xD Hace tiempo que se me ocurrió esto y me he demorado un montón en escribirlo, pero bueno. Ah, sí: Ni la trama ni los personajes de Peter Pan me pertenecen, los creó Matthew Barrie. Y aunque no me opongo a recibir dinero por fanfiquear (?), nada es hecho con fines de lucro (... aún).

Aclaración: "torpes" es como las hadas llaman a los humanos.

:3 Espero que disfruten la lectura.


Volaba con lentitud en el interior del Árbol del Ahorcado, dedicándose a ver cada una de las cosas que había en su interior. Se escuchaban las voces de los niños no muy lejos, jugando. No les prestaba mucha atención.

Recordaba.

La vez en que los gemelos pelearon, por ejemplo. Esos dos siempre estaban de acuerdo sin importar de qué se tratara, pero aquella ocasión no sólo discutieron, sino que no se hablaron por días.

Se preocupó: lo único que los Niños Perdidos tenían eran a sí mismos y a ella, la unidad era importante. Acudió a Peter, pero él no se mostró muy preocupado y aseguró que todo se resolvería más rápido de lo que creía. Aún sin estar del todo convencida, no pudo evitar expresar la intranquilidad que sentía ante la posibilidad de que ellos discutieran igual en un futuro.

La respuesta que recibió entre risas le alegró el día: "No seas tonta, Campanita, eso no sucederá. Eres la mejor, por eso te elegí". Le prometió que estaría siempre a su lado y que nada nunca cambiaría. Como debía ser.

Efectivamente el dúo disfrazado de mapache en menos de una semana hizo las paces y sus opiniones volvieron a concordar: Peter tenía razón. Siempre la tenía, sabía todo: una de las cosas que admiraba de él era su inteligencia. La angustia se fue.

Caminando por el borde de la cama del pelirrojo, su memoria saltó a una ocasión donde fueron engañados por el capitán Garfio. ¡Pirata tramposo! Mentía con una naturalidad que sólo un adulto podía tener, comprometiendo más de una vez su palabra de honor, y les hacía caer a ambos en toda clase de trampas. ¿Qué honor podría tener alguien como él?

Palabra de honor, promesas...

Se sentó en la almohada fría. Sopló su flequillo y, abrazando sus rodillas, suspiró con tristeza. "Los torpes son unos mentirosos, todos". Peter llevaba tres semanas "visitando a Wendy".