Scott, con los ojos cerrados, sintió a Matthew removerse entre sus brazos, incómodo.

Era una calurosa noche de verano. De las más calurosas. Y allí, ambos en la casa de Scott, habían tenido la brillante idea de dormir juntos.

Romántico, pero increíblemente incómodo. Al menos para el canadiense. Al escocés no le molestaba. No hasta que Canadá empezó a removerse entre las sábanas; tapándose y destapándose; sacando una pierna afuera y luego la otra; poniéndose boca abajo y boca arriba sistemáticamente. Levantándose al baño sólo para verse al espejo o mojarse la cara. Y acostarse. Y volverse a levantar, a tomar agua o pegarse contra la ventana, en busca de una inexistente pequeña brisa de aire.

Escocia normalmente no tenía problemas para dormirse. Cerraba los ojos y al instante era un tronco. Podía acabarse el mundo y no lo notaba. Sin exagerar. Pero esa noche, los constantes movimientos de su novio lo molestaban bastante.

Mucho.

—Matthew—murmuró, harto— ¿No tienes sueño?

—No puedo dormir con este calor. Perdón si te molesto. Puedo ir al sofá—se disculpó el norteamericano, dispuesto a dejar la cama.

El británico suspiró. Porque una persona normal, aceptaría la propuesta y le desearía lo mejor. Una persona muy enamorada, se dispondría a ir ella misma al sofá. Pero no, él no, él anotaba mentalmente al calor en los primeros puestos de su lista negra, y por supuesto, se negaba a dejar que el rubio se fuera de su lado. Con el tiempo que pasaban separados, no estaba dispuesto a dejar que se escapara.

—Tú no te vas a ningún lado—dijo el pelirrojo—Te quedas.

—Pero… no puedes dormir… y eso es extremadamente extraño.

—No me importa.

—Acéptalo, es imposible dormir juntos en las noches de verano. Al menos, abstente de abrazarme.

— ¡Eso que dices es inaceptable! No puedo dormir contigo sin abrazarte. Es como que sea 4 de Julio y le impidas a Inglaterra emborracharse.

—Para tu información, el último 4 de Julio, Inglaterra no se emborrachó. A mí no me agrada la idea, pero tengo demasiado calor. Perdón.

—Te maldigo, verano—murmuró Escocia, bufando.

Al menos, le quedaba el consuelo de que no duraría para siempre. El invierno llegaría, y la excusa del frío para abrazarlo sin problemas.

"Muy pronto…" se dijo.

Y también se anotó mentalmente instalar un aire acondicionado en su habitación. Para evitar futuros percances.


Extra~

Escocia se despertó. Lentamente. Giró para buscar el cuerpo de Canadá. Pero no estaba. Miró hacia el baño. Nada.

Cuando se disponía a salir de la cama, casi le daba un paro cardíaco.

— ¡Matthew! —gritó.

— ¿Uh? ¿Qué sucede? —preguntó el dormido canadiense, acostado en el suelo.

— ¿¡Qué mierda haces durmiendo en el suelo!? —exigió saber, mirando al rubio sobarse la espalda acalambrada, y con sólo una almohada y un acolchado a modo de colchón.

—El piso estaba fresquito—dijo, antes de subir a la cama a acurrucarse entre las sábanas.

Porque, las noches eran horriblemente calurosas, pero por las mañanas hacía un poco de frío.


Este fic está inspirado en mi no tan grandiosa persona. Yo sufro las noches de verano. No puedo dormir del calor. Me derrito como Rusia de vacaciones en el Caribe (?). En fin, tenía que desahogarme, que todavía me quedan dos meses de sufrimiento por las noches :'C.