sonrisa y le dio una palmadita en la cabeza a Koga, para después aceptar.

— De acuerdo, iré contigo.


Los dos amigos terminaron sus deberes y entrenamiento en el santuario y se reunieron por la tarde para ir de visita a la casa de Saori.

Koga estaba sumamente ansioso e intranquilo, lo que hizo que ambos se detuvieran un par de veces por el camino para que éste pudiera tomar un poco de aire. Pero inevitablemente, y aunque Koga se empeñó en retrasarlo varias veces en el camino alegando que le dolían los pies, los dos llegaron a su destino.

Koga y Yuna se detuvieron frente a la reja de la entrada y observaron por un momento la construcción.

— ¡Ah! ¡No debimos haber venido! —exclamó Koga llevándose las manos a la cabeza—. Aún podemos irnos Yuna, Saori no va a saber que venimos hasta aquí.

— ¿De qué hablas? —dijo sorprendida la rubia— Hace mucho que no vienes, no te hará mal entrar un rato y saludar... ¡Además, tú fuiste el de la idea!

— Lo sé, pero…

— Nada de peros. Andando —dijo ella con reproche y tomó de la muñeca a Koga, jalándolo hacia la entrada—. Y más vale que dejes de llamarla de esa manera, ella ya te ha dicho que no tienes que ser tan formal y menos ahora.

Los dos jóvenes entraron a la casa que se percibía tranquila, atravesaron el recibidor y se dirigieron a donde Koga le dijo a Yuna que se encontraría Saori: El jardín.

El muchacho de cabello color vino no se había equivocado; Saori estaba sentada en una mesa dispuesta en medio de aquel hermoso lugar lleno de flores. Cuando los vio entrar en su rostro se dibujó su contagiosa sonrisa. A pesar de que los años se había encargado de ponerle un poco de arrugas a su fino rostro, ella seguía siendo tan bonita como siempre, e igual de alegre.

— ¡Koga! ¡Yuna! ¡Qué sorpresa! —exclamó ella poniéndose de pie y acercándose a los recién llegados—. Koga, hace mucho tiempo que no nos visitas, tanto que te recordaba un poco más pequeño —se dirigió al caballero y le revolvió el cabello.

— S-Sao…

— Basta —le advirtió Saori antes de que continuara—. Te he dicho que no me llames así. Sé que te cuesta trabajo pero no quiero formalidades entre nosotros... ¿De acuerdo?

— Lo siento, aún no me acostumbro.

Los tres tomaron asiento en la mesa donde antes había estado Saori y platicaron largo y tendido sobre el Santuario. Saori seguía yendo a aquel lugar ya que aunque el tiempo le había cargado unos años más, su deber como reencarnación de Athena no había terminado; sin embargo, era muy raro que Koga se la topara ahí ya que ambos tenían distintas cosas que hacer.

— ¿Y…? ¿Dónde está él? — preguntó Koga cuando la charla se tornó inevitablemente en Seiya.

— Entrenando como de costumbre —respondió Saori sonriendo automáticamente—. Sería bueno que fueras a saludarlo, me ha preguntado por ti estos días.

Koga suspiró con pesadez y miró a Yuna, quién con los ojos le hizo una seña incitándolo hacer caso a la sugerencia de Saori.

— Muy bien, iré —anunció después de un momento de pensarlo y se puso de pie.

— Hijo, ¿podrías hacerme un favor? — dijo con voz suave la de cabello morado, lo que hizo que Koga se detuviera en su lugar— Cuando regreses de ver a Seiya... ¿podrías traerme los papeles que están sobre mi escritorio en la oficina? Están en una carpeta color rojo y son de la fundación, necesito revisar unas cuantas cosas.

— Si Sa… Si, l-los traeré —afirmó y siguió su camino hacia el gimnasio de la casa en donde Seiya se encontraba.

Cuando Saori estuvo segura de que Koga estaba lo suficientemente lejos como para no escucharla, se dirigió a Yuna.

— A Koga le está costando mucho trabajo llevarse bien con Seiya y eso me tiene muy preocupada, no sé que puedo hacer, no sé si estoy haciendo bien… —le confesó lo que hizo que Yuna se sintiera un poco nerviosa y un rubor apareció en sus mejillas—. Lo siento Yuna, no quiero abrumarte con estas cosas.

