Capitulo 1.
Con la marcha de Daniel y Mia, los días se han resumido a levantarme, ir a clase, volver a mi habitación y llorar hasta quedarme dormida. Llorar es lo único que me calma, lo único que me hace darme cuenta de lo estúpida y tonta que he sido. Lo único que me hace dar cuenta que él existió. De vez en cuando como, pero pocas veces ya que tengo el estómago cerrado, hasta creo que he adelgazado pero no mucho, o me pongo a estudiar aunque no me concentro; no tengo nada más que hacer, o mejor dicho no tengo fuerzas para hacer algo más, nada que no sea llorar. Si por mí fuera me quedaba hibernando en la cama hasta el verano.
Por mi desgracia ni siquiera en mi cama puedo alejarme de todo. Lo único que hago es soñar que estoy en un salón muy lujoso y que al girarme le veo. Veo esos ojos azules, aquél cabello castaño alborotado como tanto le gustaba, esas camisetas que tanto se le marcaban a la piel pero sin exagerar, y esa sonrisa arrogando en la que está escrito, rey del mundo. Sus ojos me miran pero lo hacen burlándose de mí. En el momento que clava esos ojos en mí, escucho en mi cabeza te arrepentirás de volverte a cruzar en mi camino
.
En ese mismo instante me despierto alterada.
Cuando Daniel se marchó tres meses atrás, me puse a llorar como una histérica, aunque no era la primera vez que lloraba desde que leí la carta de… Él. Solo habían pasando unos días desde que se marchó y aún no le dije nada a Daniel ni a Mia. Aunque creo que lo sabían. No hablé más de él, hasta que Daniel se marchó.
FLASHBACK.
Estuvimos todo el día haciendo tonterías en su cuarto los tres. Yo me reía sin ganas, pero intentaba que no se me viese lo mal que estaba por dentro. Creo que no notaron nada, pero todo se me fue en el momento de la despedida.
- Nos vemos pronto y cuídate – dijo Mia abrazándolo.
- Tranquila, sabes que estoy hecho un toro – Se rieron pero yo no.
Ambos me miraron fijamente extrañados y yo lo único que estaba haciendo era contener las lágrimas. Soy muy débil para las despedidas. Al parecer se dieron cuenta y sonrieron. Daniel me abrazó muy fuerte y dejé de hacerme la fuerte.
- Nos volveremos a ver tonta – me intentó consolar pero ambos sabíamos que eso era imposible, una vez que empiezo a llorar, no paro hasta que no quede más.
- Pero… falta mucho.
- ¿Y qué? Los tres no vivimos lejos, saldremos en cuanto nos veamos de nuevo; además, sin ti, ¿cómo volveré a ver a Ashton?
- Vaya, gracias. Ya veo cuánto te intereso – digo haciéndome la ofendida.
Nos reímos los tres y le acompañamos a la parada del autobús, ya que yo no le soltaba. Soy así, en las despedidas me aferro hasta el último momento. Al llegar Daniel nos dio un fuerte abrazo a cada una.
- Nos vemos este verano. ¡Nos iremos de fiesta! – Gritó.
- Bueno, tranquilo que aún falta – intento calmarlo.
- Este verano no se librarán de su hermanito – dijo como una amenaza.
No reímos ya que él jamás podrá sonar malo.
Al final tras muchos abrazos más se montó en el autobús mientras yo seguía llorando, y por lo que vi, Mia hacía el esfuerzo de parecer fuerte. Vimos como nuestro hermanito – sobrenombre que le puse yo misma cuando los tres éramos como una familia – se marchaba hasta dentro de tres meses.
Al llegar al reformatorio por fin pude dejar de llorar. Mia y yo fuimos a mi habitación porque no queríamos estar solas y ella quería hablar conmigo. Al llegar fui al baño mientras Mia se quitaba los zapatos. Era como una costumbre de los tres, al llegar a la habitación, fuera zapatos.
- Mia, ¿quieres comer algo? – pregunté saliendo del baño.
Me quedé parada en medio de la habitación viendo como Mia leía el trozo de papel que tantas veces he leído en tan pocos días y que tanto me ha hecho sufrir. Aún con todo no he podido tirarlo, sencillamente no puedo. Creo que cierta parte de mí necesita conservarla.
La parte masoquista.
Necesito leerla cada noche para llorar hasta el agotamiento y poder dormir. Comienzo a pensar que no es muy sano que se diga. Todas y cada una de esas palabras están a fuego dentro de mí, seguiré con mi vida donde la dejé. Esa parte en especial es la que me quita el sueño. Significa: tranquila, seguiré tirándome todo lo que se mueva. Y en cierto modo se lo pedí.
En cierto modo no, ¡se lo dijiste!
- La tienes desde la mañana siguiente – dijo Mia mirándome triste y sacándome de mis penosos y autodestructivos pensamientos – esa noche hicieron el amor y a la mañana siguiente él te dejó esto, ¿no?
