Disclaimer: Algunos de los personajes de este fic le pertenecen a J.K Rowling.
Hola queridos lectores:
Bienvenidos a Ridíkkulo, este fic participa en el Reto fanfiction 2018 (12 meses, 12 fanfics escritos) "Un fanfic crack" una historia que imaginas antes de ir a dormir y que continuas todas las noches porque vives inconforme con tu aburrida vida real, bueno esto es algo así. Espero que les guste.
I
Sólo había una pareja que seguía luchando; al parecer no se habían dado cuenta de que había llegado Dumbledore. Harry vio que Sirius esquivaba el haz de luz roja de Bellatrix y se...
–Buenas tardes –saludó una voz masculina.
La joven levantó la vista de su teléfono celular para dirigir sus ojos cafés al recién llegado y enseguida guardo el aparato en la bolsa delantera de sus pantalones de mezclilla.
–Buenas tardes –devolvió el saludo con una sonrisa amable en el rostro.
–Un capuchino grande con leche deslactosada sin canela por favor.
–Enseguida.
Mientras las últimas notas de la canción Boys don't cry sonaban por la pequeña cafetería, ella realizaba su tarea como una autómata. Le aburría bastante su trabajo pero agradecía que fuera tan tranquilo como para poder leer en sus ratos libres.
–¿Todavía no has apagado tu teléfono móvil? –pregunto el cliente a la joven.
–¡Qué va! si fueran ciertos los rumores el gobierno ya habría dado un anuncio oficial –respondió la aludida.
–¡Ah! los jóvenes no se toman nada enserio –se quejó el hombre.
Diana se limitó a sonreír.
–Su café, que tenga un buen día señor.
–Igualmente, hasta luego.
En cuanto se hubo marchado ella saco nuevamente su teléfono para seguir leyendo Harry Potter y la orden del fénix... De pronto un ruido agudo traspaso sus oídos provocándole un estremecimiento de dolor, soltó el teléfono y cayó de rodillas en el suelo comprobando que el ruido surgía del aparato y que la pantalla de su móvil se volvía completamente blanca y brillante. Sus piernas y brazos flaquearon provocando otra caída que le pareció eterna considerando que la distancia entre ella y el suelo no era muy grande.
... reía de ella.
–¡Vamos, tú sabes hacerlo mejor! –le grito Sirius, y su voz resonó por la enorme y tenebrosa habitación.
Un segundo haz de luz salió disparado de la varita mágica de Bellatrix pero este tampoco dio en el blanco pues una persona salió de detrás del velo y aterrizó justo sobre Sirius quien se quejó dolorido.
oOo
El ruido de conversaciones que se elevaba en el aire hizo que la joven que reposaba en una de las camas de la enfermería de Hogwarts se despertara. Diana abrió los ojos sintiéndose aturdida, lo primero que llamó su atención fue el techo que era bastante alto y parecía antiguo...
–Ah, despertaste.
La joven volvió su rostro hacia la izquierda donde se encontraba un hombre que le parecía vagamente familiar. Cabello castaño claro, pálido con un montón de cicatrices.
–¿Dónde estoy? –fue la primera pregunta que salió de sus labios.
El hombre sonrió.
–En Hogwarts, te trajimos aquí porque no sabíamos que más hacer.
Diana comenzó a reír. El gesto del hombre cambió a uno de preocupación.
–¿Te encuentras bien?
–Muy bien, ¿quién eres tú? –preguntó la muchacha decidiendo seguir la broma que le estaban gastando.
–Remus Lupin.
–Remus... –murmuró ella estudiándolo con la mirada.
En efecto esa persona era exactamente igual a la descripción del libro de J.K Rowling por eso le parecía tan familiar. Su acompañante parecía sentirse incómodo con el escrutinio así que se detuvo.
–Mi nombre es Diana –se presentó– ¿qué fue lo que sucedió?
La joven recordaba estar leyendo y luego...
–Caíste de detrás del velo sobre uno de mis colegas y gracias a eso le salvaste la vida. De alguna manera terminaste en medio de una batalla, ¿sabes cómo llegaste hasta ahí? porque hemos comprobado que no eres alumna de Hogwarts.
–No tengo ni la más mínima idea, ¿qué pasó después? ¿Me desmayé?
Remus se mostró un poco avergonzado.
–Te lanzamos un encantamiento aturdidor pues no sabíamos si eras amiga o enemiga y seguimos sin saberlo.
Diana lanzó un suspiro, la broma había dejado de parecerle divertida y comenzó a fastidiarse además el ruido de las conversiones empeoraba su dolor de cabeza.
–Soy amiga por supuesto, pertenezco al bando de la luz y pelearía junto al mismísimo Harry Potter, ahora ¿dónde está mi...?
–¿Varita? lo siento la hemos confiscado. –interrumpió Lupin, sorprendido por la aseveración de la joven.
–En realidad iba a decir teléfono celular, ¿lo confiscaste también?
El hombre la miró sin entender.
–Estoy en el hospital ¿no? tengo que avisarle a mis padres que estoy bien y volver al trabajo, se terminó la broma ¿vale? –dijo ella bruscamente.
–Entiendo, no te preocupes podrás usar la chimenea que está en la oficina del director para comunicarte con tus familiares y...
–De acuerdo, haces un papel impresionante pero de verdad necesito mi móvil –intervino Diana.
Aquella situación comenzaba a darle miedo aunque en retrospectiva cualquier persona a la que le guste el mundo de Harry Potter no podía ser tan mala ¿verdad? aun así no debía confiarse pues algo que había comprobado con el tiempo es que el mundo está realmente loco y que puede llegar a ser aterradoramente malvado. Antes de que Remus pudiera abrir la boca se escuchó el ruido de una grande y pesada puerta al abrirse, de inmediato todas las voces se callaron.
