He vuelto! con un fic del amor y la amistad. Se supone que el día de San Valentín subiré el último capítulo y así alguien podrá leerlo de corrido y ser feliz. Eso creo.
El título de esta historia está basado en una canción de los 60s, sólo que esa es Love Potion No. 9. Y de este capítulo, en un meme de Star Wars
No sé qué más decir. Sólo que 31 Minutos me pertenece, me lo heredó mi tío Huchinango cuando fue atropellado por un caracol alucinógeno, ¡Les juro que es verdad!
Jugo en polvo mezclado con alcohol. Películas de drama y romance. Una caja de pañuelos desechables. Que sean dos. Helado, aunque no de chocolate, depende de qué tan suicida estuviera su amigo. Quejas, música triste, enojo, culpa, enjuague y repita.
"Y luego me dijo" un trago de jugo en polvo, un hipido y un chorro de lágrimas "¡Que sólo era un perro bajito sin sueldo!" sollozó ruidosamente y empezó a gemir.
Huachimingo suspiró, ya más que acostumbrado a ser usado de paño de lágrimas. En serio. Ni los mocos sobre su finísima piel huachiminga le molestaban a estas alturas.
"Es que… eso es lo que eres, Mario Hugo" empezó, aunque los balbuceos lacrimógenos de su amigo y el carrete de perros a sus espaldas seguramente mitigaban sus sabias palabras huachimingas.
"Y yo que pensé… Pensé… ¡que ahora sí le gustaba!" chilló, y dejó su cabeza caer sobre la barra, más por el jugo que por otra cosa "Ya no quiero vivir, ¡pásame el chocolate!" Se abalanzó sobre el helado y Huachimingo tuvo que sujetarlo, junto con otros cinco perros.
"Mario, no puedes suicidarte a menos que el programa tenga tan poco rating que nos veamos obligados a hacer un escándalo, ¡está en tu contrato!" miró a su amigo, desesperado.
Ni siquiera había sido una ofensa tan grande la de la desagradable y necia pájara verde, pero cada cosa: desde las flores que se convertían en polvo en el suelo y los chocolates que terminaban en la guata de quien fuera, generalmente McNamara, hasta los insultos y las fotos que ella subía a internet quemando sus cartitas de amor, las mismas que Huachimingo revisaba por la ortografía… Todo iba acumulándose, como gotas de nitroglicerina en la malteada de desayuno de Dante Torobolino.
Huachimingo pensaba que un día él iba a explotar, más que Mario Hugo. Mario sólo se iría difuminando, lenta y melancólicamente. Pero su amigo, más impaciente, sentía que un día acabaría por moler a la pajarita necia a palos.
Miró al chihuahueño, que seguía gimoteando, abrazando su vaso vacío como si fuera su único amigo, y decidió que hoy terminaba todo. Si en seis años por las buenas no había funcionado… Por las malas tendría que ser.
"Ernesto Felipe Mario Hugo" dijo, esperando que al llamarlo por su nombre completo llamaría su atención "Han pasado seis años y Patana sigue ignorándote."
"Ya lo sé" chilló el perro "¡Es patético!"
Huachimingo se detuvo, escogiendo cuidadosamente las palabras que seguían. Hacer lo que tenía en mente era muy arriesgado, quebrantaba millones de leyes huachimingas, y estaba pensando en ocuparlo como último recurso. Pero, ¿de verdad su amigo estaba tan necesitado? ¿De verdad era necesario tanto riesgo, tantos delitos de sopetón?
"Vendo cuerpo sin alma, el corazón roto, y la inteligencia agotada" recitó Mario Hugo entre la bruma del jugo en polvo y el dolor. Sí, decidió su mejor amigo, ya es justo y necesario.