Fui hasta la cama y me senté a su lado, es increíble lo que me duele oírlo en voz alta.
- Sí. – Sorprendentemente mi voz sonó fría. Al menos hay algo que he aprendido, ocultar el dolor.
- ¿Qué le dijiste? – preguntó cautelosa.
- Que tenía un novio llamado Matt, que a él solo lo utilicé aquí dentro – respiro hondo – que Nicole tenía razón cuando le dijo que yo era una aprovechada y que jamás le quise.
- Vamos, le mentiste en todo.
- No en todo – me miró expectante a lo que yo proseguí – le dije que cada cual debe seguir con su vida y eso mismo voy a hacer. Como seguro él ya ha hecho.
Me levanté dispuesta a no seguir con esta conversación e ignorando el dolor que me provocó mi última frase, le quité la carta y le guardé en el primer cajón de mi mesilla de noche.
- Si vas a seguir con tu vida, ¿por qué guardas la carta? Eso solo te hará mal.
- Pienso tirarla, pero no ahora – dije volviéndome a sentar a su lado.
- ¿Cuándo?
- No lo sé. Solo han pasado unos días, ni una semana. Solo necesito tiempo para olvidarlo – dije más para convencerme a mí, que a ella.
- Para olvidarle o para hacerte creer que él te ha olvidado.
La miré y no supe responder. Yo mismo sé a ciencia cierta que no lo olvidaré, jamás podré. Christian será siempre el único que me podrá tener entre sus brazos. Y sé que suena… una auténtica tontería, pero no me veo con otro hombre. No soporto que otro pueda tocar solo lo que sus manos han podido. Las únicas que han tenido mi cuerpo bajo su dominio; puede que en un futuro lejano encuentre a un buen hombre pero…
Un futuro muy, muy lejano.
- Necesito tiempo para al menos no ponerme a llorar al oír su nombre, para no pensar en él a cada maldito segundo del día, para no soñar cada noche con él… necesito tiempo para seguir con mi vida.
- No has elegido ninguna de las dos opciones – dijo Mia sonriendo levemente.
- Sé que no lo olvidaré, pero quiero que este maldito dolor en el pecho desaparezca, poder pensar en estos tres meses con él, como un bonito recuerdo. Y una parte de mí quiere creer que él sigue pensando en mí, pero quiero que siga adelante y que se olvide de que existo para que sea feliz; otra parte de mí quiere creer que él me olvidó al segundo de salir de mi habitación, que no se siente tan destruido como yo.
- ¿Qué parte va ganando?
- La segunda. Tenías razón cuando me advertiste, aunque piense que ha jugado conmigo y sea un cabrón, no puedo ver que sufra.
- Deberías ser más egoísta – dijo Mia mientras me limpiaba algunas lágrimas.
- O más fuerte.
- Alexis…
- Mia, él es muy posible que no mandara esos mensajes.
- ¿Cómo? Me estás diciendo que Nicole…?
- Sí.
- ¡En cuanto la vea la dejo sin un puto cabello en esa asquerosa cabeza! – gritó levantándose de la cama.
- Calma. Y luego Christian era el violento – me reí sin ganas – lo supe esa noche viendo sus mensajes. Iba a esperar para hablar con él hasta la mañana pero…
- Se marchó – terminó Mia y se volvió a sentar tomándome la mano entre las suyas – Yo creo que este verano tienes que buscarle y explicarle. Quizás…
- No. Está bien que los mensajes no los mandara él, pero le dijo a Nicole y eso lo escuché perfectamente, que no me quería, que era…
- ¿Un entretenimiento?
- Y me lo confirmó en la cara.
- Tal vez…
- ¡No! – grité antes de que siguiera – Mia, por favor. Necesito olvidarme de él, no arreglarlo. Después del verano volveré a mi casa y me hermano me necesita con él. Christian es mi pasado.
- ¿Y qué pasa si lo vuelves a ver?
- Nunca le volveré a ver – dije convencida, pero en el acto sentí un escalofrío por todo el cuerpo.
- Pero él seguro que va a las carreras.
- Yo no pienso ir por nada del mundo. Y déjalo ya, por favor. No quiero oír hablar de él nunca más.
Nunca más. Como si todo lo que dices se cumpliera.
- Bueno… pues tengo una noticia.
- ¿Cuál?
- Me marcho – dijo en voz baja pero la oí.
Lo más seguro es que ella no quisiese dejarme sola pero no soy egoísta y sé que lo mejor es que se marche. No puedo pedir más de lo que ya me ha ayudado. Además me vendrá bien estar sola, ¿no?
- ¿No te alegras? – pregunté.
- No quiero que estés sola.
Bingo.
- Mia, me vendrá bien pensar. Y tu novio te estará esperando, digo yo.
Tras la mención del chico sonrió radiante. Solo espero que el tipo la haya esperado sino le tendré que cortar los huevos. Creo que Daniel me ayudaría
Por supuesto que lo haría.