— ¡N-No es eso señorita Saori! Yo también lo he notado… Las cosas se complicaron un poco después de que el proceso terminó por aprobarse.

— Temo que no puedan congeniar muy bien —agregó con mirada triste—. No estoy segura si es por su edad o por su carácter, que en cierto modo me recuerda a Seiya, pero las cosas no están resultando como creí...

— Bueno, si le sirve un poco, creo que se trata de algo normal debido a este cambio repentino. ¿Sabe? Cuando Marte la raptó hace años atrás y estábamos en su búsqueda, supe que Koga sentía algo especial por usted y por Seiya… No hablaba mucho de él, pero cuando lo hacía podía notar en su voz un tono de orgullo y admiración. Puedo asegurarle que Koga quiere a Seiya, sin embargo esto es… algo que lo sobrepasa. Tiene sentimientos encontrados y no sabe qué hacer y cómo expresarlo.

Saori le sonrió dulcemente a Yuna y posó una mano sobre la de la chica como gesto de agradecimiento por sus palabras.

— Gracias Yuna, sólo espero haber hecho bien.


Koga entró a la habitación dispuesta como gimnasio. Había tardado en subir las escaleras retrasando aquel encuentro que prefería evitar, pero sus pies y su conciencia terminaron por llevarlo a rastras.

El muchacho se quedó parado en la puerta en cuanto distinguió la figura de Seiya al fondo cargando unas pesas. Koga lo miro en silencio. Ahí estaba frente a él la leyenda viviente del cual todo mundo hablaba; Seiya, antiguo caballero de pegaso, ex caballero dorado de sagitario, aquel hombre que admiraba, que fue su inspiración y que quiso mucho.

Pero la vida se había encargado de enemistarlo con él en cuanto comenzó a crecer. Primero Koga pensó que se trataban de imaginaciones suyas, tonterías de adolescentes... Pero cuando tuvo un poco más de edad y de más madurez para su gusto, comenzó a desarrollar cierta antipatía por el ex pegaso.

— ¿Piensas quedarte ahí todo el día? —preguntó Seiya aún en su labor de ejercicio sin molestarse en mirarlo.

— Sólo te veía entrenar —contestó Koga sin mucho interés.

Seiya dejó las pesas en el suelo y fue hasta el joven.

— Has crecido, más de lo que esperé —le aseguró Seiya sonriendo.

— Ya lo sé, Saori me lo ha dicho también —dijo con tono de enfado, ese que adoptaba siempre con Seiya en automático.

— ¿Por qué siempre usas ese tono conmigo? —reprochó Seiya lo más posiblemente calmado, ya que conocía de sobra el carácter voluble de Koga.

— Ya sabes por qué —contestó sin molestarse en ser sarcástico.

Seiya suspiró — Ya hemos hablado esto antes…

— … y nunca hemos llegado a nada.

— Es que no hay nada a lo que se deba llegar, tú estas pensando cosas que no son, ya te lo he dicho.

Koga se molestó, la pasividad con la que Seiya se dirigía hacia él le molestaba mucho — Tú eres el que no quiere admitir lo que estás haciendo.

— Koga… por favor, no quiero…

— ¡Es suficiente! ¡Yo no te creo ese cuento de que estás aquí por que no tienes nada mejor que hacer! —exclamó el joven alzando la voz— Lo que haces está mal, ¿lo sabes? Estando cerca de Athena todo el tiempo... ¡El amor de Athena debe ser para todos sus caballeros, no sólo con uno! Cumpliste con tu deber, e inclusive ella te dio tu libertad, pero te quedaste aquí, vives bajo el mismo techo que ella, estás con ella todo el tiempo... ¡Quieres a Athena para ti sólo!

— Estás mal interpretando las cosas Koga…

— La adopción ni siquiera pudo haber proseguido... ¡Ustedes no están casados! ¡La ley es muy estricta en cuanto a adopciones! ¡No tendrían por qué haber aprobado esto! ¡Ya estoy grande como para que me adopten! ¿Por qué tuvieron que hacerlo? ¿Y por qué ella te eligió a ti?

