Nota: ninguno de los personajes, como locaciones son mias todo pertenece a George R.R Martin, el creador de esta saga

Este fic participa en el Reto 7 "Viejos tiempos" del foro "Alas negras Palabras negras"

Cuando tú te vas
los pedazos de mi corazón te echan de menos
Cuando tú te vas
mi cara enseña que te echa de menos también
Cuando tú te vas
no consigo las palabras
que siempre necesito oír y hacerme sentir bien.
Te echo de menos. ( "When you're gone" Avril Lavinge )


Un dragón no suplica, pero siente

Hoy el día ha amanecido diferente, como nunca pensé que lo haría pues me siento diferente. Jamás, logre atisbar en lo más profundo de mí ser la remota posibilidad de sentirme así. Con el corazón oprimido, los ojos rebosantes de lagrimas, un grito atorado en la garganta y el deseo latente de correr y estrechándote entre mis brazos suplicar que no te aparten de mi lado. Que no osaran obligarte a cumplir tal fin.

Si hubiera sabido, que este era el destino que se guardaba para ti habría hecho cualquier cosa que estuviera en mis manos para evítalo, fornicando con la corte entera si hacía falta, si con eso conseguía sentirte de nuevo a mi lado y tener la certeza de que nadie podría separarnos otra vez, perteneciéndonos el uno al otro hasta el fin de nuestros días en esta y en todas nuestras vidas venideras.

Pero ya nada podrá ser, pues tú te marchas en aquel cortejo que acompaña a Aemón a unirse a la guardia de la noche y yo te observo partir a lomos de tu caballo cerrando la comitiva, tal como el mejor caballero que protege al más noble de los príncipes.

Mas es en aquel momento tal vez sin quererlo, que tu ojo se detiene en mi mirada y observa expectante la mínima reacción de mi persona, a la vez que mis labios entre abiertos tratan de decir en palabras lo que claman nuestras almas de amantes eternos. Dado que yo y solo yo, soy capaz de entender el mensaje oculto tras tu mirada anhelante.

Sin embargo, ni un sonido se desprende de el interior de mi garganta y haciendo acopio de tu orgullo de hombre. Para el pesar de ambos volteas la cara y prosigues el camino que marcan aquellos que como a ti, les ha tocado tal cruel destino.

Ya que, el que te vieran así hubiera sido la peor de las ofensas para ti, debido a que un dragón no suplica y tú como todos los de nuestra sangre aunque bastardo no dejas de ser lo que todo Targaryen es. Un dragón, desde tu nacimiento e incluso hasta el día de tu muerte.

Entonces es que mi cuerpo reacciona allí a las puertas de Desembarco del Rey, mis ojos se abren y cierran parpadeando sin cesar, negando el crédito que atestigua la imagen que se forma ya en la lejanía del paisaje que alcanzan a vislumbrar, destrozándoseme el corazón en el proceso.

Y así recogiendo los trozos de mi corazón en lo más profundo de mí ser, mientras que controlo mí deseo de correr hasta alcanzarte y suplicarte que no lo hagas, que huyamos juntos si es necesario regreso sobre mis pasos hacia la Fortaleza Roja.

De esa manera enfrento a la corte, con la frente en alto, mirando sin mirar a nadie, como dicta mi sangre de Targaryen. Porque bajo ningún concepto dejo que aquellas aves rapaces acierten en la pena que me aqueja, siendo recién cuando alcanzo el interior de mis aposentos que me permito desahogar mi pena y sufrir por tu partida en soledad.

Porque un dragón no suplica, no es débil a los ojos de los hombres, pero a pesar de todo un dragón, no importa lo fuerte que sea no puede evitar sentir.

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