–Jóvenes han sido muy valientes y me alegro que se encuentren bien, ahora sí la enfermera lo permite pueden volver a sus casas –dijo una voz profunda y autoritaria.
Volvió a haber un revuelo y sonido de pasos, al parecer las demás personas que estaban en la habitación se retiraban. Diana se movió inquieta en su sitio, no quería quedarse sola con dos hombres en un lugar desconocido. La cortina que separaba la cama del resto del cuarto se abrió dándole paso a un hombre de barba y cabellos plateados con gafas de media luna.
–Buenas noches Remus, ¿cómo está nuestra invitada? –preguntó el recién llegado.
–Bien solo está confundida –replicó el aludido.
–Quiero irme de aquí –dijo Diana con voz temblorosa.
–Claro señorita, en cuanto responda algunas preguntas –indico el anciano.
–No pienso dar ninguna información personal y exijo que me den mi...
–Varita, claro. Disculpe la grosería, aquí tiene –dijo Dumbledore extendiendo la mano.
La joven lo miro exasperada pero aún así tomo el palo de madera que le ofrecía, en cuanto estuvo en su mano una corriente eléctrica pareció recorrer su cuerpo entero desde la punta de los dedos de su mano derecha pasando por cada hebra de su cabello negro rizado hasta la punta de los dedos de sus pies. Eso la dejo sin aliento y Diana llegó a la conclusión de que no se trataba de una broma sino más bien de un sueño, solo eso explicaba lo que acababa de sentir. Probablemente en ese mismo instante se encontraba en el suelo de la cafetería (lo que aclaraba porque sentía tanto frío) inconsciente teniendo el más maravilloso de los sueños así que decidió disfrutarlo.
Una deslumbrante sonrisa curveo sus labios y lanzó el primer encantamiento que se le vino a la mente.
–¡Tempus! –murmuró y realizó una floritura con la varita al azar.
Del palo de madera salió un vapor verdoso que anunciaba las ocho con cuarenta minutos.
–Parece que se encuentra mejor, yo también estaría alterado si me viera despojado de mi varita –comento Albus sonriendo.
Ella miró a los dos hombres muy contenta.
–Contestaré a todas sus preguntas –dijo la joven.
oOo
Diana caminó discretamente por los pasillos de Hogwarts siguiendo al director del colegio con Remus Lupin dos pasos detrás suyo, la joven se había puesto sus tenis converse color vino y una túnica de Slytherin que le habían prestado para que no llamará la atención con las ropas que llevaba debajo.
Poco después los tres se instalaron en la oficina del director.
–Hoy parece muy ocupado director –dijo la pintura de Nigellus Black.
Diana miró a todos lados extasiada, de pronto recordó una de sus escenas favoritas de Animales fantásticos y dónde encontrarlos cuando Jacob Kowalski le dice a Newt Scamander "–No creo que esté soñando. Mi cerebro es incapaz de inventar esto." La joven palideció un poco, lo que estaba viendo ¿Realmente se trataba de su imaginación? Todo estaba tan bien hecho... No podía darse tanto crédito.
–Comencemos con las preguntas –llamó la atención el recién restituido director.
–Adelante.
–¿De dónde eres?
–Soy mexicana, crecí en el mundo muggle porque como sabrá no hay escuelas de magia en América latina.
–¿Sus padres son magos?
–No.
–¿Por qué estabas en el ministerio de magia?
–No tengo la menor idea, en un momento me encontraba en mi trabajo y al siguiente aparecí ahí.
–¿Estabas realizando algún encantamiento?
–No, yo sólo estaba leyendo un libro.
–¿Que significan la marca que tienes en el antebrazo? –inquirió Dumbledore.
Diana lo miro confundida y después recordó el tatuaje que se había hecho en cuanto cumplió dieciocho años.
–Las reliquias de la muerte, estoy interesada en investigarlas porque me parecen sumamente interesantes sin embargo no tengo nada que ver con Grindelward... tengo entendido que él utilizo el símbolo para su causa, la cual no apoyo.
–Está mejor informada de lo imagine considerando que viene del mundo muggle.
–Es que suelo leer mucho, puedes encontrar información de cualquier tipo en los libros y suelo buscar textos en lugares bastante curiosos.
Dumbledore miro fijamente a la joven frente a él intentando averiguar si sus palabras eran ciertas, por supuesto investigaría la información que ella les estaba dando en este momento, no quería dejar ningún cabo suelto. Remus Lupin permaneció imposible procesando lo que escuchaba.
–¿Cuál es su apellido señorita Diana?
–Steward.
–De acuerdo, me parece que eso es todo. Me gustaría ayudarla a volver a casa, le diré al ministerio de magia que dispongan de un traslador para usted. Deberá investigar por su cuenta que fue lo que sucedió y cómo terminó en Inglaterra.
–Uh, director Dumbledore ya que estoy aquí me gustaría apoyarles en la resistencia contra el que no debe ser nombrado, estoy segura de que puedo ser de utilidad –se apresuro a decir la joven, todavía no quería despertar de aquel sueño.
Los ojos azules de Dumbledore se volvieron fríos y su boca formó una mueca severa.
–Lo que está diciendo es una cosa muy seria señorita Stewart, no creo que sus padres estén de acuerdo.
–Soy mayor de edad y puedo tomar mis propias decisiones, hablaré con ellos, lo entenderán. Haré los juramentos necesarios y si me lo solicitan beberé veritaserum.
Dumbledore se relajó y decidió otorgarle el beneficio de la duda.
–Muy bien señorita Stewart, hagamos los preparativos necesarios.
Diana le dedicó una sonrisa deslumbrante.