Seiya suspiró— No subestimes el poder que tiene el apellido Kido para estas cosas. Saori tiene mucho dinero, con lo cual te recuerdo se puede hacer de todo. Escucha Koga, Saori quería darte un hogar más que nada en el mundo y me eligió a mi como tu padre te guste o no, y yo voy a cumplir con ello —sentenció Seiya con serenidad, aquella que sólo los años le habían enseñado—. Sé que es difícil para ti todo esto y no espero que nos llevemos de maravilla, pero por tu madre te pido que hagas un esfuerzo de llevar las cosas en paz, a ella le dolería mucho vernos pelear y es lo que menos quiero.

— Sólo por ella es que lo hago, que te quede claro —le advirtió Koga a Seiya—. Pero no estoy de acuerdo en esto, no estoy de acuerdo en que permanezcas aquí a su lado... ¡Ella es una Diosa Seiya! ¡No puedes tenerla para ti! Hay otros caballeros, fieles devotos que esperan que su Diosa les dé un poco de su amor y tú pretendes llevarte todo.

— Es suficiente Koga, como ya te dije estas pensando cosas que no son y no te culpo, pero en verdad debes confiar en mi.

— Eso es algo que lamentablemente no puedo hacer —respondió Koga y comenzó a andar por donde había llegado.

— Y eso es algo que yo también lamento, hijo.

— No quiero que me llames así —soltó el chico con desprecio sin voltear a ver al castaño.

— Eso es algo que tú no puedes elegir —contrarrestó Seiya y se volvió de nuevo hacia sus pesas.

Koga salió con paso veloz hacia la oficina de Saori. Estaba tan furioso que sus paso se volvieron zancadas que lo llevaron más rápido de lo normal. Cuando estuvo adentro de la oficina de Saori se concentró en normalizar su respiración, y cuando fue capaz de pensar nuevamente con coherencia se dirigió al escritorio. Había estado tan molesto que olvidó el tipo de documentos que su madre le había pedido.

— Ufff… Aquí hay muchas carpetas pero quizás si reviso una por una recuerde cuales me dijo —exclamó tratando de recordar las instrucciones de Saori.

Koga revolvió entre los papeles pero no tuvo mucho éxito ya que no recordaba con claridad. Los papeles que había ahí eran muy similares, todos tenían que ver con la Fundación y con negocios de la familia Kido, sin embargo una carpeta al final del bonche de papeles llamó la atención del de ojos color miel. Se trataba de una carpeta color azul que tenía escrito en la pestaña la palabra "ADOPCIÓN" con la perfecta caligrafía de Saori.

Koga se detuvo al darse cuenta de que estaba husmeando en las cosas de su madre adoptiva, pero sentía una gran curiosidad por saber lo que ahí se encontraba y que tenía que ver directamente con él.

— Bueno… técnicamente ahora soy su hijo, ¿qué tendría de malo? —dijo para sí el muchacho convenciéndose de que no hacía nada fuera de lo normal.

Abrió aquella carpeta que contenía solicitudes y formatos rellenados con datos de Saori, de Seiya y por supuesto de él. Había comprobantes de ingresos y una que otra copia de cheques bancarios con sumas cuantiosas de dinero. Al parecer Seiya le había dicho algo que era verdad, pues Saori había pagado una buena suma por aquel trámite. Pero cuando Koga llegó a la última hoja que contenía la carpeta supo que había sido un error haber revisado los papeles.

Sostuvo con fuerza el papel y leyó en voz alta:

— Declaran los contrayentes bajo juramento de… —el corazón de Koga se aceleró sin previo aviso—, y que no están ligados por impedimento alguno que pueda hacer inválido o ilícito el ma… m-matrimonio que pretenden contraer l-los solicitantes… S-Saori Kido y-y Seiya…

Koga releyó dos veces más aquel documento, sin poder creerlo. En algo se había equivocado, Saori y Seiya no tenían impedimento alguno para adoptarlo pues tenían la posición económica y estaban casados, tal y como esa acta de matrimonio lo certificaba.


Al ataque de nuevo, lo que a una se le ocurre en horas de trabajo. No sé cuantos capítulos vaya a tener esto.

Nota: Imagínense a Saori y Seiya un poco mayores no tanto he, Koga esta rondando los 20 y tantos... y no lo odien, no me gusta ponerlo enemistado con Seiya pero es necesario xD.

Con Cariño para el grupo Saint Seiya Union Fanfikera, las quiero chicas.

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