- Te lo presentaré este verano. Si mis padres me dejan salir con él; estoy deseando verle, mañana al fin.
- Vale, vale. Lo conoceré, pero conste que le sacaré fallos.
Estuvimos la tarde entera viendo películas y hablando sobre lo que podríamos hacer en el verano. Yo solo pensaba en la playa, me encanta. Antes de que Mia se fuese a dormir le pedí una última cosa.
- Mia, si te encuentras a Nicole…
- Yo no sé nada – dijo - ¿Y si me encuentro a Christian?
- Él conoce a todo el mundo, ¿y si me pregunta por ti?
- En tal caso, dile que me olvidado de él y que estoy feliz.
- Vamos que mienta – dijo suspirando.
- Exacto. Buenas noches.
A la mañana siguiente, entre abrazos, besos y lágrimas nos despedimos. No sin antes escuchar de su parte.
- El amor es muy bonito cuando lo puedes tener pero cuando es imposible es mejor olvidar. Recuerda que el odio es el sentimiento que sustituye al amor cuando el corazón quiere olvidar. Recuérdalo.
FIN DEL FLASHBACK.
A día de hoy, lo sigo recordando cada mañana. Cuando ya no queda amor lo único que puede permanecer es odio e indiferencia. Eso de ser amigos después de novios nunca lo he visto posible.
Como si fuese a volver a verle
Después de tres meses sola. De tres meses llorando en la oscuridad de mi habitación. Y tres meses aguantando a Ash por teléfono (sí, se lo tuve que contar y rogarle para que no viniese). Después de tres meses vuelvo a ser yo. La amable, independiente y simpática Alexis. Aunque tengo que admitir que tengo más mal humor, solo de pensar en verle la cara a mi padre…
Hoy nada más levantarme con una gran sonrisa, cosa poco habitual en mí en estos meses, me he vestido he cogido la maleta y me he marchado a la parada del autobús. Ya en él miro por la ventanilla el sol resplandeciente.
Parece que hasta el tiempo está hoy de mi parte. Me acuerdo que tengo que avisar a los demás y saco el móvil.
Alexis:
Ya estoy en el autobús
Ashton:
Yo no puedo ir hasta la semana que viene
Alexis:
¿Por qué?
Ashton:
Mi prima no ha vuelto. Pero tú espérame para hacer enojar a tu padre.
Alexis: Jaja te esperaré. Ya Daniel también
Ashton:
Mejor
Me río yo sola en el asiento. Es obvio que estos dos acaban juntos de eso me ocupo yo. También me acuerdo de Mia y miro a ver si me contesta.
Alexis:
Sabrás que llego esta tarde, ¿no?
Mia:
Por supuesto. Estoy deseando verte
Alexis:
¿Le has dicho a alguien sobre mí?
Mia:
Absolutamente a nadie. Ni a mi novio le he dicho tu nombre. Pero me ha dicho que no es bueno acercarse a quien tú ya sabes… aunque no le he dicho tampoco que tú has tenido algo con él.
Sonrío. La verdad es que ya escuchar hablar sobre él no me afecta… tanto como antes. Y Mia teme que me vuelva a venir abajo. Como el primer mes… Recuerdo que fue ella la que prácticamente me obligó a contárselo a Ash. Solo saben ellas y Daniel, que también me llamó y tuvo el teléfono hasta el cansancio. La verdad es que este último mes ha sido el mejor de todos.
Podía dormir y comer con normalidad. Y he terminado los estudios sorprendentemente con muy buena nota. El tiempo lo cura todo, aunque siempre quedan cicatrices.
Alexis:
A mí me lo vas a contar. Nos vemos esta tarde o mañana, no sé si estoy cansada te llamo.
Dejo el móvil y me pongo los auriculares, pongo Every breath you take de The Police.
Me la dijo Daniel hace mucho y la llevo escuchando bastante tiempo. Me pongo a mirar por la ventanilla. Ya no me afecta hablar de Christian. Ya no sueño con él. Y ya no está en mi cabeza a cada segundo del día. Pero… no se puede decir que le haya olvidado.
No le has olvidado
Le odio. Le odio por hacer que le quiera tanto. Le odio por hacerme sufrir. Le odio por no dejar que le explicase y huyese la mañana siguiente.
Le odio porque si no lo hago, le amaré y eso es algo que no me puedo permitir. Le odio porque al cerrar mis ojos su imagen envuelve mi pensamiento lleno de nostalgia, y la impotencia del poder gritar a los cuatro vientos el poder decirle te quiero, que al pasar del tiempo su imagen está latiendo en mí y cada recuerdo, cada suspiro es como sentir un puñal en mi corazón lleno de amor e impotencia. Por eso debo odiarle, ¿no?
Pero eso ya no importa. Lo importante es que pasaré un verano tranquilo en casa de mi padre y después a casa, porque pienso ir a la universidad como mi madre quería. ¿Qué podría pasar?
Que el destino le diese por volvérmela a jugar.