"Hay una pócima… Un remedio Huachimingo que provoca en la persona que lo beba una obsesión muy semejante al amor. Mi tía Huachaminga la inventó cuando se enamoró perdidamente de un bototo muy orgulloso, y después de que se pasaran los efectos, él decidió que sí la quería y se casaron. Tuvieron bototos con antenas huachimingas, ¡Juro que es verdad! No es amor en sí, porque ese es imposible fabricarlo, pero es un similar. Yo… sé cómo se hace. Puedo hacer un poco y…"
"¿Patana se va a enamorar de mí?" vaya, el Chihuahua ya estaba sobrio
"No enamorar, pero sí. Podemos inten…"
"¡¿Y qué estamos esperando?! Rápido, ¿qué necesitas? ¿Por qué no me dijiste antes?"
"Pues… pensé que sólo querrías estar con ella con sentimientos auténticos, no creados por una pócima barat…"
"Prefiero mendigar un amor de mentira que seguir soportando un rechazo de verdad, haz esa maldita pócima, ¡carajo!" exclamó Mario, sacudiéndolo de los hombros.
"Pero primero necesito que entiendas que de acuerdo a la ley huachiminga, tienes que hacer un juramento de que comprendes que las consecuencias de esta pócima son…"
"¡Huachimingo!"
"Muy bien, necesito tres jazmines, siete rosas rojas, un poco de canela, una cucharadita de vainilla y el ingrediente secreto." Y el macho alfa mandó a sus cuarenta perros a conseguir los ingredientes en los jardines aledaños
Menos de veinte minutos más tarde, en la desordenada cocina del reportero, se preparaba el mítico brebaje. Huachimingo hubiera preferido hacer la pócima en una caldera negra de bruja, pero lo único que tenían a su disposición era una ollita de peltre con florecitas pintadas cortesía de la mamá de Mario Hugo. Las flores y las especias se habían mezclado en un líquido claro color café, nada mágico en apariencia.
"He tomado tés más interesantes que esa cosa" comentó Mario Hugo, mientras esperaban que hirviera.
"Es porque falta el ingrediente más importante" explicó su moteado amigo, tomando su pata y descubriendo su muñeca.
"Dime, Mario, ¿desde hace cuánto amas a Patana?" el chihuahua suspiró
"Desde que la vi por primera vez. Se veía tan hermosa…"
"¿Puedes describirla?"
"Es… Bellísima… y sus plumas son del color verde más hermoso del mundo, daría todo por poder acurrucarme junto a ellas… Y es la persona más inteligente del canal, no, ¡del universo! Y es tan dulce y tan amable… Y huele tan bien…"
"¿Por qué la amas?"
"No lo sé. ¿Puedes explicarme por qué respiras, por qué miramos el cielo, por qué el brillo de la luna nos pone nostálgicos? Eso es Patana para mí, el aire, el cielo, la luna….La amo porque es vida, porque sin ella moriría"
El moteado animal apretó la muñeca del perro, inspeccionando sus latidos, y tomó disimuladamente un cuchillo.
"¿Y qué le dirías si pudieras?" la respiración del chihuahua y sus mejillas coloreándose eran buena señal.
"Le diría…. Patana… sé que sólo me ignoras, pero hasta tu indiferencia acepto… te he amado desde el día que te conocí y sé que te amaré hasta el día que me muera… Y no sé si tú llegues a amarme alguna vez… Pero mi amor basta para los dos. Siempre bastará. Lo prome… ¡Auch! ¡¿Qué hiciste?!" exclamó Mario Hugo, sobándose la pata, y ambos observaron las gotitas carmesí manchando el agua de la olla. El líquido brilló, cegándolos, y al asomarse descubrieron que el agua se había teñido de un rosa lechoso.
"El ingrediente secreto es la sangre de alguien que ha amado sin condiciones ante la adversidad" explicó tranquilamente Huachimingo, pasándole a su amigo un trapo para limpiar su pata ensangrentada. "Está listo. Dale tres gotas de esto diluidas en su café, y cuando beba la última gota, procura estar ahí, debes ser la primera persona que vea… Y te verá con otros ojos."
"Ojos de amor" exclamó Mario Hugo, apretando a su amigo en un abrazo
"De algo parecido al amor." Rectificó Huachimingo, vaciando el líquido en un frasco de vidrio y entregándoselo a su amigo, casi arrepintiéndose al instante.
En la madrugada, sin poder dormir por la culpa, se asomó a la habitación de su amigo, quien dormía rodeado por cuarenta perros, abrazando el frasco de vidrio y sonriendo entre sueños, y a pesar de estar quebrantando importantes leyes huachimingas, no pudo más que sentirse mejor.
…
De todas las mentiras de su mejor amigo, ¿por qué esta sí la creía a pies juntillas? ¿Por qué esta tenía que funcionar?
Porque no me queda otro remedio pensó el Chihuahua, cuando la mañana del día siguiente se deslizaba al cubículo de su pajarita verde predilecta. La conocía mejor que nadie, y sabía que a esa hora la estaban maquillando. Sobre su escritorio, su leche caliente con un toquecito de café, un poco de chocolate y cinco primorosos malvaviscos rosados. Sin pensarlo ni un segundo, vació la mitad del contenido del frasco y lo tiró a la basura, paranoico.
Justo en ese momento entró la pajarita deteniéndose al verlo ahí parado, con ambas manos tras la espalda y los ojos brillándole de culpa.
"¿Qué haces aquí?" preguntó con desdén.
"Yo… eh…." Balbució el chihuahueño.
"Por favor, Mario Hugo, otro mariachi no." Suspiró ella, empujándolo ligeramente para sacar un cuaderno del escritorio.
"Creí que ese te había gustado" comentó por lo bajo "No… eh… sólo venía a… Desearte un buen día…"
"Igualmente" respondió ella, aunque su tono indicaba lo contrario.
"¿No tenías en tu pizarra de corcho la foto que nos sacaron en la Gran Gala de Titirilquén?" preguntó nada más porque sí, y ella encogió los hombros, como dándole a entender que esa fotografía, que él tenía enmarcada al lado de su cama y besaba todas las noches antes de dormir, para ella no era más que un rectángulo de papel que ocupaba demasiado espacio en su pizarra de recuerdos.
Sacudió un ala, invitándolo a salir de su cubículo y con la otra tomó la taza, sopló delicadamente sobre ella y le dio un sorbo, y tras el sorbo, un gran trago.
"Wow, Bombi sí que se pasó con mi moka hoy, le quedó delicioso. ¿Quieres probar?" Mario Hugo negó con la cabeza tímidamente.
"Que te aproveche. Es que… lo hicieron con muchísimo amor."
"¿Tú crees?" preguntó ella, tomando otro enorme trago
"El amor hace que todo sepa mejor, eso digo yo." Comentó mientras miraba a su enamorada apurar el café "O bueno, eso dice mi mamá, y a ella la quiero mucho, como a ti. Digo, no como a ti, de forma distinta, eso sería aterrador… por favor no pienses que soy aterrador… Como ese tipo, Edip… ¿Patana?" a su lado, la pájara verde se había terminado el café, hasta la última gota. Y de inmediato se mareó. Se tambaleó, sintió una fiebre intensa, y los latidos le palpitaban en las sienes y en los oídos.
"No… me siento bien…" gimió, llevándose ambas alas a la cabeza, perdiendo el equilibrio, y cayó, el chihuahua apenas pudo con su peso.
…
Patana recuperó la conciencia y abrió los ojos. Unos fuertes brazos la sostenían, y los ojos más brillantes, preocupados y hermosos del mundo la miraban fijamente, junto con todo el canal
"Patanita, ¿te encuentras bien?" y ante la sorpresa del chihuahua, su ala lo acarició suavemente, desde las orejas hasta el cuello.
"Ahora sí" suspiró, y frente a cientos de espectadores, lo besó.
Por si no entendían la parte de sus tendencias suicidas, los perros y los gatos no pueden comer chocolate, es letal para ellos. En caso de que alguien que lea esto (no? nadie?) quiera darle chocolate a sus mascotas: no lo hagan. No les voy a decir qué tan cierta era la pócima. No creo en esas cosas, pero no vaya a serla de malas.
La frase emo de Mario no me pertenece. No sé de quién sea, pero mía no es.
Parece que todo va bien, verdad? Pero no. Como dicen por ahí, en otro programa que me gusta, All magic comes with a price
Nos leemos luego!
